Tú tampoco quieres verlos A propósito del video de micromachismos. Tercera parte.

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5. Cuando refuerzas un protocolo machista como es la pedida de mano.

La palabra “mano” deviene del latín “manus” que era la situación de dependencia legal en que se encontraba la mujer con respecto a un varón quien en un primer momento venía a ser su padre. La pedida de manus equivalía a que la mujer, cual menor de edad en la actualidad con respecto al proceso de adopción, se sometía a la voluntad de otro hombre, léase su esposo, mujer que, aunque suene a perogrullada decirlo, no tenía el mismo status jurídico ni social que aquel.

Por tanto, que convoques a familia y amigos para algo que ya decidiste previamente, pues más que una pedida se trata de un comunicado oficial, puede servir como excusa perfecta para reencontrarte con personas que no veías desde hace mucho tiempo, pero lamentablemente supone la perpetuación de tradiciones desfasadas en la cual una vez más eres un sujeto pasivo, pues tus padres, conforme al desarrollo del ritual, son los que en principio darán su aceptación, y difícilmente su negativa, pues se trata de una solemnidad, de un hecho que se desarrolla sin mayores sorpresas.

Pero esta pedida de mano por así decirlo “familiar”, ha sido antecedida de otra, la que, en la enorme mayoría de los casos, realiza el novio en lugares de los más diversos y de las formas más creativas y a veces ridículas. Por tanto, si una relación de pareja presupone equidad y requerirá iniciativa y espontaneidad dentro del matrimonio, ¿por qué si te quieres casar, en lugar de presionarlo constantemente-“yo solo salgo de mi casa casada”, “ya tenemos mucho tiempo de enamorados”, “todas mis amigas ya están casadas”– no se lo propones tú? De esa forma realmente ejercerás tu libertad, y si bien muchas mujeres te tildaran de loca, a pesar que ellas patéticamente se autocalifican de lindas y libres, además del otro adjetivo antedicho, podrás experimentar, al menos en potencia, lo que sienten muchos hombres, es decir, la posibilidad de ser rechazada y el daño moral que ello conlleva. Esta demás decir que puedes obviar el anillo de compromiso, gasto siempre asumido por el varón de forma inexplicable.

6. Cuando repites a mansalva el dicho “A la mujer no se le toca ni con el pétalo de una rosa”

Quizá alentada por la sociedad patriarcal piensas que tienes una especie de impunidad por ser mujer para golpear y agredir a los varones. La violencia, venga de donde venga, es nociva y así como la ejercida hacia la mujer es condenable, también lo es la cometida hacia el varón, solo que en este último caso, en la gran mayoría de ocasiones, es tolerable y hasta motivo de risa y befa. Así, todos condenamos la terrible ablación femenina practicada en diversos países de Asia y África, pero no ocurre lo mismo con los casos inversos, léase los de castración masculina, como el realizado por Lorena Bobit, quien a partir del execrable acto cometido, el cual fue tomado por muchísima gente como algo anecdótico, ganó notoriedad a nivel mundial. Si hace más de veinte años que ocurrió lo señalado, muchas mujeres de diversas edades y condición social, justificaron el accionar de la ciudadana ecuatoriana con disparates como “eso le pasa por abusivo”, “está bien que la mujer se defienda”, “que le habrá hecho”, entre otras frases que contradictoriamente ellas cuestionan que usan los varones para justificar la violencia hacia la mujer; años después se usaron los mismos “argumentos”  para los casos ocurridos en nuestro país en 2012 o el recientemente ocurrido en enero de este año en China donde Lung Feng de treinta años, quien llevando a cabo la autotutela para vengarse por la infidelidad de su esposo, le cortó el pene con unas tijeras; miembro viril que logró ser reimplantado en el hospital, ante lo cual la mujer en el mismo hospital volvió a cortar el órgano repuesto, pero esta vez lo tiró por la ventana.

El hecho que la condenable violencia hacia la mujer sea más notoria, difundida y que atraiga mayor atención estatal, no implica que los casos de violencia hacia el sexo masculino sean minimizados y/o ridiculizados, violencia graficada en el episodio protagonizado por la desequilibrada ciudadana peruana, Yessica Mendoza Tinoco quien agredió a un varón por no darle el asiento en una custer de servicio de transporte público. En plena pista, cuando el tráfico se encontraba detenido propino varios puñetes al señor, quien al intentar calmar a la mujer, que no pasaba de cuarenta años, conteniéndola, fue atacado por el cobrador quien lo tumbo en medio de lisuras diciendo: “es una mujer, conchasumare”. Vergüenza ajena causaron las declaraciones de dos seudoperiodistas que trabajaban en un programa llamado “A las once”, atribuyéndole la culpa de la agresión al agredido, tildándolo de descortés y de poco “caballero”-concepto eminentemente machista- diciendo incluso uno de ellos que hay que ser atentos con las “damas”, otro término machista.

Por tanto, deja de lado el doble estándar y desde una postura igualitaria exige que los derechos de todas y todos sean respetados, no solo seas insumisa ante la afectación de tus intereses.

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