En este proceso de reflexión de semana santa, resulta muy interesante la siguiente entrevista al padre Alberto Simons Camino S.J., que es un profundo estudioso de los Evangelios y actualmente profesor de la Universidad Antonio Ruíz de Montoya. La entrevista fue realizada por Jorge Paredes y se publicó en la Revista El Dominical (12.04.2009).
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Por: Jorge Paredes
Ha dedicado su vida a estudiar la figura de Jesús. Ha revisado no solo los Evangelios sino todo tipo de documentación que le permitiera acercarse más a ese Cristo hecho hombre en Galilea y Judea. “Desde que entré a la vida religiosa esa fue mi gran afición. Ha sido lo que más he estudiado”, dice el padre Alberto Simons, S.J. Por este camino llegó a la antropología teológica y a la cristología, dos temas que se complementan, pues, como afirma el gran teólogo Karl Rahner la antropología es una especie de cristología deficiente y la cristología una antropología plena porque solo a través de Jesús podemos descubrir a la humanidad en toda su riqueza.
Los rasgos de Cristo
¿Qué es la cristología?
Es el estudio de Jesús en su aspecto humano. Jesús, como dice la fe, fue plenamente humano y también plenamente hijo de Dios. La cristología estudia estos dos aspectos, el humano y el trascendente. Jesús, como hombre, fue igual que todos nosotros, menos en el pecado. Tuvo todos los problemas que tenemos los hombres. Lloró, sufrió tentaciones, tuvo hambre, se compadeció de la gente; tuvo que aprender cosas. San Pablo llega a decir que Dios en Jesús hizo pecado por nosotros, o sea que asumió toda la condición humana desde sus raíces. Por eso, Jesús tenía preferencia por la gente que estaba despojada de su humanidad, por los pobres, los pecadores, los marginados, los niños, todos aquellos a quienes de alguna manera se margina. Era la opción de Dios por el hombre. Él dice yo no he venido a salvar a los justos sino a los pecadores. Jesús está en contra del pecado, pero siempre a favor del hombre aunque este fuera pecador.
En su tiempo se le criticaba por eso, por seguir a los pecadores o sentarse a la mesa con ellos.
Eso decían los fariseos, los maestros de la ley, pero él no tenía ningún prejuicio. Una de las cosas admirables de Jesús es el respeto infinito por toda persona humana. Él carece de prejuicios. Por ejemplo, en la parábola del buen samaritano lo importante no es la religión ni la nacionalidad ni la raza, sino la actitud que tenemos con el otro. Y Jesús recalca mucho eso.
¿Podría definir, de acuerdo a conceptos modernos, la personalidad de Jesús?
Lo más importante es, evidentemente, la originalidad. Jesús fue un hombre absolutamente original. No porque hizo cosas raras o especiales, sino porque fue él mismo. Por eso es que la gente decía que no habla como los maestros de la ley sino habla con autoridad. Y esa no era la autoridad del poder. Jesús era un hombre sencillo, no tenía ningún cargo, ningún atributo, sino que hablaba con la autoridad de la verdad. En términos modernos diríamos que tenía autoridad moral. Otra característica es la coherencia. Jesús, en general, no predica sino primero hace algo y después utiliza la palabra para explicar lo que ha hecho. Por eso otra característica suya es la libertad. Es una libertad absoluta. En el Evangelio de San Juan se dice “la verdad os hará libres”. Jesús vive la verdad y eso lo hace ser absolutamente libre frente a todos y frente a todo. Para él solamente hay dos cosas importantes: Dios y Dios que vive en el hombre. Todo lo demás es relativo.
El Jesús del cine
Usted ha seguido la figura de Jesús a través de los Evangelios, pero también en otras versiones, qué opinión tiene del Jesús que muestran, por ejemplo, películas como “La última tentación de Cristo” de Scorsese?
Ahí se manifiesta más la actitud del cineasta. En general, le confieso que a mí no me gustan esas películas porque justamente nos quitan todo el simbolismo y toda la riqueza de la vida de Jesús. Nos limitan a una visión que en algún caso puede ser más o menos válida, pero que siempre es sesgada. Yo prefiero el Jesús del Evangelio. Hablando de las tentaciones, Jesús tuvo muchas a lo largo de su vida. Fueron tentaciones de tipo mesiánico. Es decir, ¿cuál es el método para llegar al reino de Dios: la fuerza o el servicio? Jesús opta por el servicio. No por el poder. El tentador le dice si eres hijo de Dios haz uso de tu poder y baja de la cruz, y Jesús no lo hace. Él acepta su condición humana con todas sus limitaciones. Cuando le dicen si eres el Mesías, muéstranos una señal, él se niega porque no quiere que lo reconozcan por algo espectacular. La oración del huerto es un pasaje muy importante porque ahí se ve quizás la faceta más humana de Jesús. En un momento él siente miedo y le pide a su padre que pase ese sufrimiento. Es la oración perfecta porque como todo ser humano él no quiere sufrir, no es un masoquista, pero al final le dice a su padre “que se haga tu voluntad y no la mía”. Si hay una manera de definirlo es que era un hombre de Dios para los demás.
La mujer
La presencia de la mujer en la vida de Jesús ha creado historias como la de María Magdalena en “El código Da Vinci”, ¿cuál es el papel que cumplieron las mujeres en los Evangelios?
Es curioso porque en el tiempo de Jesús los grandes maestros de la ley no tenían discípulas. La mujer era muy marginada. Pero Jesús nunca marginó a la mujer. En el Evangelio de Lucas se dice que lo seguían los doce y también las mujeres, a quienes se las cita con nombre propio. En la cruz los apóstoles hombres huyen, salvo tal vez Juan, pero las mujeres se quedan. Ellas lo siguen hasta el final, tienen una fortaleza muy grande. Jesús evidentemente tenía amigos y amigas que lo seguían, pero su vocación por una vida sin matrimonio, sin pareja, es clara. Es una opción por el reino. Lo cual no descalifica en absoluto el matrimonio. La primera asistencia de Jesús es a una boda y se alegra en ella. Pero él optó por un camino, por su entrega para construir un reino de justicia, paz e igualdad para los hombres.
¿Como investigador se ha puesto a pensar cómo era Jesús físicamente?
Yo creo que es irrelevante. Quizás con gran sabiduría el Evangelio no nos da ningún rasgo físico de Jesús. Su identificación no es entonces con un tipo de hombre, sino con cualquier hombre. Hay un pasaje muy interesante, el de Zaqueo, un cobrador de impuestos, que se sube a un árbol para ver a Jesús porque era bajo de estatura. Lo que no se aclara es quién era bajo, Zaqueo o Jesús. Todo el mundo supone que Jesús es alto, delgado, etc., pero de hecho no sabemos absolutamente nada de su apariencia. Eso es bueno porque cualquier persona pueda identificarse con él.
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