Importante artículo aparecido en VARIEDADES, Suplemento del Diario El Peruano, sobre la revaloración del Runa Simi, a propósito del día del idioma del 23 de abril próximo.
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Por: VARIEDADES – Diario El PEruano
El viernes 23 se celebra el Día del Idioma. Aun cuando la celebración principal se orienta al español, en Variedades queremos reivindicar al quechua como idioma, como forma de expresar nuestra identidad y su aporte inmenso al enriquecimiento del castellano.
I
Es tan fácil remontarnos al momento en que en el mundo un solo idioma se hablaba. Dicen que Dios lo quiso así y así era hasta que el hombre, atrevido siempre, quiso escalar la celestial morada y se embarcó en la empresa de edificar una torre que habría de labrar su desgracia, pues Dios castigaría la osadía humana con la confusión de sus lenguas. De la lengua del hombre saldrían palabras incomprensibles a los oídos de sus semejantes. Los avezados constructores se dispersaron por las tierras del mundo y la poblaron hablando idiomas diferentes. Hubo un idioma y se perdió. Esta es una argumentación tomada del libro escrito por hombres de fe, la Biblia.
II
Muchos idiomas se hablaron y se hablan en el mundo. Unos han desaparecido, otros están a punto de desaparecer, algunos se mantienen en la boca de académicos y estudiosos. Hay idiomas que se mantienen vivos porque en la boca de millones de personas que pueblan los cinco continentes están y que han tenido etapas de transición y se han expandido por la conquista de las armas, vía el colonialismo. Y también hay los que se resisten a desaparecer. A esto se denomina resistencia cultural. Es la lucha del dominante o conquistador por imponer su idioma como oficial en el país o nación que sojuzga. Se pasa de conquistar pueblos a formar un imperio. En Sudamérica, un ejemplo es la civilización inca, que anexionó territorios de culturas varias que poseían sus lenguas aborígenes. El sometimiento no solo fue militar, sino también cultural. El quechua de los incas se transformó en el idioma oficial de los pueblos sometidos y trascendió los lindes de lo que hoy es el Perú actual: llegó hasta Tucumán (Argentina), Quito en Ecuador, Pasto en Colombia, el río Maule en Chile y hasta Cochabamba en Bolivia. El quechua se habló y se habla en esos lugares con variantes. Como sucede con el quechua de Áncash, que no es igual al que se habla en la zona central (Junín) y que es diferente al del Cusco. Su origen lo tendría en una lengua de la vertiente este de la Cordillera de los Andes, con exactitud en la zona central del Perú.
III
Con la llegada al antiguo Perú de los españoles la situación se trastorna: el quechua será desplazado por el idioma del conquistador, el castellano, pero no se extingue. Mientras más se trata de apagar ese fuego, más se aviva. El quechua se nutrió de todas las sangres de las lenguas de los pueblos que los incas sometieron y, a su vez, nutrió con su acervo lingüístico al idioma del hombre de Castilla. El Diccionario de la Real Academia Española no miente, pues en sus páginas pueden hallarse muchas palabras de origen quechua. Y el apetito español por el oro nosupo resistir al olor sabroso de la carne que salía del vientre de la madre Tierra y por respeto no le cambió el nombre a la apetitosa pachamanca; patasca, locro, cancha, mote, la universal papa que al mundo salvó de morir; el ritmo bailable y que también relata sentimientos y vinencias: el huaino; y otras palabras: huaico, huairuro, huasca. El mundo quechua enriqueció no solo con palabras, sino con aportes a la culinaria y la música.
IV
El pueblo andino ha tenido protagonismo perseverante y notorio en esta secular lucha cultural, iniciada desde la Conquista y que no se detiene, por conservar la lengua del pueblo (runa simi). Ya lo utiliza la gesta en que se prodiga José Gabriel Condorcanqui. Participan de este intento indios quechuas y aimaras. Hay algo espiritual que los liga para encontrar un punto en común. Una y otra vez estos intentos se harán y sucumbirán juntos con sus caudillos. El quechua ha estado siempre en la cresta de la ola de la historia y sobre todo en sus momentos aciagos: durante la guerra de la independencia sus hombres aportaron su sangre por la causa de tener una patria libre. La infausta guerra contra los chilenos dio paso al protagonismo del quechua y del hombre que lo habla. La campaña de la Breña, a la cabeza del general Andrés Avelino Cáceres, nacido en Ayacucho y quechuahablante, quien llama a la insurrección contra el invasor en el idioma del pueblo: el quechua. Al hablarlo, Cáceres facilita al pueblo reconocerlo como uno de los suyos. Idioma y región son determinantes para que el hombre de los Andes acuda al llamado de la patria que se encuentra en peligro. Victorias alcanzadas al límite y que dicen del inmenso amor por la patria, que abraza a la familia, a los padres, a los amigos, a la tierra.
V
En el siglo XX, en la década de los cuarenta, irrumpe una oleada de gentes del norte, centro y sur del Perú profundo, como lo llamará un gran hombre de Andahuaylas que aprendió primero el quechua antes que el español, en la Lima señorial y con pujanza le cambiará la cara, traía en las alforjas sus costumbres, sus tradiciones y deseos de superación. Este grupo étnico acude a actividades y reuniones de índole cultural que divulgan el huaino en quechua y practican lo suyo. Los coliseos y los clubes sociales son los puntos donde se dan cita los provincianos. Ese es el crisol donde se fundirá el movimiento que expondrá como ideario la reivindicación de los indígenas, sin ignorar lo artístico: la pintura y la literatura. La primera retrata y presenta a la colectividad las riquezas, las costumbres y tradiciones de la gente que puebla ese mundo. Los pinceles del maestro José Sabogal, quien declara que no es un indigenista, sino un peruano que capta los valores esenciales de su pueblo; Camilo Blas, cajamarquino como Sabogal; Camino Brent y Julia Codesido expresan que los Andes y el hombre que lo habita como tema tienen la vida y la alegría de los colores. El color es el idioma de la pintura. La segunda tendrá su abanderado en José María Arguedas, quien propugna la valoración del indio y del quechua como idioma. Idea que se apodera del papel y escapa al anonimato al hacerse libro: Ríos profundos, Agua, La agonía de Rasu Ñiti y Zorro de arriba y zorro de abajo. Su prosa nos calza las ojotas de la sensibilidad y nos lleva a conocer las historias de una raza que también merece la atención de nuestros ojos y oídos. Su proyecto literario, y personal, fue atacado malamente y su espíritu no lo pudo resistir. La muerte por mano propia fue el camino que tomó. “Yo vi al gran padre “Untu”, trajeado de negro y rojo, cubierto de espejos, danzar sobre una soga movediza en el cielo, tocando sus tijeras. El canto del acero se oía más fuerte que la voz del violín y del arpa que tocaban a mi lado, junto a mí. Fue en la madrugada…” La agonía del Rasu Ñiti, José María Arguedas. De otros que escribieron y defendieron al quechua y a su hablante, se cita a Enrique López Albújar, Ciro Alegría, Manuel Scorza y José Carlos Mariátegui. Sin desmerecer a los antes nombrados, me referiré a dos escritores que así como llueve en Lima, se escribe de ellos, a las quinientas. Nacido en Huanta con el nombre de Porfirio Meneses Lazón, ese es el hombre de letras que manifestó que “la dulzura y versatilidad del quechua lo hacen ideal para resaltar la belleza de las palabras, la emoción de los sentimientos plasmados en el papel a la vez que reivindica la importancia de una lengua, que siendo netamente peruana no es suficientemente difundida en nuestro país”. Así, la poesía y el cuento florecen en quechua, haciéndolo merecedor de numerosos premios y ser traducido al francés sus Cuentos al amanecer. No solo escribió en quechua, tradujo al idioma de sus amores los poemas de César Vallejo: Los heraldos negros (Yana kachapurikuna) y Trilce. “El indio también sabe reír, sabe jugar, no todo es nostalgia”. Y no merece ser ignorado, pues tiene historias que contar y sentimientos que decir y ser escuchados. Porfirio Meneses dio lustre al magisterio dictando docencia en las aulas de la Gran Unidad Escolar Mariano Melgar. El autor de Cholerías y El hombrecillo oscuro y otros cuentos reivindicó al quechua y su sueño siempre fue que los nuevos poetas y narradores escriban en su idioma vernáculo. Fue una maravillosa mujer que se decantó por la literatura y respondió al nombre de María Rosa Macedo (1909- 1991). Así se dedicó a escribir artículos sobre temas variados y críticas, los que tuvieron aceptación en revistas y diarios del Perú, Chile y Argentina. Rastrojo (novela, 1946), Hombres de tierra adentro (cuentos, 1948) y Paisaje y hombre de mi tierra (ensayo, 1944) son obras en las que el paisaje, lo costumbrista y los tipos nativos se muestran con gran alegría gracias a su verbo. En el centenario de su nacimiento, que fue el año pasado, una reconocida universidad prometió publicar su obra literaria. Promesa es deuda. La lucha es permanente y otros tomarán la posta para que esta heredad cultural de nuestros antepasados siga adelante.
VI
El quechua es el otro Machu Picchu, el idiomático, que edificaron los incas para que se hablara de la grandeza del imperio que forjaron, sin importar el paso del tiempo. Hablar del quechua es hablar de historia, de identidad y de cultura. Garcilaso de la Vega y Miguel de Cervantes festejan el Día Mundial del Idioma Español con José María Arguedas.
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