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PERU: ¿POR QUE NUESTRA DEMOCRACIA NO MADURA?

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Intentar responder a esta interrogante bien puede llevarnos a interminables nuevas preguntas e intentos de respuestas. Si bien nuestra democracia no es tan débil al punto de estar bajo la amenaza de golpe de Estado (como los tantos que ya ha habido en nuestra historia republicana), sí es débil para ser asumida como parte de nuestra cultura política, es decir, nuestra democracia es débil porque aún no la hemos internalizado como ciudadanos. Vale decir, no nos hemos familiarizado plenamente con las reglas del juego democrático.

Según cifras del Latinobarómetro del año 2014 (muestreo de los países latinoamericanos), en el caso del Perú tan sólo un 55.8% manifestó su apoyo al sistema democrático. Cifra preocupante, el descrédito hacia las burocracias y hacia las autoridades ha hecho que se afecte la credibilidad de las instituciones de la democracia; por eso hay quienes manifiestan que sí puede haber democracia sin Congreso de la República, malos Congresistas (electos por nosotros mismos) han afectado la estabilidad de un Poder del Estado.

Como dijo Winston Churchill: “La democracia es la peor forma de gobernar excepto todas las demás formas que de tanto en tanto se han probado”, la democracia nos garantiza libertades asentadas en el respeto a la ley ¿acaso les gustaría ver restringidas sus libertades bajo una dictadura o un autoritarismo?

Mantener y afianzar la democracia requiere el compromiso de los individuos de una sociedad, se trata también de un cambio de actitudes para fortalecer el sistema. A continuación presentaré algunos puntos que impiden la madurez de nuestra democracia, y en los cuales de seguro también tenemos responsabilidad.

 

  1. “Regístrese, comuníquese, publíquese y archívese”

Consabida fórmula utilizada para finalizar textos legales ¿pero, se cumple?

En primer lugar, causa asombro que hoy en día con más asesores legales en las entidades públicas, la calidad de las normas haya decaído. Como aficionado a la historia he revisado legislación de vieja data y encuentro un mayor sentido de la lógica, a comparación con los textos actuales. En el siglo XIX no había tantas escuelas de leyes, pero tal parece que sí había más sentido común.

Pondré un ejemplo muy sencillo, artículo 37º de la Ley Orgánica de Municipalidades del año 1834: “En el caso de resultar que alguno o algunos individuos de las juntas [municipalidades] hayan malversado los fondos municipalidades, el jefe político usando de la facultad coactiva, hará que reintegren prorrata la cantidad en que aparecieren descubiertos, sin perjuicio de la causa que les mandará seguir”.

No se trata de emular los tiempos del pasado como los reaccionarios, pero sí causa extrañeza que hoy en día con tantos instrumentos legales no se pueda ser más claro y enfático para sancionar, por ejemplo, la corrupción. Nuestra actual Ley Orgánica de Municipalidades Nº 27972 (del año 2003) en ningún punto considera lo que acabamos de referir (en norma del año 1834); quien defrauda el dinero público debe devolverlo de su patrimonio, además de afrontar el proceso legal respectivo. Ahora, con Órganos de Control Institucional (OCI), Contraloría General de la República, Ministerio Público y Poder Judicial, la marcha para capturar y sancionar de modo ejemplar el delito de los funcionarios públicos se nos muestra mucho más lenta, ese debilita nuestra democracia. En el individuo queda la desazón y la idea de que las leyes actuales (mal elaboradas y enrevesadas) no importan.

Tenemos muchas leyes, pero la mayoría de éstas no señala qué ocurre si no se cumplen. Ello es una omisión absurda. Por eso, como suelo señalar, es un país “legalista pero no legal”.

Llama la atención también que en este tiempo de tecnologías de la información no se logre una mejor comunicación ¿se conocen las leyes, decretos, ordenanzas que diariamente se van aprobando? Es cierto que hay dejadez por parte de la población, y dejadez de los medios de comunicación para llegar a resumir hábilmente los debates y normativas; pero tampoco las entidades gubernamentales acercan sus marcos legales a la población, no basta con la obligatoria publicación en el Diario Oficial El Peruano. Sólo por ejemplificar ¿por qué no difundir mediante una secuencia radial las Ordenanzas Regionales y Municipales?

Nuestra democracia es débil porque las leyes no se cumplen y porque dichas leyes tampoco son conocidas, y no hay interés en acercarse a éstas. Es ahí donde empieza a romperse el “Estado de Derecho” que es pilar de toda democracia.

 

  1. ¿Respeto por la ley?

Quiero continuar con el punto de análisis sobre la ley; ya que en las democracias estables el gobierno es de las leyes y no de los hombres, vale decir, el sistema funciona sin verse afectado por posiciones antojadizas del gobernante de turno.

Desde que nacimos a la vida independiente, la mayoría de nuestras Constituciones Políticas han sido factura de golpes de Estado. Bastaba con que uno de nuestros tantos caudillos se creyera con el supremo derecho de ser el adecuado para regir los destinos de la Patria, sumándose algunas voluntades (en su mayoría cómplices avorazados por aprovecharse del poder político) y utilizando a la población, vista como pueblo informe, como “masa”. Luego de dar el golpe de Estado, el nuevo gobierno buscaba establecer su propio marco normativo, su propia Constitución Política. El texto se convierte así en un pacto temporal para legitimar al caudillo de turno; y no en una garantía de respeto hacia la vida republicana.

Sin ir muy lejos en el tiempo, recientemente vivimos la “reinterpretación” de las normas vigentes. Nuestros Alcaldes electos hicieron su juramento a como mejor les pareció, juraron a sus cargos antes quienes se les antojó, así unos juraron ante sus familiares, otros ante Párrocos, otros ante quien piensan que es autoridad de más rango (lo cual es una idea errada), y un largo etcétera. Siempre habrá quien pretenda reinterpretar la ley, pues como sentencia el triste aforismo “hecha la ley, hecha la trampa”. Si las autoridades hacen ello, ante un suceso tan simple como juramentar a sus cargos ¿qué se podrá esperar de sus actos de gobierno posteriores?

Se ha demostrado cuán “eficaces” somos para acomodar las normas a beneficio, para aprobar normas poco claras, con vacíos; en algunos casos por torpeza y en otros casos para aprovechar luego el escenario de incertidumbre.

 

  1. La eterna búsqueda del “mesías político” y la falta de visión

Nuestra democracia no termina de madurar, y está aún a buena distancia de su mayoría de edad, debido a que no hemos aprendido que un solo individuo no podrá “salvar” a la Patria, ni al país, ni al departamento, ni a la ciudad. Pero, neciamente seguimos buscando a este “mesías”.

En campañas electorales todos ponen su atención sobre el candidato a Presidente de la República (hoy se habla ya de candidaturas presidenciales sin antes haber cumplido con la democracia interna, ya están en campaña los caudillos de siempre sin respetar ni la previa voz de las bases de sus grupos políticos), o sobre el candidato a Presidente de Gobierno Regional (absurdamente llamado hoy “Gobernador Regional”, lo cual es otra de nuestras abominaciones legales pues ya existía un cargo con esa misma denominación), o en el Alcalde ¿y los demás integrantes de la fórmula postulante? ¿Es que acaso un solo hombre resolverá los problemas de la comunidad?

Se equivocan aquellos que, por ejemplo, piensan que el Alcalde es la máxima autoridad de una provincia o distrito, pues la máxima instancia es el Concejo Municipal. Con Regidores esclarecidos en su función se tendrían más propuestas y fiscalización, y menos caudillismos locales. Pero tener mejores autoridades, implica tener mejores votantes, mayor compromiso a la hora de decidir por quien sufragar y no tomar los destinos de la colectividad al azar o al regalo recibido en campaña.

Los políticos no son santos y difícilmente lo serán; no obstante, parece que se siguiera buscando a un santo iluminado para que gobierne, y a fin de cuentas termina sentándose en el “trono” (que la misma población ha creado al endiosar a las autoridades) simplemente el “menos malo”. Muchos de esos “menos malos” llegan a enceguecerse a tal punto que se consideran a sí mismos indispensables, y he ahí el fenómeno de la búsqueda permanente de la reelección.

Ya casi nada asombra en nuestra realidad, pero siempre cabe hacerme el sorprendido una vez más. Ahora, en la directiva de la Asociación de Municipalidades del Perú (AMPE) han tenido la idea de presentar un Proyecto de Ley para frenar la norma que les impide reelegirse como Alcaldes ¿por qué? Seguro señalarán “es que en 4 años no se pueden terminar todas las obras proyectadas” ¿y eso qué? ¿Acaso no puede haber alguien igual de capaz para continuar las obras? ¿Acaso el grupo político no tiene alguien más como “ser pensante” para postularlo? Me apena que haya quienes avalan la idea de una “eterna” autoridad pues eso quiere decir que ustedes mismos no son capaces ¿en dichos grupos políticos no hay más cerebros? Con razón vamos mal.

No cansados con ello, en la AMPE también pretenden elevar el sueldo de los Alcaldes ¿será para hacer mejor su tarea? En ese caso necesitarán sueldos millonarios porque hasta ahora no da muchas luces la gran mayoría. Tienen la gran “iniciativa” de presentar esas ideas, mientras que la inseguridad sigue campeando en todo el país ¿por qué no presentan un Proyecto de Ley sobre la Seguridad Ciudadana? Por ello es que la democracia no se fortalece, porque quienes están en la primera línea de acción, las autoridades, adolecen de visión, de criterio lógico y les falla la visión de conjunta. Únanse para dar pelea por los problemas que realmente aquejan a la población. Pero, nuevamente los electores son los responsables, y también quienes permitimos que algunos hagan lo que mejor les parezca equivocadamente al gobernar.

Finalmente, ¿por qué la democracia peruana no madura? Porque sencillamente muchos siguen pensando como súbditos, adulando a las autoridades, haciéndoles llegar obsequios por el simple hecho de ¡cumplir con su trabajo! ¿Cómo es eso posible? Hay demasiados súbditos, sin embargo, se animan a protestar cuando los intereses individuales se ven amenazados, y la mayoría de veces la gran protesta es violenta ¿eso es democracia? Hay que levantar la voz a tiempo, pero hay que cuestionar y proponer; lo hemos dicho siempre. Mientras no lleguemos a ello, seguiremos en una democracia cual barco a la deriva.

Que un nuevo aniversario nacional nos haga ser más reflexivos y nos lleve a madurar, empezando por nuestras actitudes personales para con la democracia, sólo así daremos el salto para cambiar una sociedad. Empecemos por nosotros mismos siendo mejores ciudadanos, que ese sea el regalo a la Patria.

* Escrito de mi autoría, publicado en Semanario Expresión Nº 921-922 / Especial de Fiestas Patrias. 24 de julio de 2015.

 

ensor01a“Intriga” (1911). Obra de James Ensor.


 

ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE NUESTRO PRESIDENCIALISMO

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Nuestra Constitución Política de 1993 en su artículo 110º indica (o sentencia) que “El Presidente de la República es el Jefe del Estado y personifica a la Nación”, esto ya había sido señalado en el artículo 114º de la Constitución de 1933. La gran interrogante es ¿puede un solo hombre personificar a una Nación tan diversa como la nuestra? ¿Vale tal pretensión? En este plano el presidencialismo se acentúa, además por las ya numerosas atribuciones constitucionales que ostenta nuestro Presidente de la República (artículo 118º de la Constitución). Para el imaginario colectivo es el Presidente quien tendrá que resolver todos los problemas del país, parece que en muchos casos poco importa la noción de subsidiariedad y que las instancias de poder político más cercanas sean quienes se encarguen de los problemas. Así por ejemplo, todo Manifiesto publicado en un periódico aparecerá dirigido al “Señor Presidente Constitucional de la República”, entendido como instancia “suprema” para la resolución de conflictos, ello viene de una vieja práctica virreinal que establecía la idea del “Supremo Gobierno” en manos del Virrey, incluso en la República tal denominación es mantenida.

Es así como dentro de ese devenir histórico, Jorge Basadre afirmará sobre nuestro paso de Virreinato a República:

“Los organismos políticos fueron modificados: ya no el Virrey sino el Presidente, ya no las Audiencias sino la Corte Suprema, ya no las Intendencias sino los Prefectos, ya no los Cabildos sino las Municipalidades (salvo en las Constituciones de 1834 y 1839). No eran exactamente idénticos en sus atribuciones los funcionarios mencionados; pero eran análogos. Lo que sí quedó con ese carácter idéntico fue la superioridad jerárquica de Lima, la predominante importancia de la costa. Además como no había tradición de buena administración, el desorden se hizo más fácil en la República, al perderse el control que la metrópoli y sus directos mandantes representaban. Quedaron también el expedienteo voluminoso, la tramitación larga, la morosidad burocrática. Quedaron, por último, acentuándose la empleomanía, la búsqueda de honores y sinecuras” (Basadre, Jorge. Perú: Problema y Posibilidad. Ensayo de una síntesis de la evolución histórica del Perú. Lima: Librería Francesa Científica, 1931, p. 21).

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Y es así como se fue formando nuestra cultura política, entendida como la internalización que hace el individuo de su sistema político, el modo como se interactúa y se comprende a las instituciones y reglas de juego del sistema. Internalizamos pues una cultura política verticalista y autoritaria, en la cual se cree (como cuestionaba constantemente Henry Pease) que “el gobernar es mandar” y que el gobierno es de una sola persona, llámese Presidente de la República. No olvidemos que parte de ese presidencialismo también se traslada a nuestros Gobiernos Regionales y Locales, la población no asocia al Consejo Regional o a un Consejo Municipal como máximas instancias del poder político sino al Presidente del Gobierno Regional o al Alcalde ¿estamos ante nuevos modos de desconcentrar el presidencialismo nacional?

Volviendo a las funciones del Presidente de la República, éste también se vuelve legislador obteniendo por delegación mediante ley autoritativa del Congreso de la República facultades legislativas (especificando las materias y un plazo, con cargo de dar cuenta al Congreso) lo cual da origen a los Decretos Legislativos, cabe la pregunta ¿siempre estos Decretos Legislativos van en sintonía con los intereses de la población? ¿Cómo se han relacionado con las comunidades nativas e indígenas? ¿Cómo llegar a un justo medio? El conflicto social de Bagua en el año 2009 nos lleva nuevamente a la reflexión.

El Presidente de la República también cuenta con los Decretos de Urgencia (con cargo de dar cuenta al Congreso) ante situaciones de crisis extrema, en materia económica y financiera. Entre los años 1991 y el 2000 muchos de estos Decretos fueron, amparados bajo “secreto militar”, empleados en las prácticas de corrupción institucionalizada desviándose fondos del Estado.

Decretos Legislativos, Decretos de Urgencia, sin olvidar los Decretos Supremos, el poder de observar las leyes antes de su promulgación, y la facultad de iniciativa legislativa, envisten al Presidente de la República de poderes legislativos. Sumémosle a ello que la elección presidencial y la elección de representantes al Congreso de la República se realizan de modo simultáneo lo cual conlleva muchas veces al “efecto arrastre”, obteniéndose el triunfo en la presidencia y una bancada numerosa en el Congreso ¿se logrará así un sistema de contrapesos?

Dentro del Poder Ejecutivo una figura para estudio es el Presidente del Consejo de Ministros, mal llamado “Premier” o “Primer Ministro” (que son fórmulas propias de un régimen parlamentario y no presidencialista como el nuestro). Hay quienes (muchos en la prensa y varios otros desconocedores del ordenamiento constitucional) proponen que el Presidente de la República tendría que compartir poder político con el Presidente del Consejo de Ministros (a quien mal llaman “Premier”), lo cual no es posible porque en la persona del primero se fusionan la Jefatura de Estado y Jefatura de Gobierno. Por otro lado, el Presidente del Consejo de Ministros cumple un rol de coordinador de las políticas de gobierno, su función es “apoyar al Presidente de la República en la gestión de la política general del Gobierno” (artículo 19º de la Ley Orgánica del Poder Ejecutivo), sólo apoyar, no dirigir con el Presidente de la República. Si en una sesión de Consejo de Ministros se aparece el Presidente de la República, el señor Presidente del Consejo de Ministros tendrá que cederle su lugar, eso dice la Ley.

Figuras como el voto de investidura, traído del régimen parlamentario, han buscado adaptarse a nuestro sistema presidencialista, generando una mezcla y algún tipo de contrapeso (como lo ocurrido en el último voto de investidura en Presidencia del Consejo de Ministro de la señora Ana Jara), pero que a fin de cuentas vuelven a mostrar el presidencialismo (los Ministros terminarán sus funciones inmediatamente el Presidente lo decida). Un presidencialismo marcado en nuestra estructura orgánica estatal y también en nuestras estructuras mentales, lo cual es más difícil aún de reformular.

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Imagen: Peru.com

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LA POLITICA DESDE NUESTROS CONGRESISTAS

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Lambayeque eligió 5 representantes al Congreso: Yehude Simon (Alianza por el Gran Cambio), Virgilio Acuña (Solidaridad Nacional), Alejandro Aguinaga (Fuerza 2011), Javier Velásquez (Partido Aprista), y Martín Rivas (Gana Perú). Frente a lo que muchos pueden pensar, la principal función de un Congresista no es fiscalizar sino representar a la ciudadanía, atender sus demandas y construir iniciativas en beneficio del país. Estos 5 señores han sido electos por el territorio de Lambayeque, pero al asumir el cargo se convierten en Congresistas de la República, es decir, de todos los peruanos. No obstante han de desarrollar un trabajo especial con su circunscripción de origen, esa es la razón por la que existe un Directorio de Congresistas por Lambayeque, para definir líneas de trabajo conjunto, lamentablemente no conocemos avances al respecto.

Una primera gran tarea para los representantes está en la descentralización y regionalización. Lambayeque sigue siendo un departamento, no es una región como muchos que desconocen la normativa vigente suelen manifestar. Tenemos Gobiernos Regionales electos pero dentro del mismo departamento.
Estos Congresistas como provincianos (creo que todos lo son, aunque no todos lambayecanos) tienen mayores razones para batallar por la flexibilización del marcado centralismo nacional.

El Congresista no puede acercarse a la población solamente haciendo viajes esporádicos para cortar la cinta en la inauguración de una obra pública o participar en alguna actividad benéfica. La función de representación va más allá de eso. Está llamado a reunirse con las organizaciones sociales de base, funcionarios públicos, dirigencia de su agrupación política y demás actores de la circunscripción. Por ello, se ha planteado que durante toda una semana cada representante sesione desde su localidad, facilitándole así estar al pendiente de las demandas de la colectividad y repensar cuáles serían los canales más adecuados para generar y mantener la comunicación política.

Necesitamos conocer qué trabajo vienen realizando nuestros representantes en el Congreso y cuáles son los planes de su Directorio. Si la escasa cifra de 5 individuos no puede llegar a concertar ¿qué nos espera al resto?

* Publicado en Peru.21 Norte, el 09 de diciembre del 2011.

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UNIVERSIDADES Y CULTURA POLITICA

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La Universidad Nacional Pedro Ruiz Gallo vive una crisis entre facciones que se disputan el poder, lo que ha generado un debate sobre los mecanismos para la elección de autoridades. Para muchos (escasos de visión), la existencia de procesos eleccionarios es negativa. Esa perspectiva es errónea pues tener una Asamblea Universitaria, Consejos de Facultad y representación estudiantil no es algo maléfico. Se crearon para lograr un cogobierno y un elemental equilibrio de poderes. Lo malo radica en las ansias de poder de algunos seudo dirigentes, quienes con su mal desempeño y objetivos únicamente personalistas destruyen la democracia de nuestras universidades.

Educar a nuestros estudiantes en cultura política y valores cívicos es labor de toda universidad que se precie de serlo. Hay que formar buenos universitarios que sean buenos ciudadanos y que, desde los primeros ciclos, comprendan la importancia de la política y de sus procesos para asegurar el bienestar colectivo. No cumplir con esta gradual tarea docente nos lleva a la lucha de bandos desorientados.

La presencia de los estudiantes en el gobierno de una universidad sirve como un primer acercamiento a la que luego será su vida activa como ciudadanos, con deberes y derechos, que pueden elegir representantes y ser elegidos como tales. Ello constituye un proceso formativo para los propios estudiantes, quienes se vuelven artífices de la toma de decisiones con responsabilidad. Debatir y participar con argumentos sólidos es esencia de la vida universitaria. Esta es una pregunta para todas las universidades y para las llamadas “universidades-empresa”, si están formando bien a sus estudiantes ¿por qué tener miedo a que participen de la toma de decisiones en el gobierno universitario? Eso es algo muy contradictorio.

Estos cuestionamientos deben hacérselos las universidades públicas y las privadas, así como los padres de familia, catedráticos, el empresariado y el mismo Estado. ¿No estaremos formando simples profesionales autómatas sin una cultura política de compromiso con el país?

* Publicado en Peru.21 Norte, el 04 de noviembre del 2011.


Imagen: Scott Nychay (Northwest Herald)

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