En estos últimosEducación días, en el Perú, los candidatos a la presidencia han presentado sus diversas propuestas en temas educativos. Para cualquier ciudadano, la participación en temas políticos es fundamental para el desarrollo de la democracia y para la sostenibilidad institucional. Es lamentable que después de algunos años de alternancia democrática, aún dependamos de los “caudillos” políticos y no de instituciones partidarias que reflejen el valor de las ideas y no el “mesianismo” con el que algunos candidatos aparecen últimamente. Es el rostro del candidato el que se muestra; no hay eslogans ni frases que reflejen la opción política a la que representan. Lo grave de todo esto es que pensamos que eso es democracia y que las autoridades son elegidas para que nos solucionen los problemas.

Los jóvenes de nuestro país aun no despiertan de ese sueño o letargo en la participación política. No hay ni siquiera un colectivo de “independientes” que motiven a los candidatos a presentar propuestas de consenso. No hay duda de que en los últimos diez años se evidencian avances significativos, pero para una sociedad como la nuestra, con tantos problemas aún que resolver, es una irresponsabilidad no avanzar con más rapidez. Todo lo avanzado en materia de educación básica y educación superior debe consolidarse en el próximo gobierno. No son logros de un “caudillo” o de un partido, son logros del estado. Si tan solo comprendiéramos que ese es el nivel real de la política al que aspiramos y no la baja estatura de lo que se ve en los medios. Sin embargo, la sociedad peruana no supera ese letargo que nos hace dependientes de los mesianismos políticos.  Estoy convencido de que ese deterioro empezó en la década de los noventa y se consolidó al caer el régimen autoritario el año 2001. En todo caso, será la historia, deslegitimizada también, quien nos lo diga en los próximos años o décadas.

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