SOBRE LAS CORRIENTES TEOLÓGICAS CATÓLICAS ACTUALES

Estimados blogueros:Hoy, el cardenal Ratzinger deja de ser el Papa en funciones y, afortunadamente, esa situación ha abierto la posibilidad de reflexionar sobre las tendencias teológicas católicas actuales en el mundo.A continuación, la primera parte de un interesante artículo del Monje cisterciense de Santa María de Huerta, José Antonio Vázquez Mosquera, aparecido en el portal de Periodista Digital bajo el título “La renovación eclesial y el final de la Transición española”. No incluyo la segunda parte por referirse más a la realidad española.–Por: José Antonio Vázquez MosqueraLa dimisión del Papa Benedicto XVI ha cogido por sorpresa a la gran mayoría de fieles y de miembros de la jerarquía católica. Todavía es difícil valorar las causas que la han provocado y los efectos, que este gesto puede tener, para el futuro de la Iglesia Católica Romana. Parece poco probable que las razones alegadas, el indudable deterioro físico del pontífice, sean las que más peso hayan tenido en la decisión. El Papa mantiene una lucidez mental apreciable y los achaques propios, si bien agravados, de un hombre de su edad.Parece más bien existir un amplio consenso en señalar la grave situación, en que la Curia vaticana se encuentra, como una de las causas que más peso han podido tener en esta decisión. El escándalo de Vatileaks, que revela la existencia de luchas de poder encarnizadas dentro del Curia, las finanzas del IOR (el banco vaticano) que parecen muy opacas y sospechosas, el escándalo de la pederastia, la increíble e inmoral figura de Maciel, el fundador de los legionarios de Cristo y referente de un catolicismo ultraconservador, que revela un rostro decepcionante para quienes habían puesto su confianza en esta sensibilidad eclesial, como valor seguro… Todo parece sugerir la necesidad de una inevitable reforma de este centro administrativo del catolicismo, y de sus ramificaciones por toda la iglesia, si se quieren sanear de raíz todos estos males. Y ésta sería, además de muchas otras, la prueba más clara de que el modelo ultraconservador de catolicismo no puede ser el camino que la Iglesia debe seguir para ser fiel a Cristo y al Evangelio (incluso se podría llegar a decir, visto lo visto, que, al menos, para ser una institución mínimamente ética y transparente).El Papa Benedicto XVI, que representa una sensibilidad eclesial conservadora moderada, muy sincera y auténtica en su deseo de ser fiel al Señor, con una destacada tendencia eclesiocéntrica, en la línea de la revista Communio y teólogos como Jean Danielou, o Von Balthasar, lleva tiempo señalando la necesidad de la reforma de la Iglesia y la superación del orgullo y el egocentrismo eclesial como el camino que hoy el Espíritu pide. Puesta en el contexto de esta teología, de la que el movimiento Comunión y Liberación ha sido un destacado defensor, estas declaraciones adquieren una gran relevancia, pues indican una matización a las posiciones eclesiales triunfalistas, en las que en ocasiones los representantes menos lúcidos de esta tendencia, han caído.Desde Juan Pablo II, uno de los motores intelectuales del giro conservador, dado en la iglesia, ha estado ligado a la lectura que esta teología ha hecho de la situación de la Iglesia en el mundo moderno. Para los representantes de esta visión, como Giussani o Borghesi, no es posible realizar el cristianismo en la modernidad, pues ésta pretende vivir los valores cristianos sin necesidad de la Iglesia, de forma que confunde a los católicos haciendo que crean que la vinculación con la Iglesia no es tan necesaria para vivir su cristianismo.Se hace así una crítica fuerte a todo pretendido “cristianismo interior”, es decir, que ponga menos énfasis en los elementos eclesiales, como fundamentales para la vivencia cristiana, y más en la experiencia personal; visión que se denuncia como una forma de gnosis no cristiana. Y, si bien, se está de acuerdo en la necesidad de que el cristianismo sea hoy, ante todo, una experiencia, se entiende, sobre todo, que ésta debe ser una experiencia de encuentro con Cristo a través de las mediaciones objetivas de la Iglesia, y poniendo el acento en ellas. Se llega a criticar a místicos como San Juan de la Cruz o Santa Teresa por su encendido centramiento en la experiencia personal del Misterio, olvidándose que las mediaciones son eso, mediaciones, necesarias pero no son la meta. La meta es una vida transformada y transformadora, cuya meta es construir el Reino y no la Iglesia, que es un instrumento al servicio de los hombres y mujeres, al servicio de todos, al servicio del Reino. Estos análisis que deforman a los místicos del siglo XVI se deben a que, muy a menudo, los representantes de esta sensibilidad analizan otras sensibilidades y tendencias dentro del catolicismo, pero, sin intentar captar cómo se ven ellas a sí mismas, para poder ser justos en las apreciaciones, sino haciéndolas aparecer, según las categorías de esta teología, como formas erróneas de asunción de los valores de la sociedad secular, en detrimento de los valores cristianos, que, según esta postura, sólo pueden realizarse cuando se pone el énfasis, de la experiencia cristiana, en el encuentro con las mediaciones objetivas de Cristo en la Iglesia.En definitiva, una teología que sin caer en el error eclesiocéntrico, sí tiene una clara tendencia hacia el eclesiocentrismo. Ahora bien, la necesidad de matizar este excesivo énfasis eclesiocéntrico no ha venido de críticas progresistas, sino de la realidad misma que la Curia ha presentado a los ojos del representante más importante de esta teología, el Papa Benedicto XVI. Ahora el Papa, pone el énfasis en la necesidad de humildad en la iglesia en un claro mensaje para los sectores conservadores más ultramontanos, que parecen ser los que más líos han generado en la Curia. Así, lo señalaba en el ángelus del penúltimo Domingo al decir que la Iglesia, “que es madre y maestra”, llama a todos sus miembros a renovarse y a renegar del orgullo y del egoísmo y vivir en el amor.Parece, pues, que hay una clara necesidad de reforma de la Curia y ésta será probablemente la tarea del próximo pontífice; las opciones que parecen presentarse para hacerlo son las que simbólicamente podrían personificar dos personajes destacados de la Curia hoy. Por un lado, Tarsicio Bertone, que parece ser el representante del modelo de catolicismo conservador moderado, que el pontífice actual representa, y con un claro deseo de saneamiento, en especial de las finanzas vaticanas, muy sospechosas de estar involucradas en blanqueo de dinero y chanchullos financieros. Y por otro, la figura de Angelo Sodano, figura fuerte del anterior papado de Juan Pablo II, de una ideología ultraconservadora (se señala su cercanía con Pinochet cuando fue Nuncio en Chile, y defensor de Macial Maciel), cuyo entorno se ha sentido molesto con actuaciones, que buscaban mayor transparencia, apoyadas por Benedicto XVI y que, de alguna manera, dejaban en evidencia actuaciones anteriores.Por supuesto, no hay ningún deseo de dinamitar la Curia, ni hacer una injusta tabla rasa de quienes hoy tienen en ella peso, pero sí parece que hay una voluntad de saneamiento y transparencia, así como una conciencia mayor de que el “ultraconservadurismo” de algunos sectores no es garantía de nada, sino que, en muchos casos, es un velo que encubre verdaderas inmoralidades y connivencias con el capitalismo salvaje, las cuales dañan a la Iglesia mucho más que las superficialidades de cierto progresismo. Se trataría hoy de aunar fuerzas entre los sectores conservadores moderados, sinceramente empeñados en ser fieles al Evangelio y sanear la situación y los sectores progresistas tradicionales (como decía Merton), que quieren ser creativamente fieles a la tradición sin tirar el niño con el agua sucia, apoyando el deseo de reforma del actual Papa frente a los ultraconservadores o ultraprogresistas, empeñados, unos, en evitar la reforma y, otros, en reformar todo tirando por la borda valores insustituibles. Es necesario, dar paso a una Iglesia centrada y pluralista, frente al uniformismo ultraconservador o ultraprogresista, de quienes defienden el lema: ¡¡aquí sólo caben los míos!!

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Acerca del autor

Luis Alberto Duran Rojo

Abogado por la PUCP. Profesor Asociado del Departamento de Derecho de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP). Director de ANALISIS TRIBUTARIO. Magister en Derecho con mención en Derecho Tributario por la PUCP. Candidato a Doctor en Derecho Tributario Europeo por la Universidad Castilla-La Mancha de España (UCLM). Con estudios de Maestria en Derecho Constitucional por la PUCP, de Postgrado en Derecho Tributario por la PUCP, UCLM y Universidad Austral de Argentina. Miembro de la Asociación Peruana de Derecho Constitucional, del Instituto Peruano de Investigación y Desarrollo Tributario (IPIDET) y la Asoción Fiscal Internacional (IFA).

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