Preguntas absurdas

Acababa de llegar a mi casa, cansado, con hambre, un poco molesto por el día pesado que había tenido. Ciertamente todos tenemos estos días de vez en cuando y lo que más queremos es que se acabe, llegar pronto a nuestra cama y cerrar los ojos para al menos olvidar por unas horas nuestras pequeñas o grandes desdichas.

Metí la mano en el bolsillo derecho y busque mi llavero de carita feliz que siempre suelo notar por el bulto que forma, sin embargo no lo encontré. Espera… creo que lo puse en mi maleta… no aquí no esta. Hum, a lo mejor en el bolsillo de la camisa. Tampoco. No! Ahora lo recuerdo con claridad, lo había dejado en el escritorio de mi oficina. Ahora a tocar la bendita puerta y esperar que algún alma generosa se apiade de mí y me abra pasada ya la medianoche.

Toc!, toc!, toc!
Quién es?
Soy yo, es que acaso no sabes cómo toco?
Y tu llave?

Aguanta, o sea, crees que toco la puerta porque quiero ejercitar mi brazo. O tal vez piensas que he empezado a entrenar para músico de la calle. O tal vez se te ocurre que quiero despertar a medio mundo para salvarlos de una pesadilla medieval. No, no, por favor, la llave la tengo en el bolsillo, solo que me dió flojera sacarla.

En fin, lo único que se es de esta historia es que inevitablemente la volveré a vivir =)

A veces también pasa que te despiertas algo tarde y te da más pereza levantarte de tu cama caliente y enfrentarte al frío invierno limeño. El agua de la ducha sale helada porque la terma se malogro y te demoras un poquito más hasta que, valiente tú, te decides a enfrentarte a la gélida cascada artificial que imaginas como tempanos de hielo cayendo en tu cabeza. Un primer chapuzón y ya esta, lo demás es medianamente fácil y rápido. Sales corriendo del baño y tu camisa no está. La buscas, desnudo como estás por toda la habitación y te das cuenta que el perro se la había llevado al jardín y revolcado en el lodo. Ni modo, a buscar en el tacho de la ropa sucia alguna camisa que este más o menos presentable. Al fin encuentras una y te vistes volando para salir. Pero antes tienes que tomar desayuno y justo tu mamá te ha preparado un banquete que no puedes rechazar. Sales raudo a tu trabajo pero por tacaño no quieres tomar taxi y te arriesgas con una combi. A medio camino te das cuenta que el tráfico de Lima no perdona y que vas a llegar recontratarde, pero no sabes cuánto así que te das media vuelta y le preguntas a un abuelito con cara de buena gente.

Disculpe, qué hora tiene?

Espera, espera, o sea que por preguntarle la hora vas a llegar más temprano al trabajo? O caso alucinas que a la combi le van a salir alas y se va a tragar todo el tráfico de más 40 cuadras que tienes que pasar. O tal vez sospechas que el abuelito es Papa Noel y detendrá el tiempo como regalo de Navidad. Claro, es más fácil preguntarle la hora una y otra vez al mismo abuelito que ya esta a punto de volverse loco que bajarte y tomar un taxi a tu trabajo. Y la próxima vez mejor comprate un reloj no crees?

Un abrazo, Renzo

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