Hace un buen tiempo una amiga me contó que en su colegio religioso y exclusivamente femenino, a las monjitas del lugar se les ocurrió la genial idea de invitar a un grupo de chicos para que instruyan un poco a sus alumnas acerca de las relaciones de pareja. Entre los muchos consejos que recibieron, uno de ellos resalto el hecho de dar el espacio correspondiente a la pareja de turno. Claro que cada uno tiene su propia y personal forma de querer y entregarse como para que alguien le este dando las pautas de cómo hacerlo, pero como dicen un consejo hasta de un conejo. El caso es que darle el espacio adecuado a tu pareja es algo mucho más complicado de lo que a primera vista pareciera.
Para simplificar un poco las cosas, construyamos una escala de valores del 1 al 10, en la que 1 representa que tú le das poco o nada de espacio a tu pareja y 10 significa que le das demasiado espacio o simplemente la dejas libre para que haga lo que le plazca. Para no ser injustos digamos que eres una persona equilibrada y que a las distintas parejas que tengas siempre le vas a dar 5. Hasta aquí hemos seguido el consejo del muchacho e intentamos no ser ni demasiados posesivos ni demasiado indiferentes. ¿Pero qué pasa con la otra persona? ¿Nos hemos acaso puesto a pensar qué es lo que a nuestra media naranja le gustaría? ¿O cómo se siente ella respecto a la libertad que le damos? Esto es de suma importancia porque no todas las personas necesitan la misma cantidad de libertad por parte de su pareja y algunas prácticamente nada. Por ejemplo a mí, que soy bastante solitario, me gusta que me den mucha libertad y estaría bastante contento con un 7 por ejemplo. En mi caso debo reconocer que además mi grado de tolerancia es alto y podría soportar tranquilamente hasta un 3 pero valgan verdades no todas las personas somos muy tolerantes. Tenemos también el lado opuesto. Se me vienen a la mente muchas personas, no sé por qué en su mayoría del sexo femenino, que exigen de su pareja un 3 o inclusive un 2 o sea muy poca libertad y que se sienten bien si su pareja esta detrás de ellas todo el tiempo. Conozco algunos amigos que se comportan así también pero no son muchos y a los que recuerdo tienen personalidades por decir lo menos bastante particulares. Sin embargo es claro que no se trata solo de ser buenamente democrático e intentar dar un cierto grado de libertad estándar. Imaginemos que como comentamos intentamos brindar a nuestra pareja un 5 de espacio y resulta que ella requiere un 2. Sencillamente ella se sentirá abandonada o desamparada o disgustada por tu poco interés y afecto aunque tú por tu lado estés poniendo mucho de tu parte para que ella se siente bien contigo. Puede también puede suceder todo lo contrario. Tú estas intentando conscientemente un 5 mientras que tu pareja requiere un 8. En este caso tu pareja se sentirá acosada o asfixiada por tu presencia la cual le parecerá exagerada. Esto te traerá confusión pues lo único que quieres es compartir valioso tiempo con ella aunque no quieres hacerla sentir atosigada o parecer espeso.
Lo ideal claro sería encontrar pares de parejas correspondientes. Por ejemplo el par (1-1,4-4) ó (7-7,2-2) pero nadie tiene un cartel que diga, “Ey, yo requiero 2 y doy 7, estoy buscando alguien que requiera 7 y de 2. No, lamentablemente no. Por otro lado y para complicar un poco más la situación nuestras necesidades no son estáticas y si bien ahora podemos querer un 3 mañana más tarde nos gustaría un 6. Y mientras que ahora podemos ofrecer un 5 tal vez en unos años nos sea muy difícil pasar de un 3.
Lo que si me sorprende de todo esto es que muchos, tanto chicas como chicos, se quejan de que ahora que están con pareja no pueden salir como antes. Vamos, no se trata de ser un vagabundo sin rumbo, pero tampoco debemos llegar a extremos. Muchas veces les pregunto a mis amigos ¿Qué es lo que cambió en tu vida cuando estuviste con tal persona? Y por lo general me contestan: “Pues no podía salir con mis amigos/amigas como antes”. Y yo les pregunto ¿Y eso por qué tenía que cambiar? No me refiero a la gente malograda que sale exclusivamente para emborracharse, gilear ó agarrar. Me refiero a la gente que sale con sus amigos y disfruta estar con ellos y conversar con ellos. Estas salidas no tienen porque cortarse y eso es algo que inclusive debe valorarse y protegerse.
Recuerdo una conversación que tuve con un amigo hace poco:
– ¿Qué planes para el sábado en la noche?
– Ninguno en especial
– Qué no vas a salir con tu flaca
– No, lo que pasa es que ella tiene una reunión con amigos del colegio
– Qué y tu normal?
– Si normal, ella me avisó con tiempo y nos pusimos de acuerdo
– Vaya, está bien creo, pero me sorprende un poco.
– Bueno, no sé, así he pensado desde los 19, creo que cada quién debe y tiene que salir con sus amigos, por algo son sus amigos no?
– Este, si pero en mi caso eso es algo que aprendí después de mucho tiempo.
– Ah bueno, de todas formas no creo que haya sido muy maduro a los 19 pero si tenía mis ideas claras respecto a la libertad de mi pareja.
Debo reconocer que no soy el mismo chico confiado de cuando tenía 19. Después de algunas ingratas experiencias a uno le quedan siempre alguno que otro rezago, pero trato de ser coherente con mis ideas. No se trata tampoco de ser el tipo más cándido del mundo, pero como le decía a una amiga: “Ok, entiendo que no te guste que a tu enamorado la llame una amiga pero míralo de esta manera, tal vez el ponga su celular en modo silencioso cuando este contigo y luego cuando tú te vas igual conversa con su amiga. En principio con tu actitud no has logrado mucho, excepto que haga sus cosas a escondidas.”
Para terminar y si me han seguido hasta aquí les agradecería llenar las siguientes encuestas:
De una escala del 1 al 10, donde 1 representa que tú le das a tu pareja poco o nada de espacio y 10 representa que le das a tu pareja total libertad para hacer sus cosas,
De una escala del 1 al 10 donde 1 representa que te gustaría recibir de tu pareja poco o nada de espacio y 10 representa que te gustaría recibir de tu pareja mucho espacio,
Buena vida para todos, Renzo