Breve nota sobre el topónimo Lima

Introducción

La ciudad de Lima cuenta a la fecha con 489 años y, aunque parezca extraño, no se conoce con exactitud de donde proviene su nombre. ¿Qué significa este nombre? ¿Era un nombre usado antes de que los españoles llegaran? Revisaremos un poco la historia de este nombre y buscaremos revelar su misterio desde el estudio de las lenguas andinas se hablaron en dichos territorios.

 

Resumen 

-Los topónimos son los nombres que le ponen a los lugares y suelen describir características del territorio o hablan de la presencia de alguna deidad del lugar. En muchos casos, advierten también sobre las lenguas que se hablaron en tales territorios.

-Las etimología populares suelen ser impresionistas y terminan en muchos casos en interpretaciones equivocadas. Para Lima, por ejemplo, se utilizó como explicación la presencia del fruto. El problema de este ejemplo es que deja de lado la historia de este territorio antes de la llegada de los conquistadores de España.

-Las fuentes coloniales nos hablan de que ya se usaba el término mucho antes de la llegada de los españoles. Es más, su variada pronunciación nos habla del lugar de procedencia de estos.

-El término es quechua, pero con sustrato aimara y superstrato castellano. Es decir, en ese territorio primero hubo hablantes de aimara, luego de quechua y luego de castellano. Esto es posible de dilucidar por los sonidos de la palabra. Rimaq es quechua, pero por acción de una pasado aimara, se transforma en Limaq. Luego, por comodidad al pronunciar se pierde la consonante final en boca de los españoles, dejando la forma actual.

Los topónimos: fuente de información para lengua sin escritura

Un topónimo es el nombre que le ponen los hablantes a un lugar específico. Este, por lo general, describe alguna característica relevante de dicho espacio, alguna práctica que se llevaba a cabo o nos habla sobre alguna deidad que se celebraba en el territorio en mención. Un ejemplo interesante sobre esto y que nos puede advertir también el cuidado que hay que tener con este tipo de términos es “Quillabamba” capital del distrito de Santa Ana, en la Convención Cuzco.  Este término de origen quechua tiene dos elementos: quilla y bamba. El primero se suele interpretar como “luna” en el quechua actual y “bamba” como territorio. Ahora bien, sería curioso que un lugar se llame “tierra de la luna” sin mayor motivación. Por ello, la investigación de diccionarios antiguos nos permite identificar los siguiente: “quilla” antes de ser “Luna” es “coca”. Por lo tanto, y en consonancia con los cultivos que se pueden encontrar en la actualidad, interpretamos el nombre como “tierra o terreno para el cultivo de coca”. Esta es, de manera general, la manera en que se estructuran estos términos en el mundo andino.

El estudio de la toponimia en el mundo andino revela, como advertimos, muchas de las características de un lugar o, como es el caso de esta nota, de desplazamientos humanos en un mismo territorio. En esta ocasión, abordaremos el origen del nombre  <Lima>, capital del Perú, y reconoceremos que fue un territorio ocupado primero por grupos aimaras, luego por quechuas y, en última instancia, por españoles. Todas estas ideas inferidas de la forma de dicha palabra.

Etimología y explicaciones populares

Existe dos etimología populares sobre el nombre Lima: una habla del fruto; la otra, sobre el río y su caudal. Revisemos rápidamente ambas. La primera vincula el nombre con la presencia del fruto en este territorio. Para algunas interpretaciones, principalmente folclóricas, el nombre Lima proviene del fruto. Este, si bien está presente en el valle, sobre todo en la zona de Huaura, tiene un origen en el sudeste asiático y no es originaria de los andes. Es decir, vino con el contingente español al momento de la conquista.

La segunda vincula el nombre quechua con el ruido que genera el río al cargar piedras. Esta se desprende de la traducción del quechua al pie de la letra, que se traduciría como “hablador” y se complementa con la idea de que el río “habla” al estar cargado de piedras.

Ambas versiones pertenecen a lo que se denomina etimología popular por articular sin rigor histórico, en el primer caso, ni lingüístico, en el segundo, interpretaciones sobre el nombre de los lugares.

 

La forma inicial según las fuentes cercanas

La forma primigenia sugerida para el nombre es <*Límaq>. Esta forma alterna en distintos documentos coloniales con <Limac>, <Lima>, <Lyma>. Como es fácil advertir y como veremos más adelante, esta forma proviene del verbo quechua <Rima->, que significa “hablar” y del sufijo agentivo <–q>. Dicha forma se traduce por “el que habla” como consigna el Inca Garcilaso de la Vega. Lo que expondremos es cómo se llega de esta forma <Rimaq> al actual nombre “Lima”.

Cuenta el cronista colonial Bernabé Cobo que si un hablante proveniente de la sierra iba rumbo a Lima y le preguntaban a dónde se dirigía, este respondía: “rimacman” (hacia rimac). Si la misma pregunta se le realizaba a un nativo costeño, este respondía “limacman” (Cobo en Cerrón Palomino 2008: 306). Esto refleja un cambio fonético muy puntual: el cambio de [r] por la [l] a inicio de palabra. Para dicho cronista, este era un rasgo que distinguía a los hablantes de la costa frente a los de la sierra sureña. Curiosamente, y como apunta Cerrón-Palomino, dicho cambio tiene lugar también en la zona huanca, hoy el departamento de Junín. La causa específica de este cambio en la sierra central es la influencia del aimara a manera de sustrato: esto supone que, en dicho territorio, antes de que se hablase quechua huanca, se hablaba alguna variedad de aimara. Situación que no debería sorprendernos por la presencia de un enclave aimara en la zona de Yauyos en la actualidad y un amplio número de topónimos del mismo origen en este territorio. Como se advirtió antes, síntoma ineludible de que esta zona fue habitada por hablantes de esta lengua.

En este sentido, es posible suponer que el cambio que tiene lugar en territorio costeño también esté motivado por dicha influencia, pero de manera menos radical que en la zona de Junín. De esta manera, podemos concluir que el cambio en este sonido responde al hecho de que antes de que se hable quechua en la zona costeña central, propiamente en Lima, se habló aimara. Con esto obtenemos la forma <Límaq> y sus variantes como se consignó líneas arriba.

Lo que queda por explicar es por qué pierde esa consonante final. Según cuenta el mismo Cobo sobre el topónimo <Lunahuanac>: “nosotros que no gustamos de muchos [sic] consonantes [pronunciamos] Lunahuaná, quitada la “c” (Cobo en Cerrón Palomino 2008: 308). Esto advierte que el hablante de español presenta un rechazo natural a consonantes oclusivas al final de palabra, fenómeno que se atestigua en el pasado como en el presente: pared > paré, carnet > carné, etc.

Cuál es su significado original

Ahora es importante fijar el significado. Según Cerrón Palomino (2008: 309), la estructura quechua de la palabra podría dar dos interpretaciones: “el que dice” o “hablador”. La primera respondería a la interpretación que seguimos, la segunda se podría entender como “charlatán”. En primer lugar, vale mencionar que dicho territorio era asociado a un oráculo de la cultura Ychma: “Rímac, guaca de los indios de Lima que se decían Ychmas, dónde está poblada la ciudad de los Reyes, era una piedra redonda” (Albornoz, 1581). Se indica además que tal oráculo estaba situado en la zona donde se ubica el Hospital de Santa Ana en la Plaza Italia de Barrios Altos. La segunda interpretación parece ser muy posterior y proviene de la etimología popular. Asimismo, la restitución de la forma Rímac, como se conoce hoy en día al río y no a la ciudad, es el resultado del Tercer Concilio Limense y basar sus etimologías en la variedad sureña del quechua y no en la forma normalizada que se usaba en dicho entonces como atestigua la cita de Albornoz presentada líneas arriba.

En resumen, el nombre <Lima> proviene del quechua <Rímaq> que significa “el que dice” haciendo referencia al oráculo de dicho territorio. Luego pasa a nombrar al río por estar en el dominio de dicha huaca. Asimismo, este elemento léxico sufrió un cambio en la consonante inicial por influencia del aimara y la pérdida de la consonante final por las prácticas articulatorias españolas. Es decir, en este territorio, primero hubo grupos aimaras, luego quechuas y, por último, los conquistadores españoles.

 

Bibliografía 

CERRÓN-PALOMINO, Rodolfo

2008   Lima: oráculo antes que río hablador. En: Voces del ande. Ensayos sobre onomástica   andina.   PUCP: Lima

GARCILASO DE LA VEGA, Inca

[1609] 1991 Comentarios Reales de los Incas. Dos volúmenes. México, D.F.: Fondo de Cultura Económica.

El nombre de Lima: http://www.yachay.com.pe/especiales/lima/reyes.htm

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