Una importante entrevista a Eduardo Lora, economista experto del Banco Interameticano de Desarrollo (BID), realizada por MAriella Balbi, para el Diario El Comercio de Lima sobre la vida en América Latina, abordando la perspectiva de la informalidad.
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Por: Mariella Balbi
El estudio del BID que usted ha dirigido incorpora al concepto de calidad de vida aspectos que no tienen que ver con el ingreso económico de la gente.
Además de los indicadores objetivos tradicionales, como necesidades básicas, o tasas de pobreza, considera las opiniones de la gente sobre su vida como una dimensión central de la calidad de vida. Se busca saber qué tan satisfechos están con su existencia, con las distintas dimensiones de lo que ellos son y con las políticas públicas.
Incorpora los sentimientos, la subjetividad.
Exactamente, por eso el estudio se llama: “Calidad de vida, más allá de los hechos”.
¿Uno puede tener un buen salario y estar insatisfecho, tener una mala calidad de vida?
Sí, uno puede ser un exitoso frustrado
¿Ese puede ser el caso del Perú, de los peruanos?
Ciertamente. De hecho hay un estudio de una peruana, Carol Graham, sobre esto. Encontró que había más gente infeliz entre los exitosos recientes, quienes han ascendido muy rápido en la escala de ingresos, que entre los campesinos.
¿Eso es porque hay más ambición en los primeros?
Sí, y porque hay un cambio muy fuerte en las expectativas. Y tiene que ver con cómo te va a ti con relación a los otros. No importa ganar tanto, sino más que los demás. Por eso la calidad de vida se mide con varios indicadores, no con una sola variable. El PBI, el ingreso, el índice de desarrollo no son indicadores sintéticos y no tienen sentido porque la calidad de vida es, por definición, multidimensional.
Pero, como diría Groucho Marx, es mejor llorar sobre un Mercedes Benz que sobre un Volkswagen escarabajo.
Claro, el ingreso económico es importante. Sin embargo, según nuestros estudios, tener amigos, fe religiosa, buena salud, mantener tu empleo tienen un valor impresionante para la gente.
¿Y qué es lo que más valoran los latinoamericanos?
El mayor temor es no pagar sus alimentos, luego el quedarse sin amigos a quienes acudir. Le siguen el perder la salud y el perder la fe religiosa. En último lugar está el divorciarse y no lograr un título universitario, eso parece no afectarlos tanto.
¿La gente de países desarrollados es más satisfecha que los latinoamericanos?
En general, los países con mayores ingresos son más satisfechos. En el caso peruano se presenta la paradoja del crecimiento infeliz
Del Perú hablamos después, ¿le parece?
Bueno. En América Latina, y en general, hay países con un nivel de ingresos no tan espectacular que, sin embargo, tienen mayor satisfacción de la que les correspondería. Costa Rica es el país más satisfecho con la vida y no tiene un nivel de ingreso tan alto como Uruguay, Chile y Argentina, países que están en la mitad de la tabla. Esa es la tendencia, pero no sabemos por qué y el libro no trata de explorarlo.
¿Los costarricenses son optimistas por naturaleza?
Exacto. Cuando preguntas ¿cómo estás?, responden: “Pura vida”. Si saludas a un inglés, contesta: “No demasiado mal”. Los argentinos, chilenos y peruanos tienden a ser pesimistas, cautos y desconfiados. Los más optimistas, tras los costarricenses, son los panameños, mexicanos, venezolanos, guatemaltecos. Estudiamos si influía el clima, pero no. Los dominicanos son muy negativos. Cuando les dices ¿cómo estás?, responden: “Bastante mal, pero no es culpa tuya”.
¿Qué implicancias tienen estos resultados de calidad de vida para las políticas públicas?
En los países donde la gente es muy optimista se refleja eso en sus actitudes hacia las políticas públicas y se conforman con políticas relativamente modestas.
¿Entonces el optimista es conformista?
Puede serlo, reduce una presión social por mejores políticas sociales.
¿No es tan bueno ser tan optimista?
Para nada. Hay una paradoja de las aspiraciones, en general en todos los países, no solo en los optimistas. Aquellos que reciben menos de las políticas sociales se conforman con poco y declaran estar más satisfechos con estas. La gente que tiene muy poca educación considera que el sistema educativo de su país es muy bueno, la más educada es muy crítica, como ocurre en Chile. Y debería ser al revés, quien no recibe buena educación tendría que quejarse. Igual, aunque la curva es menos pronunciada, ocurre con el área de salud y empleo. Los menos educados son más benignos.
¿Será que tienen que dedicar su tiempo a sobrevivir?
Puede ser, pero también porque no tienen ideas claras sobre lo que les corresponde. Otro dato muy interesante es la brecha que existe entre lo que es la realidad y la opinión de la gente. Uruguay es uno de los países con mayor seguridad, con menos criminalidad. Sin embargo, los uruguayos son los que se sienten más inseguros en América Latina. Colombia ya se acostumbró a ese problema y no lo considera tan grave. Igual ocurre con el tráfico, en América Latina se han acostumbrado, no lo consideran tan problemático.
¿Dijo que esta brecha también se observa en salud?
Sí. Nuevamente en Chile, con un excelente sistema de salud, son los más insatisfechos con tal servicio. Guatemala tiene una esperanza de vida muy baja y están contentos con su sistema de salud. El tema laboral es interesante. El 80% de latinoamericanos está contento con sus empleo, pese a la gran informalidad. La gente considera que un buen empleo no es tener vacaciones, seguridad social, estabilidad; más se valora tener flexibilidad de horarios, autonomía, ser respetado y que su trabajo les ofrezca oportunidades de crecer. La gente más infeliz con su empleo en Latinoamérica es la que trabaja en empresas pequeñas y medianas, los satisfechos son los informales o independientes y quienes están en las grandes empresas. Son más quienes quieren dejar de ser asalariados y pasar a ser informales que al revés. Entonces crear empleo formal es difícil, incluso a los trabajadores no les gusta y encima se les pone trabas e impuestos. A la gente le gusta la informalidad.
¿Quiénes son los que no valoran la seguridad social, las vacaciones?
Solo lo valora la gente de ingreso alto y de buen nivel educativo. La mayoría de las clases media y baja no. El grueso de la gente que está en la informalidad es porque lo ha escogido y le ha gustado.
¿Pero también es porque no tiene otra opción?
Claro, como no tiene otra opción, se hace la idea de que lo que tiene es bueno. Ajusta sus patrones de juicio a las circunstancias. Que Latinoamérica salga de la informalidad será difícil, le ha cogido el gusto.
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