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El fin de semana estuve discutiendo con unos amigos sobre las predicciones que se hicieron sobre Ollanta antes de empezar su gobierno. Nadie acertó en lo que se convertiría Ollanta después de un año, pero al menos convenimos en que no hemos dado un salto al vacío como muchos creían. El año pasado, antes de la segunda vuelta, circulé un documento a los correos de algunos amigos en el que los trataba de convencer para votar por un candidato. No pretendía hacer de analista político, pero al menos creo que acerté en pedir el voto por el que todavía considero fue el mal menor.
Creo que ni un gobierno de Ollanta Humala ni de Keiko Fujimori se parecerá al de Hugo Chávez o al de Alberto Fujimori respectivamente. Si alguno intentara irse contra el Estado de Derecho, la gran oposición que encontrarían en el congreso y en la sociedad civil impediría que esto ocurriera. Además, pueden hacer un mal gobierno si se aferran a lo que defendieron en un inicio y un buen gobierno si negocian con grupos políticos democráticos y hacen los cambios necesarios a sus planes de gobierno iniciales. Pero, entonces ¿por quien votar?
Yo no voté por ninguno de estos dos candidatos en primera vuelta, por los temores que producían, pero pienso que hay un claro mal menor para esta segunda vuelta.
Si mi padre hubiera tenido algún cargo público cualquiera y hubiera hecho una mala gestión, aceptaría las críticas que le hacen, pero trataría de minimizar sus errores y engrandecer sus aciertos para defenderlo. Sin embargo, en el supuesto negado de que mi padre cometiera delitos graves en su gestión, como mandar a matar a gente inocente o corromper instituciones y personas, la figura cambia, porque por más que sea mi padre no podría elogiar su gestión. Por más buenos resultados que haya obtenido creo que el fin no justifica los medios.
Fujimori derrotó el terrorismo de Sendero con un terrorismo de Estado; es decir, matando gente inocente, ¿merece recordar y enaltecer eso? Fujimori compró medios de comunicación y persiguió a opositores políticos al peor estilo chavista; o viéndolo de otra forma, actualmente Chávez persigue opositores y censura medios de comunicación queriendo imitar el peor estilo fujimorista.
Entonces, Alberto Fujimori no fue sólo un mal político, sino un delincuente y corrupto. Es un condenado por violación de derechos humanos y corrupción, sentencia a la cual ningún organismo internacional de justicia ha emitido observación y más bien han elogiado. En otras palabras, no hay duda de los delitos que cometió; sin embargo, su hija y su entorno reclaman su inocencia y a su gobierno como “el mejor de la historia”.
En el caso de Ollanta Humala, tiene muchas acusaciones, muchas denuncias, la mayoría de último minuto, lo que genera dudas, pero no tiene ninguna sentencia. Tiene un padre y un hermano dogmáticos, radicales y racistas, pero que no los reivindica. A diferencia de Keiko, Ollanta ha ido cambiando en sus ideas, en su personalidad y en su entorno desde que fue derrotado en las elecciones del 2006 (dicho sea de paso no voté por él en esa dolorosa segunda vuelta). Si Ollanta cambia de Plan de Gobierno ¿está mal? ¡Qué mejor que cambie! ¿Porqué no creerle si su evolución no es de ahora sino desde hace mucho y si la mayoría de su entorno político actual es gente democrática y creyente de una economía social de mercado? Si a Ollanta se le ocurriese en un eventual gobierno suyo hacer caso omiso a sus promesas y a su Hoja de Ruta, simplemente se quedaría con 20 adulones a su alrededor y con un país en las calles.
Por otro lado, Keiko Fujimori, que lleva en su entorno a las mismas personas que avalaron los delitos cometidos durante la dictadura de los 90 y que por eso le resulta tan difícil desprenderse del gobierno de su padre, ha evitado hacer cambios en su plan de gobierno y en su entorno cuando debería hacerlo para creerle realmente que no cometerá las mismas, no equivocaciones, fechorías de su padre.
¿Keiko da mayor seguridad a las inversiones y enrumbará mejor la economía? ¿No fue la corrupción y el autoritarismo lo que ocasionó la debacle de la economía a finales de los 90? Ahora ¿Es inviable el actual plan de Humala o son ideas y propuestas que se han aplicado en otros países con éxito? Creo en lo segundo y tengo la confianza de que en un gobierno de GANA PERÚ, será un gobierno de un equipo y no de una persona. Se dará la oportunidad a otras formas de pensar nuestra economía, nuestra política y nuestra sociedad, pero formas de pensar diferente es común y necesario en toda auténtica democracia y no significa un salto al vacío.
A todos mis amigos les quería compartir esto porque creo que es hora de pensar no sólo en nosotros mismos, sino en el futuro que dejaremos a las generaciones venideras. No perdamos la capacidad de identificarnos con el dolor de los familiares de toda esa gente inocente que fue asesinada durante la dictadura, busquemos justicia para todas las mujeres que fueron esterilizadas contra su voluntad, pongámonos en los zapatos de los secuestrados y perseguidos durante esos años y avergoncémonos por la compra de medios de comunicación y la corrupción de funcionarios que se dio en esa época.
Amigos, ya no somos el futuro del país sino su presente, lo que hagamos o dejemos de hacer hoy nos lo reclamarán nuestros hijos y nuestros nietos. Dejemos a las generaciones venideras un país no sólo con crecimiento económico, sino también con justicia, valores y sobre todo con respeto a la vida. Votemos con serenidad y tranquilidad este 5 de Junio, confiemos en los compromisos asumidos por Gana Perú con el crecimiento económico y con la democracia, recordando que nuestro país no sólo requiere de una economía estable sino también de valores democráticos y de vivir con decencia y dignidad.
Creo que ni un gobierno de Ollanta Humala ni de Keiko Fujimori se parecerá al de Hugo Chávez o al de Alberto Fujimori respectivamente. Si alguno intentara irse contra el Estado de Derecho, la gran oposición que encontrarían en el congreso y en la sociedad civil impediría que esto ocurriera. Además, pueden hacer un mal gobierno si se aferran a lo que defendieron en un inicio y un buen gobierno si negocian con grupos políticos democráticos y hacen los cambios necesarios a sus planes de gobierno iniciales. Pero, entonces ¿por quien votar?
Yo no voté por ninguno de estos dos candidatos en primera vuelta, por los temores que producían, pero pienso que hay un claro mal menor para esta segunda vuelta.
Si mi padre hubiera tenido algún cargo público cualquiera y hubiera hecho una mala gestión, aceptaría las críticas que le hacen, pero trataría de minimizar sus errores y engrandecer sus aciertos para defenderlo. Sin embargo, en el supuesto negado de que mi padre cometiera delitos graves en su gestión, como mandar a matar a gente inocente o corromper instituciones y personas, la figura cambia, porque por más que sea mi padre no podría elogiar su gestión. Por más buenos resultados que haya obtenido creo que el fin no justifica los medios.
Fujimori derrotó el terrorismo de Sendero con un terrorismo de Estado; es decir, matando gente inocente, ¿merece recordar y enaltecer eso? Fujimori compró medios de comunicación y persiguió a opositores políticos al peor estilo chavista; o viéndolo de otra forma, actualmente Chávez persigue opositores y censura medios de comunicación queriendo imitar el peor estilo fujimorista.
Entonces, Alberto Fujimori no fue sólo un mal político, sino un delincuente y corrupto. Es un condenado por violación de derechos humanos y corrupción, sentencia a la cual ningún organismo internacional de justicia ha emitido observación y más bien han elogiado. En otras palabras, no hay duda de los delitos que cometió; sin embargo, su hija y su entorno reclaman su inocencia y a su gobierno como “el mejor de la historia”.
En el caso de Ollanta Humala, tiene muchas acusaciones, muchas denuncias, la mayoría de último minuto, lo que genera dudas, pero no tiene ninguna sentencia. Tiene un padre y un hermano dogmáticos, radicales y racistas, pero que no los reivindica. A diferencia de Keiko, Ollanta ha ido cambiando en sus ideas, en su personalidad y en su entorno desde que fue derrotado en las elecciones del 2006 (dicho sea de paso no voté por él en esa dolorosa segunda vuelta). Si Ollanta cambia de Plan de Gobierno ¿está mal? ¡Qué mejor que cambie! ¿Porqué no creerle si su evolución no es de ahora sino desde hace mucho y si la mayoría de su entorno político actual es gente democrática y creyente de una economía social de mercado? Si a Ollanta se le ocurriese en un eventual gobierno suyo hacer caso omiso a sus promesas y a su Hoja de Ruta, simplemente se quedaría con 20 adulones a su alrededor y con un país en las calles.
Por otro lado, Keiko Fujimori, que lleva en su entorno a las mismas personas que avalaron los delitos cometidos durante la dictadura de los 90 y que por eso le resulta tan difícil desprenderse del gobierno de su padre, ha evitado hacer cambios en su plan de gobierno y en su entorno cuando debería hacerlo para creerle realmente que no cometerá las mismas, no equivocaciones, fechorías de su padre.
¿Keiko da mayor seguridad a las inversiones y enrumbará mejor la economía? ¿No fue la corrupción y el autoritarismo lo que ocasionó la debacle de la economía a finales de los 90? Ahora ¿Es inviable el actual plan de Humala o son ideas y propuestas que se han aplicado en otros países con éxito? Creo en lo segundo y tengo la confianza de que en un gobierno de GANA PERÚ, será un gobierno de un equipo y no de una persona. Se dará la oportunidad a otras formas de pensar nuestra economía, nuestra política y nuestra sociedad, pero formas de pensar diferente es común y necesario en toda auténtica democracia y no significa un salto al vacío.
A todos mis amigos les quería compartir esto porque creo que es hora de pensar no sólo en nosotros mismos, sino en el futuro que dejaremos a las generaciones venideras. No perdamos la capacidad de identificarnos con el dolor de los familiares de toda esa gente inocente que fue asesinada durante la dictadura, busquemos justicia para todas las mujeres que fueron esterilizadas contra su voluntad, pongámonos en los zapatos de los secuestrados y perseguidos durante esos años y avergoncémonos por la compra de medios de comunicación y la corrupción de funcionarios que se dio en esa época.
Amigos, ya no somos el futuro del país sino su presente, lo que hagamos o dejemos de hacer hoy nos lo reclamarán nuestros hijos y nuestros nietos. Dejemos a las generaciones venideras un país no sólo con crecimiento económico, sino también con justicia, valores y sobre todo con respeto a la vida. Votemos con serenidad y tranquilidad este 5 de Junio, confiemos en los compromisos asumidos por Gana Perú con el crecimiento económico y con la democracia, recordando que nuestro país no sólo requiere de una economía estable sino también de valores democráticos y de vivir con decencia y dignidad.