A continuación una breve pero importante reflexión de Gary Becker (Premio Nobel de Economía en 1992), aparecidas en el Portal del Cato Institute.
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Por: Gary Becker
El drástico aumento del precio de la gasolina, que llegó a costar más de 4 dólares el galón en julio, indujo a un menor consumo, por lo que su precio en Estados Unidos ha caído en más de 60%, a alrededor de 1,50 dólares por galón. ¿Sería este el momento propicio para aumentar los impuestos a la gasolina? Creo que los acontecimientos de los últimos meses debilitan esa propuesta.
Yo me he opuesto al rescate de General Motors, Ford y Chrysler a través de subsidios y préstamos del gobierno federal. Pero habiéndose procedido con el rescate, el cual el nuevo Congreso probablemente extenderá, sería ahora un mal momento para aumentar el impuesto a la gasolina, lo cual significaría mayores dificultades financieras para los fabricantes de automóviles. Una gasolina más costosa reduciría la demanda de camionetas SUV, furgonetas y camiones, vehículos de los que dependen los fabricantes de Detroit.
Un mayor debilitamiento de la demanda de vehículos dañaría la economía, porque la gente no solamente tendría que pagar por los subsidios del gobierno a los fabricantes de automóviles, sino que también tendría que pagar más por la gasolina.
Mucha gente de bajos ingresos y otros de la clase media han perdido su empleo y casi todos confrontan una caída de sus ingresos. Por tanto, no es el momento de aumentarle, a gente que confronta dificultades económicas, el costo del transporte a su puesto de trabajo o el costo de salir de compras. Además, mayores ingresos gubernamentales por más altos impuestos a la gasolina conducirían a más rescates por parte del gobierno. La política fiscal adecuada en una recesión es: menores impuestos a la gasolina, a los ingresos personales y a las ganancias empresariales.
El presidente electo Obama piensa de la misma manera. Cuando el diario New York Times le preguntó si consideraría aumentar el impuesto federal a la gasolina, dada la caída del precio, contestó que los norteamericanos están sufriendo por el aumento del desempleo y por la caída de los precios de sus viviendas, por lo “que pienso que sería un error imponerles ahora mayores pesos a las familias norteamericanas”.
Una alternativa sugerida por otros es que se modifique el estándar de consumo promedio impuesto a los fabricantes de automóviles, que actualmente es 27,5 millas por galón de gasolina para los automóviles y 22,2 millas por galón para las camionetas pick-up. Como las marcas extranjeras producen vehículos que consumen menos gasolina, tal cambio perjudicaría a los fabricantes de Detroit y haría aún más difícil el programa de rescate.
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