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A España sin Escalas (Parte 3)

En diciembre del año pasado la academia cerro y el profe realizó una pequeña ceremonia de clausura, previo pago de por medio, para entregar el carnet de socorrista acuático y los certificados. La reunión se llevo a cabo en un pequeño restaurant de la avenida Bolivia en el Centro de Lima y todos la pasamos bien. La mayoría de los chicos estaban muy emocionados y sumamente esperanzados en el próximo viaje. Lo único malo que me paso fue que mi carnet me lo entregaron sin mica. Pero bueno, después de todo lo sufrido era lo de menos.

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Ahora todos nos disponíamos a esperar la prueba y a no perder el físico. Esto último no era ningún problema dado que entrenaba en el club Terrazas normalmente todos los días y podía tranquilamente hacer la marca mínima. Justo en esos días Beto, nuestro entrenador en el club nos pedía que realizáramos ejercicios anaeróbicos y de buceo. Eso era justo lo que necesitaba para ponerme a punto. El día de la prueba llego rápido y casi sin avisar. Hubo previamente un reunión un viernes en la noche en donde conocimos a un peruano gordo y un argentino de gesto adusto llamado Pablo. Ellos nos explicaron en qué consistía la prueba, cuáles eran los demás requisitos y nos dieron una clase de repaso sobre primeros auxilios y socorrismo acuático. Lo hacían en gran parte porque habían muchos que solo eran nadadores y no tenían mayor experiencia como salvavidas. La prueba final sería tomada al día siguiente sábado y tomaría todo el día. Había que llevar además una copia de las primeras 2 hojas del pasaporte, original y copia de nuestro certificado de estudios de colegio, original y copia de nuestro certificado de socorrista y por supuesto pasar la prueba. Se presentaron más de 300 personas llegadas de todas partes del Perú. Desde Arequipa, Moquegua, Cuzco, gente de algunas playas del Sur y de todas partes de Lima iban llegando y colocándose alrededor de la piscina y en las tribunas. Me sorprendió la convocatoria, en gran medida porque hasta ese momento pensaba que el profe era el único intermediario entre Perú y la empresa española pero por lo visto el solo era uno más en el vasto mundo de socorristas acuáticos. Fue una de tantas sorpresas que me llevaría en esos días. La segunda consistió en que los antiguos trabajadores de la empresa o sea los que habían viajado años anteriores no necesitaban dar la prueba. Es decir que los que habían sido socorristas años anteriores ya tenían su cupo asegurado. Eso me hizo pensar que nuestras posibilidades eran más reducidas aún.

Sin embargo no había tiempo para amilanarse ni entrar en dudas. Había que ir para adelante y con todo el ánimo del mundo. Nos volvieron a explicar en qué consistía la prueba: eran 100 metros en la piscina de los cuales 50 metros nadando lo más rápido posible, luego tomar aire y bucear 18 metros, tomar a la víctima, llevarla los 7 metros restantes hasta el final de la piscina de 25 metros y luego completar los 100 metros jalando a la víctima unos últimos y extenuantes 25 metros. Cada uno tenía que elegir a su víctima lo cual marcaba una diferencia sustancial respecto a las primeras indicaciones del profe. El profe nos había dicho que en la prueba se iban a usar muñecos de 30 kilos para todos, mientras que ahora cada uno debía elegir a su víctima que podía ser de cualquier tamaño o peso. En gran medida dicha elección resultaría decisiva. Si tu víctima era un flaquito de 60 kilos podrías sacarle una gran ventaja a otro competidor cuya víctima era por ejemplo de 80 kilos. Claro, todos buscaban que su víctima sea la más ligera y delgada posible y habían varios candidatos “favoritos”. Yo para variar me confié en las palabras de un amigo que me dijo que el “flotaba” en el agua. Era un gordito bajito y sinceramente pensé que iba a resultar fácil remolcarlo, pero a la hora de la hora resulto como arrastrar una roca. Mi tiempo final fue de 2 minutos con 14 segundos, una marca defectuosa para mí pero suficiente para clasificar. Al día siguiente era la entrevista personal. Nos entrevistaron dos españoles. A mí me toco una española que resulto ser una señora muy amable y atenta. Me pidió todos mis documentos y me pregunto si podía pagar la mitad del pasaje a España y si tenía preferencia por trabajar en algún lugar en particular en España. Le respondí que si podía pagar la mitad del pasaje a España y que si era posible me gustaría trabajar en Madrid. Por supuesto que las preguntas fueron parte de un mero cuestionario pues al final cada uno de nosotros terminó ubicado en lugares insospechados. Luego nos dijeron que una vez completaba la evaluación nos iban a llamar o a enviar un correo para contactarnos. Yo entregue todos mis documentos pero adicionalmente nos pidieron enviarlos escaneados por email cosa que realicé a los pocos días. Quedaba solo esperar una respuesta positiva. Entre tanto regrese a mis labores diarias en mi trabajo y en mi vida personal. A veces con el transcurrir de los días uno se iba desanimando pero el ánimo que nos dábamos entre todo nos permitía sostener la esperanza que pronto nos enviarían el contrato de trabajo.

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ECLESIASTÉS

Capítulo 1

Todo es vanidad


1:1 Palabras del Predicador, hijo de David, rey en Jerusalén.
1:2 Vanidad de vanidades, dijo el Predicador; vanidad de vanidades, todo es vanidad.
1:3 ¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo con que se afana debajo del sol?
1:4 Generación va, y generación viene; mas la tierra siempre permanece.
1:5 Sale el sol, y se pone el sol, y se apresura a volver al lugar de donde se levanta.
1:6 El viento tira hacia el sur, y rodea al norte; va girando de continuo, y a sus giros vuelve el viento de nuevo.
1:7 Los ríos todos van al mar, y el mar no se llena; al lugar de donde los ríos vinieron, allí vuelven para correr de nuevo.
1:8 Todas las cosas son fatigosas más de lo que el hombre puede expresar; nunca se sacia el ojo de ver, ni el oído de oír.
1:9 ¿Qué es lo que fue? Lo mismo que será. ¿Qué es lo que ha sido hecho? Lo mismo que se hará; y nada hay nuevo debajo del sol.
1:10 ¿Hay algo de que se puede decir: He aquí esto es nuevo? Ya fue en los siglos que nos han precedido.
1:11 No hay memoria de lo que precedió, ni tampoco de lo que sucederá habrá memoria en los que serán después.

La experiencia del Predicador


1:12 Yo el Predicador fui rey sobre Israel en Jerusalén.
1:13 Y di mi corazón a inquirir y a buscar con sabiduría sobre todo lo que se hace debajo del cielo; este penoso trabajo dio Dios a los hijos de los hombres, para que se ocupen en él.
1:14 Miré todas las obras que se hacen debajo del sol; y he aquí, todo ello es vanidad y aflicción de espíritu.
1:15 Lo torcido no se puede enderezar, y lo incompleto no puede contarse.
1:16 Hablé yo en mi corazón, diciendo: He aquí yo me he engrandecido, y he crecido en sabiduría1 Reyes 4. 29-31 sobre todos los que fueron antes de mí en Jerusalén; y mi corazón ha percibido mucha sabiduría y ciencia.
1:17 Y dediqué mi corazón a conocer la sabiduría, y también a entender las locuras y los desvaríos; conocí que aun esto era aflicción de espíritu.
1:18 Porque en la mucha sabiduría hay mucha molestia; y quien añade ciencia, añade dolor.

Capítulo 2


2:1 Dije yo en mi corazón: Ven ahora, te probaré con alegría, y gozarás de bienes. Mas he aquí esto también era vanidad.
2:2 A la risa dije: Enloqueces; y al placer: ¿De qué sirve esto?
2:3 Propuse en mi corazón agasajar mi carne con vino, y que anduviese mi corazón en sabiduría, con retención de la necedad, hasta ver cuál fuese el bien de los hijos de los hombres, en el cual se ocuparan debajo del cielo todos los días de su vida.
2:4 Engrandecí mis obras, edifiqué para mí casas, planté para mí viñas;
2:5 me hice huertos y jardines, y planté en ellos árboles de todo fruto.
2:6 Me hice estanques de aguas, para regar de ellos el bosque donde crecían los árboles.
2:7 Compré siervos y siervas, y tuve siervos nacidos en casa; también tuve posesión grande de vacas y de ovejas, más que todos los que fueron antes de mí en Jerusalén.
2:8 Me amontoné también plata y oro, y tesoros preciados de reyes y de provincias; me hice de cantores y cantoras, de los deleites de los hijos de los hombres, y de toda clase de instrumentos de música.1 Reyes 10. 23-272 Cronicas 9. 22-27
2:9 Y fui engrandecido y aumentado más que todos los que fueron antes de mí en Jerusalén; a más de esto, conservé conmigo mi sabiduría.
2:10 No negué a mis ojos ninguna cosa que desearan, ni aparté mi corazón de placer alguno, porque mi corazón gozó de todo mi trabajo; y esta fue mi parte de toda mi faena.
2:11 Miré yo luego todas las obras que habían hecho mis manos, y el trabajo que tomé para hacerlas; y he aquí, todo era vanidad y aflicción de espíritu, y sin provecho debajo del sol.
2:12 Después volví yo a mirar para ver la sabiduría y los desvaríos y la necedad; porque ¿qué podrá hacer el hombre que venga después del rey? Nada, sino lo que ya ha sido hecho.
2:13 Y he visto que la sabiduría sobrepasa a la necedad, como la luz a las tinieblas.
2:14 El sabio tiene sus ojos en su cabeza, mas el necio anda en tinieblas; pero también entendí yo que un mismo suceso acontecerá al uno como al otro.
2:15 Entonces dije yo en mi corazón: Como sucederá al necio, me sucederá también a mí. ¿Para qué, pues, he trabajado hasta ahora por hacerme más sabio? Y dije en mi corazón, que también esto era vanidad.
2:16 Porque ni del sabio ni del necio habrá memoria para siempre; pues en los días venideros ya todo será olvidado, y también morirá el sabio como el necio.
2:17 Aborrecí, por tanto, la vida, porque la obra que se hace debajo del sol me era fastidiosa; por cuanto todo es vanidad y aflicción de espíritu.
2:18 Asimismo aborrecí todo mi trabajo que había hecho debajo del sol, el cual tendré que dejar a otro que vendrá después de mí.
2:19 Y ¿quién sabe si será sabio o necio el que se enseñoreará de todo mi trabajo en que yo me afané y en que ocupé debajo del sol mi sabiduría? Esto también es vanidad.
2:20 Volvió, por tanto, a desesperanzarse mi corazón acerca de todo el trabajo en que me afané, y en que había ocupado debajo del sol mi sabiduría.
2:21 ¡Que el hombre trabaje con sabiduría, y con ciencia y con rectitud, y que haya de dar su hacienda a hombre que nunca trabajó en ello! También es esto vanidad y mal grande.
2:22 Porque ¿qué tiene el hombre de todo su trabajo, y de la fatiga de su corazón, con que se afana debajo del sol?
2:23 Porque todos sus días no son sino dolores, y sus trabajos molestias; aun de noche su corazón no reposa. Esto también es vanidad.
2:24 No hay cosa mejor para el hombre sino que coma y beba, y que su alma se alegre en su trabajo. También he visto que esto es de la mano de Dios.
2:25 Porque ¿quién comerá, y quién se cuidará, mejor que yo?
2:26 Porque al hombre que le agrada, Dios le da sabiduría, ciencia y gozo; mas al pecador da el trabajo de recoger y amontonar, para darlo al que agrada a Dios. También esto es vanidad y aflicción de espíritu.

Capítulo 3

Todo tiene su tiempo


3:1 Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora.
3:2 Tiempo de nacer, y tiempo de morir; tiempo de plantar, y tiempo de arrancar lo plantado;
3:3 tiempo de matar, y tiempo de curar; tiempo de destruir, y tiempo de edificar;
3:4 tiempo de llorar, y tiempo de reir; tiempo de endechar, y tiempo de bailar;
3:5 tiempo de esparcir piedras, y tiempo de juntar piedras; tiempo de abrazar, y tiempo de abstenerse de abrazar;
3:6 tiempo de buscar, y tiempo de perder; tiempo de guardar, y tiempo de desechar;
3:7 tiempo de romper, y tiempo de coser; tiempo de callar, y tiempo de hablar;
3:8 tiempo de amar, y tiempo de aborrecer; tiempo de guerra, y tiempo de paz.
3:9 ¿Qué provecho tiene el que trabaja, de aquello en que se afana?
3:10 Yo he visto el trabajo que Dios ha dado a los hijos de los hombres para que se ocupen en él.
3:11 Todo lo hizo hermoso en su tiempo; y ha puesto eternidad en el corazón de ellos, sin que alcance el hombre a entender la obra que ha hecho Dios desde el principio hasta el fin.
3:12 Yo he conocido que no hay para ellos cosa mejor que alegrarse, y hacer bien en su vida;
3:13 y también que es don de Dios que todo hombre coma y beba, y goce el bien de toda su labor.
3:14 He entendido que todo lo que Dios hace será perpetuo; sobre aquello no se añadirá, ni de ello se disminuirá; y lo hace Dios, para que delante de él teman los hombres.
3:15 Aquello que fue, ya es; y lo que ha de ser, fue ya; y Dios restaura lo que pasó.

Injusticias de la vida


3:16 Vi más debajo del sol: en lugar del juicio, allí impiedad; y en lugar de la justicia, allí iniquidad.
3:17 Y dije yo en mi corazón: Al justo y al impío juzgará Dios; porque allí hay un tiempo para todo lo que se quiere y para todo lo que se hace.
3:18 Dije en mi corazón: Es así, por causa de los hijos de los hombres, para que Dios los pruebe, y para que vean que ellos mismos son semejantes a las bestias.
3:19 Porque lo que sucede a los hijos de los hombres, y lo que sucede a las bestias, un mismo suceso es: como mueren los unos, así mueren los otros, y una misma respiración tienen todos; ni tiene más el hombre que la bestia; porque todo es vanidad.
3:20 Todo va a un mismo lugar; todo es hecho del polvo, y todo volverá al mismo polvo.
3:21 ¿Quién sabe que el espíritu de los hijos de los hombres sube arriba, y que el espíritu del animal desciende abajo a la tierra?
3:22 Así, pues, he visto que no hay cosa mejor para el hombre que alegrarse en su trabajo, porque esta es su parte; porque ¿quién lo llevará para que vea lo que ha de ser después de él?

Capítulo 4


4:1 Me volví y vi todas las violencias que se hacen debajo del sol; y he aquí las lágrimas de los oprimidos, sin tener quien los consuele; y la fuerza estaba en la mano de sus opresores, y para ellos no había consolador.
4:2 Y alabé yo a los finados, los que ya murieron, más que a los vivientes, los que viven todavía.
4:3 Y tuve por más feliz que unos y otros al que no ha sido aún, que no ha visto las malas obras que debajo del sol se hacen.
4:4 He visto asimismo que todo trabajo y toda excelencia de obras despierta la envidia del hombre contra su prójimo. También esto es vanidad y aflicción de espíritu.
4:5 El necio cruza sus manos y come su misma carne.
4:6 Más vale un puño lleno con descanso, que ambos puños llenos con trabajo y aflicción de espíritu.
4:7 Yo me volví otra vez, y vi vanidad debajo del sol.
4:8 Está un hombre solo y sin sucesor, que no tiene hijo ni hermano; pero nunca cesa de trabajar, ni sus ojos se sacian de sus riquezas, ni se pregunta: ¿Para quién trabajo yo, y defraudo mi alma del bien? También esto es vanidad, y duro trabajo.
4:9 Mejores son dos que uno; porque tienen mejor paga de su trabajo.
4:10 Porque si cayeren, el uno levantará a su compañero; pero ¡ay del solo! que cuando cayere, no habrá segundo que lo levante.
4:11 También si dos durmieren juntos, se calentarán mutuamente; mas ¿cómo se calentará uno solo?
4:12 Y si alguno prevaleciere contra uno, dos le resistirán; y cordón de tres dobleces no se rompe pronto.
4:13 Mejor es el muchacho pobre y sabio, que el rey viejo y necio que no admite consejos;
4:14 porque de la cárcel salió para reinar, aunque en su reino nació pobre.
4:15 Vi a todos los que viven debajo del sol caminando con el muchacho sucesor, que estará en lugar de aquél.
4:16 No tenía fin la muchedumbre del pueblo que le seguía; sin embargo, los que vengan después tampoco estarán contentos de él. Y esto es también vanidad y aflicción de espíritu.

Capítulo 5

La insensatez de hacer votos a la ligera


5:1 Cuando fueres a la casa de Dios, guarda tu pie; y acércate más para oír que para ofrecer el sacrificio de los necios; porque no saben que hacen mal.
5:2 No te des prisa con tu boca, ni tu corazón se apresure a proferir palabra delante de Dios; porque Dios está en el cielo, y tú sobre la tierra; por tanto, sean pocas tus palabras.
5:3 Porque de la mucha ocupación viene el sueño, y de la multitud de las palabras la voz del necio.
5:4 Cuando a Dios haces promesa, no tardes en cumplirla; porque él no se complace en los insensatos. Cumple lo que prometes.
5:5 Mejor es que no prometas, y no que prometas y no cumplas.
5:6 No dejes que tu boca te haga pecar, ni digas delante del ángel, que fue ignorancia. ¿Por qué harás que Dios se enoje a causa de tu voz, y que destruya la obra de tus manos?
5:7 Donde abundan los sueños, también abundan las vanidades y las muchas palabras; mas tú, teme a Dios.

La vanidad de la vida


5:8 Si opresión de pobres y perversión de derecho y de justicia vieres en la provincia, no te maravilles de ello; porque sobre el alto vigila otro más alto, y uno más alto está sobre ellos.
5:9 Además, el provecho de la tierra es para todos; el rey mismo está sujeto a los campos.
5:10 El que ama el dinero, no se saciará de dinero; y el que ama el mucho tener, no sacará fruto. También esto es vanidad.
5:11 Cuando aumentan los bienes, también aumentan los que los consumen. ¿Qué bien, pues, tendrá su dueño, sino verlos con sus ojos?
5:12 Dulce es el sueño del trabajador, coma mucho, coma poco; pero al rico no le deja dormir la abundancia.
5:13 Hay un mal doloroso que he visto debajo del sol: las riquezas guardadas por sus dueños para su mal;
5:14 las cuales se pierden en malas ocupaciones, y a los hijos que engendraron, nada les queda en la mano.
5:15 Como salió del vientre de su madre, desnudo, así vuelve, yéndose tal como vino; y nada tiene de su trabajo para llevar en su mano.
5:16 Este también es un gran mal, que como vino, así haya de volver. ¿Y de qué le aprovechó trabajar en vano?
5:17 Además de esto, todos los días de su vida comerá en tinieblas, con mucho afán y dolor y miseria.
5:18 He aquí, pues, el bien que yo he visto: que lo bueno es comer y beber, y gozar uno del bien de todo su trabajo con que se fatiga debajo del sol, todos los días de su vida que Dios le ha dado; porque esta es su parte.
5:19 Asimismo, a todo hombre a quien Dios da riquezas y bienes, y le da también facultad para que coma de ellas, y tome su parte, y goce de su trabajo, esto es don de Dios.
5:20 Porque no se acordará mucho de los días de su vida; pues Dios le llenará de alegría el corazón.

Capítulo 6


6:1 Hay un mal que he visto debajo del cielo, y muy común entre los hombres:
6:2 El del hombre a quien Dios da riquezas y bienes y honra, y nada le falta de todo lo que su alma desea; pero Dios no le da facultad de disfrutar de ello, sino que lo disfrutan los extraños. Esto es vanidad, y mal doloroso.
6:3 Aunque el hombre engendrare cien hijos, y viviere muchos años, y los días de su edad fueren numerosos; si su alma no se sació del bien, y también careció de sepultura, yo digo que un abortivo es mejor que él.
6:4 Porque éste en vano viene, y a las tinieblas va, y con tinieblas su nombre es cubierto.
6:5 Además, no ha visto el sol, ni lo ha conocido; más reposo tiene éste que aquél.
6:6 Porque si aquél viviere mil años dos veces, sin gustar del bien, ¿no van todos al mismo lugar?
6:7 Todo el trabajo del hombre es para su boca, y con todo eso su deseo no se sacia.
6:8 Porque ¿qué más tiene el sabio que el necio? ¿Qué más tiene el pobre que supo caminar entre los vivos?
6:9 Más vale vista de ojos que deseo que pasa. Y también esto es vanidad y aflicción de espíritu.
6:10 Respecto de lo que es, ya ha mucho que tiene nombre, y se sabe que es hombre y que no puede contender con Aquel que es más poderoso que él.
6:11 Ciertamente las muchas palabras multiplican la vanidad. ¿Qué más tiene el hombre?
6:12 Porque ¿quién sabe cuál es el bien del hombre en la vida, todos los días de la vida de su vanidad, los cuales él pasa como sombra? Porque ¿quién enseñará al hombre qué será después de él debajo del sol?

Capítulo 7

Contraste entre la sabiduría y la insensatez


7:1 Mejor es la buena fama que el buen ungüento; y mejor el día de la muerte que el día del nacimiento.
7:2 Mejor es ir a la casa del luto que a la casa del banquete; porque aquello es el fin de todos los hombres, y el que vive lo pondrá en su corazón.
7:3 Mejor es el pesar que la risa; porque con la tristeza del rostro se enmendará el corazón.
7:4 El corazón de los sabios está en la casa del luto; mas el corazón de los insensatos, en la casa en que hay alegría.
7:5 Mejor es oír la reprensión del sabio que la canción de los necios.
7:6 Porque la risa del necio es como el estrépito de los espinos debajo de la olla. Y también esto es vanidad.
7:7 Ciertamente la opresión hace entontecer al sabio, y las dádivas corrompen el corazón.
7:8 Mejor es el fin del negocio que su principio; mejor es el sufrido de espíritu que el altivo de espíritu.
7:9 No te apresures en tu espíritu a enojarte; porque el enojo reposa en el seno de los necios.
7:10 Nunca digas: ¿Cuál es la causa de que los tiempos pasados fueron mejores que estos? Porque nunca de esto preguntarás con sabiduría.
7:11 Buena es la ciencia con herencia, y provechosa para los que ven el sol.
7:12 Porque escudo es la ciencia, y escudo es el dinero; mas la sabiduría excede, en que da vida a sus poseedores.
7:13 Mira la obra de Dios; porque ¿quién podrá enderezar lo que él torció?
7:14 En el día del bien goza del bien; y en el día de la adversidad considera. Dios hizo tanto lo uno como lo otro, a fin de que el hombre nada halle después de él.
7:15 Todo esto he visto en los días de mi vanidad. Justo hay que perece por su justicia, y hay impío que por su maldad alarga sus días.
7:16 No seas demasiado justo, ni seas sabio con exceso; ¿por qué habrás de destruirte?
7:17 No hagas mucho mal, ni seas insensato; ¿por qué habrás de morir antes de tu tiempo?
7:18 Bueno es que tomes esto, y también de aquello no apartes tu mano; porque aquel que a Dios teme, saldrá bien en todo.
7:19 La sabiduría fortalece al sabio más que diez poderosos que haya en una ciudad.
7:20 Ciertamente no hay hombre justo en la tierra, que haga el bien y nunca peque.
7:21 Tampoco apliques tu corazón a todas las cosas que se hablan, para que no oigas a tu siervo cuando dice mal de ti;
7:22 porque tu corazón sabe que tú también dijiste mal de otros muchas veces.
7:23 Todas estas cosas probé con sabiduría, diciendo: Seré sabio; pero la sabiduría se alejó de mí.
7:24 Lejos está lo que fue; y lo muy profundo, ¿quién lo hallará?
7:25 Me volví y fijé mi corazón para saber y examinar e inquirir la sabiduría y la razón, y para conocer la maldad de la insensatez y el desvarío del error.
7:26 Y he hallado más amarga que la muerte a la mujer cuyo corazón es lazos y redes, y sus manos ligaduras. El que agrada a Dios escapará de ella; mas el pecador quedará en ella preso.
7:27 He aquí que esto he hallado, dice el Predicador, pesando las cosas una por una para hallar la razón;
7:28 lo que aún busca mi alma, y no lo encuentra: un hombre entre mil he hallado, pero mujer entre todas éstas nunca hallé.
7:29 He aquí, solamente esto he hallado: que Dios hizo al hombre recto, pero ellos buscaron muchas perversiones.

Capítulo 8


8:1 ¿Quién como el sabio? ¿y quién como el que sabe la declaración de las cosas? La sabiduría del hombre ilumina su rostro, y la tosquedad de su semblante se mudará.
8:2 Te aconsejo que guardes el mandamiento del rey y la palabra del juramento de Dios.
8:3 No te apresures a irte de su presencia, ni en cosa mala persistas; porque él hará todo lo que quiere.
8:4 Pues la palabra del rey es con potestad, ¿y quién le dirá: ¿Qué haces?
8:5 El que guarda el mandamiento no experimentará mal; y el corazón del sabio discierne el tiempo y el juicio.
8:6 Porque para todo lo que quisieres hay tiempo y juicio; porque el mal del hombre es grande sobre él;
8:7 pues no sabe lo que ha de ser; y el cuándo haya de ser, ¿quién se lo enseñará?
8:8 No hay hombre que tenga potestad sobre el espíritu para retener el espíritu, ni potestad sobre el día de la muerte; y no valen armas en tal guerra, ni la impiedad librará al que la posee.
8:9 Todo esto he visto, y he puesto mi corazón en todo lo que debajo del sol se hace; hay tiempo en que el hombre se enseñorea del hombre para mal suyo.

Desigualdades de la vida


8:10 Asimismo he visto a los inicuos sepultados con honra; mas los que frecuentaban el lugar santo fueron luego puestos en olvido en la ciudad donde habían actuado con rectitud. Esto también es vanidad.
8:11 Por cuanto no se ejecuta luego sentencia sobre la mala obra, el corazón de los hijos de los hombres está en ellos dispuesto para hacer el mal.
8:12 Aunque el pecador haga mal cien veces, y prolongue sus días, con todo yo también sé que les irá bien a los que a Dios temen, los que temen ante su presencia;
8:13 y que no le irá bien al impío, ni le serán prolongados los días, que son como sombra; por cuanto no teme delante de la presencia de Dios.
8:14 Hay vanidad que se hace sobre la tierra: que hay justos a quienes sucede como si hicieran obras de impíos, y hay impíos a quienes acontece como si hicieran obras de justos. Digo que esto también es vanidad.
8:15 Por tanto, alabé yo la alegría; que no tiene el hombre bien debajo del sol, sino que coma y beba y se alegre; y que esto le quede de su trabajo los días de su vida que Dios le concede debajo del sol.
8:16 Yo, pues, dediqué mi corazón a conocer sabiduría, y a ver la faena que se hace sobre la tierra (porque hay quien ni de noche ni de día ve sueño en sus ojos);
8:17 y he visto todas las obras de Dios, que el hombre no puede alcanzar la obra que debajo del sol se hace; por mucho que trabaje el hombre buscándola, no la hallará; aunque diga el sabio que la conoce, no por eso podrá alcanzarla.

Capítulo 9


9:1 Ciertamente he dado mi corazón a todas estas cosas, para declarar todo esto: que los justos y los sabios, y sus obras, están en la mano de Dios; que sea amor o que sea odio, no lo saben los hombres; todo está delante de ellos.
9:2 Todo acontece de la misma manera a todos; un mismo suceso ocurre al justo y al impío; al bueno, al limpio y al no limpio; al que sacrifica, y al que no sacrifica; como al bueno, así al que peca; al que jura, como al que teme el juramento.
9:3 Este mal hay entre todo lo que se hace debajo del sol, que un mismo suceso acontece a todos, y también que el corazón de los hijos de los hombres está lleno de mal y de insensatez en su corazón durante su vida; y después de esto se van a los muertos.
9:4 Aún hay esperanza para todo aquel que está entre los vivos; porque mejor es perro vivo que león muerto.
9:5 Porque los que viven saben que han de morir; pero los muertos nada saben, ni tienen más paga; porque su memoria es puesta en olvido.
9:6 También su amor y su odio y su envidia fenecieron ya; y nunca más tendrán parte en todo lo que se hace debajo del sol.
9:7 Anda, y come tu pan con gozo, y bebe tu vino con alegre corazón; porque tus obras ya son agradables a Dios.
9:8 En todo tiempo sean blancos tus vestidos, y nunca falte ungüento sobre tu cabeza.
9:9 Goza de la vida con la mujer que amas, todos los días de la vida de tu vanidad que te son dados debajo del sol, todos los días de tu vanidad; porque esta es tu parte en la vida, y en tu trabajo con que te afanas debajo del sol.
9:10 Todo lo que te viniere a la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas; porque en el Seol, adonde vas, no hay obra, ni trabajo, ni ciencia, ni sabiduría.
9:11 Me volví y vi debajo del sol, que ni es de los ligeros la carrera, ni la guerra de los fuertes, ni aun de los sabios el pan, ni de los prudentes las riquezas, ni de los elocuentes el favor; sino que tiempo y ocasión acontecen a todos.
9:12 Porque el hombre tampoco conoce su tiempo; como los peces que son presos en la mala red, y como las aves que se enredan en lazo, así son enlazados los hijos de los hombres en el tiempo malo, cuando cae de repente sobre ellos.
9:13 También vi esta sabiduría debajo del sol, la cual me parece grande:
9:14 una pequeña ciudad, y pocos hombres en ella; y viene contra ella un gran rey, y la asedia y levanta contra ella grandes baluartes;
9:15 y se halla en ella un hombre pobre, sabio, el cual libra a la ciudad con su sabiduría; y nadie se acordaba de aquel hombre pobre.
9:16 Entonces dije yo: Mejor es la sabiduría que la fuerza, aunque la ciencia del pobre sea menospreciada, y no sean escuchadas sus palabras.
9:17 Las palabras del sabio escuchadas en quietud, son mejores que el clamor del señor entre los necios.
9:18 Mejor es la sabiduría que las armas de guerra; pero un pecador destruye mucho bien.

Capítulo 10

Excelencia de la sabiduría


10:1 Las moscas muertas hacen heder y dar mal olor al perfume del perfumista; así una pequeña locura, al que es estimado como sabio y honorable.
10:2 El corazón del sabio está a su mano derecha, mas el corazón del necio a su mano izquierda.
10:3 Y aun mientras va el necio por el camino, le falta cordura, y va diciendo a todos que es necio.
10:4 Si el espíritu del príncipe se exaltare contra ti, no dejes tu lugar; porque la mansedumbre hará cesar grandes ofensas.
10:5 Hay un mal que he visto debajo del sol, a manera de error emanado del príncipe:
10:6 la necedad está colocada en grandes alturas, y los ricos están sentados en lugar bajo.
10:7 Vi siervos a caballo, y príncipes que andaban como siervos sobre la tierra.
10:8 El que hiciere hoyo caerá en él; y al que aportillare vallado, le morderá la serpiente.
10:9 Quien corta piedras, se hiere con ellas; el que parte leña, en ello peligra.
10:10 Si se embotare el hierro, y su filo no fuere amolado, hay que añadir entonces más fuerza; pero la sabiduría es provechosa para dirigir.
10:11 Si muerde la serpiente antes de ser encantada, de nada sirve el encantador.
10:12 Las palabras de la boca del sabio son llenas de gracia, mas los labios del necio causan su propia ruina.
10:13 El principio de las palabras de su boca es necedad; y el fin de su charla, nocivo desvarío.
10:14 El necio multiplica palabras, aunque no sabe nadie lo que ha de ser; ¿y quién le hará saber lo que después de él será?
10:15 El trabajo de los necios los fatiga; porque no saben por dónde ir a la ciudad.
10:16 ¡Ay de ti, tierra, cuando tu rey es muchacho, y tus príncipes banquetean de mañana!
10:17 ¡Bienaventurada tú, tierra, cuando tu rey es hijo de nobles, y tus príncipes comen a su hora, para reponer sus fuerzas y no para beber!
10:18 Por la pereza se cae la techumbre, y por la flojedad de las manos se llueve la casa.
10:19 Por el placer se hace el banquete, y el vino alegra a los vivos; y el dinero sirve para todo.
10:20 Ni aun en tu pensamiento digas mal del rey, ni en lo secreto de tu cámara digas mal del rico; porque las aves del cielo llevarán la voz, y las que tienen alas harán saber la palabra.

Capítulo 11


11:1 Echa tu pan sobre las aguas; porque después de muchos días lo hallarás.
11:2 Reparte a siete, y aun a ocho; porque no sabes el mal que vendrá sobre la tierra.
11:3 Si las nubes fueren llenas de agua, sobre la tierra la derramarán; y si el árbol cayere al sur, o al norte, en el lugar que el árbol cayere, allí quedará.
11:4 El que al viento observa, no sembrará; y el que mira a las nubes, no segará.
11:5 Como tú no sabes cuál es el camino del viento, o cómo crecen los huesos en el vientre de la mujer encinta, así ignoras la obra de Dios, el cual hace todas las cosas.
11:6 Por la mañana siembra tu semilla, y a la tarde no dejes reposar tu mano; porque no sabes cuál es lo mejor, si esto o aquello, o si lo uno y lo otro es igualmente bueno.
11:7 Suave ciertamente es la luz, y agradable a los ojos ver el sol;
11:8 pero aunque un hombre viva muchos años, y en todos ellos tenga gozo, acuérdese sin embargo que los días de las tinieblas serán muchos. Todo cuanto viene es vanidad.

Consejos para la juventud


11:9 Alégrate, joven, en tu juventud, y tome placer tu corazón en los días de tu adolescencia; y anda en los caminos de tu corazón y en la vista de tus ojos; pero sabe, que sobre todas estas cosas te juzgará Dios.
11:10 Quita, pues, de tu corazón el enojo, y aparta de tu carne el mal; porque la adolescencia y la juventud son vanidad.

Capítulo 12


12:1 Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos, y lleguen los años de los cuales digas: No tengo en ellos contentamiento;
12:2 antes que se oscurezca el sol, y la luz, y la luna y las estrellas, y vuelvan las nubes tras la lluvia;
12:3 cuando temblarán los guardas de la casa, y se encorvarán los hombres fuertes, y cesarán las muelas porque han disminuido, y se oscurecerán los que miran por las ventanas;
12:4 y las puertas de afuera se cerrarán, por lo bajo del ruido de la muela; cuando se levantará a la voz del ave, y todas las hijas del canto serán abatidas;
12:5 cuando también temerán de lo que es alto, y habrá terrores en el camino; y florecerá el almendro, y la langosta será una carga, y se perderá el apetito; porque el hombre va a su morada eterna, y los endechadores andarán alrededor por las calles;
12:6 antes que la cadena de plata se quiebre, y se rompa el cuenco de oro, y el cántaro se quiebre junto a la fuente, y la rueda sea rota sobre el pozo;
12:7 y el polvo vuelva a la tierra, como era, y el espíritu vuelva a Dios que lo dio.
12:8 Vanidad de vanidades, dijo el Predicador, todo es vanidad.

Resumen del deber del hombre


12:9 Y cuanto más sabio fue el Predicador, tanto más enseñó sabiduría al pueblo; e hizo escuchar, e hizo escudriñar, y compuso muchos proverbios.
12:10 Procuró el Predicador hallar palabras agradables, y escribir rectamente palabras de verdad.
12:11 Las palabras de los sabios son como aguijones; y como clavos hincados son las de los maestros de las congregaciones, dadas por un Pastor.
12:12 Ahora, hijo mío, a más de esto, sé amonestado. No hay fin de hacer muchos libros; y el mucho estudio es fatiga de la carne.
12:13 El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre.
12:14 Porque Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala. Leer más »

A España sin Escalas (Parte 2)

El profe nunca se hacía problemas. Si alguien no pagaba o como decía el no pasaba por SUNAT, entonces simplemente no le extendía el certificado y sin certificado era imposible pasar la selección. Debo reconocer que tuvo un gran acierto y fue ponerse en contacto con la Cruz Roja de EEUU y coordinar una capacitación en Primeros Auxilios por parte de una brigada de chicos y chicas que trabajaban de Life Guards en el país del norte. Fue un curso de 5 días y en verdad valió la pena. Los gringos venían muy bien preparados y sus instrucciones fueron muy bien recibidas. En esa semana revisamos como atender heridas por cortes o fracturas, casos de ahogo e inconsciencia, ataques de epilepsia, quemaduras y otros peligros que se puedan dar.

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Por lo demás sus clases eran instrucciones menores con tal o cual recomendación y bastante floro redundante algo que siempre me llamaba la atención porque podía hablar de lo mismo durante buen rato sin ser aburrido ni usar las mismas palabras en especial porque yo no hubiera podido tener la atención de su audiencia más de 3 minutos. En ese sentido lo respetaba y hasta podría decir que lo admiraba porque me hubiese gustado tener en parte al menos algo de su verborrea. Claro que en tal caso no lo utilizaría para hacer perder el tiempo a la gente pero si a él le servía para mantener su negocio bien por el.

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Otro detalle que olvidaba era que para entrar a la piscina había que pagar S/. 6 diarios tanto en Breña como en los Olivos, eso sin incluir pasajes de ida y vuelta. En realidad creo que me gastaba más en pasajes y multiplicando eso por todos los días que fui resulta una suma considerable que nunca me molestare en calcular. Sin embargo la experiencia valió la pena y para quien quiera intentarlo le doy desde estas líneas todo el ánimo posible. Recuerdo ahora los nombres de algunos chicos: Jorge, Iván, Soledad. Chicos sinceramente espero que les este yendo bien en donde quiera que estén. Creo que todos pusieron mucho de su parte para lograr sus objetivos y espero que la vida sepa retribuirles en su justa medida.

Creo que lo más duro eran los viajes de ida y vuelta. El viaje de ida en hora punta y tomando a veces 2 carros se me hacían infinitos y pesadísimos. El viaje de vuelta después del entrenamiento y siendo ya algo tarde me agotaba aún más. En Los Olivos la distancia me afectaba, en Breña la inseguridad. Sin embargo siempre veía el marco global y estaba con mucho ánimo teniendo muy en claro los objetivos planteados. El profe seguía en lo suyo, llevando de un lado para otro los tubos de rescate y sus aletas de salvavidas, dándonos indicaciones de media hora y siempre anotando todos los pagos en su cuaderno.

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A España sin Escalas (Parte 1)

Allá por el año 96 tuve la oportunidad de jugar el Nacional Universitario de Ajedrez que se llevó a cabo en las instalaciones de la Universidad Ricardo Palma. Era mi primer nacional universitario individual y ciertamente tenía muchas expectativas. Después de un auspicioso inicio me colocaba a la cabeza de la clasificación con 4/4 y me tenía que enfrentar a Cesar Siclla, un rival que siempre me ha resultado complicado. Estaba nervioso es cierto, pero no tanto como para afectar mi rendimiento.
En la noche previa a la partida cene rápido y me fui a descansar temprano. Pensaba en la apertura que jugaría y revisaba mentalmente algunas líneas cuando al lado de mi casa empezó a retumbar estruendosamente el vaivén de una sonora celebración. Ni que decir que apenas pude pegar los ojos. Cuando al fin pude dormir el cielo estaba aclarando lentamente.

La partida con Siclla se definió rápida y dolorosamente, no hubo ciertamente mucha resistencia de mi parte y las tablas que ofrecí fueron apenas un manotazo de ahogado. Sabía que si ganaba era solo cuestión de empatar el resto de partidas pero ahora la escalada se presentaba pedregosa y peligrosa. Peor aún porque después de comer el sueño y el cansancio se asociaron para doblegar cualquier esfuerzo mental. Y las jornadas eran a doble ronda. La siguiente partida fue un reflejo de lo que ocurrió en la mañana y así mi sueño de conocer tierras ibéricas se fue esfumando lenta y paulatinamente entre jaques y escaques.

Tuvieron que pasar algunos años, catorce exactamente, para que mi sueño de conocer Europa se vuelva realidad. Influyeron para ellos muchos factores, afectivos, emotivos y laborales. Y también vale decir mucha pero mucha suerte que a veces es sinónimo de esfuerzo y otro de oportunismo.

Sucedió como suceden las cosas cuando tienen que suceder. Estaba yo en la intriga de saber cómo hacer para llegar a España y darle alcance a mi novia. En ese entonces me parecía más un sueño o una fantasía que una posibilidad. Era Setiembre y el débil frío limeño, en comparación al recio invierno Europeo, se retiraba lentamente dando paso a la cálida primavera. Me dirigía a uno de mis muchos entrenamientos en el club Terrazas de Miraflores, salude distraídamente a mis amigos y justo antes de meterme a la piscina me inmiscuí sin querer en la conversación de mi viejo amigo Alan. Él le contaba a otro nadador que había escuchado que estaba llevando gente a España como Salvavidas. Tiempo después aprenderé que dicho concepto acepta muchos sinónimos. Salvavidas, Socorrista acuático, Guardavidas.

Le pregunte a Alan cómo era la cosa y me dijo que un ex-policía retirado preparaba salvavidas para viajar a
España. Le pedí su número y lo llame el día siguiente. El mencionado preparador se llamaba Luis Hermoza y me dijo que dictaba sus clases en una piscina de los Breña y los Olivos. Los Olivos me parecía demasiado lejos considerando que trabajaba en Surquillo y además tenía que llegar en hora punta así que decidí ir a Breña sin considerar el tráfico del centro de Lima. Llegar a la piscina de Breña resulto ser más difícil de lo planeado pero al fin cruzando la Casa del Pueblo y algunas calles hostiles llegue a un colegio particular aunque ya era algo tarde. El empleado no me quería dejar entrar porque las clases ya iban a terminar y yo le insistí bastante. Al final lo convencí porque le decía que si me dejaba afuera me iban a robar y que no era de ahí. Entre tranquilo, camine hacia adelante y llegue a la piscina. Vi algunos chicos nadando. No nadaban bien ciertamente pero lo hacían con esfuerzo. Todos ellos tenían en la mente ser seleccionados como salvavidas y viajar a España. El argumento del profesor Hermoza era claro: todos tienen posibilidades pero eso si deben de estar puntuales en sus pagos. En mi caso particular tenía que abonar la suma de S/. 450 y me aseguraba el certificado de salvavidas requisito indispensable para viajar a España. Había muchos que estaba entrenando hace meses pagando S/. 100 mensuales pero yo había entrado tarde y no tenía alternativa. Así que ya estaba en camino hacia la península ibérica.

El primer entrenamiento fue muy sencillo en realidad para alguien quien como yo nadaba 3000 metros diarios al menos. Fácil nadamos menos de 500 metros y me tranquilizo no ver a ningún nadador entrenado. La segunda clase hice una prueba simulada de lo que sería le selección: nadar 50 metros lo más rápido que pueda, tomar aire y bucear 18 metros para luego recoger un muñeco sumergido de unos 30 kilos, llevarlo 10 metros hacia el final de la piscina y luego traerlo de vuelta 25 metros. En total 100 metros que tienen que hacerse en menos de 2 minutos con 30 segundos. Para haber sido la primera vez y falto de conocer aún algunas técnicas de salvataje creo que hice un respetable 2 minutos 14 segundos. Por supuesto aun me faltaba algo “importante”, digo importante entre comillas porque después aprendí que lo más importante era estar al día en los pagos. Pero bueno lo importante en ese momento era completar las 300 horas del curso. Dichas 300 horas difícilmente las completaría aún yendo todos los días y hasta sábados pero tenía la palabra del profe de que eso se podría arreglar. Yo estaba confiado además porque tenía uno de los tiempos más rápidos y además estaba al día en mis pagos, pero por si acaso empecé también a ir a Los Olivos. La piscina de Los Olivos queda en el Palacio de la Juventud y debo decir que está muy bien diseñada y que los chicos que vi entrenando natación lo hacían con mucha fuerza y tenían muy buenos tiempos. Imagino que en algún momento cercano darán mucho que hablar. Fue un tiempo también de encontrarme con mi amada quien vivía justo al frente del Palacio de la Juventud. Estas casualidades me hacían meditar y ver que de alguna misteriosa forma iba por el camino correcto.

No puedo ser mezquino con el profe, ciertamente mucha de sus enseñanzas me son de utilidad ahora y su experiencia seguramente es basta y completa. Sus prácticas en el río Ñaña, a las que no pude asistir, y en el mar, en las playas Yuyos y El Silencio fueron el complemento a las clases en la piscina. Me contaron que también fueron con los chicos al bravo mar de Ventanilla y el profe incluso se metió a enfrentar las olas y mostro parte de su talento. El siempre delicado tema económico es sin embargo uno de sus puntos débiles así como su hablar adulador y poco claro. Recuerdo muchas de sus palabras y promesas que se quedaron en el aire como la firma de nuestro certificado por parte del Presidente de Cruz Roja así como el hecho de acompañarnos en la prueba final que finalmente no se dio por causas aún desconocidas para mí.

Pero ahí estaba yo, junto con los otros chicos y chicas que se habían preparado durante meses para dar la prueba, reunidos cerrando un círculo al lado de la piscina de Breña. El profe empieza con su ya acostumbrado palabreo inicial y poco a poco nos encara con una dura realidad, la prueba la íbamos a dar solos y además no eran 15 metros de buceo si no 18. No era una mayor preocupación para mi al menos dado que 15 ó 18 metros no hacían la gran diferencia cuando podía fácilmente hacer la piscina completa pero su lavada de manos me indigno. No podía ser de otra manera cuando todo el tiempo nos había prometido ayudarnos a la hora de la prueba de algún u otra forma. Tiempo después me enteraré los verdaderos motivos de su actitud. Pero en ese momento no pude más que alzar mi voz y tratar de aclarar las cosas. Resulta que en resumidas cuentas por alguna razón poco clara la empresa española Sport & Salvament iba a realizar personalmente la evaluación y que el no iba a tener ninguna injerencia. Reclame también por la prueba, no porque no la pudiera pasar, si no porque sabía que iba a ser una espada de Damocles para la mayoría de los chicos y no era justo. No era justo que les robaran sus esperanzas y sus sueños de buscar una vida mejor. Sin embargo tampoco podía ser muy agresivo dado que desconocía las implicancias que ello pudiera tener. Entonces fiel a su estilo el profe siguió con su charla. Nos indicó que la prueba sería tomada en el YMCA de Pueblo Libre dentro de una semana un sábado y un domingo. Sabía bien quienes pasarían y quienes no porque en una semana era imposible mejorar sustancialmente. Sin embargo no faltaron los optimistas y ayayeros que indicaron que si era posible pasar si venían a nadar todos los días. Me sorprendió que casi nadie pregunto nada y apenas reclamaron aunque viéndolo en retrospectiva era algo casi previsible. La gente había pagado por entrenar y eso fue lo que le dieron. Todos eran en su mayoría gente desempleada o subempleada sin una educación privilegiada y sobre todo de una clase social baja. No era nada descabellado suponer que muchos de ellos habían pasado por situaciones injustas similares y que sus reclamos no habían sido oídos nunca. En tal estado emocional cabía esperar que esta complicidad ingenua y desesperanzada.

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