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“La División del trabajo social” fue escrita por Emile Durkheim a finales del siglo 19, específicamente en 1893.
Señala el autor que aunque aquella (la división del trabajo social) no provenga de ayer, solo a fines del siglo pasado, léase el siglo 18, las sociedades comenzaron a tomar conciencia de esta ley.
Respecto de ello, señalamos que la división social del trabajo, ha sido y es un fenómeno bastante enraizado en la conciencia de los seres humanos; así desde la época de los primeros habitantes de la tierra existía una división del trabajo en pro de la supervivencia y esto se ha mantenido a los largo de todas las civilizaciones existentes desde los griegos hasta los incas. Claro esta que la división social del trabajo va de la mano con la división de clases sociales e incluso las raciales, tenemos como ejemplo el papel de la mujer afroperuana en el virreinato, condenada a una situación de esclavitud quien una vez obtenida su libertad continuaba en muchos casos realizando el mismo trabajo para su ex amo en condición ahora de asalariada. En este caso, la división del trabajo, obedecía a cuestiones raciales y en si no podría llamarse como tal pues la mujer afroperuana se encontraba esclavizada realizando labores domesticas y teniendo la categoría jurídica de cosa, de bien, de la cual el amo podía disponer libremente. Este ejemplo nos servirá mas adelante cuando se haga referencia a la solidaridad social.
En consecuencia, ¿a que sociedades se refiere Durkheim cuando habla de “toma de conciencia”? ¿A las occidentales?, ¿a las que habían abolida la esclavitud? ¿a las monoculturales?
El autor señala de forma notable que la división del trabajo se ha generalizado, que esta conducida hacia mas poderosos mecanismos y hacia la división extrema del trabajo, con lo cual no solo constataba lo que había originado la primera y segunda revolución industrial, sino también lo que vendrían a ser fenómenos como la intermediación, tercerización, deslocalización productiva, entre otros, tan comunes hoy en día, no exenta de criticas, pero que la mayoría de personas por ignorancia o comodidad aceptan como algo casi natural.
A la par de la división del trabajo, Durkheim habla de la especialización, algo tan común hoy en día; cita a de Candolle quien señaló que la época de Leibniz y de Newton le habría hecho escribir “casi siempre dos o tres designaciones por cada sabio; por ejemplo astrónomo y físico, o matemático, astrónomo y físico, o bien no emplear mas que términos generales como filosofo o naturalista” Bastante precisas los enunciados de estos autores, puesto que si bien desde tiempos remotos existía la división del trabajo, y la conciencia de ella, a partir de la primera y segunda revolución industrial los trabajos requerían de una mayor pericia para ser realizados. De los talleres, se pasa a las grandes factorías-y en el futuro a las multinacionales-donde cada persona tiene un puesto determinado que asegure su manutención y la viabilidad de la empresa. Las imágenes de cientos de obreros yendo a trabajar en las mañanas implica un grado determinado de especialización el cual requerirán también los dueños del capital que también deberán ser en muchos casos los dueños del conocimiento.
Se señala que la ley de la división del trabajo se aplica a los organismos así como a las sociedades. En efecto, la ley se aplica a sociedades de diversa índole y en distinto desarrollo pero ¿Qué hay de los organismos? Al hacerse referencia a la filosofía biológica, organismo puede ser todo ser vivo, desde una ameba hasta un ser humano racional, lo cual tendría bastante sentido pues muchos animales no humanos se organizan en pos de un objetivo determinado. Así, recordemos que según diversos estudios, las bandadas vuelan en forma de “V” para que cada ave gane impulso de la que va adelante para obtener una ventaja aerodinámica conjunta. Otro ejemplo lo tenemos de un término que usamos en nuestra disciplina, el mobbing para describir el acoso producido en el centro laboral, concepto que tuvo su origen en el etólogo Konrad Lorenz, quien con él se refería al ataque de un grupo de animales pequeños gregarios hacia un animal solitario mayor. La expresión de Lorenz fue tomada por el médico sueco Heinemann para el estudio del comportamiento social infantil y finalmente por Heinz Leymann quien dio popularidad al término asociándolo con lo laboral.
Durkheim plantea una pregunta que podría pecar de ingenua: “¿Nuestro deber es acaso volvernos un ser acabado y completo, un todo que se basta a si mismo, o, por el contrario, no ser mas que la parte de un todo, el órgano de un organismo?” Consideramos que la solución no esta en optar por uno u otro camino pues la sociedad industrial, que tiene a la división social del trabajo como su base, nos obliga a tomar ambos. Claro que debemos tornarnos un ser acabado y completo que nos permita tener conciencia de nuestra ubicación y función en la sociedad a la vez que somos órganos dentro de un organismo mayor que es la familia, el centro de labores y el Estado Nación.
Señala el autor: “Vemos mas bien la perfección en el hombre competente que trata, no de ser completo, sino de producir, que tiene una tarea delimitada y se consagra a ella, que realiza su función, que ocupa su lugar” y menciona a Secretant para quien perfeccionarse es aprender su papel, es hacerse capaz de cumplir su función.
Ante ello nos preguntamos que entendemos por la función del hombre. Tal como se señala en el texto, anteriormente el ser humano podía dedicarse a varias profesiones, labores u oficios, lo cual implicaba que podía tener una o varias funciones; sin embargo la especialización conlleva que cada individuo tenga una única función, ¿pero es esta función la deseada por aquel? En las sociedades modernas, a partir de la revolución industrial el sujeto y en particular el trabajador ha dejado de cumplir “su” función para cumplir la función a la que se ve obligado a cumplir, así una mujer camboyana puede tener una afición extrema por la literatura y querer dedicar su vida a emular a los grandes autores de la literatura universal con lo cual su función primigenia seria desarrollar la prosa o el verso, pero al vivir en un país de tercer mundo, su función vendría a ser la de coser en un determinado lapso un par de zapatillas para la transnacional en la cual labora. Perfeccionarse en este caso seria especializarse para que el organismo se torne mas sólido, que el órgano-y conjunto de órganos-siga cumpliendo su tarea para que la empresa se vuelva aun más poderosa, mas rentable, a causa de lo cual perfeccionarse dejaría de ser sinónimo de desarrollo de las virtudes para dar paso a una connotación puramente económica lo cual va aparejado a lo que Marx llamó alienación, donde el trabajador deja de ser persona para transformarse en una cifra tal cual lo corrobora Jean Baptiste Say en la misma lectura.
En el primer capítulo señala el autor que preguntar la función de la división del trabajo es pues investigar a que necesidad corresponde y que si se analiza la civilización se encuentra elementos cuyos compuestos están desprovistos de todo carácter moral.
Durkheim menciona un concepto de civilización bastante sesgado sobre todo cuando se refiere a la actividad económica que la acompaña. Debemos hacer hincapié en los dos conceptos que se tiene de civilización:
1.Conjunto de costumbres, saberes y artes propio de una sociedad humana.
2.Estadio de progreso material, social, cultural y político propio de las sociedades más avanzadas.
La segunda descripción es eminentemente etnocentrica y es la que acoge el autor al afirmar que los crímenes y los suicidios son mas numerosos en los grandes centros industriales, sin lograr explicar el porque.
Señala el autor: “Hemos reemplazado las diligencias por las vías férreas, los barcos de vela por los trasatlánticos; todo este despliegue de actividad esta considerado como útil pero nada tiene de moralmente obligatorio”
No alcanzamos a comprender que quiere decir el autor con que algo es moralmente obligatorio, pues la moral viene a ser algo subjetivo, el concepto de moral que manejo yo no es igual al de mi padre, vecino, amigos o enemigos, con lo cual podría hablarse más adecuadamente de algo legalmente obligatorio, enfatizando que la moral-o morales-no debe o puede coincidir necesariamente con lo legal, aunque en la mayoría de casos seria lo óptimo.
Acto seguido afirma que “el artesano, el pequeño industrial que resisten a esta corriente y perseveran en sus modestas empresas, cumplen su deber tan bien como el gran fabricante que cubre un país de fabricas”
Nos preguntamos a que hace referencia el autor cuando señala que “hace el trabajo tan bien”, pues en las sociedades industriales por más buena voluntad o ahínco que tenga un pequeño o mediano productor, su eficiencia jamás podrá igualarse a la de un gran productor y ejemplos de ello hay de sobra, multinacionales que han absorbido, comprado o desaparecido a su competencia. Consideramos que al señalar “hacer el trabajo tan bien” puede hacer alusión a la manutención de la sociedad actual en sus diversos aspectos, que en el peor de los casos, a través de la libre competencia, hará que el pequeño artesano desaparezca ante el poderoso.
Señala el autor: “La conciencia moral de las naciones no se engaña en esto: prefiere un poco de justicia antes que todos los perfeccionamientos industriales del mundo. Sin duda, la actividad industrial no carece de razón de ser; responde a necesidades pero estas necesidades no son morales”
¿Se puede realmente hablar de una conciencia moral de las naciones como una variable única? La conciencia moral de las naciones más que de las sociedades que la conforman, depende de sus gobernantes y de las normas jurídicas; siendo la justicia un perpetuo ideal es sobrepasado por la eficiencia económica y las maneras, usos e instituciones que la hacen posible, por lo que ante mayor perfeccionamiento industrial las sociedades industriales podrán desarrollarse mejor. Si las necesidades de la actividad industrial son morales o no depende de que entendamos por moral y que perspectiva se adopte; así para un individuo promedio la necesidad de la actividad industrial redunda en la generación de una ganancia determinada lo que le permitirá mantener a su familia y llevar una vida digna, mientras que una persona con una ideología distinta, socialista por ejemplo, considere inmoral el sistema como tal.
Señala el autor que: “De todos los elementos de la civilización, la ciencia es el único que en ciertas condiciones presenta un carácter moral (…) las sociedades tienden cada vez mas a considerar como un deber para el individuo el desarrollo de la inteligencia (…) uno no esta obligado a arrojarse en la gran competencia industrial; pero todo el mundo esta obligado a salir de la ignorancia”
Al vivir en una sociedad capitalista y más en aquella época en que se vivía un capitalismo salvaje, consideramos que el individuo directa o indirectamente se encontraba inserto en la gran competencia industrial. Por otra parte, concordamos en que todo el mundo esta obligado a salir de la ignorancia y que la ciencia que todo el mundo esta obligado a poseer no merece ser llamada así, pero señala que esta mal llamada ciencia “al no ser accesible mas que a un grupo no es obligatoria, es algo útil y bello pero no necesario, nada de inmoral hay en no adquirirla. La ciencia esta, como el arte y la industria, fuera de la moral”
Al no llamarse ciencia, ¿que nombre apropiado debería recibir? El autor señala que se reduce a un pequeño número de conocimientos indispensables que no se exigen a todos más que porque están al alcance de todos, con lo cual consideramos que el término seria “cultura”. A partir de lo señalado, ¿no seria necesaria la cultura y nada habría de inmoral en no tenerla? El liberalismo inicial sobre el cual se cimentaba las sociedades industriales de la época promovía el individualismo y la no intervención del Estado, lo cual ha sido complementado y superado actualmente con los derechos de segunda y tercera generación dentro de un Estado social de derecho por lo que la aseveración de Durkheim no podría sostenerse en nuestros tiempos.
El autor señala: “Si la división del trabajo no tuviera pues, otro papel que el hacer posible la civilización, participaría de la misma neutralidad moral, porque generalmente no se ve otra función a la división (…) suponiendo que exista una zona neutra en moral, es imposible que la división del trabajo forme parte de ella. Si no es buena, es mala: si no es moral, es una decadencia moral”
Si el papel de la división del trabajo es hacer posible a la civilización, ¿realmente seria moralmente neutral? ¿Puede existir un fenómeno o institución puramente neutral? Más allá del real papel de la división, consideramos que al tratarse de un fenómeno social, político, económico, no puede estar ausente de ninguna carga valorativa ni pueda ser objeto de un análisis moral; así tampoco podría decirse que es amoral.
En el segundo capitulo el autor hace referencia a la identificación en el otro: “Todo el mundo sabe que queremos a quienes se nos parece, a cualquiera que piensa y siente como nosotros” así como la búsqueda en el otro de lo que no tenemos, una especie de refugio en el otro: “Hay dice Bain, un género de desemejanza que repele, otro que atrae, uno que tiende a producir rivalidad, el otro a producir amistad” Señala también: “Nos vemos impulsados así a considerar la división del trabajo bajo un nuevo aspecto , los servicios económicos que puede cumplir son poca cosa en comparación con el efecto moral que produce y su verdadera función es crear entere dos o mas personas un sentimiento de solidaridad”
La creación de solidaridad se da por fines económicos a fin de lograr un objetivo común; así en una gran factoría la división del trabajo permite la manutención de esta, con lo cual más que un efecto moral se trataría de una cuestión estratégica, de una cuestión de supervivencia que tiene si cierto componente moral, pero donde se sobrepone lo práctico, lo necesario, lo eficiente.
El autor señala también que: “La sociedad conyugal nos ofrece un ejemplo mas evidente de este fenómeno (…) porque el hombre y la mujer difieren entre si (…) solo pueden tener esta virtud diferencias que se suponen y se completan (…) En otros términos la división del trabajo sexual es la fuente de la solidaridad conyugal”
Consideramos que hay cierto idealismo y de asimilación de determinados roles de genero hacia el hombre y la mujer en lo señalado por el autor, aunque nos aclara el panorama al afirmar que “aquella división se puede referir a los órganos sexuales o extenderse a todas las funciones orgánicas y sociales”, sin embargo mas adelante recae en su error: “Cuanto mas nos remontamos al pasado, la mujer de esos tiempos atrasados no era del todo la débil criatura que se volvió con los progresos de la moralidad (…) hay aun ahora, un numero muy grande de pueblos salvajes donde la mujer se mezcla en la vida política (…) uno de los atributos distintivos de la mujer en la actualidad, la dulzura, no parece haberle pertenecido primitivamente”
El rol de la mujer en la sociedad de la época de la revolución industrial como en la actualidad obedece a diversos factores; nos alejamos de la postura feminista-o feminazi en muchos casos- de la opresión de la mujer por parte del hombre, un sistema de dominación que quieren asemejar al que sufrieron otros grupos sociales-los afro por ejemplo-pero que tiene sus propias particularidades. Así, los progresos de la moralidad no han convertido a la mujer en una criatura débil, podría decirse que son los progresos de la economía en la sociedad occidental lo que la convirtieron, así como al hombre, en un órgano dentro de un organismo y no necesariamente débil, sino con una particular función. En las sociedades europeas de aquella época eran los hombres quienes acudían a las fábricas y eran las mujeres quienes se quedaban en la casa a cuidar de la familia. Esta era otra forma de la división del trabajo a nivel familiar pues cada uno tenía un rol establecido, el hombre como proveedor de bienes y recursos y la mujer como cuidadora de los hijos y de atención a quien la mantenía. Quizá por su desenvolvimiento dentro del ambiente familiar y la permanente cercanía de seres indefensos como son los niños es que a la mujer se le atribuyeron características de dulzura, debilidad o ternura, constituyéndose tales en construcciones sociales que se han mantenido a lo largo del tiempo. Esto es bastante importante pues tanto hombres como mujeres han internalizado estas construcciones a lo largo de generaciones, pensando que ambos tienen una forma determinada de ser, cayendo en el simplismo, y porque no decirlo, en el machismo. Además si se tiene a la mujer como alguien débil, difícil podrá encomendársele labores propias de la sociedad industrial como el manejo de una empresa, lo cual ha quedado desterrado por las generaciones recientes. Cabe señalar también que la salida de la mujer del ámbito familiar y su presencia en factorías y otro tipo de trabajo asalariado, vino a trastocar la división social del trabajo y a afectar las relaciones a todo nivel.
A fojas 57, el autor reafirma el papel estereotipado de la mujer: “Se diría que las dos grandes funciones de la vida psíquica se han como disociado, que uno de los sexos acaparó las funciones afectivas y el otro las funciones intelectuales (…) pero incluso en esta esfera de acción, la mujer aporta su propia naturaleza y su papel sigue siendo muy especial, muy diferente del papel del hombre (…) el cerebro de los dos sexos se diferencia cada vez mas. Según Lebon, esta diferencia progresiva se debería a la vez, al desarrollo considerable de los cráneos masculinos y a un estacionamiento o incluso una regresión de los cráneos femeninos (…) En todos estos ejemplos, el efecto más notable de la división del trabajo no es que aumenta el rendimiento de las funciones divididas, sino que las hace solidarias”
En este caso, las funciones solidarias sirven para que la pareja funcione no solo dentro del hogar, sino también y principalmente fuera de este. Más allá que se insinúe una menor vocación o apego de la mujer hacia la ciencia, ésta dentro de la división del trabajo tiene un lugar primordial y muchas veces privilegiado; así es mantenida junto a sus hijos por el hombre siendo su función primordial el criarlos correctamente y atender a su proveedor. Mientras que el trabajador laboraba muchas veces en condiciones deplorables; la mujer era una trabajadora del hogar cuyo fin era administrar y/o dirigir el hogar, cuidar a sus miembros y asegurarse que su esposo, la fuerza de trabajo continúe en óptimas condiciones para seguir sirviendo al Leviatan.
Durkheim hace referencia a Augusto Comte, de quien señala: “Fue el primero que señaló en la división del trabajo algo distinto de un fenómeno puramente económico, es la condición más esencial de la vida social (…) la repartición continua de los diferentes trabajos humanos, pues, constituye principalmente la solidaridad social y se vuelve la causa elemental de la extensión y de la complicación creciente del organismo social”
Desde que tenemos uso de razón al escuchar hablar de trabajo, asimilamos al trabajo asalariado, el cual nos permite vivir-o sobrevivir- y del cual hace un desarrollo normativo la Constitución y las leyes, por lo que no llegamos a comprender lo de ser “la condición más esencial de la vida social” Por otro lado, la repartición de los diferentes trabajos obedece a cuestiones económicas y de vocación, así una persona en algunos casos elegirá ser artesano, medico, obrero, arquitecto, etc, mientras que en otros casos se verá obligado a serlo ; por ello ¿a qué se refiere Comte cuando dice que constituye la solidaridad social? Si hace referencia a la solidaridad que se da en el ambiente laboral, esto no es propiamente solidaridad sino la organización vertical y/u horizontal en pos de lograr metas y objetivos. Así en un estudio de abogados, los diversos trabajadores como los practicantes, administrativos, abogados y el jefe colaboran entre ellos a fin de lograr un fin determinado, pero ¿esta colaboración equivale a solidaridad? Trasladándonos a un nivel macro, a nivel estatal, podemos poner como ejemplo a los ministerios en un determinado país los mismos que si bien gozan de independencia funcional, colaboran entre ellos y rinden cuentas al presidente. En este caso, lo que se busca es asegurar la viabilidad del Estado social de derecho bajo el principio de colaboración, el cual dista mucho de la solidaridad pues esta sobrepasa a aquella, si bien pueden parecer sinónimos al desenvolvernos en una sociedad donde, siguiendo a Hobbes, el hombre es el lobo del hombre, la solidaridad va un paso adelante, o varios, que la colaboración pues esta última se encuentra circunscrita más a un plano corporativo o donde impera la competencia, mientras que la solidaridad consideramos sería algo más idealista, que se asocia mejor con la empatía. Por ello, si bien la RAE define a la solidaridad como la adhesión circunstancial a la causa o a la empresa de otros, la solidaridad social justamente por serlo expande este concepto muy similar a la colaboración y lo lleva a un plano más del “deber ser”, de lo óptimo. La solidaridad social traspasa lo puramente económico para estar referido a una base de la convivencia social que esta aparejado a la ética, la moral, teniendo como máximo ejemplo las funciones que se desarrollan intrafamiliarmente.
A fojas 61, el autor refuerza su idea al afirmar que la división del trabajo genera la solidaridad social y esta a su vez la integración general de la sociedad y que la solidaridad social es un fenómeno moral y que debemos sustituir el hecho interno por un hecho exterior que lo simboliza el cual sería el derecho.
Pero, ¿qué derecho?, o más bien dicho, ¿a qué tipo de derecho y respecto de que sociedad habla el autor? Pues si bien dice el autor, el derecho es una organización estable y precisa, plantear que esté relacionada principalmente a la solidaridad social es demasiado idealista sobre todo dentro de una sociedad capitalista y en nuestros tiempos con respecto a una neoliberal donde nuestra Carta Magna es un gran discurso más que una concreción.
Consideramos que la solidaridad social, al menos una real y práctica, tiende hacia el respeto del ser humano y su dignidad, sin embargo en los hechos esto no es así. Para ello tomemos un ejemplo, la concretización del Estado social y democrático de derecho en nuestro país. En la sentencia de 11 de noviembre de 2003, contenida en el Exp. 008-2003 en el fundamento decimoprimero señala el Tribunal Constitucional: “El Estado social y democrático de derecho no obvia los principios y derechos básicos del Estado de derecho, tales como la libertad, la seguridad, la propiedad privada y la igualdad ante la ley; antes bien, pretende conseguir su mayor efectividad, dotándolos de una base y un contenido material, a partir del supuesto de que individuo y sociedad no son categorías aisladas y contradictorias, sino dos términos en implicación recíproca”, lo cual guarda relación con los supuestos económicos y sociales de ese tipo de Estado cuales son:
Supuestos económicos: a) Bienestar social; lo que debe traducirse en empleos productivos, trabajo digno y reparto justo del ingreso, b)Mercado libre; lo que supone, por un lado, el respeto a la propiedad, a la iniciativa privada y a una libre competencia regida, prima facie, por la oferta y la demanda en el mercado; y, por otro, el combate a los oligopolios y monopolios, c) Un Estado subsidiario y solidario, de manera tal que las acciones estatales directas aparezcan como auxiliares, complementarias y temporales. En suma, se trata de una economía que busque garantizar que la productividad individual sea, por contrapartida, sinónimo de progreso social
Supuestos sociales: Se trata del Estado de la integración social, dado que se busca conciliar los intereses de la sociedad, desterrando los antagonismos clasistas del sistema industrial (…) a saber, su capacidad para producir la integración de la sociedad nacional, o sea, el proceso constante, renovado, de conversión de una pluralidad en una unidad, sin perjuicio de la capacidad de autodeterminación de las partes”
Tal como señalamos, un aspecto es el deber ser y otro realmente es lo que ocurre, por lo tanto, tal como dice el autor, ¿podemos estar seguros de encontrar reflejadas en el derecho todas las formas de solidaridad social, o acaso una “forma de solidaridad” se impone sobre otra? Retomando al ejemplo anterior, si bien los dos supuestos están en aparente conciliación, al menos en lo teórico, han estado enfrentados desde el momento mismo en el cual el Estado peruano se abrió a los mercados internacionales liberalizando la economía y adoptando el llamado “Consenso de Washington”. Si bien la Ley Fundamental habla de una economía social de mercado, en los hechos se ha priorizado en la gran mayoría de los casos los intereses de los inversionistas extranjeros por sobre los intereses de los particulares nacionales en la creencia de que dándole beneficios a los primeros, los segundos tarde o temprano también lo obtendrán. Ejemplo de esto es la privatización de diversas e ineficientes empresas estatales o la modificación de la normativa laboral para adaptarla a los intereses de los empleadores, con lo cual no queremos dar a entender nuestra preferencia por regímenes económicos y políticos que demostraron su fracaso e ineficiencia sino tomar en consideración como el modelo actual de “desarrollo” afecta de una manera particular a todos los que integramos una sociedad determinada. Para demostrar ello, pensemos por un momento en un trabajador afectado —despedido— por la reforma estructural aplicada a inicios de los noventa; él a pesar de perder su trabajo, tiene posibilidades de supervivencia dentro del sistema en el que le toca vivir pero pensemos ahora en la situación de los llamados pueblos indígenas quienes conforme al modelo actual de desarrollo no son consultados ante proyectos de inversión que al llevarse a cabo afectan y modifican de forma drástica su modo de vida o donde se realizará explotación minera intensiva o desaparecerá una laguna entera.
Durkheim señala que lo que da a la solidaridad social sus caracteres específicos es la naturaleza del grupo social cuya unidad asegura y a fojas 64 afirma: “Ya que el derecho reproduce las formas principales de la solidaridad social, solo tenemos que clasificar los diferentes tipos de derecho (…) repartir las normas jurídicas según contengan sanciones represivas organizadas o sanciones socialmente restitutivas”
Pueden así existir diferentes áreas y ramas del derecho, pero lo realmente importante es que se cumpla lo estipulado en un cuerpo normativo. A la par de ello, ¿qué ocurre cuando el grupo social cuya unidad se quiere es variopinto como es el caso peruano? En nuestra realidad clasificamos el derecho, por ejemplo el derecho de los pueblos indígenas pero la solidaridad social, en el estado de las cosas, casi nunca lo aprehende. Citemos el derecho a la consulta previa existe, sin embargo, dentro de un modelo basado en la explotación de recursos naturales, ¿qué ocurre si es que la respuesta de los pueblos indígenas ante los proyectos de inversión es siempre negativa? ¿el Estado acatará la voluntad de los potenciales afectados a pesar de los enormes intereses económicos que están en juego?. Así, para el año 2015 se anunció inversiones mineras por 14 mil millones de dólares, y el 2014 el propio presidente dijo textualmente: “Donde ha habido algunos problemas es en definir que comunidades son nativas y cuáles no, porque aquí con tanta informalidad todo el mundo quiere ser consultado porque eso les puede dar cierto poder de negociación, en la sierra la mayor parte son comunidades agrarias producto de la reforma agraria, más que todo comunidades nativas se dan en la zona de selva con estas poblaciones que se llamaban no contactadas”, lo cual demuestra la voluntad del Ejecutivo por llevar adelante los proyectos de inversión señalados, manipulando la ley a conveniencia del “interés nacional”; confirma lo dicho, que según el Ministerio de Energía y Minas, no se ha implementado ningún proceso de consulta previa en zona andino-minera.