Mientras sigue el debate en el Congreso de la República para ver los temas del descuento a las gratificaciones de julio y diciembre y la liberación parcial de la CTS; y facultades especiales solicitadas por el ejecutivo.

Los dos temas son de hecho importantes, sin embargo debido a la observación que hiciera el presidente, Ollanta Humala, sobre el descuento a las gratificaciones para que no se den de manera permanente ha tomado mayor importancia en esta sesión extraordinaria del Pleno del Congreso.

Las diferentes posiciones de los sectores: Ejecutivo, Legislativo, empresarial y trabajadora, sobre el primer tema, no han ayudado mucho en el sentido de dar más luces para entender si la observación del Ejecutivo es la más adecuada o no.

Para no enredarnos en contradecir o validar las críticas hasta ahora mencionadas, diremos que ambos temas pasan por un descontrol político y una gestión basada en lo económico.

En el primer caso, los problemas relacionados con la primera dama han hecho que la agenda política del Ejecutivo y Legislativo (más en el primero, esencialmente) pase a segundo plano. Prueba de ello son: por un lado, el uso del descuento a las gratificaciones y la liberación parcial de la CTS, que al parecer son usados como cortina de humo para distraer a la población de los (supuestos) malos actos financieros de la primera dama; y por otro, las facultades especiales solicitadas por el Ejecutivo. Ambas para ser vistas a última hora en una sesión extraordinaria.

En el segundo caso, el problema no pasa por una falta de liquidez que sufrirá EsSalud a consecuencia de entregar completas las gratificaciones que asegura el Ejecutivo como una justificación para observar lo aprobado en el Congreso. Esta justificación solo evidencia una problemática gubernamental en el tema de gestión; es decir, al Estado (y empresas privadas) no le gusta gestionar servicios sino dinero, la capacidad de gestión está atada a la cantidad del presupuesto asignado nada más (claro, el dinero es importante pero la gestión que administra ese dinero es mucho mejor y duradera). Prueba de ello es el Índice de Competitividad Global, “que mide cómo utiliza un país sus recursos y capacidad para proveer a sus habitantes de un alto nivel de prosperidad”, el Perú obtuvo una puntuación de 4,25 puntos en el 2014, mientras que en el 2013 fue de 4,28 puntos, es decir el problema ha empeorado.

Finalmente y como se demuestra, el cálculo político y la gestión basados fundamentalmente en el dinero es una tarea inválida que no solo no mejorará el problema de nuestra economía o política, sino que también causará desconcierto y dudas a nuevas inversiones privadas externas. Algo que por supuesto no le conviene a nadie.

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