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Mensaje Navideño

Mensaje navideño

SI les digo que no soy de ir a misa es porque suena mejor que decirles que no soy creyente; sin embargo suelo empaparme de lo que sienten y profesan las personas que me rodean y acabo mimetizándome en una celebración en la que intentamos mostrar lo mejor que tenemos. No me gusta el gran negocio capitalista de los regalos navideños, en donde muchas veces evitar el “qué dirán” es la razón de que la gratificación navideña –para quien la tiene- acabe en manos de algunos mercaderes más o menos mayoristas y para el que no la tiene pues peor porque ahora los bancos le dan a todos crédito navideño rápido con altas tasas de interés.

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Ron Damón

Sin embargo, yo también hago regalos y trato de que sean, a mi manera, especiales. Por eso estuve visitando a los anticuarios del libro del campo ferial Amazonas donde pude obtener un raro I-Chin de 1972 editado por Mirko Lauer para mamá Laura, una versión en alemán de Hamlet de 1840, otros dos textos de Shakespeare en inglés y una Historia de la Literatura española; además de un Redoble por Rancas de Manuel Scorza, y un Decameron de Giovanni Bocaccio. Este último es para entretenerme en Pimentel leyendo frente al mar.

No estuvo mal la cosa si se toma la Navidad en su sentido real de amor y de paz, pues elegí esos libros pensando en lo que podía agradarle a cada uno de mis seres más queridos y que me perdonen otros seres igual de queridos a quienes les he comprado otras cosas o no he podido comprarles nada porque viven cruzando el charco a miles de kilómetros de distancia. Ya habrá ocasión para enviarles algo sobre todo porque están a punto de ser tres en lugar de dos.

A Carolina, que es mi mejor regalo de 2012 porque ha supuesto la insospechada llegada del amor a mi vida, le dejé que escoja sus presentes sin darse cuenta, pero ya antes le había regalado una bella compilación de notas freudianas de Moisés Lemlij y la versión escrita de Psicosis, esa vieja película que le dio fama a Anthony Perkins. Otros regalos son económicos, como el qué le di a Máximo, mi ropavejero de toda la vida, con ochenta años y una cojera a cuestas, negro retinto y que al agradecerme me dijo que con el paso de los años “se estaba reduciendo a Mínimo”. Por cierto, me faltan “Barrabás” y Juan, los viejos canillitas del cruce de Salaverry y Pershing, los que en el año ochenta me vendían Don Sofo mientras esperaba la 59b para irme a cursar primero de secundaria en el colegio Franco-Peruano.

Y me falta Eugenia, mi querida nana Eugenia –y lo digo sin ser rico y sin la menor intención de emular a Alfredo Bryce o a Jaime Bayly- que ahora trabaja conmigo una vez por semana más por el gusto de darnos un beso semanal que por necesitarlo ella o yo. En fin me gustaría dejarle flores a papá Ezio en el mar de San Bartolo Norte, donde hace décadas pasamos con él y mamá los mejores veranos de nuestras vidas y me parece, que sin quererlo, acabo de comprender por qué La Navidad es importante. FELIZ NAVIDAD

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FELIZ NAVIDAD Y PRÓSPERO AÑO NUEVO

Queridos amigos:

Su blog PALABRAS ESDRÚJULAS les desea una Feliz Navidad y que tengan un próspero año 2013; que el próximo año la sentencia de La Haya sea acatada de inmediato por ambas partes para beneficio de la reconciliación binacional. Y que el Perú avance haciéndose cada día más justo, inclusivo y solidario.

Daniel Parodi Revoredo
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MARKARIAN Y PIZARRO

MARKARIAN Y PIZARRO
Daniel Parodi Revoredo

Tal vez no debería escribir esta columna. En realidad no soy especialista en fútbol y lo más probable es que en ella se expresen, más bien, mi pasión y desconocimiento. Pero es precisamente por eso que lo hago, porque con mis palabras puedo expresar el sentir de parte de la hinchada.

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Igual les deseo suerte

Markarián comenzó bien el proceso hacia Brasil 2014. Hubo humildad, disciplina y logró armar un grupo unido, sólido y con muy buena disposición hacia el trabajo y la obtención de metas importantes. En este periodo “el mago” consolidó lo que realmente se necesita para triunfar en cualquier deporte colectivo: un equipo.

El cenit de la experiencia fue la Copa América 2011, el único momento medianamente triunfal al que ha asistido la afición peruana desde 1981, cuando clasificamos al Mundial de España. Cuando hablo de esto todavía se me vienen a la memoria los goles de Lobatón y Vargas ante Colombia, sin duda el punto más alto de la era Markarian. Pero después todo cambió y creo que él es el principal responsable.

Todo cambió desde que Markarián desarrolló una innecesaria dependencia hacia los llamados “4 fantasticos”, Guerrero, Vargas, Farfán y Pizarro, pero cambió, sobre todo, porque permitió que, una vez más, Claudio Pizarro tome posesión de la selección y destruya todo lo avanzado: la unidad, el grupo, la disciplina, todo. Lo más triste es que no es primera vez.

Por eso hoy veo en Markarián un entrenador que depende demasiado de sus cuatro paladines ofensivos, a los que alinea juntos incluso cuando juega de visita; un entrenador que los extraña demasiado cuando no están, al punto de declararlo pública y quejumbrosamente, en claro desaire a los que sí están; un entrenador que los consciente demasiado al punto que nada dijo cuando Farfán dizque se intoxicó y Pizarro abandonó la concentración, viajó, regresó, pero no jugó; ni tampoco esta última vez, cuando supuestamente fingió una lesión en complicidad con el Bayer para no viajar a Costa Rica.

Ante todo esto me pregunto qué pensará en el fondo Paolo Guerrero a quien de seguro van a quitarle la cinta de capitán para dársela a Claudio Pizarro. Todo esto adicional al error táctico de alinear a los “4 fantásticos” juntos en función de ataque, así sea de local. Tal vez resulte contra Venezuela, ¿pero funcionara contra la Argentina de Messi?

Así nos acercamos a una fecha doble con estrellas pero sin equipo, con mucha incertidumbre y sin unidad porque en alguna parte del camino a Markarián se le olvidó que primero se arma el equipo y que a éste sólo deben añadírsele las estrellas que garantizan no quebrarlo. A esta lectura crítica del proceso, el anuncio de que los jugadores serán concentrados desde hoy 4 de setiembre parece una buena noticia, así no habrá –supuestamente- ni intoxicados, ni viajecitos insólitos, ni juergas, ni putas, ni demás perlas.

Con 3 puntos y pocas chances, lo menos que podemos pedir los hinchas es respeto y honestidad. Si se pierde que se pierda tratando de ganar y sin darle ventajas extradeportivas al rival porque si se gana será porque Markarián retomó las riendas de la selección y reconstruyó el grupo unido y humilde que una vez nos regaló el tercer lugar en la Copa América.

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EN DEFENSA DE LA AUTONOMÍA DE LA PUCP

POR LA AUTONOMÍA DE LA PUCP

Yo en la PUCP soy un profesor contratado que renueva su vínculo cada semestre y por ello soy el lado más débil de la cuerda. Sin embargo somos lo que somos y es en estos momentos cuando debemos dar la cara con nuestra integridad en defensa de nuestros principios.

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Miguel Giusti defiende la autonomía de la PUCP

Yo no concibo una PUCP que no sea autónoma, yo no concibo el aula si no es el lugar en donde alumnos y profesores vivenciamos una experiencia intelectual de libertad. Por todo ello suscribo el pronunciamiento adjunto de Miguel Giusti, en todos sus extremos.

Creo, verdaderamente, que la autonomía de la PUCP está en riesgo y que debemos luchar por defenderla; por eso me opongo a los contenidos del pre-acuerdo con el arzobispado que se ha difundido y cuestiono la celeridad en la convocatoria a la Asamblea del 13 próximo; yo espero que el Rector nos convoque a todos al auditorio como ha hecho en otras ocasiones y espero, dentro del espíritu plural que tanto se ha invocado ultimamente, que las opiniones divergentes sean respetadas.

Saludos cordiales

Daniel Parodi Revoredo

PUCP: “está en serio riesgo nuestra autonomía”

Queridos amigos:

La situación ante la que se encuentra nuestra universidad en estos momentos me parece sumamente grave porque creo que está en serio riesgo nuestra autonomía. Sin desconocer el esfuerzo del Rectorado por alcanzar un acuerdo que respete la posición tomada por la Asamblea en septiembre del año pasado, creo que el documento que nos ha alcanzado no reúne las condiciones como para ser aceptado, ni en la forma ni en el fondo, y quisiera explicarles por qué soy de esta opinión. Lamento tener que opinar en contra de lo que nos pide expresamente el Rectorado, por cuya conducción de la universidad he tenido y tengo el máximo respeto, pero me parece que es el momento de dar a conocer nuestros pareceres, o de disentir, sobre lo que pueda ser mejor para nuestra universidad.

La forma

El Rectorado solicita de la Asamblea un voto a favor del acuerdo, en bloque y en un plazo muy próximo. Pero el documento está muy lejos de ser claro en muchos puntos, o de ser en todos sus aspectos aceptable, por lo que una aprobación en bloque nos obligaría a aceptar lo inaceptable. El plazo tan próximo, además, impide una reflexión más seria o un proceso de maduración sobre la naturaleza y las consecuencias de los cambios propuestos. Conviene recordar que los plazos perentorios no han sido puestos por nosotros y que su fijación, al modo de un ultimátum, no se condice con el espíritu de diálogo que debería primar en las relaciones que mantenemos con la Iglesia.

El fondo. La elección del Rector

Si se analizan y complementan entre sí todos los cambios propuestos con respecto a la elección del Rector, el resultado me parece un serio recorte a la autonomía de la Universidad. En apariencia, se preserva la atribución de la Asamblea para elegir al Rector, aun cuando se concede al Arzobispo el derecho de emitir una opinión-valoración de los candidatos. Ya esta concesión es obviamente una suerte de derecho de veto o al menos de presión de la comunidad universitaria.

Pero si se hubiese quedado ahí, quizás habría podido pese a todo aceptarse. El problema es que ahora se añade un requisito para poder ser rector o vicerrector, a saber: “llevar una vida en fidelidad al Magisterio de la Iglesia”. Este requisito conlleva un serio peligro, porque, aun cuando no se dice nada acerca de a quién le corresponde la competencia para decidir si un candidato cumple o no ese requisito, es claro que sobre el Magisterio de la Iglesia solo puede decidir el propio Magisterio de la Iglesia. El “Magisterio” no es la doctrina, ni el espíritu, ni los principios o los valores del cristianismo o la Iglesia (en un sentido genérico), sino la enseñanza de la Iglesia tal como la comprende, registra y administra la autoridad de los obispos[1]. Si la autoridad episcopal es por definición la competente en la materia, entonces esto quiere decir, en buen castellano, que el Arzobispo podrá decidir (o creerá tener la autoridad legítima para decidir) quién podrá ser candidato a Rector en nuestra universidad. Quien haya escuchado a Monseñor Cipriani en su intervención en el programa La Hora N de Jaime de Althaus el 4 de abril, habrá visto claramente cómo interpreta él esta prerrogativa. Se comprende entonces por qué ha renunciado a su propuesta anterior de elegir al Rector de una terna: porque eso ya no le hace falta, dado que para ser candidato a Rector habrá que contar con la autorización episcopal, vale decir, del “Magisterio” de la Iglesia. Pero además, sorprende que se haya aceptado una fórmula que exige “llevar una vida en fidelidad a”, porque eso equivale a someter a evaluación la vida personal y las ideas de los candidatos. En efecto, aquí entra a tallar el segundo aspecto de la noción de “Magisterio”: el de la enseñanza ortodoxa, porque, repito, esa noción designa al bagaje de enseñanzas de la Iglesia tal como lo interpreta la autoridad episcopal. En otras palabras: un profesor que haya escrito cualquier tesis o expresado cualquier idea en algún libro (sobre cualquier asunto de moral, política, vida eclesial, ciencia, filosofía o cualquier materia problemática), o uno que no se haya casado por la Iglesia o sea divorciado o que en cualquier otro sentido, siempre según interpretación de los obispos, no sea “fiel” al “Magisterio”, no podrá ser candidato a Rector. El Rectorado comenta que este nuevo requisito no sería sino una “especificación” del artículo ya existente, que dice: “identificarse con los principios, valores y fines de la Universidad”. Por lo dicho, es obvio que no se trata de una especificación sino de algo muy diferente. El artículo de nuestro Estatuto es mucho más sobrio y no conlleva censura alguna de la vida y las ideas de los profesores.

Por si ello fuera poco, se ha aceptado además incluir entre las atribuciones del Gran Canciller: “Recibir la profesión de fe del rector y los vicerrectores, para empezar a ejercer sus cargos”. Un acto de sumisión de esta naturaleza, que no ha estado nunca presente en nuestro Estatuto, me parece extemporáneo y de mal gusto, y está reñido con la dignidad del oficio de profesor universitario. Para colmo, queda por precisar aún el tenor (el texto) de esa profesión, pero, dado el contexto en el que se está introduciendo, no cabe pensar sino en lo peor.

La Comisión Económica Especial

Con respecto a la creación de la Comisión Económica Especial, me pregunto hasta qué punto ella no equivale a un reconocimiento implícito (y voluntario) de que nuestra universidad no es plena propietaria de sus bienes, pues admite que debe rendir cuenta de ellos ante otra institución privada (la Iglesia), a la que se concede entonces el derecho de pedir cuentas. Concuerdo con el documento cuando afirma que no deberíamos temer el rendir cuentas porque no tenemos nada que ocultar. Pero para eso existen, en los sistemas democráticos, mecanismos o instancias legales que no alteran los derechos de propiedad, como la Contraloría, o la SUNAT, o las auditorías externas. Mejor (menos equívoco y más coherente) sería, en ese sentido, obligarse a rendir cuentas ante alguno de estos organismos y permitir el acceso a dichas cuentas a los representantes de la Iglesia.

De otro lado, sorprende que la composición de la Comisión Económica sea de 1 miembro de nuestra universidad y 2 miembros del episcopado. Estamos aceptando, en el contexto de este conflicto, ser siempre minoría. Y ello se vuelve más problemático todavía cuando leemos que esta Comisión tendrá voto dirimente cuando haya desacuerdos en el seno de la Junta Administradora. (El documento sostiene que el Arzobispo ha “renunciado voluntariamente” a ejercer la función dirimente en la Junta; a la luz de lo expuesto, es obvio que esa renuncia se da porque ya no necesita ese voto, dado que lo tiene en la Comisión Económica).

En el documento se intenta restar importancia a las atribuciones de la Comisión, argumentando que ésta supuestamente solo intervendría en casos de inversiones de gran monta, pero se incluye entre ellas la aprobación del plan trienal de inversiones de la Universidad. Dado que la Comisión tiene mayoría del episcopado y posee además voto dirimente en los asuntos de la Junta Administradora, no me parece nada desdeñable el poder que se le estaría concediendo.

Las reformas del Estatuto

Se ha incluido un punto en el acuerdo según el cual en el futuro las reformas de nuestro Estatuto “que afecten los derechos de la Iglesia en la Universidad”, “requerirán de la aprobación del Dicasterio para su entrada en vigencia”. También aquí hay el peligro de una seria cesión de autonomía. El propio documento reconoce que este artículo “técnicamente, es un derecho a veto”, pero presume que ello no sería un problema porque solo tendría vigencia “en los temas que la involucran (a la Iglesia)”, mas no en todos los demás, sin precisar cuál sería la diferencia entre unos y otros. Pero, como es obvio, la Iglesia podría considerar que todos los temas de la vida universitaria “la involucran” o “afectan sus derechos”, porque eso puede inferirse fácilmente de las diversas atribuciones genéricas que se le conceden, empezando por la elección del Rector, la administración de los bienes, la profesión de fe o la fidelidad al Magisterio de profesores, administrativos y alumnos. En resumidas cuentas, el artículo en cuestión extiende virtualmente de manera indefinida el derecho a veto de nuestros cambios estatutarios.

La Junta Administradora

En relación con la Junta Administradora parecería haberse llegado a un acuerdo razonable y aceptable, con algunas salvedades, pero sobre este punto el propio arzobispado ha dado marcha atrás, de manera que no sabemos a qué atenernos. Ya se ha señalado, sin embargo, que, en el acuerdo, las discrepancias de interpretación que ocurran en la Junta serán dirimidas por la Comisión Económica Especial, en la cual el episcopado tiene mayoría. Si, por hipótesis, el representante del arzobispo en la Junta Administradora decidiera bloquear sistemáticamente todas nuestras iniciativas, ello obligaría a recurrir continuamente al voto dirimente de la Comisión Económica, en la cual tenemos siempre minoría. Esto daría carta blanca a los obispos para decidir a voluntad y de manera sistemática sobre los asuntos de la marcha administrativa de nuestra universidad.

El “carácter” pontificio y católico

Se ha añadido una breve frase al art. 1 de nuestro Estatuto que dice: “Por su carácter pontificio y católico… la PUCP es una comunidad de maestros, etc.…” Si entiendo bien (o mal, que es mejor), esta breve frase es un modo de insertar en nuestro Estatuto que la PUCP tiene una vinculación de dependencia institucional, o jurídica, o canónica o de otro tipo en relación con la Iglesia, vinculación que podría dar pie a que dicha frase fuera utilizada por la Iglesia para reclamar propiedad o sujeción canónica. No tengo argumentos suficientes para sostener que esto vaya a ocurrir, pero temo que su mera posibilidad es la razón por la que debe haberse incluido esta frase.

El argumento pragmático

En el documento del Rectorado se nos invita a considerar pragmáticamente la situación y a tener en cuenta que los beneficios del acuerdo serían considerablemente más altos que sus costos, pues de esa manera se pondría fin a un conflicto desgastante que mantiene ocupada y en tensión a la Universidad desde hace muchos años. Para hacer más persuasiva la invitación, se nos advierte que en caso de no aprobar el acuerdo, no seríamos ya nosotros sino los tribunales peruanos los que tendrían la última palabra. Y se da a entender, claro está, que el acuerdo preserva la autonomía de la Universidad y la libertad de cátedra, además de que las concesiones estarían ya de algún modo enraizadas en nuestro Estatuto vigente.

Hay que reconocerle, por cierto, al Rectorado, que haya respetado y hasta consignado en el documento la necesidad de someter el acuerdo a la decisión de la Asamblea. Pero quisiera hacer dos consideraciones sobre esta invocación pragmática.

En primer lugar, sorprende el repentino cambio de política por parte del Rectorado. Durante varios años, se ha mantenido una línea principista dura (y hasta inflexible) en la confrontación con la jerarquía de la Iglesia y se ha enviado un mensaje tranquilizador a la comunidad universitaria, asegurándole que teníamos una posición jurídica sólida en los dos frentes del conflicto. Esa política ha dado sus frutos, es decir, ha fortalecido la cohesión de la comunidad universitaria en la defensa de su autonomía y ha transmitido a los profesores la convicción de que estamos en condiciones de preservar con buenos argumentos y políticas inteligentes los valores fundamentales de nuestra vida universitaria. Ahora, en cambio, se nos pide ser más flexibles con los principios y se sugiere que nuestra posición jurídica es débil.

Pero aun en sentido pragmático, tengo la impresión de que el acuerdo no nos es favorable. Por lo que he expuesto antes, creo que es más lo que perdemos que lo que ganamos. En la elección del Rector, en la propiedad de los bienes, en la cesión de la mayoría a la Comisión Económica Especial, en el procedimiento de reforma de nuestros estatutos, como en otros puntos, se hacen concesiones que, por decir lo menos, ponen en serio peligro nuestra autonomía.

No está dicho, por cierto, que los cambios del Estatuto hayan de interpretarse o aplicarse de una manera desfavorable para nosotros, pero esa posibilidad existe y de ella deberíamos defendernos. En las consideraciones de tipo pragmático, no puede dejar de tenerse en cuenta con quién estamos haciendo el trato. Por sus convicciones religiosas y políticas, así como por su vieja y militante posición contra nuestra universidad, Monseñor Cipriani no ha ocultado nunca sus intenciones ni ha tenido reparos en utilizar los medios a su alcance para tratar de imponerlas. Suponer ahora que ha cambiado de opinión o que hará uso cándido de las atribuciones o las posibilidades de intervención que le otorga el acuerdo, sería pecar de ingenuidad pragmática. De esto tenemos ya pruebas más que suficientes en sus primeras declaraciones en el programa mencionado de Jaime de Althaus.

Qué hacer entonces

Por la forma en que ha sido presentado el documento, pareciera que nos encontráramos ante una encrucijada de vida o muerte, de todo o nada. Y esta sensación está difundiéndose entre la comunidad universitaria, razón por la cual algunos están dispuestos a ceder por temor y otros por resignación. Me parece muy importante que tratemos de contrarrestar esta impresión.

Lo primero que deberíamos hacer, me parece, es no aceptar el acuerdo, al menos no en bloque y no en el plazo fijado. La decisión que tomó la Asamblea en septiembre del año pasado fue no aceptar la propuesta de modificación enviada por el Vaticano, reafirmar nuestra autonomía y mantener la disposición al diálogo con la Iglesia. Esta decisión era y sigue siendo firme y prudente, y no me parece que hayan cambiado las condiciones lo suficiente como para modificarla. Corresponde, creo, reafirmar ese acuerdo: no aceptar la actual propuesta por lesionar nuestra autonomía y mantener nuestra disposición al diálogo.

De aquella decisión de la Asamblea hay dos puntos que destacar. El primero es que nuestra universidad posee ya un Estatuto que reconoce inequívocamente su filiación católica y su vinculación con la doctrina de la Iglesia, y que con él hemos vivido durante décadas sin tener conflictos con la jerarquía. Los conflictos tienen lugar y fecha de inicio, y nombre y apellido. El segundo punto a destacar es que la Asamblea no ha cortado la comunicación con la Iglesia, sino ha declarado expresamente su voluntad de dialogar y de llegar a un acuerdo. Pero no a cualquier precio.

La sensación de estar en una encrucijada vital proviene sin duda de los plazos que se nos han impuesto. Pero no me parece que debamos someternos a ellos ni aceptar la precipitación en la toma de decisiones o la amenaza velada. Puede ser que reafirmar en estos momentos el acuerdo de la Asamblea del año pasado, nos lleve a una confrontación mayor o hasta a una ruptura. Pero puede ser también que esto no ocurra. Así como no tenemos por qué aceptar plazos, tampoco tenemos por qué terminar nosotros con la disposición al diálogo.

¿Volveremos entonces a los conflictos con la jerarquía y continuaremos con los juicios pendientes, quién sabe por cuánto tiempo? Si ello tiene que ocurrir por defender nuestra autonomía y la calidad de nuestra universidad, o por impedir que el pensamiento católico más reaccionario penetre de algún modo en nuestro campus, tendremos que hacerlo. Es nuestro deber hacerlo, cueste lo que cueste. Hay mucha gente honesta y competente entre nosotros que puede prestar su ayuda para defender de manera inteligente nuestra causa en todos los frentes, como lo ha venido haciendo precisamente el equipo rectoral en los últimos años con el respaldo de la comunidad universitaria.

Finalmente, quisiera también decir que no deberíamos tener miedo a una agudización del conflicto. No creo que se produzca una ruptura, porque el resultado podría ser muy destructivo, o tanático, para el país y para la propia Iglesia. También la Iglesia hará su propia reflexión pragmática, no lo dudemos. Pero si la ruptura llegara, haríamos bien en asumirla, no con temor, sino con tranquilidad y conciencia histórica. Hay muchos casos, en el pasado y en la historia reciente, de instituciones académicas o científicas que han tenido que pasar por un cambio radical para poder madurar o mantener su vitalidad. Y ello ha ocurrido también en los últimos años entre varias universidades católicas y la jerarquía de la Iglesia. Cuando los cambios son necesarios, porque está en juego algo muy valioso y esencial que defender, como en nuestro caso, los costos son ciertamente mucho menores que los beneficios. Mantengamos la firmeza y la calma. Creo que tenemos el viento de la historia a nuestro favor.

Miguel Giusti
Profesor del Departamento de Humanidades
5 de abril del 2012

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[1] Dice el Catecismo de la Iglesia Católica: “El oficio de interpretar auténticamente la palabra de Dios, oral o escritura (sic), ha sido encomendado sólo al Magisterio vivo de la Iglesia, el cual lo ejercita en nombre de Jesucristo” (DV 10), es decir, a los obispos en comunión con el sucesor de Pedro, el obispo de Roma. (Parte 1ª, Secc. 1ª, cap. 2, art. 2, III)
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CÓMO ES SER HISTORIADOR EN EL PERÚ

CÓMO ES SER HISTORIADOR EN EL PERÚ

Estimados amigos:

Comparto entrevista que me hizo el periodista argentino Juan Cruz Castiñeiras para el programa Protagonistas del Canal Generacción. Esta se divide en tres partes:

La carrera de historia es grata y más rentable de lo que se piensa

1.- Mi vocación de historiador y Guerra del Pacífico
http://www.youtube.com/watch?v=-cBX9ezeRPs&context=C3d23214ADOEgsToPDskL_SafEaxMW-g6dw2leolTz

2.- La Guerra del Pacífico desde el análisis crítico del discurso
http://www.youtube.com/watch?v=8hjdCY8kNHY&feature=related

3.- El vínculo entre historia y política
http://www.youtube.com/watch?v=dK04wmO-http://www.youtube.com/watch?v=8hjdCY8kNHY&feature=relatedXPY&feature=related

Cordialmente

Daniel Parodi Revoredo » Leer más

FELIZ NAVIDAD Y PRÓSPERO AÑO NUEVO

QUERIDOS AMIGOS DE PALABRAS ESDRÚJULAS.

GRACIAS POR ACOMPAÑARME ESTE AÑO DONDE HAN OCURRIDO TANTAS COSAS Y HEMOS PODIDO INTERCAMBIAR TANTAS IDEAS. LES DESEO LAS MEJORES NAVIDADES EN FAMILIA Y QUE EL AÑO 2012 SEA PRÓSPERO Y VENTUROSO. PARA LO QUE NOS TOCA, QUE EL AÑO 2012 SEA UN PERIODO DE MUCHO SENTIDO COMÚN EN NUESTROS ACTORES POLÍTICOS Y SOCIALES, Y DE ACERCAMIENTO Y CONVENCIMIENTO DE LA IMPORTANCIA DE LA RECONCILIAICIÓN PERUANO-CHILENA POR PARTE DE SUS SENDAS AUTORIDADES.

DESDE ESTA TRIBUNA SEGUREMOS CONVERSANDO, OPINANDO Y PROMOVIENDO EL DESARROLLO DEL PAÍS Y LA JUSTICIA SOCIAL, ASÍ COMO LA INTEGRACIÓN REGIONAL Y LA DISCUSIÓN SERENA DE NUESTRO PASADO.

ABRAZOS Y PARABIENES PARA TODOS

DANIEL


Felices Fiestas

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PEATONES Y CONDUCTORES

¿USTED ES EL ÚLTIMO?’


Por Daniel Parodi Revoredo

En 1989 salía del aeropuerto de Barajas en Madrid a tomar un taxi para dirigirme a casa de los Paz, una familia peruana amiga, que gentilmente me alojó en mi primer y juvenil periplo europeo. Cuando estiré la mano para detener al taxi, una señora mayor, ubicada más de doscientos metros detrás de mí, me llamó la atención áspera y andaluzamente: ¿oiga señó, que estamo nosotro esperando el taxi primero?, ¿no le jode?


el orden de llegada es un concepto desconocido en el Perú

Ciertamente, mis peruanísimas malas costumbres me jugaban mi primera mala pasada en el Viejo Continente, malas costumbres que responden a un orden de cosas particular, susceptible de ser interpretado sociológicamente, pero que en esta ocasión voy a limitarme a describir. Así pues, en el Perú existe “la síncopa del bodeguero”, simpático comerciante que es capaz de atender a cuatro y hasta a cinco personas en simultáneo porque hasta hoy en el país el orden de llegada es un concepto desconocido. Y le digo síncopa porque en estos casos, al igual que en la marinera limeña, para ser escuchado hay que saber entrar en ese delicioso y fugaz silencio que precede a la llamada que se usa para introducir la resbalosa.

Otra dimensión del mismo problema es la que enfrenta diariamente el peatón gallardo y bienintencionado que pretende respetar un orden que no existe y que se rehusa a cruzar las avenidas también sincopadamente, es decir, aprovechando los efímeros segundos que te separan de ser arrollado por un vehículo a toda velocidad o por una combi zigzagueante. No obstante, debo reconocer que algo se ha mejorado, hay empresas de transporte que han renovado sus flotas y adquirido los buses llamados Euro 3, bastante cómodos, cuyos choferes y cobradores brindan su servicio uniformados y que además cuentan con inspector-boletero. Estos buses se detienen sólo en los paraderos, aunque aún hay cosas que deben mejorar, como por ejemplo utilizar las puertas de subida sólo para subir y las de bajada sólo para bajar, en lugar que indistintamente, como se estila hasta ahora.

El crucero peatonal y los semáforos son el último aspecto que voy a tratar en esta reflexión por cuyos sarcasmos me disculpo. El tema me resulta especialmente sensible porque si yo creo que por conducir un vehículo –que pesa más de una tonelada y puede matar a un individuo de a pie si lo atropello- entonces tengo la preferencia, estoy a un paso de la jungla. Si creo que una persona –mayor o menor, qué importa- debe quitarse de en medio simplemente porque yo estoy pasando con mi vehículo y puedo hacerle daño, me pregunto muy preocupado sobre mi desenvolvimiento en otras esferas de mi vida.

Es por eso que ahora que el Municipio de Lima está lanzando una loable campaña de reordenamiento del tránsito, es menester que no pierda de vista atacar el problema desde la perspectiva de los valores cívicos y ciudadanos. Es hora que hagamos cola en las bodegas y que preguntemos ¿quién es el último? en los paraderos para colocarnos detrás. Es momento que los conductores comprendan que los cruceros peatonales no se llaman así por gusto, sino porque las personas de a pié también deben atravesar la pista, desplazarse y son ciudadanos como todos nosotros; ya es tiempo de que los conductores se den cuenta de que esa personita de verde que simula caminar en los nuevos semáforos inteligentes no es una señal para que pasen ellos, sino para que crucen los peatones.

No sé qué tan banales hayan resultado estas palabras, considerando otras graves problemáticas por la que atraviesa el país, tampoco creo que mi propuesta solucione muchas cosas. Sí creo que respetar algunas pequeñas normas de convivencia nos hará más ciudadanos y más respetuosos del espacio y de los derechos del otro. Así pues, a mi no me importa ser el último si con ello valoro y reconozco a los demás.

Publicado en La República, el 25 de noviembre
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SUSPENSIÓN DE MI COLUMNA EN LA REPÚBLICA

Queridos amigos:

Debo anunciarles que acabo de recibir la noticia de que mi columna HIstoria&Presente no continuará en el Diario La República. Al respecto, quiero expresarle públicamente mi agradecimiento por la oportunidad de dirigirme al gran público durante 4 meses al Jefe de la Sección de Opinión de LR y amigo personal, Federico de Cárdenas, la que extiendo a la Dirección del diario. También al Amigo Samuel Adrianzén de la PUCP quien gestionó esta posibilidad.

Historia&Presente no continuará en La República

No voy a opinar publicamente sobre esta decisión porque no está en mí señalar la propiedad, calidad o pertinencia de la línea ideológica de mi columna, sí he querido ser yo quien difunda la noticia y se encargue de darla a conocer a mis lectores, que por el número de “likes” de Historia&Presente, iba creciendo de manera constante.

Gracias pues por valorar mi trabajo, yo voy a seguir publicando Historia&Presente a través de Palabras Esdrújulas, y difundiéndola a través de facebook, así que nada, la función debe continuar.

Un fuerte abrazo

Daniel Parodi Revoredo » Leer más