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Me intereso más sobre su país y le pregunto por esa herencia que yo considero anacrónica e impropia de países desarrollados, la monarquía. Me dice que el castillo del rey puede ser visto como un “museo” en donde sus habitantes se confunden con las otras “piezas de museo” que habitan ahí. Si bien tiene ciertos privilegios, su poder real no interfiere en el rumbo del país y es valorado más bien por su valor histórico y el sentido de unidad que a veces le da a un país dividido tan dividido como Bélgica. Me dice que si no hubiera rey las cosas seguirían con normalidad, no cambiaría mucho la situación política de su país y por eso ya casi nadie se ocupa de si debe seguir existiendo o no un rey. Al comienzo le dije a Bruno que ni siquiera acá en Perú nos imaginamos ser gobernados por un rey, pero ya después de escucharlo hablar de su monarquía me pareció hasta divertido que los peruanos tuviéramos un rey en algún momento.
Para Bruno, si bien la monarquía no es un problema político, la división del país en dos grandes regiones, Valonia y Flandes, sí lo es. Él es valón y tiene muchos amigos flamencos, pero dice que sus políticos siempre están peleándose por el problema lingüístico y de privilegios que a él le parecen intrascendentes. Los políticos flamencos, dice Bruno, siempre sacan a relucir sus diferencias, como que ellos son la población mayoritaria o los que económicamente aportan más al país y tienen que mantener a la región francófona menos productiva; otras diferencias más históricas, como que los generales valones durante la segunda guerra mundial enviaron a los soldados flamencos como carne de cañón pues no entendían correctamente las órdenes dadas en francés. Sin embargo, en la vida cotidiana los belgas viven más en armonía y cada vez hay una mayor interrelación entre una región y otra. La población, sobre todo los jóvenes, han superado la dificultad de tener que aprender uno y otro idioma, generalmente comunicándose en inglés.
Bruno tiene una hipótesis sobre el Perú, las diferencias geográficas acentúan las diferencias sociales. Él me explica que Bélgica tiene profundas desigualdades culturales, pero su territorio llano, la cercanía de sus provincias y un mejor transporte hace que los belgas aprendan a conocerse y entenderse mejor que en nuestro país, además sus comunidades están bien representadas en lo político y nadie se siente excluido, aunque sí diferentes.
Bélgica pasó casi dos años sin gobierno, algo que me parecía sorprendente al comienzo. ¿Y como funcionó el país durante ese tiempo? le dije y me respondió Bien, las instituciones funcionaron normalmente, sólo que no hubo políticas a largo plazo, algo inconcebible en el Perú en donde las instituciones no funcionan ni con un gobierno instituido. Luego me dijo, con una sonrisa en los labios, que el actual primer ministro era “socialista y gay”. En Perú cualquiera pensaría al instante que lo de socialista y gay fue un insulto, pero con la tranquilidad con la que me lo dijo y por lo que conozco de la política europea supe que con socialista hacía referencia a los socialdemócratas europeos y con lo de gay a lo avanzado que está su país en el tema de derechos. Al final ya no supe que era lo más sorprendente, si estar dos años sin gobierno o que tengan un primer ministro confesamente homosexual.
Bruno tiene ascendencia italiana y se le nota en ese aire de soldado romano en reposo que ostenta; tiene el porte y la firmeza de ese soldado, pero en su amabilidad y educación deja entrever a ese europeo cosmopolita, aventurero y con una alta sensibilidad por los problemas sociales. Terminamos hablando de cine y de música, de los hermanos Deerdenne y de Amelie, pero también de música y sobre todo de una canción de un compatriota suyo que nos gustaba mucho a los dos, hablamos de lo original del video y del recuerdo que nos traía a la mente la letra.
De regreso a casa seguía tarareando la canción de Gotye y de pronto me vino a la mente la salida con los suecos que también conocí ese fin de semana y lo bien que me lleve con todos, entonces me dije que quizá esa canción no sólo tenga un ritmo melodioso, o el recuerdo de un amor pasado, sino que el título podría describir con precisión lo que sentí ese fin de semana, que un europeo siempre será Somebody that i used to know.
Para Bruno, si bien la monarquía no es un problema político, la división del país en dos grandes regiones, Valonia y Flandes, sí lo es. Él es valón y tiene muchos amigos flamencos, pero dice que sus políticos siempre están peleándose por el problema lingüístico y de privilegios que a él le parecen intrascendentes. Los políticos flamencos, dice Bruno, siempre sacan a relucir sus diferencias, como que ellos son la población mayoritaria o los que económicamente aportan más al país y tienen que mantener a la región francófona menos productiva; otras diferencias más históricas, como que los generales valones durante la segunda guerra mundial enviaron a los soldados flamencos como carne de cañón pues no entendían correctamente las órdenes dadas en francés. Sin embargo, en la vida cotidiana los belgas viven más en armonía y cada vez hay una mayor interrelación entre una región y otra. La población, sobre todo los jóvenes, han superado la dificultad de tener que aprender uno y otro idioma, generalmente comunicándose en inglés.
Bruno tiene una hipótesis sobre el Perú, las diferencias geográficas acentúan las diferencias sociales. Él me explica que Bélgica tiene profundas desigualdades culturales, pero su territorio llano, la cercanía de sus provincias y un mejor transporte hace que los belgas aprendan a conocerse y entenderse mejor que en nuestro país, además sus comunidades están bien representadas en lo político y nadie se siente excluido, aunque sí diferentes.
Bélgica pasó casi dos años sin gobierno, algo que me parecía sorprendente al comienzo. ¿Y como funcionó el país durante ese tiempo? le dije y me respondió Bien, las instituciones funcionaron normalmente, sólo que no hubo políticas a largo plazo, algo inconcebible en el Perú en donde las instituciones no funcionan ni con un gobierno instituido. Luego me dijo, con una sonrisa en los labios, que el actual primer ministro era “socialista y gay”. En Perú cualquiera pensaría al instante que lo de socialista y gay fue un insulto, pero con la tranquilidad con la que me lo dijo y por lo que conozco de la política europea supe que con socialista hacía referencia a los socialdemócratas europeos y con lo de gay a lo avanzado que está su país en el tema de derechos. Al final ya no supe que era lo más sorprendente, si estar dos años sin gobierno o que tengan un primer ministro confesamente homosexual.
Bruno tiene ascendencia italiana y se le nota en ese aire de soldado romano en reposo que ostenta; tiene el porte y la firmeza de ese soldado, pero en su amabilidad y educación deja entrever a ese europeo cosmopolita, aventurero y con una alta sensibilidad por los problemas sociales. Terminamos hablando de cine y de música, de los hermanos Deerdenne y de Amelie, pero también de música y sobre todo de una canción de un compatriota suyo que nos gustaba mucho a los dos, hablamos de lo original del video y del recuerdo que nos traía a la mente la letra.
De regreso a casa seguía tarareando la canción de Gotye y de pronto me vino a la mente la salida con los suecos que también conocí ese fin de semana y lo bien que me lleve con todos, entonces me dije que quizá esa canción no sólo tenga un ritmo melodioso, o el recuerdo de un amor pasado, sino que el título podría describir con precisión lo que sentí ese fin de semana, que un europeo siempre será Somebody that i used to know.