Nos hablaron de un pueblo que conoce la eterna felicidad
Pueblo sin nariz y posiblemente sin lengua
Nos hablaron de gente que supone una enfermedad a la razón
Aquí la decadencia no tiene su olor nauseabundo
Sin ideas fijas ni secretos en el rostro
Con ardores realmente excepcionales
Un espejo inevitable brilla entre sus ojos espumosos
y deleitantes
No obstante, cansados de vivir, se tiran al mar desde lo alto
de una roca
Dios los perdone.