Por lo demás sus clases eran instrucciones menores con tal o cual recomendación y bastante floro redundante algo que siempre me llamaba la atención porque podía hablar de lo mismo durante buen rato sin ser aburrido ni usar las mismas palabras en especial porque yo no hubiera podido tener la atención de su audiencia más de 3 minutos. En ese sentido lo respetaba y hasta podría decir que lo admiraba porque me hubiese gustado tener en parte al menos algo de su verborrea. Claro que en tal caso no lo utilizaría para hacer perder el tiempo a la gente pero si a él le servía para mantener su negocio bien por el.
Otro detalle que olvidaba era que para entrar a la piscina había que pagar S/. 6 diarios tanto en Breña como en los Olivos, eso sin incluir pasajes de ida y vuelta. En realidad creo que me gastaba más en pasajes y multiplicando eso por todos los días que fui resulta una suma considerable que nunca me molestare en calcular. Sin embargo la experiencia valió la pena y para quien quiera intentarlo le doy desde estas líneas todo el ánimo posible. Recuerdo ahora los nombres de algunos chicos: Jorge, Iván, Soledad. Chicos sinceramente espero que les este yendo bien en donde quiera que estén. Creo que todos pusieron mucho de su parte para lograr sus objetivos y espero que la vida sepa retribuirles en su justa medida.
Creo que lo más duro eran los viajes de ida y vuelta. El viaje de ida en hora punta y tomando a veces 2 carros se me hacían infinitos y pesadísimos. El viaje de vuelta después del entrenamiento y siendo ya algo tarde me agotaba aún más. En Los Olivos la distancia me afectaba, en Breña la inseguridad. Sin embargo siempre veía el marco global y estaba con mucho ánimo teniendo muy en claro los objetivos planteados. El profe seguía en lo suyo, llevando de un lado para otro los tubos de rescate y sus aletas de salvavidas, dándonos indicaciones de media hora y siempre anotando todos los pagos en su cuaderno.