ENCUENTRO CON EL YO PROFUNDO…

La idea que desarrolló el siervo de Dios Juan Pablo II, fue que sólo Dios es el último fundamento de todos los valores, sólo El da sentido definitivo a nuestra existencia humana. Su inspiración era la luz de Cristo, junto a sus reveladoras exhortaciones, cuando se presenta al mundo como “… el Alfa y la Omega, el Principio y el Fin…”. (Ap 21, 6).
Sin “El” todo el mundo de los valores creados quedan como suspendido en el vacío absoluto, pero sin embargo, el hombre anda en la búsqueda y muchas veces no encuentra porque miran a los demás y les falta conocimiento propio, ¿Quién soy yo? Y ¿Quién es El? ¿Quién es el que me da la vida? ¿El que está en mí? ¿Y qué me dice? Preguntas tan antiguas, pero también tan actuales que no dejan de sorprendernos. Pero desde mi fe me abandono en las manos de Dios:
“Yo te doy mi vida” Tu me das tu vida
“Yo te doy la esperanza” Tu me das la confianza
“Yo te doy los bienes del cielo” Tu me das la debilidad
En este intercambio ganamos los dos,
Tu la vida eterna y Yo tu alma
Porque el amor hace a los santos
Y el amor salvará al mundo;
Dios será quien pueda calmar nuestra sed,
gratuitamente nos dará manantiales de agua de vida,
vida de amor y de paz.

La acción se mide según la intención, este tratado de vida espiritual esta al alcance de todas las inteligencias; rezad para que la esperanza se vuelva en certeza. ¡El porvenir del mundo está en nuestras manos! Según el uso que haga del poder que Dios nos ha dado. Tres fases resumen la vida:
He recibido
He creído
He amado

Hace falta integridad en el deber de cada día, integridad de palabras, de conciencia, como el testimonio de Pablo: “… miró fijamente al Sanedrín y dijo: “Hermanos, yo me he portado con entera buena conciencia ante Dios hasta este día” (Hech 23, 1) y “… y ante los hombres” (Hech 24,16), tuvo coherencia en su vida porque su único refugio fue el Señor Jesús.

Nuestra acción debe ser animando, favoreciendo, apoyando, organizando, estimulando y lo más importante sirviendo. Transformando los miedos en confianza, los sufrimientos en crecimiento, el silencio en oración, nuestros desánimos en fe, nuestra espera en esperanza y al tener esperanza actuaremos con ánimo, con valor con entrega total. Así podremos utilizar la libertad tan anhelada, aquella que existe cuando hay un equilibrio entre los derechos y las responsabilidades, así como entre las acciones y la conciencia. el poder más eficaz para poner fin a las guerras internas y externas es la conciencia humana, saber que todo compromiso tiene una consecuencia que sólo depende de nosotros mismos, hacer que nuestros actos correspondan a nuestras promesas y por último la conciencia de educar a quienes están a nuestro lado o sea a nuestro prójimo, como exigen los mandamientos, porque educar es una forma de amar a nuestros hermanos para que sean responsables.

Después de las palabras en Getsemaní, “Mi alma está triste hasta el punto de morir; quedaos aquí y velad… y decía: “¡Abba, Padre!” todo es posible para ti; aparta de mi esta copa; pero no se haga lo que yo quiero, sino lo que quieras tú”. (Mc 14, 32- 36), vienen las pronunciadas en el Gólgota que atestiguan esta profundidad – única en la historia del mundo – del mal, del sufrimiento que se padece; cuando Cristo dice: “Eloí, Eloí, ¿Lema sabactani?”, que quiere decir: “Dios mío, Dios mío ¿Por qué me has abandonado? (Mc 16,34).Cristo percibe de manera humanamente inexplicable que este sufrimiento es la separación, el rechazo del Padre, la ruptura con Dios pero mediante “El” realiza la redención entrando en una dimensión completamente nueva y en un orden nuevo, ha sido unido a aquel amor que crea el bien, sacándolo incluso del mal por medio del sufrimiento. (Carta Apostólica Salvifici Dolores, Pág. 19).

Vivimos conforme a nuestras creencias negativas, verdaderamente estamos fuera de la realidad muchísimo tiempo, como fue la experiencia de San Agustín cuando dice:

“¡Tarde te amé, belleza tan antigua y tan nueva, tarde te amé!
Tú estabas dentro de mí y yo estaba fuera de mí,
y te buscaba por fuera”

Pues vivimos y reaccionamos como creemos, que es todo lo contrario en realidad, con nuestros prejuicios y críticas. Al hacerlo así creamos el dolor en nuestras vidas, nace la enfermedad, el malestar.

Muchas veces nos acostumbramos a vivir en lamentaciones, buscando lo que no tenemos, sintiendo penas y carencias sin apreciar que nuestra vida de por si es un regalo para crear, amar, vivir y compartir. Pues ninguna persona, ni cosa tiene poder sobre nosotros, tenemos libertad para elegir lo que pensamos, podemos cambiar, aliviar el dolor haciendo este cambio de manera positiva; recordemos el profundo deseo de nuestra realización en el mundo cuando estábamos en la infancia, que otra persona no estaría en capacidad de hacerlo por nosotros . “somos únicos” podemos atraer la paz, la alegría y cuanto anhelamos a nuestra vida con un poco de humor e inteligencia.

Seamos nuestros propios médicos con manos sanadoras haciendo siempre el bien con actitud positiva y buen corazón. Conociendo el verdadero poder sanador que hay en el interior de cada uno, confiando en “el” nuestro creador, “el” que está en nosotros. Elijamos recordar que todo problema tiene solución, todo es temporal, sólo Dios permanece por eso confiaremos y cada mañana al despertar nos diremos “hoy puedo amarme más porque te tengo señor”.

El “yo” como concepto – comienza cuando nos creamos la idea de propiedad y creemos que es nuestra obligación formar, arreglar, mejorar y como último termino controlar. Si pudiéramos pasar por la vida convencidos de que el “yo” no es más que el nombre que se le ha dado a una combinación concreta de nuestras cinco dimensiones, que ni siquiera las conocemos, porque nos remitimos al “yo” de ego. Todos piensan que el “yo” tiene la culpa de todo y no es así, “Dios” nos pide sólo amar y que le dejemos a Dios ser Dios dentro de uno; por lo tanto es importante practicar el perdón iniciando el proceso de recuperación por uno mismo, por no haber dado un buen uso de nuestra palabra, nuestros pensamientos y nuestro cuerpo.

Si avanzamos en esta dirección es seguro el aumento de la paz de alma y profundidad de vida, poner en marcha nuestros recursos para comenzar a entender, aceptar y practicar. Como dijo san Juan de la Cruz:

“Quien no sabe de penas
En este valle de dolores
No sabe de cosas buenas
Ni ha gustado de amores
Pues penas son el traje de amadores” (text Vida y Obras de SAN JUAN DE LA CRUZ. BIBLIOTECA DE AUTORES CRISTIANOS, DECIMA EDICION. MADRID, 1974).

En fe y esperanza llegaremos a la plenitud de todo, la impaciencia nos separa del proceso que tenemos que vivir en cada momento, día tras día. Renovemos nuestra energía, nuestra fuerza manteniendo a Jesús en lo mas profundo de nuestro corazón, escuchándolo libre de ruidos: como decía muy bien Santa Teresa de Jesús “…nada te turbe, nada te espante, todo se pasa dios no se muda, la paciencia todo lo alcanza, quien a Dios tiene nada le falta solo, Dios basta”.

La virtud es el hábito de hacer el bien, de la misericordia, logrando la caridad, humildad, respeto. Hay que romper el complejo del temor a manifestar nuestros sentimientos y pensamientos porque sino quedan reprimidos, considerar los pecados capitales para no caer en ellos así se evita la enfermedad ya que al reprimir estamos contrayéndonos y automáticamente dejamos de respirar como debe ser creando estrés y ansiedad.

La manera de experimentar las cosas es: sentir una emoción al “vivir” hecho que se da entre la vivencia y la persona, debemos pensar que todo cambia, nada permanece, para qué angustiarnos? “¡estoy cansado! ¡es suficiente señor! ¡No puedo soportar más! necesito un descanso. Dame un tiempo sin pruebas. ¿Alguna vez te sentiste de esa manera?

Al principio, será un cansancio ligero, porque las energías se emplean en iniciar la comunicación espiritual., a medida que pasa el tiempo el camino se torna difícil, especialmente en las relaciones interpersonales, incluso dentro del mismo hogar donde se hace necesario la terapia del perdón: El sermón en la montaña, (mt 5,1- 12), incluyendo “…amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persigan” (mt 5, 44) prueba que es difícil de hacer realidad, pero no imposible cuando esta presente la voluntad propia.

Cuando se llora en el hombro del Señor, sentimos que nos habla de esta manera: Apóyate en mí, déjame ser la fuente de tu fortaleza y renovar tus energías. Esto es lo que nos dice Isaías: “… Dios desde siempre es Yahvé, creador de los confines de la tierra, que no se cansa ni se fatiga y cuya inteligencia es inescrutable” (Is 40, 28) y comparte su energía contigo y conmigo. Nos renueva, restablece y hace nuestro vigor abundante.

Jesús dice: “venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo los daré descanso…” (mt. 11-28,30) encontramos en Jesús descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo, aprended de mí que soy manso y humilde de corazón; porque su yugo es fácil y su carga liviana; pero primero tenemos que dejar que remueva los yugos pesados. Por ejemplo, si estás cansado de dolores que te han causado, es el enojo lo que te provoca los males y no perdonar es lo que te mantiene con esa carga. Escoge perdonar, sin importar lo que las personas cercanas y lejanas como tus enemigos hagan o dejen de hacer; el perdonar te une a Jesús y ésto te abre para recibir su fortaleza, prudencia, paciencia y energía.

Cuando uno está más cansado de hacer frente a los problemas y se siente tentado a hacerlo de una manera no cristiana, recuerda a San Pío de Pietrelcina. El literalmente peleó con Satanás en carne propia, hasta quedar marcado en la lucha. El siempre ganó, pero eso lo agotó. ¿Cómo reponía su fortaleza de manera que la batalla no interfiriera con su ministerio y bienestar emocional? Mediante el santo Rosario. Que constantemente rezaba.

Descansa en el regazo de María nuestra Madre y reza por tus enemigos,

“Habéis oído que se dijo:

“Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo pues yo os digo Amad a
Vuestros enemigos y rogad por los que os persigan, para que seáis hijos
De vuestro Padre celestial, que hace salir el sol sobre malos y buenos,
Y llover sobre justos e injustos.” (Mt 5,43-45)

pero también reza el Rosario por tus propias necesidades. Tu energía será restablecida por el amor de Dios. El quiere que te remontes como un águila. El te quiere ayudar a correr de manera que no te canses, siguiendo las enseñanzas de Jesús.

Hoy, prepárate intercambiando con Jesús el regalo de la energía. Entrégale tu cansancio. Es un regalo que él aprecia, porque eso significa que estás vuelto hacia él y confiando que te dará la fortaleza, resistencia, valor y paciencia que tú necesitas, sin olvidar que:

“Para entretenerse con Dios,
No son necesarias muchas palabras.
Mejor que hablar es escuchar:
Dios pronuncia en eterno silencio
su Palabra,
En silencio ha de ser escuchada.
La soledad es el mejor templo
Para oír la voz de Dios
En la “soledad sonora” del silencio
resuena mejor
la “música callada de Dios”. (PAGINA 215) ponerlo tal como está

(nota pie de pagina: TEXTO: LAS PAGINAS MAS BELLAS DE SAN JUAN DE LA CRUZ. Editorial Monte Carmelo autor: P. Silverio,2; 1998. Burgos – España.)

Nuestra capacidad “racional” de ver las cosas no se debería contraponer para nada con nuestra capacidad “mística”, de vivir la totalidad, en tal sentido se trata de integrar nuestro ser holistico. Estas dimensiones reales de nuestro ser, no deben contradecirse; todo lo contrario, se trata de armonizar nuestro ser, de lograr la mayor reconciliación en todos los aspectos en uno mismo. Mantener nuestra gran unidad manifestando la sintonía con nuestro prójimo, siendo seres integrados a la totalidad que es Dios, puesto que si:

“La fuente cristalina del alma se enturbia
Con los apegos desordenados
A medida que los elimina,
Se vuelve tersa y transparente.
Cuando está totalmente limpia y pura
Se refleja en ella la imagen de Dios” (Ibíd. Pág. 165.poner nota al pie de pagina)

A lo largo del análisis de los valores humanos en la religión, la espiritualidad y la psicoterapia: vemos que cuando el paciente reconoce plenamente la espiritualidad en su vida y se relaciona estrechamente con Dios, desempeña un papel positivo, frente a la tristeza, la culpa, la vergüenza, el remordimiento, la venganza y la pérdida del sentido de la vida.

Al mantener los valores humanos, practicado por nosotros en la medida de nuestro conocimiento, se lleva la vida intentando cada día mejorar nuestras actitudes, pero sin embargo cuando aparece la tristeza, la culpa, el remordimiento, la venganza; es signo de que nos falta reconocer la ausencia de la espiritualidad en el ser. ¿Cómo vamos a ser buenos cristianos si no tenemos al Señor en nuestro corazón? ¿Cómo podemos revelar a los que están a nuestro alrededor que hay una esperanza, si a lo mejor yo soy el primero que carece de ella? ¿Cómo les voy a asegurar a los demás que Cristo esta presente en nuestras vidas atento a ayudarnos, si yo no me esfuerzo por poner a Cristo como principal en mi vida y en los míos. Debo de reconocerlo que muchas veces busqué, en vano, a mi Dios, en las cosas creadas, hasta dejaba que mi mente vaya por encima de la luna y las estrellas, y sólo después de tanto desencanto llegué a experimentar que el principio divino habitaba en lo más profundo de mi ser

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