Los tres principales dioses andinos: Huari

Huari: dios agrícola y solar

Según la documentación recogida en el periodo de extirpación de idolatrías (lapso de tiempo que se ubica en pleno siglo XVI y que tenía como fin erradicar los cultos vernaculares mediante la confesión, en la zona de Áncash y en el norte de Lima), eran los agricultores quienes adoraban a esta deidad. Están tan vinculados con este dios que se les llamaba huaris también. Es en esta línea que Huari se reconoce como una divinidad agrícola. Por sus primeras representaciones oficiales, está vinculada con la cultura Chavín, el primer gran horizonte cultural andino, y con el templo de Chavín de Huántar. Para los arqueólogos, esta divinidad es representada como el dios de los báculos y su  figura aparece en la iconografía de este templo. Para ser claros en este punto, esta es una divinidad que surge antes de la cultura Chavín y se asocia con el trabajo agrícola. Sin embargo, no es patrimonio único de esta. Aparece también en la portada del sol de Tiahuanaco y en el dios de los báculos de Wari, conocido también como Wiracocha.

 

 

Huari en Chavín

Los agricultores atribuían a Huari la construcción de las primeras acequias, la demarcación de las chacras y ser el árbitro en las peleas por posesión de tierras. Se le atribuye también el abastecimientos de aguas para el cultivo, las cosechas y la salud de sus tributarios.

El culto y tributo a este dios se mantiene en la actualidad. Aún se da ofrendas en la boca de ciertos manantiales y durante la limpia de acequias, ceremonia de limpia de los principales canales de agua en el mundo andino, en las zonas señaladas. Según la tradición, quienes incumplen con este tributo pueden ser castigados por un “aire maligno” que emana del propio Huari.

 

 

 

 Huari en Tiahuanaco

 

 

Huari en la cultura wari. También conocido como Wiracocha.

Según la información del siglo XVI y del siglo XVII, la zona de origen de este culto coincide con la delimitada para el quechua I, es decir,  Áncash y Junín, más la zona entre el río Paramonga y el río Huaura.

La principal razón para validar esta información es que fuera de estos territorios hay una serie de divinidades incompatibles con la figura de Huari. Dioses como Catequil, un dios oráculo vinculado al rayo; Ataguju, dios creador para la zona de Huamachuco, en la sierra de Trujillo; Pariacaca, dios Huanca de la lluvia y del agua y la jerarquía de Apus Razuhuillca, Carhuaso, Sara Sara y Coropuna rodean de alguna manera la presencia de Huari en esta zona.

No hay una traducción clara para el término Huari. Es más, no aparece mención del término en ningún diccionario temprano de quechua. Sin embargo, sí en el de aimara, hecho por Ludovico Bertonio, donde aparece con el significado de “vicuña”. Esta mención es llamativa porque va en contra de la idea de que el dios huari está vinculado con los agricultores y no con los pastores. Pero, a su vez, nos habla de una posible vía de difusión del culto hacia la zona sur del Perú mediante esta actividad. Por otro lado, el término huari aparece en varios topónimos de la sierra sur y en el altiplano de Collao. Los investigadores apuntan a que esta presencia está más vinculada con el camélido que con la divinidad en mención. Es decir, llegó el término, traído por la actividad del pastoreo que implicaba desplazamiento, pero ya no como el nombre de una deidad, sino como….

Al no encontrar el término en fuentes andinas tempranas, los investigadores han puesto su atención en la Amazonía. En ella se han encontrado, en la zona de la familia lingüística Pano, que cubre la zona central de Ucayali y el alto Yarúa, la presencia del término wari y sus versiones como vari y bari con el significado de “sol”. Asimismo, la familia lingüística Arahuac, propiamente el campa asháninca, ubicado principalmente en Junín, Ucayali, Pasco, Cusco, Huánuco y Ayacucho usan el término “pari” también para referirse al “sol”.

Ahora bien, no es posible probar la influencia amazónica en la cultura andina, es decir una ruta del este al oeste,  principalmente por el tipo de culto al que está asociado y más parece que el quechua I, la variedad de quechua que tomó esta zona en cierto momento, impone esta divinidad y las etnias amazónicas la adoptan y la adaptan a la fonología de sus lenguas, es decir, introducen el término quechua pero pronunciado bajo los criterios de sus lenguas. .

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