LA TEOLOGÍA EN LA PUCP

Estimados blogueros:

Supongo que a todos nos ha caído por sorpresa la decisión del Arzobispo de Lima de suspender el dictado de clases de los profesores de Teología de la PUCP. Lo lamento profundamente, no sólo desde mi visión católica, sino desde mi experiencia de fe y mi experiencia intelectual.
También yo fui alumno en EE.GG. en la PUCP y gocé de las clases de los padres Luis Fernando Crespo y Pipo Zegarra, asimismo de importantes conversaciones con los padres Andrés Gallegos y Carlos Castillo. Sinceramente, de toda esa experiencia creo que logré acrecentar mi fe en Jesucristo y entender mi misión como cristiano en este mundo.
Con esa experiencia, me resiente mucho saber que otros jóvenes -como yo fui en su momento- se vean privados de la enseñanza de estos sabios cristianos. Al final, sin duda alguna, quien más pierde con esta arbitraria decisión del Arzobispo de Lima es la Iglesia Católica.
Como no quiero hacer esto un asunto de orden personal, a continuación posteo dos opiniones que me parecen pueden tomarse en cuenta. La primera de Eduardo Lores (aparecido en el Diario El Comercio) y la segunda de Wilfredo Ardito (enviada como servicio informativo en las ya conocidas “Reflexiones Peruanas”.


LOS CURSOS DE TEOLOGÍA EN LA PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DEL PERÚ
Por: Eduardo Lores

Sigue la purga y la inquisición que se hicieron patentes en el impedimento al padre Gastón Garatea de celebrar misa dentro de los dominios eclesiales del Arzobispado de Lima, sin que se dé ninguna razón aparente. Nadie puede dudar de la buena voluntad del padre Gastón, de manera que ha quedado como un acto de prepotencia injustificada e injustificable.
La persecución al padre Gustavo Gutiérrez, uno de los intelectuales más consistentes del Perú y de mayor reconocimiento mundial, merecedor del Premio Nacional de Cultura 2012, es otro ejemplo de la actitud unidimensional que está detrás de la cacería contra sacerdotes que se tomaron en serio la frase del fundador de la Iglesia Católica y del cristianismo: “La verdad los hará libres”. Estos atentados contra la libertad del ejercicio sacerdotal de religiosos de probada calidad humana, intelectual y de sólida fe (de aquella que se conoce por sus obras y no por sus muecas) son agresiones contra la Verdad, apelativo con el que se autodenominó el auténtico jefe de la Iglesia, el que está por encima del Papa.
Como regalito de Navidad recibimos la noticia de que esta tendencia corrosiva, pleitista y cachacienta de pensamiento único que pareciera querer empujar a la Iglesia peruana hacia un cisma, da otro zarpazo: de manera contumaz se le impide a los sacerdotes que han venido dictando los cursos de Teología de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP) continuar haciéndolo.
Además se les niega aceptar cualquier cargo administrativo en ese recinto. Tanto en Estudios Generales Letras como en Filosofía de la PUCP recibí estimulantes cursos de Teología de venerables sacerdotes, como los padres Crespo, Zegarra, Alarco y Gutiérrez. Fueron cursos serios, responsables y sabios en los que a la luz de la razón se reflexionaba sobre asuntos de fe. Pero no solo se hacía teología en dichos cursos: son memorables las clases de Franklin Pease sobre el eterno retorno, lo sagrado y lo profano, el mito y la realidad en sus cursos de Historia, los que nos abrían ventanas a concepciones ancestrales, distintas y respetables, como la cosmovisión andina.
En los cursos de Teología, lejos de la imposición doctrinaria, lo que prevalecía era el diálogo. Eran lecciones auténticamente universitarias en las que las opiniones de los participantes eran ponderadas con respeto y las explicaciones intentaban mostrar la consistencia de sus argumentos, sin pretender que la fe arrase con la razón, ni lo contrario. Recuerdo especialmente las reflexiones del padre Gutiérrez, que, a la manera de Santo Tomás de Aquino, otro teólogo incomprendido por la curia de su época, hacía un extraordinario esfuerzo por establecer puentes entre el conocimiento actual y la tradición.
Me queda el buen sabor de sus entusiasmadas referencias al cine contemporáneo, donde detectaba signos que nos acercaban a los misterios de la fe.
Quien quiera quitarle esto a la PUCP quiere hacerle daño. Sabemos que hay la intención de expropiarla de sus bienes. Hay inquina y sorna en esta escandalosa persecución contra los mejores exponentes de la Iglesia. Probablemente los responsables sean infiltrados del poder mundano en la jerarquía. Quizá haya un ingeniero autoritario y fujimorista orquestando esta debacle para apagar la luz que brilla sobre las tinieblas.


GOLPE A LA TEOLOGÍA DE LA LIBERACIÓN
Por: Wilfredo Ardito Vega

A quienes no asistieron a las clases de Teología de la Universidad Católica suele sorprenderles el excelente recuerdo que mantienen sobre ellas muchas personas, creyentes y no creyentes.
En mi caso, allá por 1982, mi profesor de Teología era el sacerdote Felipe Zegarra, a quien todos llamaban “Pipo”. En su clase no hablaba de sacramentos o el purgatorio, sino de la relación entre el Cristianismo y diferentes corrientes filosóficas. Recuerdo especialmente las clases sobre Sartre, Marx y Freud, los maestros de la sospecha. A no pocos alumnos les sorprendía encontrar una Iglesia Católica abierta al diálogo, respetuosa de quienes pensaban diferente y preocupada por el compromiso social. Zegarra, como la mayoría de profesores del Departamento de Teología está vinculado a la Teología de la Liberación, que busca promover la construcción de una sociedad más justa y más humana. Bajo esta perspectiva, el cristiano no puede resignarse ante la injusticia o la pobreza, pues son ajenas a la voluntad de Dios.
Conozco muchos sacerdotes y religiosas que piensan de esta manera y por eso desde el Departamento de Teología de la PUCP se organizaban cursos de reflexión teológica abiertos a todos los sectores sociales, a los que también llegaban mucha gente de toda América Latina.
Además de las charlas, en esos cursos se debatía en trabajos en grupo sobre cómo aplicar la reflexión de manera concreta, especialmente para que los pobres pudieran ser ellos mismos quienes cambiaban sus condiciones de vida. De hecho, estoy convencido de que la Teología de la Liberación fue uno de los factores que detuvo a Sendero Luminoso en Puno, Cajamarca o Cusco, porque los campesinos tenían una esperanza en promover un cambio social sin la violencia.
Lamentablemente, otras tendencias en la Iglesia Católica peruana hablaban de “curas rojos” y denunciaban que en la PUCP se daba a los alumnos adoctrinamiento marxista. Sus acusaciones han sido oídas en el Vaticano y se ha nombrado para el Perú a numerosos obispos contrarios a la Teología de la Liberación, quienes muchas veces sostienen que antes que ellos no había evangelización, sino política.
De todos estos nombramientos, el más polémico ha sido el de Juan Luis Cipriani. Su intolerancia y su vinculación con las políticas represivas de Fujimori y García (llegando a respaldar la pena de muerte) ha causado una pésima imagen ante la opinión pública, incluidos los propios católicos. Una serie de medidas internas han causado mucho disgusto: retiró a varias congregaciones de las parroquias donde trabajaban; obligó a guardar silencio por un año al sacerdote Eduardo Arens, de la Parroquia Santa María Reina; dispuso que se retire de Lima el misionero mexicano Jorge García, director de la revista Misión sin Fronteras, donde abiertamente se defendía los derechos humanos.
En otros países, la difusión de casos de pedofilia por parte de algunos sacerdotes han desprestigiado a la Iglesia Católica. En el Perú, estos casos han tenido mucho menos impacto en dicho desprestigio, siendo una causa mucho más fuerte el accionar y los discursos de Cipriani. Lo respetan solamente aquellos católicos que tienen una perspectiva autoritaria o quienes centran el Cristianismo en rituales externos y no en valores concretos.
En el año 2012 Cipriani demostró especialmente su intolerancia y su menosprecio frente a quienes piensan de manera diferente. En el mes de mayo, le prohibió al sacerdote Gastón Garatea celebrar misa en la arquidiócesis de Lima. Paralelamente, siguió la penosa batalla en los tribunales peruanos para lograr el control de los bienes y la dirección de la PUCP. En julio Cipriani logró que el Vaticano retire a la PUCP los títulos de Pontificia y Católica, pese a lo cual, las labores universitarias continúan con normalidad, inclusive con un incremento en el número de postulantes.
Finalmente, el 21 de diciembre Cipriani prohibió a sacerdotes como Felipe Zegarra, Luis Fernando Crespo, Carlos Castillo y Andrés Gallego enseñar el curso de Teología en la PUCP o desempeñar cualquier cargo administrativo en la Universidad. La prohibición se extiende inclusive a los teólogos laicos como Adelaida Sueyro. Además de perjudicar a la PUCP, es evidente que Cipriani desea dar un fuerte golpe a la Teología de la Liberación, justo después que su fundador, Gustavo Gutiérrez, y también profesor de la PUCP, ha sido reconocido con el Premio Nacional de Cultura.
La decisión de Cipriani ha causado múltiples protestas. Inclusive, desde el Instituto de Defensa Legal se ha señalado que esta decisión vulnera la autonomía universitaria y el ordenamiento constitucional, precisándose que también entes privados como el Arzobispado de Lima deben respetar los derechos fundamentales: http://ideeleradio.blogspot.com/2012/12/pronunciamiento-de-idl-la.html. El pronunciamiento tiene argumentos suficientes para que la Universidad o los sacerdotes afectados puedan presentar una acción de amparo.
Este año, el Presidente Humala rompió la tradición de acudir a la Misa de Navidad que celebra Cipriani en la Catedral. En realidad, después de todo lo que Cipriani ha hecho en los últimos meses, más espíritu navideño habría encontrado en un centro comercial.

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Acerca del autor

Luis Alberto Duran Rojo

Abogado por la PUCP. Profesor Asociado del Departamento de Derecho de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP). Director de ANALISIS TRIBUTARIO. Magister en Derecho con mención en Derecho Tributario por la PUCP. Candidato a Doctor en Derecho Tributario Europeo por la Universidad Castilla-La Mancha de España (UCLM). Con estudios de Maestria en Derecho Constitucional por la PUCP, de Postgrado en Derecho Tributario por la PUCP, UCLM y Universidad Austral de Argentina. Miembro de la Asociación Peruana de Derecho Constitucional, del Instituto Peruano de Investigación y Desarrollo Tributario (IPIDET) y la Asoción Fiscal Internacional (IFA).

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