BARACK OBAMA Y EL CONTRIBUYENTE

El siguiente artículo es de Alan Reynolds y fue publicado por el Instituto CATO en su página web el 6 de noviembre pasado, justo luego del triunfo de Obama en las elecciones norteamericanas. En él, Reynolds enjuicia desde una perspectiva de los contribuyentes de mayores ingresos la propuesta de Obama respecto a la materia tributaria. Evidentemente el texto es todavía nuboso, pues las propuestas fiscales de Obama también lo son.
… Estaremos atentos a lo que se anuncie en los próximos días, pues como sabemos, los ensayos fiscales en EE.UU. suelen luego ser replicados en América Latina.

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Por: Alan Reynolds

En su libro para su campaña presidencial de 1992, Colocando a la gente primero (Putting People First), Bill Clinton y Al Gore dijeron, “Reduciremos la carga tributaria para los estadounidenses de clase media pidiéndole a los extremadamente ricos que paguen su porción justa. Los contribuyentes de clase media tendrán que elegir entre un crédito tributario para niños o una reducción considerable en su tasa tributaria”.
Para el 15 de enero de 1993, sin embargo, el recientemente elegido Bill Clinton le dijo al New York Times que debido al empeoramiento de las proyecciones para el déficit comercial se ha visto forzado a incumplir con sus promesas de campaña de reducirle los impuestos a la clase media.
“El Sr. Clinton habló durante toda su campaña acerca de la necesidad de lidiar con el declive en los ingresos de la clase media durante los ochenta. Él propuso una reducción de impuestos para la clase media hace aproximadamente un año, en New Hampshire, y repitió la promesa con frecuencia. Pero en las semanas después de su elección … el nuevo equipo de consejeros económicos de Clinton aparentemente han hecho nuevos cálculos y han concluido que la reducción de impuestos no es posible si el Sr. Clinton quiere reducir el déficit y también continuar con un programa de ‘inversión’ para reavivar la economía. Cálculos que arrojan un creciente déficit requieren un presidente que cambie de plan, dijo él, añadiendo: ‘Creo que sería irresponsable por parte de cualquier presidente de EE.UU., en cualquier situación, no responder a las cambiantes circunstancias”.
Los cínicos han sugerido que una vez que el Presidente-electo Barack Obama se confronte con el tenebroso déficit de 2009 de por lo menos $1 trillón, él, también, tendrá que incumplir su promesa de “reducciones tributarias para la clase media”. Cuando se le pregunta acerca del precedente de Clinton, no obstante, Obama dijo que el hubiera tomado decisiones distintas. Él implicó que la redistribución a través del código tributario es su principal prioridad.
Poco antes de las elecciones yo escribí, “Los más problemáticos aumentos en impuestos en el plan de Barack Obama no son esos que ya podemos ver pero aquellos que seguramente serán anunciados después, luego de que las elecciones hayan pasado y las realidades presupuestarias asomen su fea cabeza”.
Una tasa tributaria de 20% sobre los dividendos y ganancias de capitales por sobre los contribuyentes de más altos ingresos recaudaría poco o nada de fondos, pero esto no es nada por lo cual agitarse terriblemente. Elevar la tasa tributaria más alta a 39,6% desalentaría algo de esfuerzo e inversiones, pero muchos profesionales y pequeñas empresas podrían evitar aquello refugiando más de su ingreso en el más bajo impuesto corporativo. El plan de Obama de gradualmente eliminar las deducciones y exenciones personales para esos mismos contribuyentes sería brutalmente injusto para las familias grandes y para aquellos que viven en estados “azules” de altos impuestos,por lo que puede ser que hasta demuestre ser una torpeza política.
Aquellos que imaginan que el gobierno no intentará aumentar los impuestos durante una recesión tienen memoria de corto plazo. La Ley Obama de Reconciliación de Presupuesto fue firmado por George Bush Sr. El 5 de noviembre de 1990—meses luego de que la economía había entrado en una recesión en julio de ese año.
Mirando más allá del próximo año, el mayor peligro fiscal no son los aumentos en impuestos que Obama describe como tales, pero los aumentos en impuestos que el describe como “reducciones tributarias”—específicamente, $1,3 trillones de promesas no financiadas de beneficios sociales a ser “rembolsados” con cheques de entre $500 y $4.000 cada uno.
Bajo uno de los planes de Obama, si usted ahorra $1.000 y luego se cuida de no ganar mucho, el gobierno le enviará $500. Un estudiante con un ingreso familiar por debajo de $100.000 (él o su esposa tiene que quedarse en casa) podría obtener $4.000 por 100 horas de servicio a la comunidad, lo cual equivale a $40 por hora (libre de impuestos).
Hay un crédito de $3.000 para el cuidado de los niños que es negado cada vez que aumenta el ingreso desde $30.000 hacia $58.000. Hay otro crédito reembolsable de impuestos de $500 por cada trabajo para hacer parecer que el Seguro Social es gratis, pero este se elimina rápidamente después de ganar $75.000 (una figura que Obama describió como $200.000). Es posible recolectar varios de tales cheques, pero ganar más ingresos puede que entonces resulte en perder más de 50 centavos por cada dólar extra ganado ya que los créditos van siendo retirados.
Un editorial del 23 de octubre publicado en el Wall Street Journal, “Una previsión acerca de las Obamanomics” (“An Obanomics Preview”), concluyó que “Si el Sr. Obama de verdad quiere un ‘estímulo’, el debe anunciar que dadas las condiciones de la economía él no aumentará los impuestos”. Aunque suenen convincentes, los argumentos contra-cíclicos (Keynesianos) rápidamente se vuelven en su contra cuando sea que la economía no está en una recesión—es decir, gran parte del tiempo.
Cuando la economía se recupere el próximo año (como siempre se recupera si los políticos restringen su intromisión), los demócratas seguramente darán crédito para la recuperación del nuevo presidente. Pero también podrían intentar convertir el mantra republicano “no aumenten impuestos durante una recesión” en una invitación a aumentar las tasas tributarias luego de que la recesión se haya acabado.
Un problema potencialmente mayor es que Obama utilizará el argumento contra-cíclico para su ventaja posponiendo el asunto hasta 2010, cuando las reducciones tributarias de Bush simplemente expiren.
Si los aumentos tributarios no son ley para 2009, ¿por qué molestarse en solo aumentar unos cuantos impuestos durante 2010 cuando hacer nada al respecto automáticamente resultaría en una total eliminación de las reducciones tributarias de 2001-2003?
Armados con esa lucrativa cuenta en blanco como nueva línea base, un presidente y congreso demócrata podrían magnánimamente ponerse de acuerdo para preservar solamente los aspectos que además de desperdiciar plata del fisco son populares tales como la ley original de Bush—con una tasa de impuestos altamente costosa de 10% y el crédito para niños, por ejemplo—mientras que permite que más de solamente las dos tasas más altas vuelvan a subir, y aumenta la tasa tributaria a nivel de los estados también. Todo en nombre de la responsabilidad fiscal, por supuesto.
Los impuestos más altos siempre fracasan en aumentar las recaudaciones que esperan sus partidarios. Cuando eso sucede, sabemos dónde buscarán los demócratas para aumentar los impuestos. Y eso es meterse cada vez más en el bolsillo de cualquier negocio lucrativo o inversionista exitoso (aún más difícil) que todavía exista.
Para aquellos considerando el futuro más allá del próximo año, el principal riesgo tanto para los contribuyentes individuales como para los corporativos no es que el nuevo presidente cumplirá con sus promesas de aumentar unas cuantas tasas tributarias y eliminar algunos vacíos legales. El principal riesgo es que el cumplirá con sus más grandes promesas de establecer todos aquellos programas de beneficios públicos financiados con impuestos y disfrazados como “créditos tributarios”.
Si millones de más votantes se han acostumbrado a pagar nada por el gobierno (ni siquiera por sus beneficios de Seguridad Social), y en cambio a recibir un manojo de cheques de la Tesorería, se volverá casi igual de difícil para cualquier presidente terminar con esos programas como lo será para los contribuyentes pagar por ellos.

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Acerca del autor

Luis Alberto Duran Rojo

Abogado por la PUCP. Profesor Asociado del Departamento de Derecho de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP). Director de ANALISIS TRIBUTARIO. Magister en Derecho con mención en Derecho Tributario por la PUCP. Candidato a Doctor en Derecho Tributario Europeo por la Universidad Castilla-La Mancha de España (UCLM). Con estudios de Maestria en Derecho Constitucional por la PUCP, de Postgrado en Derecho Tributario por la PUCP, UCLM y Universidad Austral de Argentina. Miembro de la Asociación Peruana de Derecho Constitucional, del Instituto Peruano de Investigación y Desarrollo Tributario (IPIDET) y la Asoción Fiscal Internacional (IFA).

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