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¿LA FIESTA DE LOS CORRUPTOS?

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¿Todos son corruptos? ¿Cuánto más soportará el país? ¿Qué pasará con las investigaciones? Son algunas de las tantas preguntas que deambulan hoy en la mente de los peruanos. El fenómeno de la corrupción nos viene ganando la batalla, desde el Gobierno Nacional hasta los Gobiernos Regionales y Locales pareciera que la peste avanza sin un punto claro de inflexión para controlar el robo, el aprovechamiento de puestos públicos, los sobornos  y la consabida práctica del que muy pocas veces o nunca se encuentren responsables claros para ser sancionados.

Hoy por hoy, malos funcionarios (de esos que abundan, también en este territorio de Lambayeque) quieren hacernos creer que el país va muy bien, que sus indicadores macroeconómicos son estables y que el progreso va llegando paso a paso a más hogares ¿es cierto aquello? Pregúntese y medite usted mismo.

Nuestro “progreso” se ve seriamente opacado por el avance de la corrupción, algo que así señalan los informes de Transparencia Internacional. Esta organización elabora anualmente el Índice de Percepción de la Corrupción, donde cien (100) puntos es ausencia de corrupción y más cerca a cero (0) es más corrupto. De un total de 166 países evaluados, éstos son los resultados para Perú en los últimos años:

AÑO

PUNTAJE

(más cerca al 0 = más corrupto)

PUESTO

2011

38 puntos 83
2015 36 puntos

88

2016 35 puntos

101

 

Es más que notorio nuestro mal desempeño. Hemos caído en puntaje y hemos descendido en los puestos (ahora somos el vergonzoso país N° 101 de un total de 166). Es decir en los últimos años ¿qué hicimos para combatir la corrupción? Empeoramos. No es coincidencia que nuestros ex Presidentes: Alejandro Toledo, Alan García y Ollanta Humala estén investigados en el último mega escándalo Odebrecht, algo que supimos no gracias a nuestro sistema judicial o anticorrupción nacional sino cuando el problema fue detectado en los Estados Unidos y la empresa se decidió a colaborar con el Departamento de Justicia de ese país. Si el escándalo no hubiese estallado allá ¿se hubiese remecido el país aquí? ¿Hubiese llegado al punto de tener orden de prisión preventiva un ex Presidente? ¿Funciona nuestro sistema anticorrupción? Comisiones van y vienen, informes se hacen ¿pero se cumplen?

Espero realmente que caigan todos los implicados, aunque algunos de sus ciegos partidarios traten de salvar a malos funcionarios. En una democracia real nadie debe tener coronas a la hora de enfrentar responsabilidades.

Pero esta plaga no es nada nueva, y tampoco nació con la gran corruptela mafiosa de tiempo del ex Presidente Fujimori y el asesor Montesinos (junto a muchos otros aduladores que les rodearon y se beneficiaron), esto tiene raíces más profundas. Uno de los mejores trabajos sobre la materia es el de Alfonso Quiroz Norris (+) titulado “Historia de la corrupción en el Perú”, libro que invito a todos a leer y releer. Los nombres de algunos hoy investigados ya aparecen ahí, pero sus prácticas son de mayor data. Hoy se habla del financiamiento dudoso de muchos candidatos de izquierdas y derechas (porque la corrupción ha alcanzado a todos) que hicieron campaña con dinero de las empresas que luego serían beneficiadas. Quiroz encuentra documentación al respecto, así en el siglo XIX sobre nuestro político Nicolás de Piérola:

“el adelanto de mil libras a Moncloe [nombre clave de Nicolás de Piérola, descifrado en claves de archivo] que autorizamos […] lo hicimos en vista de los muchos servicios que hemos recibido hasta ahora de sus manos, y en general consideramos que no sería buena política rehusarle este monto, siendo él líder de un partido político grande, y que puede que vuelva en el futuro a ocupar el primer plano”.

Y así fue, Piérola volvió a ser Presidente del Perú ¿nos resulta familiar?

¿El tiempo pasado fue mejor? Difícilmente. Lo más probable es que tan acostumbrados a una visión histórica limitada, olvidamos lo que ocurrió antes. La corrupción no es una práctica de las últimas décadas, es de mucho atrás, tal vez tan lejana llegando hasta nuestro idealizado mundo prehispánico (de señores enterrados) y a las páginas cargadas de personajes históricos tratados con bondad por el simple hecho de haber ocupado altos cargos (el libro de Quiroz presenta en redes de corrupción hasta próceres, también locales). La corrupción está presente siempre y en todas las sociedades, la gran pregunta es ¿qué hacen las sociedades para defenderse de esta enfermedad? Algunas detectan y sancionan a tiempo. En el caso de nuestra sociedad peruana, la respuesta no es nada clara ni contundente.

En el Perú, ni en el departamento de Lambayeque, ni en esta ciudad de Chiclayo se tiene claro ¿qué hace la sociedad por ser mejor? Somos muy proclives a señalar y escandalizarnos por las denuncias en la esfera pública gubernamental, pero ¿y la corrupción del día a día? Esa corrupción del soborno al policía, el regalo al funcionario público para que agilice el trámite, esa corrupción de hablar a media voz por “lealtad” institucional (concepto tan mal empleado) ¿o será más bien callarse para evitarse problemas? Esos son los pactos cotidianos, las alianzas, la asociación con la corrupción de la que no que queremos hablar.

Vemos esas prácticas ante nosotros, en nuestras oficinas, en nuestros trabajos ¿y qué hacemos? ¿Ser silenciosos cómplices? Cien veces es preferible perderlo todo, a ser uno más de los cabizbajos aduladores mediocres que deambulan como sombras por nuestras instituciones públicas y privadas.

 

¿Qué podría pasar ahora?

Pues, son varios los riesgos que corremos. En primer lugar, que las investigaciones sean más de lo mismo. Mucho de “operativo”, noticias, rumores y habladas; pero nunca llegar a sentencias firmes y correctas ¿tendremos que vivir acostumbrados a que los casos prescriban a falta de celeridad? La burla de la injusticia sólo consagra la impunidad en este país.

En segundo lugar, los hoy llamados “investigados” podrían esperar, dar tiempo, que los temas se diluyan. Mejor dicho, que se dispare a otros, a los que fueron “mandos medios” (ya vimos cómo algunos de los funcionarios detenidos en el caso Odebrecht, han empezado a cambiar de versiones, incluso se han retractado de ser “colaboradores eficaces” ¿qué les hace cambiar de idea? ¿Qué les presiona o qué se negocia? Y así, dando tiempo al tiempo, volver “triunfales” cuando la gente haya olvidado (muy propio de los connacionales y la limitada mirada histórica). Es que ¿resucitarán los políticos hoy investigados? ¿Seguirán sintiéndonos eternos candidatos y dueños de los partidos políticos?

En tercer lugar, no faltará quienes quieran sacar ventaja de la situación. Y aquí es donde aparecen los “nuevos mesías”, aquellos que van a luchar (en sus altisonantes discursos) contra todos los males del país, especialmente contra la corrupción, pero ¿cómo lo harán? Tal vez ni ellos mismos lo saben, azuzan, se movilizan, pero las ideas les escasean. Son construcciones del momento, alianzas vagas, llamados al pueblo, muy mediáticos algunos (pocas veces se conoce quienes los subvencionan y no son claros en sus cuentas). Hay que tener cuidado con esos “mesías” que aparecen casi de la nada, de aventura en aventura.

 

¿Creen que he sido demasiado pesimista? No lo creo. Es necesario hurgar en la herida para que el enfermo reaccione y se decida a sanar. Somos una sociedad enferma, por falta de CIUDADANÍA.

Escribo estas líneas sin endulzarle la historia a nadie. El Perú, Lambayeque y Chiclayo están enfermos. Vamos de golpe en golpe sin reaccionar de verdad, todo queda limitado al escándalo del momento. Digo todo esto, no sin dejar de señalar que en más de una ocasión hemos buscado proponer y corregir con fundamentos aquellos males que debilitan la vida en comunidad: la desidia institucional, la apatía de la gente, el mero griterío sin propuesta concreta, o la falsa adulación de unos solapando los grandes errores de otros.

En 2013 fuimos parte del entonces Movimiento Cívico de Chiclayo, conglomerado de instituciones que buscaron hacer frente a la corruptela y caos que vivía nuestra ciudad. Así se organizó una multitudinaria marcha el 1 de marzo de 2013. En algún video de los preparativos ha de estar registrado el momento en el cual señalaba que lo importante era mantener la unidad, pues ¿qué pasaría luego de la marcha? Propusimos así que se organicen Mesas de Trabajo abordando entre los ejes la gobernabilidad, los proyectos para la ciudad (como el aún deficiente saneamiento básico), la transparencia, etcétera. Integrando por rubros a las distintas organizaciones: los gremios empresariales, universidades, Colegios Profesionales, colectivos ciudadanos, medios de comunicación; cada uno según su experiencia en una Mesa. Se lograron armar, pero no resistieron para darle continuidad y todo se perdió ¿es que acaso no estamos preparados para trabajar unidos en determinado tema? ¿Aún son muy pocos los que brindan su tiempo sin recibir ninguna compensación económica y sólo la satisfacción de no vivir en una aldea sin rumbo?

Lambayeque tiene tantas universidades, tantos Colegios Profesionales, gremios empresariales y un largo etcétera. Pero las últimas lluvias han puesto en evidencia la debilidad de todos, como siempre la reacción llega solamente luego del desastre. E incluso así, ya en medio del pantano ¿qué vemos? Pobladores contentos caminando por las calles, comiendo muy a voluntad en los elegantes restaurantes del centro de la ciudad donde precisamente aún los desagües siguen reventando ¿ese es el buen modo de vivir? Pareciera que libremente cada quien se busca su malestar. Ni siquiera las empresas de la ciudad se han preocupado por limpiar el tramo de vereda que les corresponde, con lo cual los pantanos de ayer son hoy torbellinos de tierra fétida ¿y así progresamos?

¿Por qué sacar a colación todo ello? Pues por la sencilla razón que el camino del atraso es la fuerza de la costumbre, y estas ciudades se están (mal) acostumbrando a vivir así. Ya sabemos de la lentitud e inoperancia de las autoridades, pero ¿qué están haciendo el resto de ciudadanos por vivir mejor aunque sea en su barrio?

Las autoridades viven perdidas en “su micro mundo”, aunque no faltarán algunos que trabajan bajo esas gestiones y que intentan ocultar los desaciertos. Craso error. Olvidan todos esos funcionarios que ellos no trabajan para la “gestión de fulano o mengano”, ellos trabajan para la población, son nuestros servidores públicos, no maquilladores del trabajo u omisión de las autoridades de turno. En plena emergencia, se espera para reaccionar, se espera a la llegada breve del Presidente de la República y eso se ve como un “gran logro” ¿cuántos Alcaldes y autoridades del Gobierno Regional han estado participando de reuniones en los respectivos Centros de Operaciones de Emergencia antes de las lluvias? ¿Cuántos han considerado o reclamado por drenajes pluviales en los proyectos que realizan? ¿Cuántos consideraron fenómenos climáticos en sus Planes de Gobierno? Sobran las respuestas ¿y ahora se nos quiere hacer creer que todo marcha bien? Como siempre esta ciudad se sentará a esperar. El sol seca la lluvia y el viento se lleva el polvo ¿eso es un plan de acción?

Todo ello tiene perfecta relación con las corruptelas, la costumbre del mal vivir es la puerta a la corrupción. Siendo tan conformista el individuo construye su propia permisividad y ahí nacen lemas como “que robe, con tal que haga obras” ¿así de fácil?

Se acostumbra el poblador a conseguir todo fácil en la vida, gracias al “contacto”, al amigo, al familiar, con el regalo de por medio o la tarjeta para el acomodo. Y el ciclo de la corrupción se reconstruye. Desde esa corrupción ministerial (donde se creen muy técnicos y acreditados) que daba luz verde a los expedientes dudosos para hacer obras de alcantarillado en los últimos años junto a malos funcionarios locales, hasta la corrupción del día a día, del compadre o del amigo ¿así queremos tener un mejor país?

 

¿Hay una esperanza? Puede que sí, sobre todo en la juventud. Pero una juventud realista, que no idolatre sino que reflexione, que no salga a las calles por el simple hecho de gritar algo (las marchas no cumplen su finalidad si no se lleva bajo el brazo una propuesta concreta, un cambio en tal o cual norma, una iniciativa legal, un proyecto; caso contrario sólo es indignación sin solución, o es simplemente servirle de soporte a alguien más) sino que construya y reforme desde cada uno de sus espacios con responsabilidad. No repitan los errores de los mayores, conózcanlos para enmendar a tiempo.

* Escrito de mi autoría, publicado como Representante de la Red Latinoamericana de Jóvenes por la Democracia en el Perú. Semanario Expresión Nº 1000, febrero de 2017.

 

“Diogenes mit der Laterne auf dem Markt Menschen suchend” (Diógenes buscando un hombre honesto).
Obra de Jacob Jordaens, año 1642. 

PERU: ¿POR QUE NUESTRA DEMOCRACIA NO MADURA?

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Intentar responder a esta interrogante bien puede llevarnos a interminables nuevas preguntas e intentos de respuestas. Si bien nuestra democracia no es tan débil al punto de estar bajo la amenaza de golpe de Estado (como los tantos que ya ha habido en nuestra historia republicana), sí es débil para ser asumida como parte de nuestra cultura política, es decir, nuestra democracia es débil porque aún no la hemos internalizado como ciudadanos. Vale decir, no nos hemos familiarizado plenamente con las reglas del juego democrático.

Según cifras del Latinobarómetro del año 2014 (muestreo de los países latinoamericanos), en el caso del Perú tan sólo un 55.8% manifestó su apoyo al sistema democrático. Cifra preocupante, el descrédito hacia las burocracias y hacia las autoridades ha hecho que se afecte la credibilidad de las instituciones de la democracia; por eso hay quienes manifiestan que sí puede haber democracia sin Congreso de la República, malos Congresistas (electos por nosotros mismos) han afectado la estabilidad de un Poder del Estado.

Como dijo Winston Churchill: “La democracia es la peor forma de gobernar excepto todas las demás formas que de tanto en tanto se han probado”, la democracia nos garantiza libertades asentadas en el respeto a la ley ¿acaso les gustaría ver restringidas sus libertades bajo una dictadura o un autoritarismo?

Mantener y afianzar la democracia requiere el compromiso de los individuos de una sociedad, se trata también de un cambio de actitudes para fortalecer el sistema. A continuación presentaré algunos puntos que impiden la madurez de nuestra democracia, y en los cuales de seguro también tenemos responsabilidad.

 

  1. “Regístrese, comuníquese, publíquese y archívese”

Consabida fórmula utilizada para finalizar textos legales ¿pero, se cumple?

En primer lugar, causa asombro que hoy en día con más asesores legales en las entidades públicas, la calidad de las normas haya decaído. Como aficionado a la historia he revisado legislación de vieja data y encuentro un mayor sentido de la lógica, a comparación con los textos actuales. En el siglo XIX no había tantas escuelas de leyes, pero tal parece que sí había más sentido común.

Pondré un ejemplo muy sencillo, artículo 37º de la Ley Orgánica de Municipalidades del año 1834: “En el caso de resultar que alguno o algunos individuos de las juntas [municipalidades] hayan malversado los fondos municipalidades, el jefe político usando de la facultad coactiva, hará que reintegren prorrata la cantidad en que aparecieren descubiertos, sin perjuicio de la causa que les mandará seguir”.

No se trata de emular los tiempos del pasado como los reaccionarios, pero sí causa extrañeza que hoy en día con tantos instrumentos legales no se pueda ser más claro y enfático para sancionar, por ejemplo, la corrupción. Nuestra actual Ley Orgánica de Municipalidades Nº 27972 (del año 2003) en ningún punto considera lo que acabamos de referir (en norma del año 1834); quien defrauda el dinero público debe devolverlo de su patrimonio, además de afrontar el proceso legal respectivo. Ahora, con Órganos de Control Institucional (OCI), Contraloría General de la República, Ministerio Público y Poder Judicial, la marcha para capturar y sancionar de modo ejemplar el delito de los funcionarios públicos se nos muestra mucho más lenta, ese debilita nuestra democracia. En el individuo queda la desazón y la idea de que las leyes actuales (mal elaboradas y enrevesadas) no importan.

Tenemos muchas leyes, pero la mayoría de éstas no señala qué ocurre si no se cumplen. Ello es una omisión absurda. Por eso, como suelo señalar, es un país “legalista pero no legal”.

Llama la atención también que en este tiempo de tecnologías de la información no se logre una mejor comunicación ¿se conocen las leyes, decretos, ordenanzas que diariamente se van aprobando? Es cierto que hay dejadez por parte de la población, y dejadez de los medios de comunicación para llegar a resumir hábilmente los debates y normativas; pero tampoco las entidades gubernamentales acercan sus marcos legales a la población, no basta con la obligatoria publicación en el Diario Oficial El Peruano. Sólo por ejemplificar ¿por qué no difundir mediante una secuencia radial las Ordenanzas Regionales y Municipales?

Nuestra democracia es débil porque las leyes no se cumplen y porque dichas leyes tampoco son conocidas, y no hay interés en acercarse a éstas. Es ahí donde empieza a romperse el “Estado de Derecho” que es pilar de toda democracia.

 

  1. ¿Respeto por la ley?

Quiero continuar con el punto de análisis sobre la ley; ya que en las democracias estables el gobierno es de las leyes y no de los hombres, vale decir, el sistema funciona sin verse afectado por posiciones antojadizas del gobernante de turno.

Desde que nacimos a la vida independiente, la mayoría de nuestras Constituciones Políticas han sido factura de golpes de Estado. Bastaba con que uno de nuestros tantos caudillos se creyera con el supremo derecho de ser el adecuado para regir los destinos de la Patria, sumándose algunas voluntades (en su mayoría cómplices avorazados por aprovecharse del poder político) y utilizando a la población, vista como pueblo informe, como “masa”. Luego de dar el golpe de Estado, el nuevo gobierno buscaba establecer su propio marco normativo, su propia Constitución Política. El texto se convierte así en un pacto temporal para legitimar al caudillo de turno; y no en una garantía de respeto hacia la vida republicana.

Sin ir muy lejos en el tiempo, recientemente vivimos la “reinterpretación” de las normas vigentes. Nuestros Alcaldes electos hicieron su juramento a como mejor les pareció, juraron a sus cargos antes quienes se les antojó, así unos juraron ante sus familiares, otros ante Párrocos, otros ante quien piensan que es autoridad de más rango (lo cual es una idea errada), y un largo etcétera. Siempre habrá quien pretenda reinterpretar la ley, pues como sentencia el triste aforismo “hecha la ley, hecha la trampa”. Si las autoridades hacen ello, ante un suceso tan simple como juramentar a sus cargos ¿qué se podrá esperar de sus actos de gobierno posteriores?

Se ha demostrado cuán “eficaces” somos para acomodar las normas a beneficio, para aprobar normas poco claras, con vacíos; en algunos casos por torpeza y en otros casos para aprovechar luego el escenario de incertidumbre.

 

  1. La eterna búsqueda del “mesías político” y la falta de visión

Nuestra democracia no termina de madurar, y está aún a buena distancia de su mayoría de edad, debido a que no hemos aprendido que un solo individuo no podrá “salvar” a la Patria, ni al país, ni al departamento, ni a la ciudad. Pero, neciamente seguimos buscando a este “mesías”.

En campañas electorales todos ponen su atención sobre el candidato a Presidente de la República (hoy se habla ya de candidaturas presidenciales sin antes haber cumplido con la democracia interna, ya están en campaña los caudillos de siempre sin respetar ni la previa voz de las bases de sus grupos políticos), o sobre el candidato a Presidente de Gobierno Regional (absurdamente llamado hoy “Gobernador Regional”, lo cual es otra de nuestras abominaciones legales pues ya existía un cargo con esa misma denominación), o en el Alcalde ¿y los demás integrantes de la fórmula postulante? ¿Es que acaso un solo hombre resolverá los problemas de la comunidad?

Se equivocan aquellos que, por ejemplo, piensan que el Alcalde es la máxima autoridad de una provincia o distrito, pues la máxima instancia es el Concejo Municipal. Con Regidores esclarecidos en su función se tendrían más propuestas y fiscalización, y menos caudillismos locales. Pero tener mejores autoridades, implica tener mejores votantes, mayor compromiso a la hora de decidir por quien sufragar y no tomar los destinos de la colectividad al azar o al regalo recibido en campaña.

Los políticos no son santos y difícilmente lo serán; no obstante, parece que se siguiera buscando a un santo iluminado para que gobierne, y a fin de cuentas termina sentándose en el “trono” (que la misma población ha creado al endiosar a las autoridades) simplemente el “menos malo”. Muchos de esos “menos malos” llegan a enceguecerse a tal punto que se consideran a sí mismos indispensables, y he ahí el fenómeno de la búsqueda permanente de la reelección.

Ya casi nada asombra en nuestra realidad, pero siempre cabe hacerme el sorprendido una vez más. Ahora, en la directiva de la Asociación de Municipalidades del Perú (AMPE) han tenido la idea de presentar un Proyecto de Ley para frenar la norma que les impide reelegirse como Alcaldes ¿por qué? Seguro señalarán “es que en 4 años no se pueden terminar todas las obras proyectadas” ¿y eso qué? ¿Acaso no puede haber alguien igual de capaz para continuar las obras? ¿Acaso el grupo político no tiene alguien más como “ser pensante” para postularlo? Me apena que haya quienes avalan la idea de una “eterna” autoridad pues eso quiere decir que ustedes mismos no son capaces ¿en dichos grupos políticos no hay más cerebros? Con razón vamos mal.

No cansados con ello, en la AMPE también pretenden elevar el sueldo de los Alcaldes ¿será para hacer mejor su tarea? En ese caso necesitarán sueldos millonarios porque hasta ahora no da muchas luces la gran mayoría. Tienen la gran “iniciativa” de presentar esas ideas, mientras que la inseguridad sigue campeando en todo el país ¿por qué no presentan un Proyecto de Ley sobre la Seguridad Ciudadana? Por ello es que la democracia no se fortalece, porque quienes están en la primera línea de acción, las autoridades, adolecen de visión, de criterio lógico y les falla la visión de conjunta. Únanse para dar pelea por los problemas que realmente aquejan a la población. Pero, nuevamente los electores son los responsables, y también quienes permitimos que algunos hagan lo que mejor les parezca equivocadamente al gobernar.

Finalmente, ¿por qué la democracia peruana no madura? Porque sencillamente muchos siguen pensando como súbditos, adulando a las autoridades, haciéndoles llegar obsequios por el simple hecho de ¡cumplir con su trabajo! ¿Cómo es eso posible? Hay demasiados súbditos, sin embargo, se animan a protestar cuando los intereses individuales se ven amenazados, y la mayoría de veces la gran protesta es violenta ¿eso es democracia? Hay que levantar la voz a tiempo, pero hay que cuestionar y proponer; lo hemos dicho siempre. Mientras no lleguemos a ello, seguiremos en una democracia cual barco a la deriva.

Que un nuevo aniversario nacional nos haga ser más reflexivos y nos lleve a madurar, empezando por nuestras actitudes personales para con la democracia, sólo así daremos el salto para cambiar una sociedad. Empecemos por nosotros mismos siendo mejores ciudadanos, que ese sea el regalo a la Patria.

* Escrito de mi autoría, publicado en Semanario Expresión Nº 921-922 / Especial de Fiestas Patrias. 24 de julio de 2015.

 

ensor01a“Intriga” (1911). Obra de James Ensor.


 

LEGISLATURA EXTRAORDINARIA: LEY DE EMPLEO JUVENIL Y NUEVO ESCENARIO

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Rompo mi situación de retiro sólo por razones “extraordinarias” y es que se acaba de convocar a Legislatura Extraordinaria al Congreso de la República, lo hace Ollanta Humala Tasso en pleno uso de sus facultades como Jefe de Estado. Haceunos días yo comentaba cuánta falta hacía un Mensaje a la Nación sobre los últimos sucesos y el tema juvenil, ya no las extrevistas y mensajes de redes sociales (esos que parecen de enamoraditos), sino un directo Mensaje a la Nación.

Primero, a quienes han estado protestando por la Ley de Empleo Juvenil, si van a adelantar la marcha ¿la ruta cambia, no? Ahora tendría que ser hacia el Congreso, intuyo. Y que se haga democráticamente (aunque cueste entender eso a los “infiltrados”). No olvidemos que sólo el Estado tiene el uso legítimo de la fuerza obviamente para mantener el orden en nuestra sociedad, a eso le llamamos “Estado de derecho” y no “Estado de naturaleza”. A buen entendedor, pocas palabras.

Segundo, a todos esos Congresistas, muy buenos “voceros” que se la han pasado hablando y opinando ante cuanta cámara han tenido; pues, ahora EXHORTENLES a LEER mejor y más los Proyectos de Ley en debate. Se discutirán ideas, alternativas ¿qué proponen ellos? Que voten en su sano juicio lo mejor. Aquí en nada nos sirven aquellos Congresistas que se rasgan las vestiduras y cobardemente estuvieron ausentes en el Pleno cuando se aprobó la primera Ley de Empleo Juvenil, hoy bajo fuego. Entonces ¿dónde estuvieron? ¿Y hoy se jactan opinando? ¡Que no les utilicen!

Tercero, el debate tiene que ser seguido cuidadosamente, que no se escape ningún punto y que no se escape ningún Congresista. Ya estamos cansados de leyes absurdas, se entiende mal hechas por el escaso funcionamiento neuronal de muchos de nuestros “Padres de la Patria”. Es ahí donde se tiene que presionar.

Cuarto, algunos individuos de las bancadas de oposición dicen que esto se trata de una “maniobra”. Tal vez, pero así son las reglas de juego democrático. Así que señores Congresistas dejen su veraneo, sus apariciones faranduleras, sus acompañamientos en la calle, y siéntense a pensar, a proponer, a debatir, y a votar por lo mejor para los peruanos.

Quinto, en el Decreto Supremo que convocará a Legislatura Extraordinaria tiene que aparecer la AGENDA, obviamente la Ley de Empleo Juvenil, así que no se trata aquí de dispersar los puntos. En el año 2008, por ejemplo, García Pérez convocó a Legislatura Extraordinaria por el Caso Petro-Tech (hagamos un recordaris).

Por último si van a derogar la Ley de Empleo Juvenil, entonces ¿en qué quedamos? No se trata de derogar y matar el tema. Se trata en todo caso de corregir lo corregible y construir lo positivo ¿Cómo actuarán las bancadas congresales? ¿O es que en este país no hay alternativas? ¿No hay ideas para mejorar la calidad de vida de los nacionales?

Espero se tengan días, que serán varios, para el alturado debate. Aunque cueste creerlo.

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Imagen: Peru.com

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ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE NUESTRO PRESIDENCIALISMO

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Nuestra Constitución Política de 1993 en su artículo 110º indica (o sentencia) que “El Presidente de la República es el Jefe del Estado y personifica a la Nación”, esto ya había sido señalado en el artículo 114º de la Constitución de 1933. La gran interrogante es ¿puede un solo hombre personificar a una Nación tan diversa como la nuestra? ¿Vale tal pretensión? En este plano el presidencialismo se acentúa, además por las ya numerosas atribuciones constitucionales que ostenta nuestro Presidente de la República (artículo 118º de la Constitución). Para el imaginario colectivo es el Presidente quien tendrá que resolver todos los problemas del país, parece que en muchos casos poco importa la noción de subsidiariedad y que las instancias de poder político más cercanas sean quienes se encarguen de los problemas. Así por ejemplo, todo Manifiesto publicado en un periódico aparecerá dirigido al “Señor Presidente Constitucional de la República”, entendido como instancia “suprema” para la resolución de conflictos, ello viene de una vieja práctica virreinal que establecía la idea del “Supremo Gobierno” en manos del Virrey, incluso en la República tal denominación es mantenida.

Es así como dentro de ese devenir histórico, Jorge Basadre afirmará sobre nuestro paso de Virreinato a República:

“Los organismos políticos fueron modificados: ya no el Virrey sino el Presidente, ya no las Audiencias sino la Corte Suprema, ya no las Intendencias sino los Prefectos, ya no los Cabildos sino las Municipalidades (salvo en las Constituciones de 1834 y 1839). No eran exactamente idénticos en sus atribuciones los funcionarios mencionados; pero eran análogos. Lo que sí quedó con ese carácter idéntico fue la superioridad jerárquica de Lima, la predominante importancia de la costa. Además como no había tradición de buena administración, el desorden se hizo más fácil en la República, al perderse el control que la metrópoli y sus directos mandantes representaban. Quedaron también el expedienteo voluminoso, la tramitación larga, la morosidad burocrática. Quedaron, por último, acentuándose la empleomanía, la búsqueda de honores y sinecuras” (Basadre, Jorge. Perú: Problema y Posibilidad. Ensayo de una síntesis de la evolución histórica del Perú. Lima: Librería Francesa Científica, 1931, p. 21).

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Y es así como se fue formando nuestra cultura política, entendida como la internalización que hace el individuo de su sistema político, el modo como se interactúa y se comprende a las instituciones y reglas de juego del sistema. Internalizamos pues una cultura política verticalista y autoritaria, en la cual se cree (como cuestionaba constantemente Henry Pease) que “el gobernar es mandar” y que el gobierno es de una sola persona, llámese Presidente de la República. No olvidemos que parte de ese presidencialismo también se traslada a nuestros Gobiernos Regionales y Locales, la población no asocia al Consejo Regional o a un Consejo Municipal como máximas instancias del poder político sino al Presidente del Gobierno Regional o al Alcalde ¿estamos ante nuevos modos de desconcentrar el presidencialismo nacional?

Volviendo a las funciones del Presidente de la República, éste también se vuelve legislador obteniendo por delegación mediante ley autoritativa del Congreso de la República facultades legislativas (especificando las materias y un plazo, con cargo de dar cuenta al Congreso) lo cual da origen a los Decretos Legislativos, cabe la pregunta ¿siempre estos Decretos Legislativos van en sintonía con los intereses de la población? ¿Cómo se han relacionado con las comunidades nativas e indígenas? ¿Cómo llegar a un justo medio? El conflicto social de Bagua en el año 2009 nos lleva nuevamente a la reflexión.

El Presidente de la República también cuenta con los Decretos de Urgencia (con cargo de dar cuenta al Congreso) ante situaciones de crisis extrema, en materia económica y financiera. Entre los años 1991 y el 2000 muchos de estos Decretos fueron, amparados bajo “secreto militar”, empleados en las prácticas de corrupción institucionalizada desviándose fondos del Estado.

Decretos Legislativos, Decretos de Urgencia, sin olvidar los Decretos Supremos, el poder de observar las leyes antes de su promulgación, y la facultad de iniciativa legislativa, envisten al Presidente de la República de poderes legislativos. Sumémosle a ello que la elección presidencial y la elección de representantes al Congreso de la República se realizan de modo simultáneo lo cual conlleva muchas veces al “efecto arrastre”, obteniéndose el triunfo en la presidencia y una bancada numerosa en el Congreso ¿se logrará así un sistema de contrapesos?

Dentro del Poder Ejecutivo una figura para estudio es el Presidente del Consejo de Ministros, mal llamado “Premier” o “Primer Ministro” (que son fórmulas propias de un régimen parlamentario y no presidencialista como el nuestro). Hay quienes (muchos en la prensa y varios otros desconocedores del ordenamiento constitucional) proponen que el Presidente de la República tendría que compartir poder político con el Presidente del Consejo de Ministros (a quien mal llaman “Premier”), lo cual no es posible porque en la persona del primero se fusionan la Jefatura de Estado y Jefatura de Gobierno. Por otro lado, el Presidente del Consejo de Ministros cumple un rol de coordinador de las políticas de gobierno, su función es “apoyar al Presidente de la República en la gestión de la política general del Gobierno” (artículo 19º de la Ley Orgánica del Poder Ejecutivo), sólo apoyar, no dirigir con el Presidente de la República. Si en una sesión de Consejo de Ministros se aparece el Presidente de la República, el señor Presidente del Consejo de Ministros tendrá que cederle su lugar, eso dice la Ley.

Figuras como el voto de investidura, traído del régimen parlamentario, han buscado adaptarse a nuestro sistema presidencialista, generando una mezcla y algún tipo de contrapeso (como lo ocurrido en el último voto de investidura en Presidencia del Consejo de Ministro de la señora Ana Jara), pero que a fin de cuentas vuelven a mostrar el presidencialismo (los Ministros terminarán sus funciones inmediatamente el Presidente lo decida). Un presidencialismo marcado en nuestra estructura orgánica estatal y también en nuestras estructuras mentales, lo cual es más difícil aún de reformular.

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Imagen: Peru.com

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