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Hincha de nada

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La identificación con un determinado equipo de fútbol obedece a diversas causas que van más allá de lo estrictamente futbolístico. Estos factores pueden ser sociales, culturales, geográficas, raciales, etc., además, no son excluyentes, pues se entrelazan y mezclan entre sí para formar y afianzar el hinchaje de una persona para con un club deportivo. En esta línea de hechos, consideramos que la variable geográfica es la primigenia en la aprehensión de una persona por un equipo, lo cual se relaciona directamente con el país del cual el individuo es nacional; así, un ciudadano peruano podría ser hincha de Universitario de Deportes, uno colombiano del Millonarios, un español del Real Betis y un francés del Paris Saint German por citar algunos ejemplos.

Sin embargo, en los últimos años, sobre todo a partir de la masiva emigración de jugadores peruanos a equipos extranjeros así como el conocimiento inmediato de otras realidades futbolísticas debido a los medios de comunicación masivos, el factor geográfico señalado en líneas precedentes se ha visto opacado, desplazado y/o antepuesto por otros debido al mediocre campeonato local que trae como consecuencia que muchos aficionados hayan volteado la mirada hacia otros torneos, ya sea, porque un jugador peruano se desenvuelve en una determinada liga, caso de Paolo Guerrero en Brasil, o porque las competiciones son mas atractivas a causa del mayor nivel deportivo.

Si bien la identificación de ciudadanos peruanos para con equipos extranjeros puede rastrearse con los primeros compatriotas que fueron contratados por poderosos clubes de Europa (ejemplo de ello es Víctor Benítez quien triunfó en Milán, aquella se tornó más intensa a finales de los años noventa del siglo pasado, con el pase en 1997 de Nolberto Solano a Boca Juniors de Argentina, equipo en el cual jugaba también, según muchos, el mejor futbolista de todos los tiempos, Diego Armando Maradona.

Durante el tiempo que jugó Solano en el equipo argentino, pude apreciar a gente de todas las edades, razas, clases y demás portar las camisetas “azul y oro”, tanto dentro, como fuera de un estadio de fútbol, por lo cual surgió la obligada interrogante: ¿los connacionales se identificaban con el compatriota que juega en un equipo popular y exitoso o solamente con este último?, ¿con ambos a la vez?

Si bien podríamos ensayar diversas respuestas; el que una persona peruana porte la camiseta de Boca en aquel momento, se explica por la relación que existiría, aunque de una manera lejana y hasta forzosa, con el cuadro xeneize, léase “mi compatriota juega en Boca, por tanto, lo apoyo por ser peruano como yo y apoyo al equipo en el cual se desenvuelve”. Esta endeble identificación llegó a límites insospechados con el exjugador aliancista Claudio Pizarro quien junto al equipo alemán Bayer Munich ganó la Champion League en 2013. Luego de conquistado el título, muchos hinchas aliancistas, tanto por medios físicos (banderolas) como virtuales (a través de las redes sociales) llegaron a afirmar que Alianza Lima era campeón de la Champion League, trasladando el éxito del ex jugador blanquiazul a la de todo el equipo intimo .

En el caso del ahora asistente técnico de la selección, más allá de lo forzado que pueda resultar la argumentación realizada, existen vestigios de racionalidad en la misma, amparadas en la procedencia geográfica o nacionalidad del jugador; sin embargo, a raíz de la mayor difusión, conocimiento e interés por los diversos campeonatos en que participan los más reconocidos equipos europeos, muchos paisanos se han tornado, por así decirlo, “hinchas” de algunos de estos equipos compartiendo hinchajes múltiples hacia diversos clubes de los más diversos países. En estos casos, la supuesta identificación con equipos ajenos al original se funda, en la enorme mayoría de los casos, en la fama, popularidad y éxito de los mismos, a causa de lo cual podemos apreciar a multiplicidad de personas que dicen amar a un club peruano en específico mientras a la par, ventilan abiertamente sus desvaríos por otros clubes; así reiteramos que ante la mediocre realidad del fútbol peruano, muchos se refugiaron en equipos que ofrecen un juego más vistoso, rápido , emocionante y de mayor nivel o que tienen superestrellas en sus formaciones como Messi o Cristiano Ronaldo; tal es el caso de Melquiades, quien es hincha de Cienciano-por tradición y porque nació en Cusco, según me refiere- pero también del Lazio italiano, pues quedó cautivado con su juego cuando ganó la Recopa de 1999 como también de Real Madrid, por la gran cantidad de cracks que habían alternado desde inicios de siglo. El “cariño” es tan intenso que incluso entonaba los cánticos de la barra cusqueña “Furia roja” con una camiseta de Cristiano Ronaldo y a postear en Facebook ¡Hala Madrid! después de cada triunfo del equipo español y casi a la par de las continuas derrotas de su equipo original. Este repentino “amor” por clubes foráneos más que malo nos parece ridículo y nos parece bastante peligroso cuando no sabes a quien o que alientas.

Tal como señalamos, todo equipo de fútbol representa mucho más que once jugadores tras un balón; en nuestro país los dos equipos más populares se encuentran asociados a modos de entender y de posicionarse ante la vida. El equipo blanquiazul sería el equipo del pueblo, de la gente pobre, de los marginados, institución que se identificaría en un momento determinado de su historia con los afroperuanos, que tendría como su máximo antagonista a los “pitucos”, los “blanquitos” de la “U”, equipo vinculado a la garra y a la lucha constante.

Lo antedicho, aunque suene a perogrullada decirlo, ocurre también en otras realidades futbolísticas, equipos que surgen en un contexto específico, influenciados por variables políticas, sociales, económicas, culturales y demás. Ejemplos de ello hay de sobra como el equipo del ex jugador aliancista Jefferson Farfan, el Schalke 04, institución que estuvo fuertemente relacionada al genocida Adolf Hittler, club que dominó en la década del treinta del siglo pasado (no perdió ningún juego del 35 al 39) y cuyos jugadores e hinchas apoyaban abiertamente al régimen nazi; el Zenit St Petersburgo, equipo ruso que prohibió en su plantel a jugadores afro. En el 2008, se le impuso una multa de 44 mil euros porque muchos integrantes de su hinchada imitaron sonidos de monos y lanzaron plátanos al campo de juego para intimidar a jugadores del Olympique de Marsella.

Consideramos por tanto que si alguien va a tener el atrevimiento de hinchar por varios equipos, por lo menos, tenga la elemental diligencia de investigar sobre la historia del club a la par del pensamiento y accionar de su hinchada, tal como lo hizo Melquiades quien luego de averiguar sobre la filiación del Real Madrid con el franquismo de Lazio, con el fascismo, así como de las actitudes xenófobas y racistas de ambas hinchadas (las cuales, incluso, ondean banderas nazis) ha decidido volver a su amor original y portar la camiseta de colección numero 9 que usara German Carty en el 2003.

Como reflexión final, quedémonos con las palabras de Francella en la magistral película “El secreto de sus ojos” quien luego de escuchar a “Platón” sobre las vicisitudes del Racing argentino, dirige a Ricardo Darin una cita para la historia del cine y para los que jamás podremos traicionar a nuestro único amor:

“El tipo puede cambiar de todo, de cara, de casa, de familia, de novia, de religión, de dios, pero hay una cosa que no puede cambiar; no puede cambiar de pasión”

En base a ello, formúlate la pregunta: ¿es realmente pasión lo que sientes?