ALGO NUEVO OCURRE EN VATICANO…

 

 

Si al comienzo habían dudas sobre cual es su perfil o hacia donde llevaría el pontificado, los gestos y acciones de todos estos días van mostrando que algo nuevo ocurre en el Vaticano, que el Espiritu Santo esta queriendo soplar ahí y en toda la Iglesia Católica, y que Francisco esta rapidamente abriendo las ventanas y puertas para dejarlo entrar.

Su simbología el día de su elección, sus gestos de cercanía con la gente en sus reuniones, la ceremonia de asunción del papado, su discurso de centraldiad del pobre en el proyecto de Jesucristo y de la misión del cristiano en él, me hacen sentir que mucho va a cambiar y, por cierto, es todo esto también una invitación para que los cristianos sigamos cambiando.

A continuación unas líneas interesantes de un padre salesiano, José Miguel Núñez, aparecidas en la Revista española “21.La Revista Cristiana de hoy” bajo el título: “No todo es normal”.

 

Por: José Miguel Nuñez

Me parece hasta patético que se quieran dar aires de normalidad en ciertos entornos vaticanos (como se lee estos días en algunas publicaciones especializadas) a la elección del nuevo Papa y a estos primeros días de su Pontificado. Da la sensación de que a algunos les ha pillado con el pie cambiado. Como si fuera mejor no provocar esperanzas o no despertar expectativas ante lo que para muchos cristianos son signos de novedad. Pareciera que la “prudencia” romana estuviese haciendo lo posible por aquilatar los gestos desmedidos del Santo Padre para transmitir la sensación de normalidad.

Pero no todo es normal. Una ventana parece haberse abierto en los palacios vaticanos y una inevitable sensación de frescura esta siendo percibida por muchos cristianos en todo el mundo. No me parece Papa Francisco alguien que improvise sin más. Creo que sus palabras y sus gestos son creíbles porque habla otro lenguaje perfectamente comprensible para todos y su decir tiene auctoritas. Ha sido elocuente su inclinarse ante el pueblo de Dios y la explícita petición de plegaria a la comunidad de los creyentes. Ha sorprendido a propios y extraños su extraordinaria sencillez y su sonrisa bondadosa. Ha descolocado a muchos su simplicidad a la hora de apuntar signos que dejan al descubierto (como el jeep en el que paseó por la Plaza de San Pedro) no solo gestos de ternura y afecto a los pequeños y los pobres sino la profundidad de un pensamiento tan despojado de innecesarios circunloquios como directo y profundo.

Habrá quien piense que no deja de ser una anécdota la fotografía de sus zapatos negros y gastados circulando por internet. O que no valga la pena seguir insistiendo en las ya manidas imágenes del Papa saludando a todos rompiendo cualquier protocolo. Es más que probable que haya quien piense que son irrelevantes los esfuerzos por simplificar las celebraciones o que su sencillo modo de vestir es una tendencia que pasará en unos meses. Puede incluso que algunos, en los círculos curiales y naturalmente en privado, estén ya pensando como encauzar todo este despropósito y como equilibrar tanto desequilibrio. Tendrá que aprender a ser Papa, pensarán.

Y está su identidad como consagrado. Tampoco me parece una cosa de poco. Aunque ya he leído estos días por aquí y por allá que este detalle carece de importancia, puesto que – dicen – dejan de pertenecer al instituto religioso al que pertenece cuando es ordenado Obispo. ¡Como si la consagración que Dios hace de las personas y la totalidad de la respuesta del que se siente elegido pudieran perderse con el ministerio ordenado! Creo que es muy relevante que nuestro Papa sea un consagrado y conozca a fondo la vida religiosa. Y la ame. Y la custodie. No sé qué habrán pensado los que profetizan que la vida consagrada está llegando a su fin cuando hayan visto el gesto de Francisco de situar junto a él en la celebración de la Eucaristía de comienzo de su Pontificado (como él ha insistido que se denomine y no entronización) al Prepósito General de la Compañía de Jesús, P. Adolfo Nicolás, y al Ministro General de la Orden de los Franciscanos Menores, P. José R. Carballo, actual Presidente de la Unión de Superiores Generales. Nada es igual. No hay normalidad en estos gestos. Hay camino, propuesta, programa… búsqueda de una armonía necesaria en la Iglesia del siglo XXI, una Iglesia en medio del mundo y cercana a los pobres, una Iglesia de la misericordia que ha comprendido existencialmente que el único poder es el servicio a los desposeídos de nuestro tiempo.

Quizás por eso me parezca que tampoco es normal la decisión del Santo Padre de celebrar el Jueves Santo en una cárcel de menores de Roma y no en la Basílica de San Juan de Letrán, como venía siendo habitual estos años. Algunos se habrán quedado de una pieza. Papa Francisco besará los pies de aquellos que más misericordia necesitan y su beso será expresión de la ternura de Dios que perdona siempre y abre caminos nuevos en la vida de las personas devolviéndoles la dignidad de ser hijos.

No, nada está siendo normal estos días en la ciudad del Vaticano. Un Pastor Bueno venido del sur está indicando que hay otro modo de ser y de vivir. Solo le pido a Dios que le dejen hacer.

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Acerca del autor

Luis Alberto Duran Rojo

Abogado por la PUCP. Profesor Asociado del Departamento de Derecho de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP). Director de ANALISIS TRIBUTARIO. Magister en Derecho con mención en Derecho Tributario por la PUCP. Candidato a Doctor en Derecho Tributario Europeo por la Universidad Castilla-La Mancha de España (UCLM). Con estudios de Maestria en Derecho Constitucional por la PUCP, de Postgrado en Derecho Tributario por la PUCP, UCLM y Universidad Austral de Argentina. Miembro de la Asociación Peruana de Derecho Constitucional, del Instituto Peruano de Investigación y Desarrollo Tributario (IPIDET) y la Asoción Fiscal Internacional (IFA).

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