La modernidad como paradigma cultural y educativo

Las características de la modernidad influyen en la cultura y por tanto en la educación. Desde el currículo podemos encontrar una caracterización de rasgos que pueden ir describiendo el pensamiento moderno en la educación.

Un rasgo característico se evidencia en el carácter acumulativo de los conocimientos de los modelos curriculares clásicos y academicistas frente a la necesidad de confrontarlos con el pensamiento de la escuela nueva. La modernidad impone su concepción del ser humano influenciado por el mito del progreso; la cultura se entenderá, entonces, como acumulación de la acción creativa del hombre y los Estados se comprometerán abiertamente con los procesos de control y de fijación de propuestas pedagógicas.

La educación en la modernidad supera los parámetros de la escuela tradicional, la educación moderna busca una relación estrecha con la ciencia y lo hace especialmente a través del método científico. Así, los resultados de la educación moderna tienen su máxima expresión en los modelos tecnológicos y en los enfoques conductistas, o neo conductistas, si se entiende el paradigma moderno como experiencia del dominio de la racionalidad.

Sin embargo, desde la perspectiva moderna posterior y más actual, considerando una modernidad más contextualizada y evolucionada, tomamos el ejemplo del constructivismo; el aprendizaje consiste en la construcción de nuevos conocimientos (cualitativamente superiores), la racionalidad se introduce hasta reclamar la evidencia de las capacidades cognitivas del ser humano, a tal punto que, comprender “lo novedoso” pasa por tener en cuenta “los conocimientos previos” del alumno y del maestro; de la influencia del desarrollo genético (Piaget), de la cultura y de la maduración, haciendo uso de la interiorización y de la mediación (Vigotsky)

Los avances de la ciencia moderna hoy nos permiten establecer que el aprendizaje es una actividad mental por la que la mente filtra lo que percibe del mundo exterior para producir una realidad personal y única. El concepto de la mente humana como “tabula rasa” queda superado aunque no olvidado del todo. El conocimiento y el aprendizaje son el resultado de una dinámica en el que las aportaciones del sujeto (conocimientos previos) y del medio, se enlazan con el mismo acto de conocer y aprender en el sujeto.

A la luz de estas afirmaciones, la enseñanza consiste en nuestros días en colaborar junto al alumno en una construcción significativa y representativa de la estructura del mundo, para que pueda gradual y progresivamente re-interpretar la información de ese mundo que lo rodea. Esto, que es posible “medir y evaluar”, es también pasible de categorización.

El maestro es un mediador competente con la experiencia y saberes suficientes para guiar a sus alumnos por procesos de internalización e interacción social. El alumno por su parte, es creativo e inventivo, constructor activo de su propio conocimiento, con disposición para relacionar de manera sustantiva y no arbitraria lo potencialmente significativo.

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