Pero para estar un poco más a tono con lo actual, mejor hablemos de innovación.
En el caso de las innovaciones, ésas tienen un alto componente de propiedad intelectual. Las empresas que verdaderamente realizan inversiones en este campo, tienen por core business y objetivo la orientación de sus productos y/o procesos hacia la eficiencia tecnológica. Pero, ¿Cómo parte del conocimiento, que es un bien público, se transforma en un bien privado? A través del desarrollo del producto o proceso concreto que se va a colocar en el mercado.
Si hay un producto que es exitoso en un determinado mercado no es porque exista una vasta oferta del mismo sino porque los consumidores son quienes determinan qué producto o servicio es el que prefieren y, por lo tanto, demandarán. El problema en innovación es identificar quién está demandado qué producto, servicio o modelo de negocio que sea capaz de generar los incentivos económicos para que las empresas puedan invertir en ellos. Anticiparse y conocer el mercado, es la clave del éxito.
Bien sabemos que en el tema de las innovaciones las expectativas de ganancias son a largo plazo y las inversiones son cuantiosas, motivo por el cual, para que un producto termine contando con la protección de la propiedad intelectual, en la mayoría de casos, primero deben iniciarse los trámites legales correspondientes y, en el camino, ir desarrollando la innovación, la misma que podría o no, ver la luz.
Por ejemplo, para desarrollar productos biotecnológicos susceptibles de uso en las industrias (por ejemplo, un nuevo producto para la agricultura, una nueva droga o un producto que tenga una aplicación industrial), al tener diversas fases que van desde el descubrimiento -en un primer momento- hacia el monitoreo -como último eslabón- se sabe -de antemano- que terminar el producto final demandará considerable tiempo de investigación y costos de desarrollo, por lo que aproximadamente en la fase pre clínica o clínica podría presentarse la solicitud de patente, con la incertidumbre si se va o no a tener un producto que termine siendo desarrollado, con el costo de incertidumbre sobre la acogida o no del público consumidor.
Si bien ese costo de oportunidad de negocio es visualizado por los emprendedores, no cabe duda que existe interrelación entre éstos y los generadores de conocimientos con la finalidad de identificar necesidades del mercado, captarlas y pretender solucionarlas.
Pero, ¿Cómo va el Perú en estos campos?
De acuerdo al Global Entrepreneurship Monitor 2010 Global Report, el Perú no sólo ha demostrado tener la más alta tasa de crecimiento en su categoría (Efficiency – Driven Economies) con un crecimiento de emprendedurismo del 27.2% en comparación con el año 2009 sino que ha tenido un incremento en su TEA. De acuerdo al citado informe, los emprendedores peruanos son mayoritariamente hombres, están entre los 18 y los 64 años de edad. Dicha necesidad de emprendimiento va asociada con la oportunidad de mejora en sus estilos de vida y con un positivo incremento de capacidades y de oportunidades.
Por otro lado, de acuerdo al Reporte de Competitividad Global 2010-2011, el Perú ha demostrado ser un país que se encuentra progresando (se sitúa en el puesto 73 de un total de 139 países, habiendo subido 6 posiciones con relación al período anterior y no habiendo sufrido contracción en su economía en el año 2009) pero, no obstante este panorama alentador, se encuentra rankeada en el puesto 110 por mejora tecnológica e innovación, en el puesto 109 por la cualidad de los centros de investigación científica, puesto 113 por las inversiones en investigación y desarrollo que las empresas realizan y en el puesto 101 por las capacidades de los científicos e ingenieros (sin contar que la ineficiente burocracia gubernamental se encuentra a flor de piel y es una de las razones desalentadoras de la inversión extranjera).
El problema que el Perú enfrenta a pesar de ser un país de emprendedores es que los productos que desarrollamos no tienen valor tecnológico agregado y nuestras exportaciones se basan en productos no renovables, los cuales a la larga, terminarán por agotarse. Si en verdad queremos entrar en el terreno de la innovación debemos poner manos a la obra con temas concretos sino únicamente estaremos condenados a soñar con la innovación y con importar tecnología cuando bien sabemos que tenemos talento peruano para hacer productos “made in peru” de calidad y competitivos in house.
Por: Maritza Y. Aguero Miñano.