Ese día en la mañana recibí un par de monitores que habíamos comprado recientemente. Durante la firma y sello de las guías correspondiente tuve que botar unas incómodas hormigas que se habían caído no sé de dónde. Le dije al mensajero: “Estas hormigas no son a las que estamos acostumbrados, son más oscuras y grandes”. Su respuesta me sorprendió: “En nuestra empresa tenemos el mismo problema, también nos hemos llenado de hormigas pero son mucho más pequeñas”. Quede anonadado. En los cuatro años que llevo trabajando en mi empresa solo había tenido problemas con algunas palomas que habían decidido hacer su nido en el techo, pero nunca con insectos. Días atrás había hecho una pequeña inspección. Descubrí que las hormigas venían de la calle, ingresaban a la oficina de ventas mientras que otro grupo subía por las escaleras hacía la oficina de mantenimiento. Finalmente unas pocas se perdían en un agujero del tercer piso. Me pareció el colmo, no contentas con invadir nuestros jardines, mordisquear los restos que dejamos caer y picarnos de vez en cuando, encima de todo se mandan mudar a nuestras oficinas y además ¡toman lo aires!
Recuerdo que allá por el año 97 con unos amigos comentaba acerca de los cambios climáticos. En ese entonces nos encontrábamos en pleno invierto y yo decía que a nosotros los limeños nos convenía bastante dichos cambios dado que nos convertiríamos en una ciudad tropical y a mí en particular me gusta mucho el calor. No pensé que años después me comería mis palabras letra por letra. Ciertamente Lima se está volviendo una ciudad tropical, las lluvias son más copiosas y constantes y los inviernos y veranos más calurosos. Para quienes disfrutan de temperaturas cálidas esto es una bendición pero la cola que trae podría tener consecuencias catastróficas.
Poco después llegó el Fenómeno del Niño del año 98 con sus devastadoras consecuencias económicas y sociales. A mí me afectó directamente pues al año siguiente tuvimos que cerrar un negocio familiar debido en parte al efecto de la crisis asiática sobre nuestra economía pero también por las secuelas que dejó el referido suceso. Sin embargo lo más sorprendente fue lo que me enteré algunos años después. En ese entonces tenía una tía que vivía en Piura. Dicha región es normalmente la que más sufre los efecto de dicho evento y fue donde el evento se manifestó con más fuerza. Piura literalmente se lleno de insectos. Mi tía nos contaba que llegó una invasión de grillos a la ciudad que devoraban todo a su paso. A pesar del cuidado que tenían en tapar todas las rendijas de la casa, igual al día siguiente debían lidiar con numerosos bichos que se habían colado Dios sabe por dónde. Con los días se acostumbraron tanto a estos indeseables visitantes que no tenían reparos en barrerlos y sacarlos del jardín en baldes. Pero Piura no solo fue invadía por grillos, también tuvieron que enfrentar una plaga de moscas y mosquitos y sobre todo algunos brotes de dengue y malaria.
El año pasado leí en las noticias que estaban encontrando panales de abejas en algunos árboles de San Borja. A quienes les haya picado alguna vez una abeja saben que no es cosa de juego sobre todo si sufres de alguna alergia. Las abejas son laboriosas y pueden construir un panal en poco tiempo pero creo que a nadie le gustaría tenerlo de adorno en su casa. Al respecto mi hermana me comentó, también el año pasado, que en el edificio donde trabajaba había un único macetero en el jardín con un único arbusto medianamente alto. En este arbusto un grupo de abejas habían tenido a bien construir su panal a vista y paciencia de todo el personal del edificio. Ante el peligro inminente el jefe de mantenimiento llamó al control de plagas para erradicarlas lo cual resolvió el problema pero no encontró la solución.
Sin ir más lejos, hoy llegando a mi departamento veo que una hormiga, de las oscuras que mencione líneas arriba, se pasea alegremente por la pared. La presiono ligeramente con un dedo y la dejo caer. Es obvio que se trata de una exploradora. Buscó por el piso y encuentro otras más. Dejando a un lado las bromas pienso que allá afuera deben haber millones de hormigas dispuestas a buscar comida en donde sea. Y recalco esto porque yo vivo en un tercer piso. Si una hormiga ha llegado hasta aquí no veo donde podríamos estar a salvo de una invasión.
Los insectos llegaron aquí mucho antes nosotros y ya han sobrevivido a cambios climáticos similares a los que nos toca vivir. No nos sorprenda que se adapten mejor. No nos sorprenda verlos en los lugares más inimaginables y recónditos del planeta. No nos sorprenda que el último ser humano despida a la humanidad ante estos pequeños seres.
Les dejo algunos links de interés:
http://www.solociencia.com/ecologia/06120505.htm
http://blogs.elcomercio.pe/santalima/2007/11/el-nino-del-98.html
http://www.viarosario.com/noticias/noticias/los-mosquitos-invaden-rosario.html
Mucho cuidado, Renzo