EL VENDEDOR DE MI CIUDAD
Nosotros, los mortales, hemos nacido con el estigma de Adán y Eva para ganarnos el pan con el sudor de nuestra frente (y de todos los recovecos de nuestra humanidad). En una pared verde, lo recuerdo: En aquel parque donde se dice que todo es infantil, ahí halláis trabajo. Un papel pegoteado, en el muro