Definitivamente la propuesta del Seguro de Desempleo (SD) es genial, pero para las empresas. Es decir, qué empresa no quisiera aportar entre 2,2% y 3,5% del salario mensual para un seguro de desempleo, en vez de 8.33% mensual como lo es ahora el aporte para la CTS.

Detrás de la idea de la formalización de las empresas, no se puede crear un clima de inestabilidad laboral en los trabajadores a favor de las empresas. Creo que, si es que se quiere crear un seguro de desempleo que ayude a los trabajadores cuando dejan por diferentes razones su empresa, debe ser como complemento a la CTS. En otras palabras, sin que la empresa de más o que el trabajador reciba menos dinero de su empresa, la propuesta puede ser la que más se ajuste a la realidad.

Por un lado, como dije en un artículo anterior sobre este tema, la CTS es más que un seguro de desempleo, ya que, actualmente, el retiro parcial ayuda a menguar algunas necesidades que el sueldo no logra cubrir. Además, por su naturaleza, ya es un seguro de desempleo con un fondo individual y renovable o acumulativo que se alimenta de los aportes que hace la empresa y de los intereses que gana de la entidad financiera (por encima del 7 u 8 por ciento, según y tipo de moneda). Si queremos ver la parte negativa, podemos decir que la CTS no tiene un efecto a corto plazo como seguro de desempleo.

Por otro lado, el SD, que el equipo de PPK propone, iría a un fondo común y el aporte por parte de la empresa estaría entre 2,2% y 3,5% del salario mensual, mientras que la CTS es de 8.33% del salario mensual. Además, debido a que es un seguro, propiamente dicho, no es retornable al trabajador. En este caso, si el trabajador se queda laborando en la empresa hasta que se jubile no recibirá absolutamente nada de este seguro. En cambio, con la CTS, cuando el trabajador se jubila puede disponer la totalidad de ese fondo acumulado,

En ese sentido, teniendo en cuenta que a las empresas no les va mal con los aportes que realizan, creo que la nueva propuesta debe ir de la mano con la CTS como un beneficio paralelo que actúe a corto plazo en caso de que el trabajador quede sin empleo. Para esto, se debe desglosar el importe de la CTS en dos: al 8.33% se le restaría entre un 2,2% y 3,5% para alimentar al nuevo SD. Por ejemplo, si se aprobase que el aporte por SD sea de 3.5%, entonces la CTS disminuiría en esa misma proporción, en consecuencia, el nuevo aporte por la CTS sería de 4.833 y el aporte por SD sería de 3.5% (la suma de ambos conceptos sería nuevamente de 8.33%).

En conclusión, teniendo en cuenta que nuestro país mantiene una proyección de crecimiento alrededor del 4% hasta el 2018, según cálculos del BCR. La propuesta del SD no tendría justificación para una reducción de un beneficio económico, sino a lo sumo cualquier planteamiento deberá trabajarse en base a un beneficio. Asimismo, el SD al ser parte de un fondo común, estaría sujeto a la voluntad de los gobiernos, pues, podrían disponer de una caja chica al igual que el Fonavi (en 1998 el Gobierno fujimorista tomó dicho fondo). Finalmente, más allá de favorecer a la formalización laboral, creo que la propuesta favorece en su totalidad a las empresas y sin garantía de nada. Si se trata de favorecimientos a las empresas, la rebaja progresiva del IGV cumplirá ese propósito.

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