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Creo que a todos los que hemos escuchado los alegatos de Chile y Perú en La Haya nos quedó una actitud menos triunfalista pues los medios de comunicación habían exaltado al máximo la posición peruana como la justa y verdadera y sin conocer la otra parte ya no discutíamos si nuestro país tenía la razón o no, sino qué iba a pasar si Chile se negaba a acatar la sentencia a nuestro favor en La Haya. Sin embargo, se ha visto que ambas partes tenían excelentes abogados y argumentos muy sólidos, por lo que el asunto era más complejo de lo que pensábamos.
Podríamos ser más imparciales y creer que una sentencia justa y salomónica al mismo tiempo sería aquella que nos de la razón en parte, sin descartar del todo que podamos obtenerla en todo, aunque eso será poco probable. A pesar de todo, no es comprensible, cómo Álvaro Vargas Llosa se ha atrevido a enviar una carta abierta a Torre Tagle diciendo que “creo que las posibilidades de que el Perú obtenga el triunfo – en La Haya – son mínimas” porque ¿quién es él para afirmar con tanta contundencia eso?, que debido a la extrema formalidad y complejidad del asunto se debería reservar una opinión de ese tipo sólo a los especialistas en el tema; por tanto, abogados especialistas en derecho internacional de lo cual sabemos que el autor de dicha carta no lo es, ni siquiera de algo parecido.
Sin caer en leguleyadas ni chauvinismos, podría apuntar 2 cosas a dicha carta. Álvaro dice que “la tradición jurídica y política peruana mezcla muchos elementos que van a contrapelo de la formación de quienes van a decidir esto en Holanda”, pero acaso no se ha ido a La Haya justamente porque el principio de la equidad y la no generación de derechos de la soberanía sobre aguas en disputa son la que han predominado en los últimos fallos sobre delimitación marítima en La Haya. Más adelante dice: “No importa que el espíritu diga una cosa si la letra, torcida por nuestro formalismo interpretativo, dice otra”, pero la pregunta del juez Bennouna dejaba entrever otra cosa, que a la Corte le interesa tanto el espíritu como la letra, el espíritu de su tiempo y la expresividad y formalidad de un tratado explícito de límites marítimos como también lo argumentaron muy bien nuestros abogados.
El señor Álvaro también ha dicho que en Torre Tagle predomina una mentalidad decimonónica y que urge una integración real con nuestros vecinos, pero una auténtica y duradera integración regional no se puede hacer en la incertidumbre, tiene que hacerse sobre convencimientos mutuos y bases jurídicas sólidas, por eso era imprescindible llevar el caso de la delimitación marítima a la Corte de Justicia de La Haya, para zanjar de una vez por todas este asunto y en el futuro no haya más obstáculos para una relación armoniosa y sólida entre ambos países. Además, se debe saber que Torre Tagle no es un promotor de las inversiones extranjeras en el país, como lo ve Álvaro, esa no es su esencia, si bien puede contribuir a esa causa. Para eso el Perú tiene instituciones como PROINVERSIÓN para promover las inversiones. Por tanto, Torre Tagle no puede ser vista como una dependencia del Ministerio de Economía, ella es un ente independiente con una visión y objetivos diferentes. Su esencia es defender la soberanía del Estado y defender los intereses del Perú y de los peruanos en el extranjero, una causa igual de noble e importante para un mejor desarrollo nacional.
La visión de Álvaro y de muchos liberales más, se parece al del idiota comunista en que ambos ven en la economía siempre como un determinante de los demás asuntos de la vida social. Tal visión es peligrosa pues nos ciega hacia la importancia de otros asuntos que permiten el progreso de una sociedad. Ganemos poco o mucho después del fallo de La Haya, creo que un mayor triunfo será, si ya no lo ha sido, ver cómo los peruanos aún nos podemos identificar con una causa, tener intereses comunes y emocionarnos con ello, algo igual de importante para conseguir un mayor progreso y de lo que, lamentablemente, siempre hay excepciones como las de Álvaro Vargas Llosa.
En el Manual del Perfecto idiota latinoamericano, se lee lo siguiente: “Lo malo no es haber sido idiotas, sino continuar siéndolos”, Álvaro afirma así haberse curado de la idiotez, pues al igual que los otros autores de dicha obra reconocen haber seguido alguna vez un pensamiento socialista. Sin embargo, creo que la idiotez puede manifestarse de muchas formas. No sólo hay idiotez por comunismo, sino que también puede ser idiota el leguleyo e impertinente, de lo que Álvaro parece aún no haberse curado.