En el chat un amigo dice: “La separación es el mal del siglo”, quizás tenga razón.

El amor es una idea flotante, pero una palabra poderosa. Nadie puede describir el amor porque todos lo harían a su conveniencia. Es cuando el amor se posa en las parejas que se hace descriptible y podemos entender su universal complejidad.

Dos fracasos en mi haber, quizás no signifiquen nada para el que sí supo explotar sus carismas y procurarse varios amores; pero en mi exigua experiencia entiendo que la elección de vivir en pareja se ha convertido en la elección de vivir en agonía o vivir en un constante aprendizaje de uno mismo.

Todos entendemos que toda relación es un contrato abierto que puede rescindirse en cualquier momento, ésta es la tautología. ¿Pero por qué firmarlo en un inicio?

En mi opinión, las razones pasan de la supervivencia de la especie a algo realmente metafísico y filantrópico. Sólo en la vida en pareja es cuando podemos ver y tolerarnos como seres independientes con fortalezas y debilidades y cuando trabajamos por la superación como tal, podemos llegar a superarnos también como personas, pasando del enamoramiento al amor.

En la incapacidad de observarnos como individuos independientes y observar – en su lugar – la proyección de nuestras falencias; demandamos fidelidad, comprensión, compañía, etc. Reflejamos inseguridad, pesimismo y negativismo, acabando fácilmente con la convivencia. Sin intención ni iniciativa de pedir ayuda, todo es vano. Pero, quien tenga el don del amor, jugará a favor y no en contra; y no esperará a que el engaño sea el colofón de un amor que lloraba a gritos silenciosos.

– @tayiel