Desde niños, ya sea como tema de conversación adulta o como simple cuento de aventura o anécdota, nuestros padres o abuelos, una vez por lo menos, nos han contado (o hemos escuchado de ellos) la historia de la Peña blanca. Aquella historia que cuenta que el llamado Rio Grande causará una gran inundación en el distrito de Longar que lo borrará del mapa.
Esta historia, quizá, no esta tan lejos de hacerse realidad. Recordemos que tiempo atrás, nos contaban que el distrito de Longar sufría de constantes inundaciones debido a las fuertes crecidas del Rio Grande, producto de las lluvias en temporada de invierno o cuaresma. Situación que cambió parcialmente, cuando se construyó el famoso muro de contención en la separación del rio donde este se reparte en dos: Río Grande y Río Chico, a inicios de la década del 80 (gestión municipal 1981-1983).
El muro de contención fue una solución que trajo esperanzas a la población longarina, pero, como se dijo, lo hizo de manera parcial. La población que vivía alrededor de la Plaza y aledaños a esta, podían tener la seguridad de que sus casas no se inundarían cuando creciera el río; sin embargo, los pobladores que vivían más abajo –en la localidad de Maraypampa– no tenían la misma suerte, ya que en cada crecida del rio tenían luchaban con el agua que entraba a sus casas, y esto debido a dos razones: la primera, a la gran cantidad de agua que pasaba por el Río Chico, sumado al poco cause y descuido del mismo que tenía este río cuando pasaba por este sector; y la segunda, al cause serpenteante que tiene el Río Grande cuando atraviesa la mencionada localidad.
Actualmente, el proyecto o los proyectos (hay poca o nada información sobre estos) para prevenir que futuras inundaciones han dado resultados igualmente de forma parcial. Por un lado, se ha construido barreras de contención cerca al estadio, que poco o nada garantiza ante la amenaza de una inundación. Mientras que por otro lado, se ha construido una compuerta a medio terminar.
La idea de crear barreras en la ribera del río no está mal, pues en muchos lugares donde el río es una amenaza se construyen barreras de contención. Sin embargo, hay diferentes tipos de barreras para cada situación. En el Río Grande se construyó una barrera tipo gavión, que son “cajas o contenedores de piedras retenidas con malla metálica de celdas hexagonales”. Los gaviones son utilizados generalmente para estabilizar los taludes o la inclinación de un terreno; también para proteger los ríos donde sus riberas son muy bajas o arenosas, o no tengan riberas. En Longar esto no es tanto así.
Asimismo, la construcción de una compuerta que controle el paso del agua es una buena alternativa para evitar desastres por inundación. En el caso de Longar, esta estructura ha ayudado a que la población de Maraypampa no sufra de inundaciones debido a la crecida del río. Sin embargo, es una obra a medio terminar, que tiene, dentro de sus deficiencias físicas, los fierros totalmente expuestos y que son lavados constantemente por el río; constituyendo un foco de contaminación por el óxido y otros minerales pesados, nocivos para la vida acuática, humana y animal. Además de ser un peligro para los que quisieran hacer uso de esa parte del río (niños bañistas y visitantes curiosos, principalmente).
Pero volvamos al meollo del asunto: lo de la gran inundación. Como sugiere el título, el mito que “bajará la Peña Blanca”, no está tan lejos de volverse una realidad. En el mes de enero de este año, hice con unos familiares y amigos (además) una aventura río arriba, un poco para salir del pueblo y para conocer los atractivos paisajísticos que la naturaleza guarda. Nuestra aventura duró tres días y lo que encontramos o vimos río arriba, para mí, particularmente, la situación es muy preocupante como desconcertante.
El problema básicamente radica en la deforestación que sufren largas extensiones de montañas río arriba de manera indiscriminada o sin control.
Este problema comenzó hace algunas décadas, cuando los pobladores vieron en algunas montañas un potencial importante para el cultivo de pastos, la crianza de ganado y otros en menor cantidad para sembríos agrícolas. Dichas montañas comenzaban a tener nombre propio y, con ello, años más tarde, con el consentimiento y complicidad del Instituto Nacional de Recursos Naturales – Inrena y de los gobiernos locales, regional y central, obtuvieron la adjudicación de dichas tierras para poder “trabajarlas”.
Con la adjudicación y sin acompañamiento técnico, los nuevos dueños comenzaron a trabajar en sus nuevas adquisiciones sin tener en cuenta algunos requisitos técnicos usados en el tratamiento de bosques y montañas; así como el cuidado de las riberas de los ríos. En ese sentido, el problema no fue tanto la adjudicación de terrenos que se dio en las montañas, sino el uso que le daban a estos (y que continúan dándolo). Por un lado, tenemos el tema que algunos pobladores se han adjudicado más terreno de lo que pueden trabajar, lo que ha suscitado el lucro al mejor postor de dichas tierras que fueron adjudicadas para otro fin. Por otro lado, como se vende dichas tierras al mejor postor, el comprador muchas veces no es de Longar, quien, con mayor razón, hace lo que quiere o lo que puede en la tierra comprada; con la idea de que si no es poblador de Longar, entonces los cambios (talar o deforestar) no lo afectará.
En ambos casos señalados, el que se ve afectado con estas adjudicaciones poco honestas son los pobladores de Longar, pues con la deforestación parcial o total de las montañas río arriba, están haciendo que el suelo se vuelva inestable, ello ocasionará que las cuencas o terrenos cercanos a estas se erosionen con facilidad, y en temporadas de lluvias las tierras movidas pueden generar grandes deslizamientos hacia el río, produciendo inmensos huaicos, que serán arrastrados rio abajo arrasando con todo lo que se cruce en su camino, incluso con el pueblo de Longar.
La deforestación también mata la biodiversidad natural, como ecosistemas y animales que viven en ellas. Asimismo, hace que se pierda el colchón natural que detiene el agua en las montañas proveniente de las lluvias y la neblina; esto es importante porque retiene y controla el agua que va hacia el río; en tiempo de lluvias ayuda a regular las crecidas de los ríos, mientras que en tiempo de sequías contribuye a mantener el caudal del río y de abastecer de agua a las especies que viven allí.
Las montañas sin árboles, además, se vuelven infértiles, ya que sus nutrientes son lavados al río constantemente por las lluvias, convirtiéndose como popularmente lo llaman los campesinos del lugar en “pajonales”.
Toda esta situación puede conllevar a que se produzca un mega desastre de proporciones y pérdidas incalculables y con resultados fatales en Longar. Si realmente queremos proteger, conservar y al mismo tiempo trabajar en nuestra naturaleza y en nuestro río, es necesario que se realice un pacto de no agresión y juego limpio, que involucre a las autoridades, instituciones educativas, clubes y organizaciones de todo tipo, y en general a toda la población, para que unidos protejan la vida natural y con ella, la vida humana.
En conclusión, las riberas de los ríos en Longar son de dos tipos bien identificados: del Remolino río arriba, rocosas; y río abajo, arenosas pero de ribera alta y serpenteante. En ambos casos, la utilización de gaviones no fue ni será la mejor alternativa para proteger las riberas de los ríos en Longar; mas aun, si estos, además, fueron construidos con materiales simples, como los alambres de construcción usados en los gaviones para unir las mallas. Donde se debe trabajar con mayor urgencia, en este caso, es del Remolino río abajo, para re-encauzar ciertos tramos serpenteantes que tiene el cauce del río, de esta manera se minimizarán los desastres por inundación en la localidad de Maraypampa y propiedades más abajo que en temporadas de lluvias las inundaciones son altas..
La ingeniería ha comprobado que los materiales que mejor protegen las riberas de los ríos son los que pertenecen al lugar. En este caso, la utilización de piedras del mismo río habría sido la mejor alternativa, teniendo en cuenta que el cauce no quede desprotegida (sin piedras).
Asimismo, la construcción de una compuerta sin terminar ha dejado los fierros expuestos en medio del cauce del río; esto ha hecho que el panorama natural se vea alterado, pero lo más grave es que se ha convertido en un foco permanente de contaminación para la vida natural y humana que usan el agua río abajo. Lo que forma parte de uno de los monumentos a la ineptitud de quienes estuvieron en la gestión municipal, por decir lo menos.
Por otro lado, la deforestación en las cuencas o contiguo a estas también es problema que va en aumento y que constituye una amenaza que duerme en las montañas río arriba. Los árboles y la vegetación en general detienen a que el terreno se erosione con facilidad. En temporadas de lluvias, las raíces estabilizan la superficie frenando los deslizamientos de tierra hacia el río, lo que pueden producir enormes huaicos. Además, los árboles, ramas, hoyas y otras plantas que caen forman un inmenso colchón natural que retiene y controla el agua que va al río, que contribuye a proteger la biodiversidad natural (flora y fauna).
A pesar de todo lo dicho, la situación nos es del todo alarmante. Si queremos que ello se revierta se deben tomar algunas consideraciones, como el de buscar asesoría técnica antes de trabajar en un terreno montañoso; pero sobre todo conciencia, para hacer lo correcto. En este último punto, los pobladores deben actuar con mucha seriedad y entender el grave problema que suscita deforestar más de lo que pueden trabajar y peor aun, hacerlo hasta la ribera del río o muy cerca de ella; entendiendo, en todos los casos, que el Río Grande es el único río que provee de agua a Longar.
Por consiguiente, como se ha explicado, el mito de la Peña Blanca puede hacerse realidad, ya que pelar las montañas y contaminar el río es sinónimo de desastre y una amenaza de muerte lenta pero segura que, más temprano que tarde, se hará realidad.
Sin embargo, a pesar de todo lo malo que sucede río arriba, detrás de Peña Blanca, nuestro Río Grande y nuestra naturaleza en general es impresionante. Río arriba hay extraordinarios lugares donde podemos disfrutar de la naturaleza en su estado vivo y salvaje, viendo y subiendo a enormes piedras o al muro de contención, ideal para disfrutar de un bocadillo o usarlo como mirador; hay fuertes y zigzagueantes rápidos o tramos del río “que tiene una pendiente relativamente pronunciada provocando un aumento en la velocidad y la turbulencia del agua”, perfectos para el deporte de entretenimiento como el canotaje; ver y bañarse en hermosas cataratas o enormes caídas de agua a lo largo de la montaña; visitar bonitas cabañas o lugares de paso para disfrutar de un almuerzo o para pernoctar; ingresar a grandes grietas en las bases de las peñas junto al río; disfrutar de relajantes zambullidas en las pozas que se forman a lo largo del río; y todo ello con el constante sonido del río, de las aves y de la naturaleza en general… en fin, mucho, y mucho más, la enumeración es larga… Por eso, si vives en Longar tienes la oportunidad de visitarlo en cualquier mes del año. Pero si vives fuera de Longar y vas de visita, date un tiempo para hacer una caminata detrás de Peña Blanca y constatar lo que la naturaleza tiene para mostrarte y regalarte…
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