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Cojo el teléfono para desearte feliz cumpleaños. Tu voz me acaricia y avasalla mis entrañas en una oleada de placer. No puedo escucharte. Mi mente ha viajado al momento en que me entregaste el último placer exquisito con tus labios y mis manos asían con fuerza tu cabello ondulado. Mi intimidad vibra con el recuerdo de tu cuerpo sobre el mío. Dejamos de hablar y empezamos a desearnos nuevamente.