Averroes: filósofo y lector de Aristóteles

  1. Introducción

Ernst Gombrich cuenta que los musulmanes comenzaron su expansión militar con un espíritu enardecido y deseoso de conquista. El mismo estaba motivado, entre otras razones, por las enseñanzas de su fundador y guía, Mahoma, quien conminó a su pueblo a extender la nueva enseñanza de dios hasta los rincones más alejados. Sin embargo, y es lo que resalta luego Gombrich, este espíritu violento se apaciguó y se convirtió en una deseo de conquista intelectual. Ahí empezaron a aprender de todos los pueblos que habían dominado y a traducir a su lengua, el árabe, los diversos textos que consideradon de gran valor. Así es como llegan hasta nosotros los principales textos filosóficos de la antigua grecia. Con los años, el mundo árabe ha ganado reconocimiento en el rol de conservación del pensamiento griego y medieval. Situación novedosa y gratificante porque hace poco tiempo su mención era anecdótica, por no decir, desdeñosa. Actualmente, y en un panorama renovado, se puede reconocer con más detalle el aporte de los primeros pensadores, filósofos y comentadores del mundo árabe sobre los textos fundamentales de los pensadores griegos. Entre ellos, surge fulgurante la imagen de Averroes, el comentador de Aristóteles, uno de los pensadores más complejos y llamativos de la historia. Pero, ¿quién fue Averroes?, ¿cuál fue su pensamiento?, ¿fue solo un comentador o fue un filósofo propiamente? Estas preguntas serán atendidas en la siguiente nota.

Resumen

-El nombre Averroes es la versión latina de Abu-l Walid Muhammad ibnRusd, importante filósofo árabe nacido en Córdoba en el 1126 después de Cristo. Perteneció a una conspicua familia de legisladores. Así, fue jurista pero también médico, astrónomo y filósofo. Murió en Marruecos en el 1186.

-Los aportes de Averroes se pueden distinguir en tres áreas: el derecho, la medicina y, claro, la filosofía. Sin dejar de lado, desde un punto de vista más general, sus alcances en ciencias y astronomía.

-Averroes creía que la razón y la ley divina no eran incompatibles, sino que podían complementarse para lograr una comprensión más completa y profunda de la ley. Según su idea, si la verdad es una, todos los caminos transitan hacia ella.

-Averroes creía que la medicina no solo debía basarse en la teoría y el conocimiento teórico, sino también en la observación cuidadosa de los pacientes y en la experiencia práctica.

-Se pueden organizar los aportes de Filosofía de Averrores en torno a tres tesis puntuales: a) el primado de la razón y de la filosofía, b) la eternidad del mundo y c) la unidad del intelecto humano.

 

  1. Vida temprana

El nombre Averroes es la versión latina de Abu-l Walid Muhammad ibnRusd, importante filósofo árabe nacido en Córdoba en el 1126 después de Cristo.

Perteneció a una conspicua familia de legisladores: su padre había sido cadí de Córdoba; su abuelo desempeñó este mismo cargo y fue considerado una autoridad en derecho malikita. De esta manera, se convirtió en consejero de varios soberanos y príncipes.

Averroes continuó la tradición jurídica de la familia y alcanzó, a temprana edad, renombre de entendido en leyes gracias a su libro Punto de partida del jurista supremo y de llegada del jurista medio. Sin embargo, su formación académica formal comienza con el estudio de materias teológicas y literarias. Se formó también en medicina, área en la que ganó renombre. Asimismo, estudió Astronomía en el Almagesto y Filosofía siguiendo las obras de Avempace, IbnBayya, filósofo hispanoárabe muerto en 1139.

Averroes gozó rápidamente, y a lo largo de su vida, del reconocimiento de ilustrado: su fama era tal que sus biógrafos indican que desde su juventud hasta su muerte no cesó de estudiar, salvo el día de su boda y el de la muerte de su padre. Finalmente, murió en Marruecos en el 1186.

  1. Cargos de poder.

El lugar de Averroes dentro del poder árabe es ampliamente conocido. El primer califa ‘Abd al-Mumin (1130-1163) le confió diversas misiones de corte político; Yusuf (1163-1184), el califa siguiente, lo mantuvo cerca también de su grupo de poder. Este soberano era ilustrado y gustaba, según se cuenta, discutir temas filosóficos: él mismo planteó cuestionamientos a Averroes cuando le fue presentado por el médico de la corte, IbnTufayl, otro filósofo conocido en Occidente por la novela místico-filosófica HayyibnYaqzan.

Averroes reconocía los riesgos de practicar Filosofía en un ambiente fuertemente religioso; pero cuando vio que el califa planteaba estos temas sin problemas, conquistó con su doctrina el ánimo de esta autoridad. Este retribuyó el ejercicio de Averrores con regalos: un suntuoso abrigo de pieles y una bella cabalgadura. Sin que dichos obsequios fuesen suficientes, lo nombró médico de corte y le confió, en España y en Marruecos, una serie de misiones que culminaron en 1182 con el nombramiento de cadí de los cadíes de Córdoba. Bajo el reinado del tercer califa, Yaqub al-Mansur (1184-1199), continuaron los honores; pero en 1195, cediendo ante las presiones de teólogos temerosos del pensamiento filosófico, se publicó un decreto contra los cultivadores de estas disciplinas. En esta situación política, se confinó a Averroes al exilio en Lucena, a poca distancia de Córdoba. Este ya había experimentado el disgusto de ver cómo se quemaban sus obras en la plaza pública y de ser expulsado, juntamente con su amigo IbnZuhr (Avenzohar), de la mezquita por fanáticos religiosos. Tres años después, en 1198, el califa revocó sus edictos y volvió a llamar a Averroes. El filósofo murió pocos meses después en Marruecos en diciembre de dicho año.

  1. Aporte de Averroes.

Los aportes de Averroes se pueden distinguir en tres áreas: el derecho, la medicina y, claro, la filosofía.

  • Aportes en derecho.

Escribió una valiosa obra de Fiqh o Derecho islámico, la Bidaya, que dedica al estudio de los fundamentos del Derecho. En él se presenta un análisis comparativo de las diferentes escuelas jurídicas islámicas.

Una de las contribuciones más importantes de Averroes al derecho fue su interpretación racionalista de la Sharia, la ley islámica, que se basaba en la razón y la lógica, así como en el conocimiento y la comprensión de la realidad. Averroes creía que la razón y la ley no eran incompatibles, sino que podían complementarse para lograr una comprensión más completa y profunda del Derecho. Según su idea, si la verdad es una, todos los caminos transitan hacia ella.

Otra de las contribuciones de Averroes al derecho fue su enfoque en la ética y la justicia. Averroes creía que la ley islámica debía ser justa y equitativa, y que los jueces debían tener en cuenta las circunstancias individuales de cada caso para tomar decisiones justas. Este es un pensamiento fuertemente aristotélico aplicado al derecho.

Además, Averroes hizo importantes contribuciones a la teoría legal islámica. En particular, en lo que respecta a la relación entre la ley divina y la ley humana, y cómo la interpretación y aplicación de la ley deben realizarse en el contexto de una sociedad en constante evolución.

  • Aportes en medicina y ciencia.

Sus contribuciones a la medicina se centraron principalmente en la traducción y comentario de las obras de Hipócrates y Galeno, y en la integración de la medicina griega y la medicina islámica. Escribió diversos tratados entre los que destacan el Kulliyyât o Libro de las generalidades de la medicina, traducido al latín medieval bajo el título de Colliget de amplia difusión en el Renacimiento, así como los Comentarios a Galeno.

Una de las contribuciones más importantes de Averroes a la medicina fue su enfoque en la observación y la experiencia empírica como base para la práctica médica. Averroes creía que la medicina no solo debía basarse en la teoría y el conocimiento teórico, sino también en la observación cuidadosa de los pacientes y en la experiencia práctica.

Además, Averroes hizo importantes contribuciones a la farmacología. Puso singular atención a la preparación y uso de medicamentos, y en la descripción de los efectos terapéuticos de diversas sustancias. También escribió extensamente sobre la anatomía humana, incluyendo la estructura y función del cerebro y el sistema nervioso.

Otra de las contribuciones de Averroes a la medicina fue su defensa de la relación entre la salud física y mental, y la importancia del bienestar emocional para la salud en general. Averroes creía que la mente y el cuerpo estaban interconectados, y que la salud emocional era esencial para la salud física.

Sus contribuciones a la ciencia se centraron principalmente en la filosofía natural, la astronomía y las matemáticas.

Averroes planteó la necesidad de elaborar una astronomía física basada en la observación y no meramente en la matemática, ya que estaba insatisfecho con las teorías analíticas de Ptolomeo. Construyó así una filosofía estricta, sobre los cimientos del pensamiento griego, buscando especialmente un retorno a un aristotelismo integral, menospreciando la teología especulativa o kalâm.

Doscientas diecinueve tesis averroístas fueron censuradas por el obispo parisino Étienne Tempier en 1277 a causa de su incompatibilidad con la doctrina católica; sin embargo, muchas de éstas sobrevivieron en la literatura posterior de mano de autores como Giordano Bruno o Pico de la Mirandola. Así, encontramos una propuesta para la defensa de la superioridad de la vida contemplativa-teórica frente a la vida práctica.

Una de las contribuciones más importantes de Averroes a la ciencia fue su defensa de la razón y la lógica como herramientas para comprender el mundo natural. Averroes creía que la razón y la observación eran fundamentales para la comprensión del universo, y que la verdad científica debía basarse en la evidencia empírica y en la lógica.

Además, Averroes hizo importantes contribuciones a la astronomía, en particular en lo que respecta al estudio de los movimientos celestes y la relación entre el movimiento y el tiempo. Averroes también escribió sobre la geometría, la trigonometría y el álgebra, y sus contribuciones ayudaron a sentar las bases para la posterior Revolución Científica.

  • Aportes en filosofía

Se pueden organizar los aportes de Filosofía de Averrores en torno a tres tesis puntuales: a) el primado de la razón y de la filosofía, b) la eternidad del mundo y c) la unidad del intelecto humano.

Averroes se esforzó en aclarar cómo piensa el ser humano y cómo es posible la formulación de verdades universales y eternas por parte de seres finitos. Para Averroes, la razón es la actividad superior del ser humano y la filosofía la cultiva mediante un doble ejercicio: la aplicación de las leyes lógicas que rigen el pensamiento y la reflexión sobre los datos que nos proporciona la observación del mundo natural. La filosofía es, por tanto, autónoma y se rige por una dialéctica interna que permite tanto superar el error y avanzar en el proceso de conocimiento del universo. Esta posición es contraria a la posición de los escolásticos para quienes la filosofía debía estar sometida a la teología.

Averroes lidia con la lógica para afirmar la eternidad del mundo y su relación con lo divino.

Se suele considerar a Averrores como un comentarista de la doctrina aristotélica. La noética, formulada en su obra Gran comentario, parte de la distinción aristotélica entre dos intelectos, el nouspathetikós (intelecto receptivo) y el nouspoietikós (intelecto agente o creador). Averroes postula también que el mundo es eterno, que el alma está dividida en dos partes, una individual perecedera, y otra divina y eterna correspondientes a los tipos de intelectos antes mencionados. Averroes distingue, además, entre dos sujetos del conocimiento: el sujeto mediante el cual esos inteligibles son verdaderos y el sujeto mediante el que los inteligibles son un ente en el mundo. Consecuentemente, el sujeto de la sensación existe fuera del alma; y, el sujeto del intelecto, dentro.

Asimismo, el filósofo cordobés se distancia de Aristóteles al subrayar la función sensorial de los nervios y reconocer en el cerebro la localización de algunas facultades intelectivas como la imaginación y la memoria. De esta manera, sitúa el origen de la intelección en la percepción sensible de los objetos individuales y concreta su fin en la universalización. Esta no existe fuera del alma: el proceso consiste en sentir, imaginar y, finalmente, captar el universal. En cualquier caso, es el intelecto el que proporciona la universalidad de lo que parte de las cosas sensibles. En su obra Tahâfut, expone la necesidad de que la ciencia se adecúe a la realidad concreta y particular, pues no puede existir conocimiento directo de los universales.

La ley religiosa, había dicho Averroes en su Tahafut al-tahafut, proporciona la misma verdad que el filósofo alcanza indagando en la causa y la naturaleza de las cosas; sin embargo, ello no implica que la filosofía actúe en modo alguno en los hombres cultos como sustituto de la religión: «los filósofos creen que las religiones son construcciones necesarias para la civilización (…)». La existencia de la religión es también necesaria para la integración del filósofo en la sociedad civil.

Una de las contribuciones más importantes de Averroes a la filosofía fue su trabajo en la filosofía aristotélica, especialmente su comentario sobre las obras de Aristóteles. Averroes creía que la filosofía aristotélica era la mejor manera de entender el mundo natural y humano, y su comentario sobre las obras de Aristóteles ayudó a preservar y difundir la filosofía aristotélica durante la Edad Media.

Junto a ello, Averroes hizo importantes contribuciones a la metafísica, en particular en lo que respecta al estudio de la existencia y la esencia. Averroes creía que la existencia era el atributo más importante de los objetos, y que la esencia era simplemente la descripción de las propiedades que se pueden atribuir a los objetos. Otra de las contribuciones de Averroes a la filosofía fue su defensa de la razón y la lógica como herramientas para comprender el mundo y resolver problemas filosóficos. Averroes creía que la razón y la lógica eran las mejores herramientas para comprender la verdad, y que la filosofía debía basarse en la evidencia empírica y en la lógica.

 

 

Relativismo lingüístico: origen, problemas y actualidad

Introducción

La película “Arrival” (2016) de Denis Villeneuve presentó a los espectadores un problema sobre el cual más de uno ha pensado alguna vez: si seres de otros planetas, con otras culturas, otro idioma y formas de vida nos llegaran a visitar, ¿podríamos eventualmente comprenderlos? La premisa detrás de esta pregunta es lo que se conoce como relativismo lingüístico y, como aún no tenemos contacto extraterrestre, suele aparecer en situaciones más cotidianas como en el encuentro de dos personas con culturas o lenguas distintas. En esta nota abordaremos su definición, su origen y veremos si es una postura que puede defenderse en la actualidad.

 

Resumen

-El relativismo lingüístico postula que la lengua que uno habla determina la forma en que vemos el mundo. Esta postura tiene su origen en el siglo XVIII y se relaciona con el surgimiento de las naciones y la historia del arte. Se asumió que la lengua contenía el espíritu y la intención de los pueblos que la hablaban.

En el siglo XX, Edward Sapir y luego su alumno Benajim Whorf se convierten en las figuras visibles de este pensamiento. Encontraron argumentos en las lenguas nativas de América. Además, postularon dos maneras de abordar el tema: una versión fuerte, llamada también determinismo lingüístico, y una versión débil.

-En el mismo siglo, el relativismo lingüístico fue una hipótesis fuertemente criticada desde la filosofía y las ciencias cognitivas. La primera encuentra muy difícil de justificar que una lengua pueda determinar nuestra forma de pensar. La segunda crítica pone a la biología por encima de la cultura: la biología es la loza donde la cultura se desarrolla y organiza. En la actualidad, se ha cambiado el abordaje: la lengua no determina nuestra forma de pensar, pero sí puede aumentar nuestra pericia en ciertas tareas cognitivas.

 

 

¿Qué es el relativismo lingüístico?

El relativismo lingüístico defiende la influencia de la lengua materna en nuestros procesos cognitivos. De acuerdo con esta perspectiva, un hablante organiza en su mente el mundo que percibe desde las categorías de la lengua que habla. Si dicha lengua tiene o no ciertas categorías, el hablante procesa el mundo desde la presencia o ausencia de las mismas. En resumen, las lenguas serían “lentes” que determinan la manera en que vemos el mundo. Revisemos dos ejemplos para hacernos una idea más clara de esta propuesta.

La lengua Piraha, hablada en la Amazonía brasileña, es un caso especial para los investigadores de distintas áreas. Para los interesados en el relativismo lingüístico, les son llamativas las categorías que usan para referirse a cantidades. Por ejemplo, esta lengua no cuenta con números: carecen de términos específicos más allá del número uno. Ellos cuentan uno, varios y muchos. Experimentos, realizados en la década pasada, principalmente por Peter Gordon, investigador de la Universidad de Columbia, dan cuenta de que esta caracterización es correcta y que no pueden operar con números abstractos. Según el relativismo lingüístico, estarían inhabilitados para operar matemáticamente como lo harían hablantes de lenguas occidentales porque su lengua no tiene los términos adecuados para llevar a cabo esta actividad.

Otro caso relevante fue presentado por Benjamín Whorf a finales de los años 30s, uno de los fundadores de esta perspectiva, al estudiar la lengua de los nativos hopi de Norteamérica. Whorf advierte que en esta lengua no hay distinciones específicas de tiempo. Para ellos, no hay diferencia entre “él corre”, “está corriendo” y “corrió”. Usan únicamente el término “wari” que lo traduce como “hay correr”. Asimismo, no hacen distinciones modales, es decir “él correrá” o “él correría” se expresan ambos con el término “warinki”, traducido por este autor como “hay correr diría yo”. De estos ejemplos, Whorf concluye que los hopi no segmentan el tiempo de la misma manera que las lenguas europeas. Es más, ni siquiera están interesados en esto: su atención recae en la veracidad de la acción realizada y cómo el enunciador da cuenta esto. De esta idea, Whorf infiere, además, que el espacio, tiempo y la materia, en el sentido de Newton, no son intuiciones universales, sino más bien recetas culturales que encuentran su origen en la forma en que las lenguas indoeuropeas organizan el tiempo en pasado, presente y futuro. Esto es  anteponer la cultura a la biología.

Los defensores del relativismo lingüístico usan estos ejemplos para sostener que la lengua materna y sus pautas lingüísticas determinan lo que un individuo percibe en el mundo y cómo piensan. Además, tomando en cuenta que estas pautas cambiarían los modos de percibir y pensar, tendrían visiones del mundo básicamente diferentes y, en muchos casos, mutuamente incompatibles. Este último punto es el que los críticos tienden a atacar primero.

 

 

Cuál es el origen de esta noción

Se suelen mencionar tres momentos de desarrollo de esta hipótesis. El primero, en el siglo XVIII en Europa, vinculado al origen de las naciones; el segundo, a inicios del siglo XX, en terrenos de la Historia del arte; y el tercero, a mediados del mismo siglo, en los trabajos de antropología desarrollados en América del norte.

En primer lugar, Ludwig von Bertalanffy, padre de la teoría de los sistemas complejos, identifica el relativismo lingüístico con el surgimiento de las naciones y el pensamiento romántico alemán. Ve en la figura de Willem Von Humboldt al iniciador de esta perspectiva. Para Bertalanffy, el sabio alemán fue el primero en plantearse si el uso de una lengua crea cultura o si una cultura determina una lengua. Humboldt pensaba que cada lengua trae consigo una imagen del mundo. Esta organización no sería arbitraria, sino estaría motivada por el espíritu de los pueblos y sus intereses. Así, una lengua contiene la visión del mundo de sus hablantes siendo así el vehículo de una cultura. Con ello, defiende una relación intrínseca entre lengua y cosmovisión denominada en alemán weltanschauung.

En segundo lugar, se toma en cuenta las impresiones del historiador del arte vienés Alois Riegl, quien gozó de fama a inicios del siglo XX. En su libro “El culto moderno a los monumentos: caracteres y origen” de 1903, una obra fundamental en la historia del arte y en el trabajo de restauración, introduce por primera vez la noción de Kunstwollen, traducida como “intención artística”. A partir de esta idea aborda el arte primitivo y su carácter poco realista. Sin embargo, y en esto difería de diversas posturas de la época, consideraba que esta tendencia no representaba falta de habilidad o de recursos para llevar a cabo el trabajo artístico, sino que albergaba una intención artística distinta a la nuestra. Esto se sustentó, más adelante, con ejemplos del arte gótico frente al canon clásico: era impensable que el arte gótico careciera de recursos, sino que tenía una intención distinta constituida por la cultura de la que provenía. Con esto se advertía que los productos culturales, como el arte o la lengua, contienen las intenciones del grupo al que pertenecen.

En tercer lugar, a mediados del siglo XX, Edward Sapir, antropólogo y lingüista estadounidense,  y luego su alumno, el lingüista de la Universidad de Yale, Benajmin Whorf, fueron sus principales defensores. Ellos encontraron argumentos en las lenguas nativas de América. Si bien se discute actualmente si realmente ellos defendieron esta postura, se suele usar sus nombres como sinónimo de la misma. Así, en 1954 y gracias a Harry Hoijer, un lingüista alumno de Whorf, se acuña la hipótesis Sapir-Whorf.

Estos autores estaban interesados en averiguar hasta qué punto una lengua, con su gramática y palabras, determina la visión del mundo de una comunidad lingüística específica. Para ellos, la lengua y sus características forman el pensamiento. Con el tiempo, esta hipótesis fue tratada de manera distinta por los investigadores que les siguieron, dando lugar a dos versiones de la misma: la radical y la laxa. La primera asume que las categorías lingüísticas limitan y determinan las categorías cognitivas. En su versión extrema, solo podemos percibir lo que la lengua advierte. A esta se le denominó también determinismo lingüístico. La segunda postula, de una manera menos radical, como lo indica su nombre, que las categorías lingüísticas solo influyen en el pensamiento, principalmente, práctico.

 

 

 

 

Las críticas al relativismo lingüístico

Ahora revisaremos dos críticas al denominado relativismo lingüístico. La primera es una crítica desde la filosofía propuesta por Donald Davidson; la segunda proviene de las ciencias cognitivas y es defendida por el lingüista John H. Mc Whorther.

El filósofo estadounidense, y profesor por muchos años en la Universidad de California, Donald Davidson, siempre estuvo en contra del relativismo lingüístico, pero sobre todo de la idea que según él le daba sustento: los esquemas conceptuales. Esta es la manera en que describe las redes de significados y categorías que organizarían nuestra forma de ver el mundo. El siguiente cuadro es ejemplo de este tipo de acercamiento:

 

 

 

El cuadro anterior muestra cómo tres lenguas organizan información del mundo. Vemos como el francés tiene tres términos para dar cuenta de árbol, bosque y selva. Asimismo, vemos que el alemán tiene tres palabras para segmentar dicha información. Por último, el ruso solo tiene dos palabras para lo que el alemán y el francés tres. Lo importante para el relativista reside en la segmentación fijada por cada lengua. Es decir, para este, el hablante que tenga la categoría “skov” presentaría problemas para reconocer la distinción entre “bosque” y “selva” que realiza el francés, por ejemplo.

Davidson veía además que el relativismo lingüístico se alimentaba de problemas que surgen al realizar trabajos de traducción. Para los defensores del relativismo, la aparente imposibilidad para traducir algunos términos justificaba la presencia de estas redes conceptuales que organizan el mundo de manera distinta. Por ello, Davidson debía resolver estos problemas para traer abajo al relativismo. Estos son sus argumentos.

En primer lugar, para Davidson es imposible alegar la total incomprensión de una lengua con otra porque estaría en contra de la misma definición de lengua. Si alguien reconoce algo como lengua, implica necesariamente su posibilidad de traducción. Esta puede ser más complicada o más sencilla, pero es imposible que no se llegue a establecer una traducción. En este caso, la historia de conquistas y colonias desarrolladas entre pueblos sería su demostración. Algunos podrían alegar, que tal vez solo algunas secciones de la lengua son difíciles de traducir y no todas. La resolución de este comentario lo dejamos para el segundo argumento.

En segundo lugar, Davidson admite que pueden existir algunos términos que sean más complicados de traducir que otros, pero que de ninguna manera es imposible realizar dicho trabajo. La razón principal es que si hay problemas con un conjunto de términos, ya contamos con una gran número de los mismos para realizar la labor en cuestión. Un ejemplo de esto sería el término “saudade” del portugués. El mismo se traduce como “nostalgia”. Para los relativistas lingüísticos, reducir el término a “nostalgia” no le hace justicia a lo que evoca. Sin embargo, muchos autores usan los recursos de la lengua para darle una traducción más precisa. Quizá uno de los mejores sea el propuesto en 1660 por el escritor portugués Manuel Melo: bien que se padece y mal que se disfruta. Qué sucedió acá: se diluye la aparente dificultad haciendo uso de los recursos que tiene la lengua. Como vemos, existen argumentos desde la filosofía en contra del relativismo lingüístico.

El lingüista estadounidense John Mc Whorther, profesor de la Universidad de Berkeley y autor del libro “The language Hoax”, critica también el relativismo lingüístico, pero desde la biología. Para él, la biología antecede a la cultura. Para demostrar esta postura recurre a la información de la vista y de los colores. Para la física, los colores son franjas del espectro electromagnético que desencadenan la experiencia del color. El ojo humano puede percibir hasta siete millones de colores. Las lenguas del mundo, a su vez, tienden a segmentar este espectro de manera particular. Por ejemplo, las lenguas románicas como el español organizan 10 campos de color: blanco, negro, rojo, azul, verde, amarillo, gris, marrón, rosa y violeta. Los últimos tres no existieron en la época del latín, sino representan innovaciones comunes en las lenguas románicas.

La organización de los colores varía de lengua en lengua. Por ejemplo, los dani de Nueva Guinea usan solo dos palabras para hablar del espectro en general. Con estos simples datos, es evidente que la diferencia en la estructuración cultural de los colores no guarda relación con la percepción de los mismos. Es así que el léxico codifica aspectos del color que ya son notorios para el sujeto en lugar de volver notorios estos. Una persona puede percibir los colores, y la realidad que esto implica, sin que sus categorías lingüísticas hayan codificado dicho elemento. Entonces podemos afirmar que nuestros sentidos están por encima de la clasificación léxica que se realiza.

La pregunta que surge inmediatamente es: ¿la organización cultural de los colores es arbitraria, es decir, no motivada? Es decir, ¿cada cultura organiza sus taxonomías sobre el mundo a su antojo? Si esto fuese así, dejaríamos abierta la puerta al relativismo y llegaríamos a pensar que la cultura determina nuestras percepciones.

Desde los años 70 y tras examinar 90 idiomas se llegó a ciertas conclusiones sobre este punto. Para empezar, usen muchas o pocas palabras para el nombre de los colores, las lenguas siempre abarcan todo el espectro cromático. Asimismo, se observó que existen 11 puntos referenciales para el color, incluso en las lenguas que no tienen términos para nombrarlos. Sobre esta base, el detalle, aumento o reducción de términos para los colores se sigue sistemáticamente. Es decir, existe una “jerarquía implicativa” en el léxico de los colores. Esto quiere decir que encontraremos el color morado en el léxico de una lengua si es que ya está presente el azul, el blanco y el rojo. No es posible encontrar lenguas donde se codifica el morado, sin que se hayan nombrado primero al azul, al blanco o al rojo: solo pueden aparecer colores de cierto tipo si es que antes están otros más básicos. Esta jerarquización es universal y está en relación con aspectos biológicos de nuestra percepción. Podemos indicar, entonces, que el léxico del color no determina la experiencia, pero su organización manifiesta los intereses del grupo cultural sin dejar de seguir patrones universales de organización.

 

Qué se piensa actualmente sobre el relativismo lingüístico

En la actualidad, hay un resurgir del relativismo lingüístico. Sin embargo, todas sus versiones han cambiado en la manera de abordarlo. Ya no se habla propiamente de pensar o de la imposibilidad de percibir aspectos del mundo que no estén en las categorías de la lengua, sino de realizar determinadas “tareas cognitivas”. Es decir, los relativistas lingüísticos actuales plantean que la influencia de la lengua tiene lugar en ciertos aspectos prácticos.

En el 2006, la profesora Diana Deutsch y sus colaboradores de la Universidad de San Diego, en California, encontraron, en un experimento, una relación entre el oído absoluto y los hablantes de lenguas tonales.

Vayamos por partes. Por un lado, el oído absoluto se define como una capacidad para reconocer una nota musical sin contexto y de manera precisa. Muy pocas personas tienen esta capacidad. Incluso entre músicos aparece en una relación de uno entre mil. Un ejemplo clásico de esto es el músico argentino Charly García, quien puede reconocer, con alta precisión, la nota en la que una cuchara resuena al golpearse con la mesa o la nota en la que vibra el timbre de una puerta.

Entonces, las lenguas tonales son los sistemas lingüísticos que utilizan el tono como un rasgo que distingue significados. El mandarín, lengua que utilizan los sujetos de este experimento, distingue la secuencia «ma» según el tono con que se pronuncie: tenemos «caballo» (tono alto y sostenido, sin variación), «madre» (tono ascendente), «cáñamo» (tono medio que baja y vuelve a subir, terminando alto) o «regañar» (tono neutro y corto).  Es decir, hay cuatro significados de “ma” según la forma en que usan el tono.

Estos investigadores descubrieron que existe una probabilidad mucho mayor en los hablantes de mandarín de tener oído absoluto que en los hablantes del inglés. En su estudio, analizaron a 88 estudiantes de primer año del Conservatorio de Música de Pekín y a 111 estudiantes de primer año del Eastman School of Music de Rochester, Nueva York; cada uno, nativo de dicha lengua. Lo que esto evidencia es que los hablantes de lenguas tonales que se dedican a la música identifican mejor las notas musicales, esto quizás por la práctica que se tiene al momento de hablar.

Si bien muchos factores han sido discutidos sobre esta investigación, como, por ejemplo, el carácter innato del oído absoluto, parece que el relativismo lingüístico se vuelve a asomar desde investigaciones empíricas ya no relacionadas al pensamiento en general, sino en tareas cognitivas más puntuales.

 

 

 

 

 

Algunas ideas sobre la ciencia y el pensamiento. Apuntes sobre Hegel

Los apuntes que siguen son antiguos y representan notas sobre mis lecturas de Hegel de hace unos años. Creo que el texto no deja de tener cierta sensatez.

 

 

La ciencia es la manifestación más pasional del ser humano. Es la proyección del uno mismo más sincero, del temperamento más creativo, como de un intenso y radical amor por el misterio de la vida. Por ello, suele ser la parte de nuestro espíritu que más necesita ser restringida, determinada y articulada en reglas que, aunque no se vea con nitidez, pocas veces se logra domar a cabalidad. Pensar que esa cara fría y estática es la ciencia es obviar que detrás de esos grilletes se encuentra el hombre en su locura más pura. Quizá podemos afirmar que donde más restricciones hay en un proceder, más cosas por dominar subyacen. Los científicos suelen olvidar esto porque se dejan vencer por los grilletes, ataduras que obvian el movimiento en las cosas.

 

Del párrafo anterior, podemos sacar dos ideas relacionadas. La primera, sin más, que lo que le haga bien a la ciencia le hará bien al hombre y viceversa, en este caso, darle a los grilletes su verdadera razón de ser. La segunda, un imperativo: afinar la vista con pensadores que la tradición suele denominar “fríos y sistemáticos”, ya que en su flujo subyacente de consciencia hay más vida de la que un resumen o un esquema de manual puedan capturar.

 

La idea de esta breve nota será extraer algunas propuestas de un filósofo como Hegel, criticado como “frío y sistemático”, para el bienestar de la ciencia que es, a fin de cuentas, el bienestar del ser humano.

 

¿Cuál es la enseñanza principal, desde nuestro humilde punto de vista, de Hegel? Nosotros creemos que es la idea de movimiento, que no es más que la materia de la dialéctica hegeliana. Casi de modo poético, Hegel intenta mostrar que la razón, o una postura racional, con todo lo que implica en su propuesta, debe extender la crítica y el movimiento a todo, sobre todo a las categorías quietas que bien nos había dejado Kant, a saber, sujeto, objeto y realidad. Las categorías y todos los elementos estables de nuestro conocimiento, desde nuestra lectura de Hegel, deben ser puestos en movimiento. Él mismo lo dice: “nuestra tarea es hacer fluido el material petrificado que encontramos y volver a iluminar los conceptos contenidos en esta materia muerta”. Dentro de esta forma de concebir la filosofía podemos identificar tres aspectos que se desprenden de este poner en movimiento al universo entero: a) cada ser determinado está en relación con otro, y, al fin, con el mundo; b) este movimiento no es solo un movimiento del intelecto; y c) el movimiento trae consigo la negación del objeto mismo y, en ello, surge lo nuevo.

 

Para ver a) en perspectiva debemos recordar que una entidad finita lo es por su relación con otras entidades y está en un relación de necesidad con otros contenidos. Como llega a advertir Hegel, “cambiar de sitio un sola mota de polvo puede causar el colapso del universo entero”. Aquí hay que seguir insertando movimiento. La relación no debe concebirse como un relación externa y superficial. En el interior del concepto de las cosas mismas hay una naturaleza “auto-contradictoria”: un objeto descrito como tal, y desde la cara tradicional de la ciencia, la misma que aquí criticamos, se adscriben propiedades a tales entidades, pero este sentido de ciencia obvia otros contenidos que se ponen fuera del objeto y que son precisamente lo que no son el objeto, haciéndonos pensar que son características separadas de estos, cuando realmente están contenidos en los mismos. Si integramos esto que no es en el objeto, pero que lo constituye, podemos reconocer, para empezar, el carácter dinámico y holístico de los elementos y el mundo y, en el mismo, integrar al sujeto que observa. El mundo y el sujeto están en un relación dinámica, dramática y grave como esa idea nietzscheana del abismo que observamos, pero que, a la vez, este abismo nos observa también.

 

Lo que Hegel quiere advertir en a) es el terreno para que b) pueda entenderse en su real dimensión: lo que es finito puede ser puesto en movimiento, real y concreto, dado que el ser de una cosa finita consiste en tener en sí misma la semilla de su desaparición. Hegel tiene abundantes ejemplos de esta situación, aquí tomaremos uno, en forma de fábula: “cuando un grano de cebada puesto bajo condiciones adecuadas en un terreno adecuado desaparece, es negado, y en su lugar surge de él una planta, la negación del grano”. “El objeto inquieto en sus propios límites”, llega a advertir Hegel, “lucha por ser lo que no es”. Así podemos observar a todos los objetos y vemos que cada cosa presente contiene su negación anterior y esto es posibilidad para ser, en tanto objeto presente, negada. La posibilidad de negación de un objeto es su abertura al universo, es su vínculo con un todo, así, como veremos, con su propio devenir.

La negación del objeto mismo no tiene como resultado la mera nada, sino, y esto es lo que advierte la idea c), un contenido especial, un concepto nuevo, más elevado, más rico, indica Hegel, y que ha sido enriquecido por su negación y contiene, además, al objeto que le precedió. Como vimos con el grado de cebada, que era árbol, y este árbol luego es flor y luego grano por la naturaleza de a) y b) obtenemos que este grano no es otra vez el mismo del inicio, sino que es mayor tanto en número y cualidad: se obtienen más granos y estos, llega a indicar Hegel, serán de una mejor calidad del primero del que salieron.

 

Esto es la dialéctica, el intento intelectual de captar el tiempo expuesto en leyes generales del movimiento y desarrollo en la naturaleza, la sociedad y el pensamiento. ¿Qué nos deja Hegel para la salud de la ciencia, que en este texto, corresponde con la salud del hombre? Muy fácil: no trabajar con conceptos estables, porque no lo son y, si lo son o aparentan serlo, es porque hemos eliminado el movimiento del ser de las cosas. No eliminar la contra inducción: la posibilidad de ver en los objetos positivos lo que no es en ellos, pero que le es intrínseco y, a la vez, impulsa su vínculo con el todo al que pertenecen. No creer en las descripciones estáticas de los hechos y dejarnos llevar por la idea de que los contornos que reconocemos como claros y estables son, en realidad, los contornos del mundo mismo cuando no son más que la mala costumbre de detener el mundo para hacerle un falso retrato.

 

 

Un texto sobre Deleuze y lo analógico.

 

 

 

Dejo por acá un texto mío publicado hace un tiempo en la revista Estudios de Filosofía PUCP. En ella hago un primer acercamiento, desde las intuiciones de Gilles Deleuze, a lo que considero un camino central para nutrir las ciencias actuales: el estudio desde lo no-lineal.

 

Acá el link:  http://revistas.pucp.edu.pe/index.php/estudiosdefilosofia/article/view/15889/16321