SOBRE LA BATALLA DE TARAPACÁ Y OTROS ASUNTOS: Entrevista al Mariscal Andrés Avelino Cáceres (27.11.1921)

Estimados Blogueros:

El día de hoy (22.10.2013) salió un Suplemento Periodistico en el Diario Oficial El Peruano sobre algunos aspectos periodísticos en relación a la vida del Perú. Entre otros, es relevante una entrevista al nuestro mariscal Andrés Avelino Cáceres, vencedor de Tarapacá y la Breña, aparecida el 27 de noviembre de 1921 en el Diario La Crónica. La versión completa de esta conversación está registrada en el archivo documental del Diario El Peruano. A continuación, la transcripción del mencionado Suplemento Periodístico.

Andrés Avelino Cáceres Dorregaray nació en Ayacucho el 10 de noviembre de 1833. Inició su carrera militar en 1854. El 27 de noviembre de 1879 fue el artífice del triunfo peruano en Tarapacá. En 1881 defendió Lima en San Juan y Miraflores. En 1882 su espada brilló más que el oro y venció al ejército enemigo en Pucará, Marcavalle y Concepción. En 1883 culmina la porfiada resistencia al invasor chileno. Fue presidente de la República en dos períodos: 1886-1890 y 1894-1895.

Entrevista a Andrés Avelino Cáceres

En el pintoresco barrio de Leuro, en Miraflores, al amor de la soledad y de la paz campesinas, vive entregado a sus recuerdos y mimado por el cariño de los suyos, el viejo Mariscal del Perú. Lo hallamos en su escritorio, acomodado en un mullido sillón de cuero, abrigadas las débiles piernas por gruesas mantas de color oscuro. Viste correcto de jaquet gris y cubre la nieve de sus canas con una gorra del mismo color.

P: Mariscal, en el aniversario de la victoria de Tarapacá, demandamos de usted el relato vivido de esa gloriosa acción.

MAAC: Me encontraba yo, con mi división, en una de las calles de Tarapacá, tomando un rancho frugal, antes de emprender, como todo el ejército y como lo habían hecho ya las tropas del general Dávila, la retirada hacia Arica, después del desastre de San Francisco, cuando mi ayudante que había distinguido al enemigo en la cresta de los cerros situados al oeste de la ciudad, llegó corriendo a avisármelo. Solté la pequeña cacerola que contenía mi ración, y procediendo con impetuosa actividad, ordené a mi división que se lanzara con la bayoneta calada, cerro arriba, para desalojar al enemigo.

A poco, ya cuando mis bravos soldados se habían lanzado al combate, llenos de entusiasmo y ardor bélico, el coronel Belisario Suárez toma sus disposiciones y los coroneles Bolognesi, Ríos y Castañón se sitúan en sus respectivos desplazamientos. El Zepita escala el cerro por el lado Oeste, con empuje irresistible desafiando los tiros que el enemigo descarga sin descanso sobre ellos. Se despliegan en guerrilla y sin detenerse disparan incesantemente a ciento cincuenta metros del enemigo, que cede al empuje de los nuestros.

P: Perdón, Mariscal, en el asalto ¿qué acción notable de arrojo, de sus soldados, recuerda usted?

MAAC: No puedo olvidarme del heroísmo del alférez Ureta (…) que, inflamado por el ardiente entusiasmo patriótico y un coraje a toda prueba, se montó sobre un cañón chileno, lanzando estruendosos vivas a la patria. Tampoco me olvidaré nunca de un acto

meritísimo del coronel José María Meléndez, piurano de la “Columna Naval”, uno de los primeros en unirse en el asalto al enemigo. Cuando, arrollados los chilenos y cansados nosotros de perseguirlos infructuosamente, por falta de caballería, desfallecíamos de sed y de hambre, al extremo de que me vi obligado a humedecer los labios de algunos de mis soldados con pequeñas tajadas de limón (…), el comandante Meléndez se presentó de repente, y sin que pudiera explicarme su procedencia, cargando un barril de agua que aplacó la sed de esos valientes. Y como éstos, tantos otros episodios de coraje y de entusiasmo.

P: Y destrozada la infantería y despojados de su artillería los chilenos, ¿qué pasó?

MAAC: El enemigo así castigado por los nuestros, huyó a la desbandada, pampa abajo, perseguidos de cerca por nosotros

y acampó a una legua de distancia. Intertanto, mi caballo había sido herido de un balazo y hube de detenerme, en mitad de la jornada. Un oficial que en la marcha había encontrado una mula de la cantinera de uno de los regimientos chilenos, me la trajo y, montado en ella, pude seguir adelante la persecución de los chilenos.

Después de tres horas de refriega, tuvimos que contramarchar hacia el sitio donde había tenido lugar el primer ataque porque mis tropas estaban rendidas por la fatiga de la acción.

P: ¿Cuál fue, a su juicio, la causa de la pérdida de la guerra?

MAAC: Sin disputa, la falta de organización militar, de cohesión, de armonía política. Había patriotismo, había entusiasmo guerrero, había valor y virtudes militares en nuestros soldados y en nuestros oficiales. (…)

P: Mariscal, ¿cuál ha sido la época más feliz de su vida?

MAAC: Los mejores días de mi vida, durante mi juventud por supuesto, fueron los pasados en Arica, cuando estuvimos de guarnición, antes de la toma de Arequipa. ¡Tuve un gran partido entre las muchachas y me divertí mucho!

De otro lado, la campaña de la Breña es la página más honrosa de mi vida militar. No vacilo en proclamarlo yo mismo.

Puntuación: 4.5 / Votos: 8

Acerca del autor

Luis Alberto Duran Rojo

Abogado por la PUCP. Profesor Asociado del Departamento de Derecho de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP). Director de ANALISIS TRIBUTARIO. Magister en Derecho con mención en Derecho Tributario por la PUCP. Candidato a Doctor en Derecho Tributario Europeo por la Universidad Castilla-La Mancha de España (UCLM). Con estudios de Maestria en Derecho Constitucional por la PUCP, de Postgrado en Derecho Tributario por la PUCP, UCLM y Universidad Austral de Argentina. Miembro de la Asociación Peruana de Derecho Constitucional, del Instituto Peruano de Investigación y Desarrollo Tributario (IPIDET) y la Asoción Fiscal Internacional (IFA).

1 Comentario

Freisy

me parece muy interesante este tema, gracias!
pero quisiera saber donde puedo encontrar ese diario LA CRÓNICA EL DE 1921

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