Introducción
Uno de los nombres más importantes y, a la vez, más oscuros en su significado dentro de los términos políticos y religiosos del mundo andino es “Viracocha”: nombre de una de las principales deidades del panteón andino. Su historia nos remonta a un momento primigenio de la historia, etapa de gigantes míticos y diluvios y nos pone a este personaje como un ente civilizador que marca una antes y después en el tiempo. ¿Quién fue esta figura?, ¿cuál es el significado de su nombre?, ¿por qué se hace tan esquivo para los investigadores encontrar una interpretación plausible sobre este término? La presente nota busca dar luces desde las últimas investigaciones en torno al nombre de este dios.
Resumen
-Viracocha es el nombre de la divinidad más importante del panteón andino. Es representado como el dios de los báculos y se encuentra registro de él desde la cultura Caral (3000 a.C a los 1800 a.C) en el valle de Supe. Aunque, sus representaciones principales y culto más difundido provienen de la cultura Tiahuanaco (400 a.C a 1200 d.C).
-Historias sobre este dios provienen de cuatro fuentes: Pedro Sarmiento de Gamboa, Juan de Betanzos, Guamán Poma de Ayala y el Manuscrito de Huarochirí. En estas versiones, se asocia su figura con una época primigenia del mundo y de los hombres.
-Etimológicamente, Viracocha es un término con un significado oscuro desde su aparición en los textos coloniales por presentar una antigüedad que va mucho más allá de los incas.
-El sacerdote Diego González Holguín y el Inca Garcilaso de la Vega son los primeros autores que buscan desentrañar la etimología del nombre. El primero lo hace desde el quechua, y nos proporciona la versión tradicional divulgada en escuelas: “grasa de mar”. El segundo no se aventura a una traducción literal por reconocer que se trata de un nombre propio.
-Ya en el siglo XX contamos con cinco interpretaciones y pertenecen al naturalista Johann Jakob von Tschudi; la segunda es del historiador polaco Jan Szemiñski; la tercera es del lingüista peruano Alfredo Torero, la cuarta es del quechuista francés César Itier y la quinta es del lingüista Rodolfo Cerrón Palomino.
-Esta última tiene tres características novedosas: parte del aimara para su intrpretación, atiende a procesos fonológicos registrados en la historia de la lengua y considera un proceso de normalización posterior a su origen. Proceso propio de la época en que el quechua se expandía como la lengua del imperio y el aimara retrocedía en difusión en el área andina.
Viracocha en la historia e interpretación tradicional del nombre
Huiracocha, Uiracocha, Viracocha, o Wiracocha, también llamado el dios de las varas, está vinculado con la idea de un “dios creador”. El nombre varía en su escritura porque el alfabeto español aún carecía de normativa clara para las lenguas nativas del Perú cuando los primeros cronistas llegaron a América. Por ello era común el uso tanto de la “v” como de la “u” para representar indistintamente la vocal [u] y la semiconsonante [w]. Por tal motivo fue transcrito por los españoles como Viracocha, aunque también como Uiracocha, Huiracocha y Wiracocha. En este texto usaremos Viracocha para mantener la forma inicial.
Autores como María Rostorowski y Waldemar Espinosa Soriano han asociado su figura con la ciudad de Caral y con la cultura Chavín, pero sobre todo con la cultura Tiahuanaco donde está representada en la Puerta del Sol. Esto por el vínculo entre el dios de los báculos como símbolo binario que comparte con Viracocha, pero la mayoría de cronista coinciden en que el culto y su representación ya estable surge en el sur, propiamente el lago Titicaca.
Por ejemplo, el cronista Juan de Betanzos postula el origen de su culto en el lago Titicaca, a orillas de la Isla del Sol. Luego este es llevado al Cuzco y se convierte en la divinidad principal de los incas. Este último dato es importante para interpretar el término desde el aimara y no del quechua, como suele hacerse.
Desde un principio, se le reconoce como creador del mundo, del Sol y de la Luna. Las investigaciones realizadas por el investigador francés César Itier lo vinculan también con una sustancia originaria que imprime vida y fertilidad a las cosas. Se le reconoce así la creación de la substancia de la cual se originan todas las cosas o Kamaqen. Según Betanzos y Quiroga, este dios se está asociado a un primer momento de luz sobre el mundo ante la oscuridad del pasado y representa orden y civilización. Sobre estos rasgos hablaremos más adelante con detalle.
Problemas con el significado de Viracocha
Investigadores como Franklin Pease, Alfredo Torero y Cerrón Palomino dan dos razones para explicar por qué es un término cuyo significado es tan difícil de fijar. La primera es su temprana cristianización y, la segunda, su origen remoto. En primer lugar, el término Viracocha es un término adoptado muy tempranamente por los evangelizadores españoles: fue utilizado para denominar al dios padre y creador de la religión católica. En este sentido, según Franklin Pease “la razón fundamental de las primeras investigaciones sobre religión andina fue así la evangelización católica” (Pease 2014: 13). A partir de estas se “homologó” esta divinidad con el dios católico al reconoce su centralidad en el panteón andino.
Este vínculo inicial atiende, además, a cierto parecido semántico: Viracocha era un concepto que presentaba “aires de familia” con la idea de Dios cristiano ya que era un dios muy antiguo, relacionado con una época temprana donde crea al hombre, ya sea materialmente o proporcionándole algún tipo de organización. Si bien el término tuvo una temprana inclusión en el léxico de los evangelizadores, no se puede asegurar que fue “claro” para los pobladores andinos antes de la Conquista.
La segunda razón para dicha opacidad es que el término provenía de una época muy antigua. Es decir, que ya era un término opaco para los mismos hablantes de quechua en el incanato. Si tomamos en cuenta que la divinidad proviene de culturas primigenias como Caral o Chavín y que, además, se había desplazado en diversos territorios en el mundo andino, es esperable que no se pudiera mantener su uso primordial. Asimismo, y gracias al Manuscrito de Huarochirí y otros relatos, vemos un uso asociado únicamente con cierto carácter “señorial”, valor utilizado por los propios españoles para llamarse a ellos mismos en la etapa colonial. Con esto observamos que el valor divino inicial ya se encontraba desgastado. De este tipo de uso de puede encontrar en la actualidad, cuando los pobladores del campo se refieren a los de las urbes. Concluimos por esta información que el término no era claro en su origen tampoco para la época de los incas y menos para cuando los españoles arribaron porque lo adaptaron rápido motivado por sus intereses.
De esta manera, la pesquisa sobre el significado se ve complicada por la temprana adopción de los evangelizadores y por la antigüedad del término, incluso para los incas.
Los relatos sobre Viracocha
Hay seis aspectos que se repiten en la mayoría de historias sobre el dios: que, en un primer momento, es el creador del mundo; luego, por desobediencia de estos primeros hombres, provoca una catástrofe y salva a tres de ellos. Estos hombres junto al dios emprenden el trabajo de civilizar al mundo andino. Y, sobre todo, el escenario de estos relatos es el lago Titicaca y una posterios migración rumbo al norte. Este sería el núcleo de los relatos. Aunque, el mismo varía ligeramente en algunas versiones tempranas mantiene esta estos tópicos eje.
En la historia del explorador Pedro Sarmiento de Gamboa, erudito enviado por la corona a territorio americano, es denominado Viracocha Pachayachachic que, según su traducción significa, “el creador del mundo oscuro”. En esta primera versión del mundo crea unos gigantes que no acatan las órdenes del dios. Por esta razón, los convierte en piedra y causa una inundación que cubre la Tierra por completo. Con esto termina la primera versión de los hombres y el mundo oscuro y el primer acto el relato. El segundo acto tiene lugar luego de esta catástrofe, Viracocha Pachayachachic salva a tres personas y se dirige con ellos al lago Titicaca. Es en este momento en que la divinidad crea la Luna, el Sol y las estrellas. Con esto comienza una segunda versión del mundo. Uno de los tres, llamado Taguapaca desobedece también al dios y es arrastrado hasta el fondo del lago en forma de estatua de sal. Luego de esto, los otros dos sobrevivientes toman caminos diferentes: uno rumbo al mar del sur y el otro hacia los Andes. En su camino, pueblan la tierra y crean las naciones andinas. En un tercer acto del relato, Viracocha toma rumbo hacia la región de Charcas, Bolivia donde tratan de matarlo. Él hace que un fuego caiga del cielo y muchos mueren. Viracocha apaga el fuego con su bastón. Después de esta demostración, las personas de dicha zona pasan a rendirle culto y extenderlo en la zona sur.
La versión de Juan de Betanzos, historiador y explorador español presente en el grupo que llegó con Francisco Pizarro, es muy similar a la de Pedro Sarmiento de Gamboa. Varía en que se le atribuye el origen de los distintos linajes de la humanidad y otorga diferentes ropas, lenguas, música, sistema agrícola y religión a las diversas etnias. Esta versión incide más en la faceta organizadora del dios y no tanto la propiamente creadora. Según Betanzos también manda a dos hombres con rutas específicas para poblar la Tierra. Ellos toman el mismo camino que los criados del relato de Pedro Sarmiento de Gamboa. En esta versión, Viracocha toma camino a la sierra, hacia una región llamada Caxamalca. Luego continua su viaje rumbo a Cuzco para unirse a los dos hombres que envió antes. Tiempo después y juntos, según este relato, desaparecen sobre el mar. Usualmente, se utiliza esta escena para justificar el nombre de la divinidad como “espuma de mar”.
En el Manuscrito de Huarochirí, texto de vital importancia para entender la religión de los andes desde la propia boca de sus habitantes, la identidad de Viracocha está combinada con la del dios Cuniraya, el dios del campo. La adición del nombre de Viracocha para adorar a ese ídolo es al parecer un signo de respeto hacia su divinidad y en relación al carácter señorial que adquiere el término y se sostiene aún en nuestros días como mencionamos líneas arriba. Este uso se mantiene en algunas variedades del quechua sureño, donde se antepone al nombre de alguien para mostrar agradecimiento.
En este mito se cuenta cómo Cuniraya Viracocha engaña a la bella Cavillaca. Se cuenta que todos la deseaban, pero ella nunca se había acostado con ninguno de sus pretendientes. Un día, Cuniraya Viracocha se transformó en un pájaro y plantó su germen en una fruta. Cavillaca comió la fruta y quedó embarazada. Cuando ella buscó al padre de su hijo, Cuniraya Viracocha apareció como un mendigo y trató de recuperar a su hijo. Cavillaca lo rechazó y corrió rumbo al mar, donde ella y su hijo se transformaron en islas cerca al santuario de Pachacamac. El dios la buscó y en el camino le pidió ayuda a varios animales dándole atributos a algunos y quitándole a otros, pero no llegó a alcanzar a la mujer con el niño. El relato no queda ahí, ya que al llegar al mar, violó a la hija más joven de Pachacamac. Cuando se descubrió el hecho, la madre de la joven trató de castigarlo, pero él escapó.
En la obra Nueva Corónica de Guamán Poma de Ayala, el nombre de Viracocha aparece como Uari Uiracocha runa y se usa para referirse a la primera generación de los hombres que poblaron estos territorios. El cuento conecta el linaje de los andinos con el linaje de los españoles porque todos descendieron de Adán, Eva y Noé. Ellos adoraban a Dios, el creador, y no a los ídolos, demonios o huacas. A través del tiempo, la gente perdió “la fe y esperanza de Dios y la letra y mandamiento de todo perdieron” pero el cuento afirma que ellos tenían “una sombrilla y luz de conocimiento del creador y hacedor del mundo.” Como salta a la vista, este relato ya presenta una fuerte influencia de la doctrina católica y relaciona la inundación de los otros relatos míticos con la figura del Noé bíblico.
Qué dicen las fuentes tempranas sobre el nombre
Qué propuestas etimológicas podemos encontrar en la Conquista temprana con relación a este término. Tenemos dos fuentes de esta época: Diego Gonzales Holguín y al Inca Garcilaso de la Vega. En primer lugar, el sacerdote Diego Gonzales Holguín indica que Viracocha es “epíteto del Sol, honroso nombre del dios que adoraban los indios” ([1608]). Este autor propone la versión clásica y, advertimos de antemano, errada del nombre al analizarla desde el quechua como “espuma del mar”. Esto porque la palabra “wira” en quechua significa espuma, manteca y grasa y “cocha” laguna o mar. Esta versión quedó fijada desde muy temprano y se mantiene hasta nuestros días. Al parecer, esta versión gozó de tal aceptación y divulgación por ser una etimología amigable para los hablantes del quechua actual y asociado a la idea de que los incas tenían a esta como “la lengua única” del imperio. Hubo dos interpretaciones populares que buscaron justificar esta interpretación. La primera asocia la idea de grasa como elemento vital del organismo y se relacionaba con la labor de los pishtacos para extraerla. La segunda con la vía láctea al asociarla con la espuma de mar en su forma visible en el cielo. Ambas, si bien imaginativas, no eliminan el problema de partir del quechua para su interpretación.
En segundo lugar, tenemos al Inca Garcilaso de la Vega. Él rechaza esta interpretación, argumentando que no se puede realizar una interpretación literal del nombre por ser un nombre propio. Alega además que los nombres propios no pueden estudiarse con la misma transparencia que un nombre de lugar, por ejemplo. Lo curioso en este punto es que no se haya tomado en cuenta la sugerencia del Inca Garcilaso y haya prevalecido la de Gonzales Holguín. Es llamativo porque siendo él unos de los principales alimentadores de la teoría del quechuismo inca tenga reparos en interpretar dicho término en esta lengua.
Qué dicen las interpretaciones modernas
Existen cinco interpretaciones contemporáneas sobre el término. La primera se la debemos al investigador Johann Jakob von Tschudi; la segunda es del historiador polaco Jan Szemiñski; la tercera es del lingüista peruano Alfredo Torero, la cuarta es del quechuista francés César Itier y la quinta es del lingüista peruano Rodolfo Cerrón Palomino. Revisemos con detalle cada una de ellas.
En primer lugar, Von Tschudi propuso que Vira provenía de “wira” y que esta era una forma modificada de ”wayra”, término que significa “viento” o “aire” en quechua. De esta manera obtiene la traducción “lago de viento”. Su argumento central son los fuertes vientos que tienen lugar en el borde del lago Titicaca. El problema de esta propuesta está en la modificación que supone para la palabra de [ay]>[i] la cual no tiene motivación lingüística concreta: si bien es una posibilidad de cambio fonético es muy poco común en el quechua. No es posible encontrar este tipo de cambios de sonidos ya sea en el actual como en el que se registra en época colonial y nos hace desconfiar de la propuesta de este investigador. Para postular este tipo de cambios se necesita evidencia de que ha sucedido antes y no sugerirla como un posible cambio teórico. Esto la descarta.
La segunda interpretación se la debemos al investigador polaco Jan Szemiñski. Este autor asocia el término “wira” con “vira” en quechua y lo asocia también al término “vila” del aimara donde significa “sangre”. Es decir, asume que “wira” proviene de “vira” y esta es una variación de “vila”. Esto es factible, ya que el paso de la “r” a “l” es una transición común en lugares donde se habló aimara y luego quechua. Ejemplo de ello es el paso de “rímac” a “lima(c)”. Lo que presupone este autor es un camino inverso, una restitución, de “l” a “r” motivado por el paso del aimara al quechua como lengua oficial en algún momento de la historia inca. Un ejemplo de este fenómeno es el término, “lunahuaná” que proviene de “runa-wana-q” que significa “lugar ausente de personas”.
La variación central de este autor reside en interpretar la palabra “cocha” por “qᶦucha”, la cual, para él, tiene el significado de “almácigo” o “semillero”. La traducción que alcanza sería la de “semillero de sangre”. Es una propuesta complicada, pero interesante. Por un lado, lo llamativo es cómo este autor usa otra lengua más allá del quechua para darle sentido a su traducción. Es una excelente intuición, ya que asume al aimara como una lengua de importancia anterior al quechua. Por otro lado, no justifica con claridad la traducción que realiza del segundo elemento la misma que se mantendría en el quechua, sin fuentes que lo sustente. De este modo, no obtenemos una interpretación satisfactoria, pero, como indicamos, una intuición importante.
La tercera interpretación se la debemos al lingüista peruano Alfredo Torero. Este autor propone que el término “wira” es una metátesis, es decir, un intercambio de vocales entre sílabas, de “wari, el nombre de la cultura y de su divinidad principal”. Ahora bien, esta modificación de vocales es extraña también frente a los registros de esta lengua y a los trabajos de reconstrucción en general. La misma suele tener como protagonista a las sílabas completas y no a vocales aisladas. Asimismo, siendo un término de alta importancia política, es llamativo que las personas vacilen en su uso y se genere un “error” de esta naturaleza al momento de pronunciarse. Torero asume, también, que dicho culto se habría difundido de la zona Wari de Abancay hacia el Lago Titicaca mediante el pastoreo. Esta interpretación del término también queda descartada por la modificación advertida de vocales que no tiene una justificación clara. Hay que sumar la idea de que Viracocha es un culto principalmente agrícola, por lo que este sería un uso posterior.
En cuarto lugar, tenemos la interpretación del investigador francés César Itier. Este propone como significado “mar del primer amanecer”. Para empezar, Itier proponer que “wari” proviene de “*waray” que significa amanecer en más de una variedad de quechua. Luego, este elemento, siguiendo lo que propone Torero, se convertiría en “wira”. La traducción que propone Itier es la mencionada anteriormente.
En las propuestas revisadas hasta acá hay dos errores comunes: el primero, y más grave, es partir del quechua como fuente de la raíz de la palabra y la segunda es recurrir a modificaciones fonéticas que resultan extrañas frente a los comportamiento registrados en los estudios sobre el quechua mismo. Revisemos la última. La misma que busca subsanar los problemas mencionados previamente.
La quinta es de Rodolfo Cerrón Palomino, lingüista de la PUCP. La misma tiene tres elementos a considerar: no se parte del quechua para interpretar, pero sí del aimara, lengua que se hablaba antiguamente en el territorio del lago Titicaca y luego por los incas antes que adoptaran el quechua; se explica mediante procesos fonéticos registrados en dicha variedad (aunque sea de manera inversa, ya lo veremos) y proceso de normalización posterior, propio de la época en que el quechua se expandía como la lengua del imperio y el aimara retrocedía en difusión en el área andina.
Según su investigación, Tupac Yupanqui habría institucionalizado sacrificios humanos con relación al culto solar que se realizaba en dicho lago: lugar de origen de este culto. Huayna Cápac siguió también con dicha práctica y con incluso más fervor, pero la desplazó a la isla de Apinguela, ahora conocida como “Vilacota”. Se cuenta que los sacrificios fueron tan numerosos que las costas se teñían de sangre y de un color púrpura. Por ello, el nombre “vila” que significa “sangre” y cota “lago”. Ambos términos del aimara. Por lo tanto, el nombre haría referencia a este hecho. Asimismo, dicho término fue interpretado por los quechuahablantes posteriores como una perversión de un término quechua en fonética aimara. Sin embargo, la dirección es justamente la opuesta. El término aimara fue interpretado como quechua y se le aplicó las modificaciones correspondientes, a saber, “vila”> “wira” y “cota”>”cocha”. Por último, y como tercer aspecto a considerar, se asume que este proceso de normalización tiene lugar cuando el quechua se difunde con mayor fuerza en la última etapa de los incas. Esto nos lleva a interpretar que el aimara fue la lengua anterior de los Incas, hasta Huayna Capac, por lo menos, y que luego esta fue retrocediendo frente al quechua. En términos simples, y como idea para interpretar muchos términos de oscura procedencia, debemos asumir que el quechua, la tercera lengua usada por los incas, funciona como superestrato de elementos aimaras y puquinas, complicando su interpretación que de por sí es ya oscura.