Va un comentario de Farid Kahhat (Internacionalista y Profesor PUCP) sobre las razones para la presencia militar de EE.UU. en Colombia. El artículo se publicó en el Diario El Comercio el pasado 16.08.2009, bajo el título “Hugo, Álvaro y Rafael”.
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Por: Farid Kahhat
En noviembre será clausurada la base militar estadounidense de Manta, en Ecuador. Colombia fue el candidato elegido en la búsqueda de un reemplazo por diversas razones: cuen- ta ya con presencia militar estadounidense como parte del Plan Colombia. Cuenta, además, con un presidente popular, que es el más firme aliado de Estados Unidos en Sudamérica. Es el único país bioceánico de esa región, y tiene fronteras con el miembro más díscolo del vecindario (v.g. Venezuela).
La decisión de Colombia en la materia cae dentro de sus prerrogativas como Estado soberano, y el propósito de la presencia estadounidense en bases colombianas sería el mismo que cumplía la base de Manta: recopilar información que permita una acción más eficaz contra el narcotráfico y las FARC. ¿Por qué, entonces, esa posibilidad suscita tanta controversia?
Porque según el Gobierno Colombiano las FARC cuentan con retaguardias en Ecuador y Venezuela, con la anuencia de ambos gobiernos. Y según un informe del Congreso estadounidense, el Gobierno Venezolano mira distraído en otra dirección mientras su territorio se convierte en zona de tránsito para el narcotráfico. En otras palabras, la información de inteligencia recopilada por aviones AWACS desde espacio aéreo colombiano podría proceder de territorio ecuatoriano o venezolano. En marzo del año pasado vimos lo que el Gobierno Colombiano estaba dispuesto a hacer con esa información, cuando bombardeó un blanco de las FARC en Ecuador. Y aunque tanto Ecuador como Venezuela batieron tambores de guerra en respuesta, es de suponer que, al igual que entonces, lo pensarían dos veces antes de tomar una represalia armada contra un Estado que alberga tropas del ejército más poderoso del mundo.
Los temores no se restringen a los potenciales rivales de Colombia. Recordemos que el Gobierno Brasileño respondió al Plan Colombia propiciando el Plan Cobra (v.g. Colombia-Brasil), en el entendido de que debía resguardar la frontera común antes de que Estados Unidos lo hiciera por él. En el caso de Brasil, a esos temores se suman aquellos que suscita la reactivación de la Cuarta Flota Naval de Estados Unidos, dado que los yacimientos petrolíferos submarinos descubiertos por Petrobras podrían caer dentro de su ámbito de acción.
A lo cual se añade que el acuerdo en cuestión no ha sido objeto de escrutinio público ni siquiera en Colombia: el miedo a lo desconocido es un temor que comparten por doquier tanto los aficionados al género de terror como los altos mandos militares (aunque no queda claro si estos últimos derivan de la experiencia el mismo placer mórbido que obtenemos los primeros).
Consciente de los escalofríos que padece por su causa más de uno entre sus vecinos, Colombia presentó una contrapropuesta que merece ser atendida: aceptaría debatir en la Unasur el acuerdo con Estados Unidos, si se incluyen en la agenda de esa entidad “otros temas como el armamentismo, el tráfico ilegal de armas y el terrorismo”. Lo cual a su vez podría suscitar escalofríos entre países que no tienen vecindad con Colombia, pero sí un frondoso presupuesto militar: recordemos sino cómo el canciller Fernández de Chile trocó de súbito las dudas expresadas por la presidenta Bachelet durante una reunión con su par brasileño, por la certeza de que el acuerdo en cuestión era un asunto bilateral frente al cual su gobierno no tenía nada que decir.
CATEDRÁTICO DE LA PUCP
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