Felipe González, valiente defensa de presos políticos venezolanos
Almagro y Gonzáles: dos izquierdas, dos destinos
En las últimas semanas han coincidido dos acontecimientos que nos muestran dos maneras de comprender la izquierda latinoamericana. El primero es la toma del cargo del Presidente de OEA Luis Almagro, ex-canciller uruguayo y miembro del Frente Amplio de José Mujica. El segundo es la visita a Venezuela de Felipe González, expresidente socialista de España, referente innegable para el progresismo latinoamericano.
En su discurso del 26 de mayo, Almagro subrayó la importancia de que Cuba vuelva al sistema interamericano. En cambio, sus referencias a la situación de los Derechos Humanos en Venezuela han sido escasas a pesar de que en su gestión al frente de la política exterior uruguaya amparó a presos de Guantánamo y refugiados sirios. En esta ocasión, Almagro se limitó a decir que Venezuela colabora con la Comisión de DDHH de OEA, la que aborda también sus supuestas violaciones desde el Palacio de Miraflores.

Luis Almagro, mutismo ante Venezuela
Al contrario, la reciente visita de Felipe González a Caracas ha generado gran impacto. La agenda del sevillano fue visitar al activista Leopoldo López y los alcaldes Antonio Ledesma y Daniel Cevallos, tres presos de conciencia que comprometen la democracia regional y se suman a otras decenas sometidos a tortura e inhumanas condiciones de confinamiento como las de “La Tumba”. Este centro de reclusión se encuentra cinco pisos bajo tierra, consta de 7 minúsculas celdas sin luz, baños, aire natural y con temperaturas bajo cero.
El gobierno de Nicolás Maduro no le permitió a Felipe González visitar a los prisioneros políticos pero no pudo evitar que deje sentado un ejemplo de firmeza en la defensa de la democracia y los DDHH. Además, González encabeza la lista de 25 exmandatarios que el 9 de abril firmaron la Declaración de Panamá, potente llamado a la recuperación de los principios republicanos en la tierra de Bolívar.
Así las cosas, los cofirmantes de la Declaración están suplantando a OEA en la exigencia del cumplimiento de su propia Carta Democrática. Al contrario, aquella languidece en su sumisión a Venezuela que se expresó nítidamente cuando 22 de sus 35 miembros le negaron a la disidente Corina Machado tomar la palabra en su plenario.
En Latinoamérica predomina una izquierda patrimonialista poco interesada en ocupar el espacio socialdemócrata. Su prioridad consiste en fortalecer el caudillismo estatista para afirmarse en el control de la burocracia de los foros regionales. Pero no nos equivoquemos, sin una izquierda con vocación democrática, el republicanismo continental seguirá durmiendo el sueño de los justos.
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Publicado ayer en Exitosa Diario