Los incas de Vilcabamba. Segunda parte
Introducción
Tras la ruptura del orden imperial incaico con la invasión española, surgió en la región de Vilcabamba una resistencia organizada bajo el liderazgo de cuatro monarcas que reclamaron para sí la legitimidad dinástica: Manco Inca, Sayri Túpac, Titu Cusi Yupanqui y Túpac Amaru. Cada uno representó una forma distinta de enfrentar la dominación colonial: desde la guerra abierta hasta la negociación estratégica. Esta segunda parte del informe explora sus gobiernos, conflictos, alianzas y caídas, evidenciando la complejidad de la resistencia inca durante los cuarenta años posteriores a la caída del Cuzco. En estos líderes se encarnó la última esperanza de restituir el orden andino frente al avance de la colonización española. En esta segunda parte de nuestra nota revisaremos la historia de estos gobernantes incaicos.
Resumen
-Manco Inca Yupanqui, proclamado inca con apoyo de los españoles, rompió con ellos al descubrir su afán de saqueo. Lideró la gran rebelión de 1536 y resistió en Vilcabamba hasta su asesinato en 1545 por los almagristas.
-Sayri Túpac, hijo de Manco Inca, asumió el poder a temprana edad. Fue el inca que más se acercó a los españoles: aceptó su religión, títulos y beneficios. Se trasladó a Yucay y murió de forma sospechosa en 1561, posiblemente envenenado.
-Titu Cusi Yupanqui, medio hermano de Sayri Túpac, asumió el liderazgo en 1563. Firmó el Tratado de Acobamba con el virreinato y se bautizó como Diego de Castro, pero mantuvo una postura firme de soberanía. Su muerte, probablemente por enfermedad, desató una nueva ola de violencia entre ambos bandos.
-Túpac Amaru I, el último inca rebelde, fue proclamado tras la muerte de Titu Cusi Yupanqui. Resistió militarmente hasta su captura por las tropas del virrey Toledo. Fue ejecutado públicamente en el Cuzco en 1572. Esto marcó el fin definitivo del proyecto político incaico.
- Los cuatro incas insurgentes
1.1 Manco Inca Yupanqui
Manco Inca Yupanqui, también conocido como Manco Cápac II, fue un noble Inca, militar, político y primer soberano del reino independiente de Vilcabamba.
Durante la guerra civil entre Huáscar y Atahualpa, Manco Inca apoyó al primero por ser de su linaje; por lo que al consolidarse la victoria de Atahualpa tuvo que esconderse de las represalias del ejército de este en el Cuzco. Poco tiempo después, al recibir la noticia de la captura de Atahualpa a manos de los españoles, decidió ofrecerles ayuda creyendo que ellos lo protegerían del asedio de las tropas norteñas. Es en esta situación en que es nombrado inca. Su intención fue la restauración del imperio creyendo en la alianza con los españoles, pero trabajó bajo los propósitos de los extranjeros. Recibió la mascaipacha, el símbolo de autoridad inca, de mano de Pizarro en 1534, convirtiéndose en gobernante.
Una vez nombrado, Francisco Pizarro solicitó a Manco Inca que organizara un ejército que combatiera a las tropas del general Quizquiz. Pizarro, además, lo apoyaría con caballos y soldados españoles. Unos espías informaron a Manco Inca de las intenciones de las tropas de Quizquiz para atacar Jauja, dándole la opción de enviar justo a tiempo a su ejército bajo el mando de su hermano Paullu Inca. Tras la batalla, Quizquiz y sus guerreros se vieron obligados a retirarse hacia Tarma. Sin embargo, fueron expulsados también de esta ciudad debido a que sus habitantes eran seguidores del fenecido Huáscar. Finalmente, Quizquiz fue asesinado por un noble inca, Huayna Palcón, partidario de la rendición ante los españoles. Una vez culminadas estas expediciones, se esperó una etapa de paz entre el Inca y los españoles: la realidad fue diferente. En abril de 1536 y tras los saqueos por la toma del Cuzco, Manco Inca se enfrentó abiertamente a los españoles por sus demandas constantes de oro y plata y su intolerancia con las creencias e instituciones locales. Ante esta actitud fue mantenido cautivo en su palacio.
Manco Inca se volvió un rehén en su propio territorio. Se dio cuenta de que no podía recibir súbditos sin ser vigilado, fue testigos de los múltiples abusos que cometieron los españoles contra las mujeres de la nobleza, pueblo y vírgenes del Sol. Fue víctima también de bromas por parte de sus captores y llegó a ser en dos ocasiones tratado como prisionero.
Por estas razones, planeó liberarse de la influencia española. No obstante, sus planes fueron descubiertos y fue hecho prisionero a mediados del año 1535. El inca, después de haber prometido a Hernando Pizarro traerle unas estatuas de oro macizo, pudo escapar y se dirigió a Yucay donde convocó un gran ejército, abriendo tres frentes de batalla: una expedición de castigo a los pueblos huancas del valle de Mantaro por apoyar a Pizarro y sus hombres, otra contra la población de Lima y una tercera contra el Cuzco, al que mantuvo bajo sitio durante casi un año, desde la Sacsayhuamán. Fue precisamente en Sacsayhuaman donde se libró la lucha decisiva. La plaza fue perdida por los incas luego de una feroz batalla de la que se rescata la heroica labor de Cahuide en la defensa de una de las torres de la fortaleza.
La guerra de Manco Inca supuso el mayor enfrentamiento militar de la Conquista del Perú: en su desarrollo, los ejércitos cuzqueños cortaron los caminos entre Lima y Cuzco, sitiaron ambas ciudades y en 1536 estuvieron cerca de tomar el Cuzco y expulsar definitivamente a los españoles.
Sin embargo, ante la llegada de los refuerzos españoles de Diego de Almagro y Alonso de Alvarado, Manco Inca se refugió en Vilcabamba. Lideró la resistencia desde su reino independiente hasta que fue asesinado en 1545, apuñalado por un grupo de siete españoles almagristas que lo traicionaron. Manco Inca en estos territorios a varios españoles partidarios del conquistador Diego de Almagro. Estos juraron lealtad hacia su protector pero su codicia pudo más. El teniente gobernador del Cusco les ofreció perdón y riquezas si mataban al inca. Un día, mientras los siete españoles, el Inca y su hijo Titu Cusi Yupanqui jugaban al herrón, el clásico y también conocido juego del trompo, los almagristas se lanzaron sobre el inca con puñales. A pesar de su resistencia lograron hacerle una herida mortal. Así, dejaron al inca ensangrentado y advirtiendo su victoria al huir, no obstante son apresados cerca por un capitán y tras ser torturados se les da muerte por atacar al inca a traición.
A pesar de la gravedad de sus heridas, el Inca logra sobrevivir unos días más. En estos da las disposiciones finales y escoge a su sucesor. Ya la madre había sido asesinada por los españoles en 1539, cuando Sayri Túpac, el siguiente inca, tenía cuatro años de edad. Al morir su padre quedó como inca de Vilcabamba.
1.2 Sayri Túpac Inca
Sayri Túpac Inca fue el segundo Inca de Vilcabamba, hijo de Manco Inca Yupanqui, y de su esposa Cura Ocllo, después de que los conquistadores españoles almagristas atacaran a su padre. En 1544, sucedió a su padre como gobernante del estado independiente inca de Vilcabamba. Este segundo inca gobernó hasta 1560.
Sayri Túpac, con nueve años de edad, toma el poder contando con su pariente Atoc Supa como asesor por ser todavía menor de edad. Al ser adulto para el mundo andino, es decir, cerca de los quince años, Sayri Tupac recibió la mascapaicha y tomó como esposa principal a su hermana mayor Cusi Huarcay. Sayri Túpac empezó negociaciones con el nuevo gobierno español, lo que lo enfrentó al resto de la élite de Vilcabamba.
Su gobierno fue una época de paz con los españoles. Pedro de la Gasca se ofreció a proporcionar a Sayri Túpac tierras y casas en el Cuzco, si salía de los territorios aislados de Vilcabamba. Sayri Túpac estuvo de acuerdo en salir de Vilcabamba. El 5 de enero de 1560 fue recibido amistosamente por el virrey Andrés Hurtado de Mendoza en la capital virreinal, Lima. Viajó en una litera con 500 asistentes. Al igual que de la Gasca, el virrey creyó que sería más seguro para los españoles si Sayri Túpac era atraído al área de colonización española con el fin de que pudiera desde ahí controlar el reducto indígena.
Sayri Túpac renunció a su reclamo del Imperio Inca, se convirtió al catolicismo y aceptó el bautismo, llamándose Diego. A cambio él recibió un perdón completo, el título de encomendero de Yucay, grandes propiedades y fuertes ingresos. Trasladó su residencia a Yucay, en el noreste de Cusco. Ahí se casó por vía religiosa con su hermana mayor Cusi Huarcay después de recibir una dispensa especial del papa Julio III. Tuvo una hija: Beatriz Clara Coya. Sayri Túpac nunca más volvió a Vilcabamba.
Este, el segundo inca de Vilcabamba, murió repentinamente en 1561. Su medio hermano Titu Cusi Yupanqui tomó el control de Vilcabamba y de la resistencia que se le hacía a los españoles. Titu Cusi sospechaba que Sayri Túpac había sido envenenado por los españoles.
1.3 Titu Cusi Yupanqui
Titu Cusi Yupanqui fue el tercer monarca inca en el Reino de Vilcabamba, entre 1563 y 1570. Hijo natural de Manco Inca y medio hermano Sayri Túpac. Este último ya había decidido aceptar las condiciones ofrecidas por los españoles y renunciar al trono, por lo que Titu Cusi Yupanqui se convirtió en el nuevo gobernante del reino de Vilcabamba.
Sayri Túpac había dejado como sucesor a su hermano Túpac Amaru, hijo legítimo de Manco Inca, que para aquel entonces era un príncipe de corta edad. Al llegar la noticia de su muerte, Titu Cusi Yupanqui, se proclamó señor de dichos territorios. Al legítimo heredero Túpac Amaru I, con intención de restarle prestigio lo apodó “uti”: tonto, y lo encerró en las casas de las vírgenes del Sol.
Desde los primeros momentos de su mandato, Titu Cusi Yunpanqui mostró su gran belicosidad. Continuamente mandaba atacar pueblos, ciudades y caminos. De esta forma consiguió dominar en poco tiempo muchas tierras en las que cultivaba maíz, quinua y coca. Esta última la producía en la ceja de selva desde donde era transportada al Cusco, Abancay, Andahuaylas y el Collao, lugares de buena venta por la alta demanda. A base de estos productos el Inca se enriqueció rápidamente.
La corona española decidió terminar con la guerra armada y reinició negociaciones bajo el gobierno de Lope García de Castro, enviando al mensajero Rodríguez de Figueroa, quien se entrevistó con el Inca a quien encontró lujosamente vestido mostrando su gran poder. Titu Cusi Yupanqui lo aceptó y designó a dos personas para que se ocupasen de sus asuntos: por notario al mestizo Martín de Pando y de apoderado en el Cusco a Juan de Betanzos, casado con una prima suya, Cuxirimay Ocllo.
Titu Cusi Yupanqui firmó con las autoridades del Virreinato del Perú el Tratado de Acobamba en 1566. En dicho tratado se ponía fin a las hostilidades, se le otorgaba el título de Inca a él y a sus descendientes y se perdonaban los actos cometidos mutuamente durante la guerra. El Inca aceptó el catolicismo y recibió el bautismo con el nombre de Diego de Castro con su familia en 1568. Además, autorizó la entrada de misioneros en Vilcabamba. Estos últimos hechos no fueron bien vistos por los curacas más radicales. Ello no impidió que el Inca se mantuviese firme en lo que respecta a su soberanía, por lo que llegó a dictar a un escribano, en 1570, una carta al rey Felipe II de España, en la que exponía los agravios a los que su pueblo había sido sometido.
Su muerte fue en el año 1570, posiblemente causada por una pulmonía. Esto fue un problema para los misioneros que lograron entrar tras la capitulación, ya que en su afán de ayudar le dieron brebajes que los andinos pensaron era veneno. El religioso Diego Ortiz fue encontrado culpable siendo torturado y ajusticiado posteriormente. Los españoles y mestizos que se encontraban en Vilcabamba también fueron ajusticiados y nuevamente comenzaron las hostilidades.
La élite buscó un sucesor y fue así que su hermano Túpac Amaru se ciñó la mascapaicha a comienzos de 1571. El heredero de Manco Inca recuperó así su derecho a gobernar.
1.4 Túpac Amaru
Túpac Amaru también conocido como Felipe Túpac Amaru, fue el cuarto y último inca de Vilcabamba. Hijo de Manco Inca, fue sacerdote y guardián del cuerpo de su padre.
Túpac Amaru asumió como inca de Vilcabamba tras la muerte de su medio primo Titu Cusi Yupanqui en 1570. Los incas creían que Titu Cusi Yupanqui se había visto forzado a admitir a los sacerdotes misioneros en Vilcabamba y que estos lo habían envenenado. Los españoles, quienes todavía no estaban advertidos de la muerte de Titu Cusi Yupanqui, enviaron rutinariamente dos embajadores para continuar con las negociaciones en curso. El último de ellos fue el conquistador Atilano de Anaya quien, tras cruzar el puente de Chuquisaca, fue capturado y ejecutado junto con su escolta por el general inca Curi Paucar. Al ser confirmada esta noticia por el cura de Amaybamba, el nuevo virrey del Perú, Francisco Álvarez de Toledo, decidió someter por la fuerza al reino de Vilcabamba apelando a la justificación de que los incas habían roto la inviolable ley de todas las naciones del mundo: el respeto a los embajadores.
El virrey Toledo encargó el mando de la expedición militar al encomendero y regidor Martín Hurtado de Arbieto. Las poderosas tropas de Hurtado estaban conformadas por varias piezas de artillería, 250 soldados españoles y 2500 nativos aliados, entre los cuales figuraban mil cañaris, enemigos mortales de la panaca de los incas rebeldes.
Para la defensa de Vilcabamba, el inca Túpac Amaru contaba con aproximadamente dos mil soldados, de los cuales 700 eran guerreros del antisuyo (amazónicos o los llamados chunchos por los incas del Cuzco). Titu Cusi Yupanqui, para aumentar el temor español, solía decir a los emisarios españoles que estos aún practicaban el canibalismo. Entre sus generales figuraban Hualpa Yupanqui, Parinango, Curi Paucar y Coya Topa.
Se libraron gran cantidad de escaramuzas, pero la única gran batalla de la campaña tuvo lugar en Choquelluca, a orillas del río Vilcabamba. Los incas atacaron primero con mucha intensidad a pesar de estar solo ligeramente armados, pero los españoles y sus aliados indígenas lograron resistir. Los españoles llegaron a estar a punto de ser arrollados por los guerreros incas, pero súbitamente estos abandonaron el combate luego de que sus dos generales, Maras Inga y Parinango, recibieran disparos. Un momento cumbre del combate fue la pelea a mano limpia entre el capitán inca Huallpa y el español García de Loyola. Cuando el comandante español se hallaba en una situación desesperada por haber recibido varios golpes directos y se encontraba en riesgo de caer a un barranco, un español disparó sobre la espalda del inca, dándole muerte y provocando un clima de indignación. Esto reavivó el combate
A continuación, un grupo de cuarenta soldados elegidos personalmente salieron en persecución del inca. Siguieron el río Masahuay durante varios kilómetros y descubrieron que Túpac Amaru había escapado luego por tierra. Continuaron con la ayuda de los aparis, estos les informaron que Túpac había ralentizado su camino debido a que su mujer estaba a punto de dar a luz. Después de una marcha de 50 millas vieron una fogata alrededor de las nueve de la noche. Encontraron al Túpac Amaru y a su mujer calentándose entre sí. Les aseguraron que no se les produciría ningún daño. Túpac Amaru fue apresado.
Los cautivos fueron traídos de regreso a las ruinas de Urcos y, desde allí, llegaron al Cuzco por el arco de Carmenca el 30 de noviembre. Los vencedores también trajeron los restos momificados de Manco Cápac y Titu Cusi Yupanqui, y una estatua de oro de Punchao, la más preciada reliquia del linaje inca que contenía los restos mortales de los corazones de los incas fallecidos. Estos objetos sagrados fueron luego destruidos.
Tupac Amaru fue conducido por su captor, Garcia de Loyola, ante el virrey Francisco de Toledo, quien ordenó su reclusión en la fortaleza de Sacsayhuamán.
Los españoles hicieron varios intentos para convertir a Túpac Amaru al cristianismo pero se cree que estos esfuerzos fueron rechazados.
Túpac Amaru fue condenado por el asesinato de los sacerdotes en Urcos, de lo cual fue probablemente inocente. Fue sentenciado a la decapitación. Numerosos clérigos, convencidos de la inocencia de Túpac Amaru, suplicaron de rodillas al virrey que el líder inca fuera enviado a España para ser juzgado en vez de ser ejecutado.
Un testigo ocular del día de la ejecución, el 24 de septiembre de 1572, lo recordaba montado en una mula con las manos atadas a su espalda y una soga alrededor del cuello. Otros testigos dijeron que habían grandes masas de personas y que el inca salió de Sacsayhuamán rodeado por entre 500 cañaris enemigos de los incas y armados con lanzas. Frente a la catedral, en la plaza central de Cuzco, había más de 300 mil personas presentes en las dos plazas, calles, ventanas y tejados atentos al patíbulo para su ejecución.
El verdugo, que era un cañari, preparó el alfanje y Túpac Amaru puso la cabeza en el degolladero ”con estoicismo andino”. Al momento de la ejecución rompieron a doblar todas las campanas del Cuzco, incluyendo las de la Catedral. Así y tras un juicio breve, Túpac Amaru fue decapitado en mayo de 1572.
La cabeza quedó clavada en una picota, pero el cuerpo se llevó a casa de Doña María Cusi Huarcay, tía del decapitado monarca y lo enterraron al día siguiente en la capilla mayor de la catedral.
Con su muerte terminó oficialmente el proceso de Conquista del Perú y el fin de las dinastías incas en el sentido conocido incialmente.