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LA LEY DE DAR


Cualquier acto, sea bueno o malo tiene su consecuencia. Si practicamos el bien la consecuencia será buena para nosotros, si tenemos una mala conducta las consecuencias serán malas también.
No existe acción sin causa ni tampoco causa sin acción.
Y para juzgar nuestras acciones existe en los mundos superiores el Tribunal de la Justicia Divina, que también llamamos de Ley Divina, y es compuesta por seres superiores, maestros de conciencia despierta, cuya función es pesar nuestras buenas y malas acciones y aplicar de forma justa una sentencia, la consecuencia de nuestras acciones.
Hoy recibí un correo de mi Sensei Diego Labrouse que quiero compartir, pues atraves de su aplicación, no solo seremos mejores, sino más grandes.
Gianna

LA LEY DE DAR...

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Una ley universal que pocos entienden, la ley del dar… muchas veces muy mal entendida…

El flujo de la vida no es otra cosa que la interacción armoniosa de todos los elementos y las fuerzas que estructuran el campo de la existencia. Esta armoniosa interacción de los elementos y las fuerzas de la vida opera a través de la ley del dar.

Ya que nuestro cuerpo, nuestra mente y el universo mantienen un constante y dinámico intercambio, frenar la circulación de la energía es como frenar el flujo sanguíneo. Cuando la sangre deja de circular, comienza a coagularse y a estancarse. Por esto debemos dar y recibir a fin de mantener la circulación de la energía vital.

Toda relación es una relación de dar y recibir. El dar engendra el recibir, y el recibir engendra el dar. Lo que sube debe bajar; lo que se va debe volver. En realidad, recibir es lo mismo que dar, porque dar y recibir son aspectos diferentes del flujo de la energía en el universo. Y si detenemos el flujo de alguno de los dos, obstaculizamos la inteligencia de la naturaleza.

En toda semilla está la promesa de miles de bosques. Pero la semilla no debe ser acaparada; ella debe dar su inteligencia al suelo fértil. A través de su acción de dar, su energía invisible fluye para convertirse en una manifestación material.
Cuanto más demos más recibiremos, porque mantendremos la abundancia del universo circulando en nuestra vida. En realidad, todo lo que tiene valor en la vida se multiplica únicamente cuando es dado. Lo que no se multiplica a través del dar, ni vale la pena darse, ni vale la pena recibirse. Si al dar sentimos que hemos perdido algo, el regalo no ha sido dado en realidad, y entonces no generará abundancia. Cuando damos a regañadientes, no hay energía detrás de nuestro acto de dar.
La practicar la ley del dar es muy sencillo: si deseamos alegría, démosles alegría a otros; si deseamos amor, aprendamos a dar amor; si deseamos atención y aprecio, aprendamos a prestar atención y a apreciar a los demás; si deseamos riqueza material, ayudemos a otros a conseguir esa riqueza.

En realidad, la manera más fácil de obtener lo que deseamos es ayudar a los demás a conseguir lo que ellos desean.

La vida es la danza eterna de la conciencia, que se manifiesta como un intercambio dinámico de impulsos de inteligencia entre el microcosmos y el macrocosmos, entre el cuerpo humano y el cuerpo universal, entre la mente humana y la mente cósmica.
Tomemos la decisión de dar en todo lugar a donde vayamos, y a quien quiera que veamos. Mientras estemos dando, estaremos recibiendo. Cuanto más demos, más confianza tendremos en los efectos poderosos de esta ley universal de la atracción.
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