La doctora Cristina del Mastro, directora de la Dirección Académica del profesorado de la PUCP, nos ha recordado el contexto en el cual se está reformulando la formación universitaria: el acceso a la educación superior se ha masificado, las universidades atienden a una población que no es la que tradicionalmente encontraban los docentes en sus aulas, el mundo de la producción y del trabajo demanda que los egresados dominen un amplio rango de competencias que los hagan trabajadores creativos e innovadores, y todo esto sucede en un mundo cada vez más complejo en el que las certezas son pocas y más bien la incertidumbre se ha vuelto un rasgo cada vez más extendido. En medio esos retos, las universidades se ven en la necesidad de demostrar a la sociedad su valía y calidad a través de los procesos de acreditación.

Es en ese marco que la labor docente cobra un nuevo significado, limitándose no solo a enseñar sino a asegurar entornos en los cuales los estudiantes logren aprendizajes profesionales, sí, pero también logren desarrollar la autonomía, el juicio crítico, la capacidad para aprender a aprender. Para ello, los docentes deben combinar el dominio de sus contenidos, el dominio pedagógico, y deben desarrollar una buena capacidad de establecer relaciones personales. Pero todo esto difícilmente se traduce en buena docencia si no existe la pasión por formar personas y contribuir así al desarrollo de la sociedad.

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Presentación doctora Cristina Del Mastro