[Visto: 651 veces]
¿Tiene alguna responsabilidad el programa de televisión “El valor de la verdad” en la muerte de la joven Ruth Sayas? Esta es la pregunta que yo (y creo que muchos televidentes) he intentado contestarme a la luz de los últimos hechos conocidos del homicidio perpetrado por su ex novio. Este post trata sobre eso.
Beto Ortiz ha tenido excelentes presentaciones en televisión. Particularmente recuerdo mucho los reportajes de investigación y la cobertura imparcial que llevó de los sucesos de Bagua en su programa “Enemigos íntimos”, y últimamente recuerdo las notables entrevistas hechas a importantes personajes de la intelectualidad peruana (Bryce, Marta Hildebrandt o Alan García por poner algunos ejemplos). Sin embargo, así como Beto nos ha regalado algunos ejemplos de un periodismo audaz, veraz e inteligente, también en muchas ocasiones, desde que incursionó en televisión, nos ha dado algunos miserables espectáculos de degradación y humillación humana, acaso su máxima expresión ha llegado con su último programa “El valor de la Verdad”, que es un claro ejemplo de la frivolidad e irresponsabilidad con que los medios de comunicación entretienen a la gente.
Un programa de televisión no puede ser culpable de que un niño en el futuro se vuelva asesino pero seguro que se convierte en una de las influencias negativas que llevan a eso. Beto no asfixió a la víctima ni la mató a puñaladas, pero sí alimentó el morbo y la vergüenza de un asesino, además de utilizarlo y engañarlo para ser parte de una exhibición denigrante. Si ahora acusa al asesino como tal, ¿por qué no pensó antes de presentarlo en su programa que podría ser un asesino en potencia y podría estar creando una bomba de tiempo? Muchos programas de televisión no miden las consecuencias de sus actos, no se dan cuenta del poder que tienen sobre el comportamiento de la gente, o sí lo saben pero poco les importa.
De hecho, si el programa tiene responsabilidad alguna en el desenlace de los hechos, no es siquiera comparable con la que tienen los asesinos de la joven. Estos últimos seguro que pagarán por su delito yendo a la cárcel, pero a los primeros les debe corresponder una dura censura ética y un cuestionamiento a todos los medios de comunicación por la influencia que tiene en la gente los programas que emiten, pues muchos de ellos como en “El valor de la verdad”, se exaltan el cinismo, la humillación y el morbo, sentimientos que exacerban comportamientos disfuncionales de personas desequilibradas y pueden tener consecuencias fatales. Ojala se tome conciencia de esto.
Beto Ortiz ha tenido excelentes presentaciones en televisión. Particularmente recuerdo mucho los reportajes de investigación y la cobertura imparcial que llevó de los sucesos de Bagua en su programa “Enemigos íntimos”, y últimamente recuerdo las notables entrevistas hechas a importantes personajes de la intelectualidad peruana (Bryce, Marta Hildebrandt o Alan García por poner algunos ejemplos). Sin embargo, así como Beto nos ha regalado algunos ejemplos de un periodismo audaz, veraz e inteligente, también en muchas ocasiones, desde que incursionó en televisión, nos ha dado algunos miserables espectáculos de degradación y humillación humana, acaso su máxima expresión ha llegado con su último programa “El valor de la Verdad”, que es un claro ejemplo de la frivolidad e irresponsabilidad con que los medios de comunicación entretienen a la gente.
Un programa de televisión no puede ser culpable de que un niño en el futuro se vuelva asesino pero seguro que se convierte en una de las influencias negativas que llevan a eso. Beto no asfixió a la víctima ni la mató a puñaladas, pero sí alimentó el morbo y la vergüenza de un asesino, además de utilizarlo y engañarlo para ser parte de una exhibición denigrante. Si ahora acusa al asesino como tal, ¿por qué no pensó antes de presentarlo en su programa que podría ser un asesino en potencia y podría estar creando una bomba de tiempo? Muchos programas de televisión no miden las consecuencias de sus actos, no se dan cuenta del poder que tienen sobre el comportamiento de la gente, o sí lo saben pero poco les importa.
De hecho, si el programa tiene responsabilidad alguna en el desenlace de los hechos, no es siquiera comparable con la que tienen los asesinos de la joven. Estos últimos seguro que pagarán por su delito yendo a la cárcel, pero a los primeros les debe corresponder una dura censura ética y un cuestionamiento a todos los medios de comunicación por la influencia que tiene en la gente los programas que emiten, pues muchos de ellos como en “El valor de la verdad”, se exaltan el cinismo, la humillación y el morbo, sentimientos que exacerban comportamientos disfuncionales de personas desequilibradas y pueden tener consecuencias fatales. Ojala se tome conciencia de esto.