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a don Luis Figueroa
Dejará de hacer películas Luis Figueroa, pero su partida no impedirá que se le recuerde, entre otros aspectos, por ser el cineasta que realizó el primer largometraje en quechua.
Algo compartía yo con ese señor de cabello cano, piel bronceada y demasiado flaco como para pasar desapercibido: la misma calle cusqueña empinada. Él vivió durante muchos años una cuadra más arriba, por lo que eran varios los días en que yo subía desinteresado al colegio y él, garboso, sesenta años mayor que yo, bajaba la mayoría de las veces contento con algún proyecto en la mirada.
Yo desinteresado porque desde entonces sabía que perdía el tiempo en esas clases donde casi ningún profesor enseñaba cuestiones trascendentes, esenciales, por lo menos desde mi punto de vista. Se ocupaban de aspectos restringidos al plan curricular, pero raramente añadían algo personal, que es donde justamente reside la riqueza de un profesor. Personalidad, escuela (en ese amplio sentido de la palabra), es lo que le falta a nuestra educación nacional. Nadie me habló nunca, por ejemplo, del cine peruano y se dijo muy poco acerca del arte de mi ciudad. Nunca proyectaron una película… quizás solo esas religiosas moralizantes que realmente no creo que nadie recuerde.
Entonces tuve que buscarme la cultura, y cuando uno busca tiene suerte. Es así como hace algunos años mi amigo Hugo Pepper, entonces estudiante de cine en Buenos Aires, me invitó a su casa en Cusco para almorzar con Luis Figueroa junto con un par de muchachos argentinos que estaban de visita.
No sé por qué ahora que me detengo a pensar en ese día, recuerdo a don Lucho bajando de un taxi y discutiendo con carácter firme con el conductor; no recuerdo sobre qué discutían ni tampoco, algunos detalles posteriores. Pero me acuerdo claramente de que vimos con él Kukuli, esa famosa película en quechua que observamos con atención a pesar de tener un ritmo diferente al que estábamos acostumbrados. Nos comentó sobre sus adaptaciones al cine: Los perros hambrientos de Ciro Alegría y Yawar Fiesta de José María Arguedas, y luego vimos algunos de sus documentales que él pinceló con comentarios. Es verdad, uno recién valora esos momentos cuando pasa el tiempo suficiente para asimilarlos.
El trabajo de Luis Figueroa se enmarca en lo que él denominó “cine andino”. Lo que sucede en ciudades como el Cusco, en donde se ven amplios contrastes entre las personas y sus culturas, es que desde muy temprano emerge una pregunta entre sus habitantes, camuflada entre otros posibles cuestionamientos: ¿qué es ser andino? Muchas veces se vincula inmediatamente indigenismo con la corriente andina. Pues entre todos los mitos, leyendas, intrigas, misterios y claroscuros, no se trasluce qué es la cultura andina y lo más práctico es relacionarla con algo inteligible. Los recurrentes discursos sobre el abuso de los imperios a los oprimidos pueblos, las quejas inacabables sobre el tormento andino durante la Colonia, ya hartaron a las nuevas generaciones y se presenta un deslinde automático en la personalidad de muchos jóvenes que ya no quieren ser vinculados con términos que no representan y por el contrario perjudican al concepto de desarrollo y optimismo que algunos vemos en los Andes. Habría que detenerse de nuevo y pensar qué significa en este siglo ser un país andino.
En su debido tiempo, esa pregunta llevó a Figueroa, pienso yo, a realizar ficciones documentadas. Es decir, historias imaginarias con un sustento cultural andino. Pues se tenía muy poca divulgación sobre las costumbres y meollos de la cultura ancestral de los Andes. Su obra participó en festivales importantes en Alemania, Italia y Checoslovaquia, y obtuvo aplausos de famosos críticos en Francia y Estados Unidos, pues su trabajo no es un retrato ceñido y obtuso de la realidad sino que es, como los escritos de Arguedas, un arte. Figueroa fue un excelente artista y un amante fervoroso de su lugar. Prueba de ello es que, a pesar de que el gobierno francés le ofreció la residencia permanente y una pensión por su aporte cultural, decidió volver al Cusco.
Algo de absurdo, de ingenuo y de inentendible tenemos los serranos en nuestra pasión por la tierra para los ojos de quienes no han vivido entre cerros. Esto que digo se plasma en que creo que Figueroa sonreía al bajar por esa calle empinada porque ya había estado arriba. Y cuando uno ha visto el panorama en su verdadera dimensión (privilegio de esos caminos que suben y se alargan), luego ya no importa mucho qué opinen los hombres de ese laberinto de abajo en el que vivimos.
Antonio Cajas, a quien le debo el haber podido hurgar muchas veces en la sala de audiovisuales de la Universidad Católica por entrevistas y películas, me pidió algunas líneas para conmemorar la vida del cineasta andino. Posiblemente me excedí en párrafos, por lo que me disculpo, pero terminé dándome cuenta de que con Luis Figueroa no solo comparto ciudad y calle sino la búsqueda de uno mismo en la cultura andina. Él puede descansar tranquilo por haberse encontrado.
Seguramente, don Lucho, sus películas seguirán teniendo valor con el paso del tiempo. Por lo menos yo las seguiré recomendando y lo seguiré viendo caminar sonriente en una tarde soleada por esa plaza empedrada de la ciudad en que usted ya ha pasado a ser una de sus piedras más preciadas.
El Cine Club del Cusco queda pendiente. Estoy de acuerdo con que hace falta que las personas tengan acceso a ver lo que usted llamó películas honestas.
Rodrigo Llosa
Marzo de 2012
http://blog.pucp.edu.pe/nawpaq
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Algunos de los trabajos de Luis Figueroa que se encuentran en la Biblioteca Central Sala de Audiovisuales son:
Corpus Christi en Cusco
Fiesta urbana que precede a la peregrinación al nevado Qoyllur Ritti. En esta fiesta se combina elementos prehispánicos y cristianos que hacen de este evento una de los más importantes y fastuosos de la ciudad del Cuzco.
Código: GT 4839 I 6 (AV16)
Mamita Candelaria
Cada febrero la Virgen Candelaria, propiciatoria de fertilidad, es homenajeada en Puno con una gran variedad de danzas indígenas y urbanas.
Código: GT 4839 I 7 (AV16)
Toro pucllay : el juego del toro
Ritual frecuente en la sierra sur del Perú es la corrida del toro con un cóndor atado a su lomo. Este evento grafica el equilibrio de opuestos complementarios que se reitera en el pensamiento indígena andino.
Código: GT 4839 I 8 (AV16)
Rituales guerreros : el tupay en Chiaraje
Cada enero se realiza, en la pampa conocida como Chiaraje, una batalla ritual entre dos comunidades de los andes cusqueños.
Código: GT 4839 I 9 (AV16)
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