Gestión del agua en la Responsabilidad Social Ambiental Minera.

Prácticas realizadas en el Perú por algunas grandes empresas mineras, entre los años 2010 a 2017: ¿Discurso o realidad?

Investigación por: Alejandra Corrales Martínez

El tema de la Responsabilidad Social Empresarial (RSE) ha ido ganando importancia a nivel global, especialmente en las grandes empresas. Un aspecto en el que se viene poniendo especial atención es el cuidado del medio ambiente debido al incremento de los efectos nocivos que los distintos sectores productivos están causando, en desmedro del desarrollo sostenible.

Considerando la importancia que tiene en la economía del Perú; y, el impacto directo de sus operaciones tanto en el medio ambiente, como en la salud y bienestar de las personas, es interesante analizar el comportamiento de las grandes empresas del sector minero respecto a las políticas de Responsabilidad Social en el Medio Ambiente en los últimos diez años.

Un elemento que despertó el interés por investigar este tema fue el hecho que un grupo de grandes mineras que cotizan en la Bolsa de Valores de Lima (BVL) y dan cuenta de un buen desempeño ambiental, aparecían también en el Registro de Infracciones Ambientales (RINA) como reincidentes en el incumplimiento de normas medio ambientales, en su mayoría relacionadas con la gestión del agua. Esta incongruencia hacía necesario determinar las implicancias que tiene para las grandes empresas mineras ser socialmente responsables en materia ambiental, específicamente respecto al uso y gestión de los recursos hídricos. 

Si bien el ejercicio de la RSE trae una serie de beneficios o ventajas, ninguno de estos permite justificar el compromiso de la empresa con respecto a lo social. La responsabilidad aplicada al ámbito de la empresa supone que sus acciones y decisiones tengan en cuenta al otro u otros (comunidad, sociedad) con los que se relaciona, buscando generar un bien y un servicio que contribuya al bien común.

Focalizándonos en el sector minero y en la manera como se gestiona el agua en sus operaciones, se ha determinado que el 55% de las descargas de aguas tratadas a nivel nacional (especialmente en los ríos) proviene del este sector productivo. Dicho comportamiento, contribuye de manera importante al deterioro de la calidad del agua en las cuencas hidrográficas afectadas.

Las prácticas más frecuentes de un grupo de grandes mineras en el Perú, que se identifican como socialmente responsables en la gestión del agua, se orientan principalmente a cumplir con las normas ambientales, sin considerar que ese cumplimiento es la base para impulsar una política voluntaria que identifique el impacto negativo de sus operaciones; y, para establecer medidas de solución, reparación y prevención de esas externalidades que repercuten de manera negativa en las personas y el medio ambiente.

Debemos tener en cuenta que las aguas residuales, derivadas de las actividades mineras, aunque estén sometidas a tratamientos para adecuarse a los estándares legales, no son aguas frescas, o totalmente limpias. Por lo tanto, cuanto mayor es el volumen y la frecuencia de los vertimientos mineros, mayor es el grado de contaminación a la que están expuestas las fuentes receptoras de agua. 

 

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Foto: iStockPhoto

Ser socialmente responsable con la gestión del agua, implicaría para la gran empresa minera destinar recursos para contar con una tecnología eficiente que mejore el tratamiento de las aguas residuales. Asimismo, considerando que las descargas se realizan principalmente en los ríos, estas empresas deberían tener mayor conciencia de las condiciones de dichas cuencas, evaluando si es suficiente o no limitarse al cumplimiento de la ley. 

Ser socialmente responsable supone para las grandes empresas mineras, un compromiso solidario con las labores del estado y con las necesidades de la comunidad. Los pasivos ambientales generados por la explotación minera en el país en décadas previas, se siguen agravando con las actividades desarrolladas en la actualidad.

Las grandes empresas podrían hacer mayores esfuerzos por aprovechar la “cosecha de agua” proveniente de las lluvias. Así, no solo contarían con el volumen de agua necesario paras sus operaciones, sino que también aportarían con una fuente de abastecimiento de óptima calidad para las comunidades cercanas que carecen de agua en tiempo de sequía. 

Ser socialmente responsable con el medio ambiente debe considerar el derecho que tienen las personas asociadas a las labores de la empresa al respeto de su dignidad, al desarrollo de una vida saludable y a la utilización de recursos naturales de óptima calidad. Esas empresas deben además asumir las consecuencias que el desarrollo de sus actividades genere, remediando los impactos negativos ocasionados; y, por supuesto, variando de conducta para no caer en el mismo tipo de incumplimientos. Si la empresa no integra dentro de su filosofía o proyecto de crecimiento el aportar a la vida del ser humano y de la sociedad, pondrá en peligro su eficacia y ciudadanía corporativa. Más aún cuando las comunidades afectadas, son grupos vulnerables con poca capacidad de respuesta en la defensa de sus derechos. El respeto y cuidado del medio ambiente es una responsabilidad moral que atañe a las empresas que se benefician de la utilización de los recursos naturales.

Debe tenerse en cuenta que las aguas residuales tratadas, que son vertidas a las fuentes naturales de agua, no son aguas totalmente limpias. Incluso si las grandes empresas cumplieran con las disposiciones legales orientadas a garantizar la salud de las personas, las constantes descargas de dichas aguas en distintos puntos de una cuenca hidrográfica, contribuyen a la contaminación de este recurso natural. En tal sentido, no resulta lógico exigir los mismos parámetros tanto a quienes realizan vertimientos aguas arriba; como, a los que lo hacen aguas abajo, donde la calidad del agua ya ha sufrido un mayor deterioro con los vertimientos que se han ido sumando en el camino. Un comportamiento socialmente responsable en materia ambiental apuntará a la mejora permanente en los procesos de tratamiento de aguas residuales; así como, a un control riguroso de la calidad de las mismas, antes de ser vertidas.

Es necesario también solidarizarse con los pasivos ambientales que ya existen, aunque las actuales empresas mineras no hayan sido responsables de los mismos. No se puede hacer caso omiso a una realidad de contaminación que se sigue acentuando en las poblaciones y ecosistemas que rodean a las minas, sin aportar desde su experiencia y recursos en mejorar la calidad de vida de las personas que viven en esas zonas. 

La Responsabilidad Social Empresarial no ha hecho sino evidenciar que mientras la empresa no actúe en consideración a su compromiso social, tarde o temprano fracasará en su intento de contar con una licencia social que le permita mantenerse vigente en el tiempo, puesto que su actuar será desaprobado y rechazado por la sociedad. 

 

Sobre la autora:

Alejandra Corrales Martínez
Magíster de Derecho de la Empresa por la PUCP e integrante del Grupo de Investigación en Derecho y Empresa. Publicación hecha como parte de las actividades de la Línea de Investigación en Conducta de Mercados y Responsabilidad Social Empresarial.

 

 

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