El 13 de febrero, un día antes del día de la amistad y del amor, en Palacio de Gobierno no la estaban pasando nada bien y es que el presidente Vizcarra  y el premier Zeballos estaban con la cabeza caliente prensando como parchar otra vez al Ejecutivo.

Después del polémico cierre del Congreso han pasado cosas en el país de manera acelerada como si estuviera en medio de un huracán que deja hasta ahora cuantiosos daños políticos, pero sobre todo más inestabilidad e incertidumbre, siendo dos temas los que han copado la atención de la opinión pública: los resultados de las elecciones para congresistas y el terremoto político en el Ejecutivo.

Por un lado, el entusiasmo de la población por el cierre del Congreso se desvaneció con los resultados de las elecciones congresales, ya que en una encuesta realizada por la encuestadora Datum y publicada por el diario Perú 21, el 7 de febrero, muestra que el 53 % no se siente representado por el nuevo Congreso; asimismo, el 44 % considera que este nuevo Congreso tiene “igual nivel”, resultados más que extraños si tenemos en cuenta que un nuevo Congreso curaba “todo”. Lo que la encuesta dice es que cerrar el Congreso no ha sido la solución, sino que en el juego de poderes entre Ejecutivo y Legislativo ganó el Presidente, pero perdió el país (ojo, esto  según los datos de la encuesta mencionada).

La otra cara de las elecciones congresales fueron las confirmaciones y sorpresas: por el lado de las confirmaciones están la caída en número de congresistas de Fuerza Popular y las bajas del APRA y Solidaridad Nacional que fueron contundentes. Por el lado de las sorpresas están el ascenso del Frepap y UPP, dos corrientes totalmente opuestas que lograron tener presencia con números de congresistas impensados, pero también fue la caída de la izquierda que, con toda la ola progre se pensaba que las izquierdas tendrían más de una bancada o más congresistas, en estas elecciones solo una bancada pasó la valla con uno de los menores números de congresistas.

Por otro lado, el Ejecutivo también ha hecho su trabajo poniéndose varias vecsa la soga al cuello. En poco tiempo ha cambiado a siete ministros en cuatro meses y cuatro de ellos en apenas dos días más la separación de un procurador, definitivamente hubo una crisis en el Gobierno ocasionada por el tema Gasoducto del Sur y que está asociado a Odebrecht. Las últimas cuatro renuncias de ministros más la separación del procurador muestran que Odebrecht no solo saca y pone presidentes, sino que pone y saca ministros, procuradores etc. etc… lo que confirmaría, además, que esta empresa corrupta aún tiene poder en nuestro país. Ahora Odebrecht no solo les miente a los fiscales, sino que juega al ajedrez con el Gobierno. Ya sabemos quién va ganando.

Lo que podemos resumir ante tanta turbulencia es que el Gobierno se ha puesto varias veces en jaque por tomar malas acciones, tanto de elección como de decisión, y sus enroques poco o nada le están funcionando. Sin duda, el no tener ni hacer filtros para convocar a sus ministros le ha generado al presidente Vizcarra varios dolores de cabeza, tanto así que todos los que salieron en estos últimos cuatro meses se fueron porque cargaban con un pesado pasado o tratos por debajo de la mesa.

En este día de la amistad y del amor, esperemos que los problemas del Ejecutivo no distraigan al nuevo Congreso, pues el país no resistirá más enfrentamientos y casi ya no quedan más válvulas de escape efectivas, solo quedaría una válvula que es la renuncia del presidente Vizcarra. Ojalá no lleguemos a ello.

…_…

Puntuación: 0 / Votos: 0