El creciente acceso a la educación superior universitaria es uno de los logros más importantes de la educación peruana en los últimos años. La diversidad de ofertas en materia de educación superior universitaria nos lleva a pensar que en un futuro no muy lejano, los índices de cobertura se verán cada vez más colmados. Sin embargo, es importante señalar que, esta idea de “ser universitario” en nuestros jóvenes, se concibe sin un análisis previo de las motivaciones que les lleva a asumir su vocación universitaria y los compromisos que esto conlleva. Debido a ello, es frecuente que los niveles de deserción y abandono de la vida universitaria especialmente en los años de pregrado, se incremente de manera constante.

Partiendo del supuesto de que en el país es importante una educación de calidad; la educación superior no solo continúa esa formación integral de todo ciudadano sino que la especializa y se debe hacer pertinente con las necesidades de la sociedad en general. La urgente necesidad de ciudadanos que mantengan el nivel de desarrollo necesario para el crecimiento constante del país en los próximos veinte años es fundamental para el futuro desarrollo no solo económico sino social y cultural del Perú.

Es en este sentido que el tema de las motivaciones de los jóvenes se enfrenta al desarrollo de una sociedad cada vez más cambiante, en donde los aspectos culturales y sociales, económicos y psicológicos pasan por una crisis que se determina únicamente por el simple cambio y la fuerte presencia del sentido de la  provisionalidad. Esta crisis afecta el compromiso de muchos jóvenes quienes al no tener los medios para reforzar sus motivaciones profesionales, terminan desertando o abandonando la vida universitaria y en muchos casos la educación superior. No es difícil descubrir una gran cantidad de alumnos que no han logrado culminar sus estudios universitarios con el consiguiente descenso en los niveles de alumnos graduados.

Se constata un relativo interés por el estudio de los aspectos motivacionales en los modelos curriculares universitarios. Los enfoques en los planes de estudio siguen siendo muy tradicionales y fuertemente academicistas, lo que supone en los jóvenes el empeño por lograr capacidades y habilidades que muchas veces no responden al logro de competencias, sean básicas o específicas, coherentes con la carrera elegida.

El Proyecto Tunning y los diferentes acuerdos internacionales que en materia de educación superior universitaria sirven de marco para su implementación, ofrecen poco o nada de herramientas para el tratamiento de las motivaciones en los jóvenes. Los planes de estudio y las instituciones de educación superior universitaria son muy resistentes a los cambios curriculares, entiéndanse estos como adecuaciones a la realidad o a las necesidades del mundo laboral debido a que generan inversión de recursos y de tiempo (en el mejor de los casos) que pueden simplemente concluir en  “cambios estéticos” o superficiales en un intento por ser pragmáticos frente a lo complejo del perfil de egresado que la sociedad demanda hoy en día de sus profesionales.

Es importante determinar la relación entre las motivaciones profesionales y el fenómeno de la deserción y al mismo tiempo, la realización de un análisis de los diversos aspectos posmodernos que están presentes en la cultura, de tal manera que sirvan de elemento de cambio o de apretura al cambio en las concepciones curriculares en educación superior universitaria.  Se debe señalar que esta etapa de cambio cultural constante es llamada con razón  “etapa posmoderna” y que en los últimos tiempos se aprecia en el plano educativo la tendencia a referirse a ella desde el paradigma de la llamada “complejidad”.

Se parte del supuesto de que la sociedad actual como la del futuro será muy distinta a la del siglo pasado debido a lo que se denomina “proceso de deligitimizacion” de la ciencia, de la historia y de la cultura misma. Nos enfrentamos a una generación de jóvenes posmodernos, digitales y globalizados en los que la presencia de los rasgos de provisionalidad de los saberes afecta sus decisiones fundamentales, incluso las profesionales. Así, los fenómenos de “movilidad” universitaria” son cada vez más frecuentes; los intercambios estudiantiles, generan en los jóvenes una actitud diferente al considerarse cada vez más cuidadnos del mundo que de una sola nación.

Por otro lado,  las situaciones de pobreza y de precariedad no dejan de cuestionar el currículo debido a que el “producto” a formar (el alumno) se ve afectado por una serie de insatisfacciones, fracasos y desalientos.

La posmodernidad y su relación con los modelos curriculares, se convierten así en un tópico de estudio que desea ampliar el espacio de investigación y el campo de análisis de la educación básica a la educación superior universitaria de tal manera que se presente una articulación que llegue a los inicios de la educación superior en los programas de Estudios Generales o Formación General.  El análisis y el producto de una investigación como esta deberán servir para la comprensión de los currículos universitarios y para ofrecer propuestas más creativas a situaciones complejas que lleven a mejoras sustanciales en la calidad de nuestra educación superior.

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