La elección de los miembros del Tribunal Constitucional (TC) y Defensoría del Pueblo (DP), ha marcado un nuevo punto de inicio de las discusiones políticas, y no precisamente por el conceso parlamentario que hubo para el nombramiento de tan altos miembros que administrarán justicia.
Este tema, al margen de todo lo que se ha venido diciendo de los involucrados directos: los congresistas y los candidatos, ahora tiene nuevos aliados o detractores (juzgue Ud., amigo lector). Por un lado, tenemos las declaraciones del Presidente, Ollanta Humala, quien, a juzgar por sus declaraciones, deja más ambigüedades, respecto a su rechazo a algunos miembros del TC y DP, o simplemente es una cortina de humo para distraer la vergonzosa elección. Por otro lado, está la captura de Nanci Obregón, excongresista nacionalista, por colaborar con el narcotráfico.
En el primer caso (al que enfoca este artículo), las declaraciones del Presidente de la República, deja más preguntas que respuestas, dijo el día de ayer (18.07.13) lo siguiente:
Me siento decepcionado en la medida de que hay dos funcionarios electos que no cumplen con las expectativas de la población y tienen profundos y serios cuestionamientos. En aras de salvaguardar la majestad del Congreso, yo les sugiero dar un paso al costado y permitan que el Congreso vuelva a estar en sintonía con la ciudadanía.*
Qué fácil se le hizo al señor Presidente salir a lavarse las manos (al mismo estilo de Poncio Pilato), al igual que su ministra, Ana Jara, “ya será la historia que nos juzgue”, diciendo (Ollanta) que se siente decepcionado porque hay dos elegidos que no cumplen con las expectativas de la población, en clara alusión a Pilar Freitas (DP) y Rolando Sousa (TC). Si Ollanta Humala, quiso “salvaguardar la majestad del Congreso” tuvo que manifestarse antes que se produjeran los hechos, así como sugerió a los salientes miembros de TC de inhibirse a dar fallos en temas sensibles. Al parecer esta es una maniobra más que pondría en evidencia que las elecciones del TC y DP fueron coordinadas desde el más alto nivel político del Gobierno. Por un lado, el Gobierno tenía que apresurar la salida de los antiguos tribunos del TC, porque no estaban alineados a la propuesta de reformas que se quiere dar al Estado (no estoy en contra de las reformas, siempre y cuando estas sean transparentes).
En consecuencia, para que prospere lo propuesto, el Gobierno tenía que asegurarse que las denuncias que lleguen al TC no tengan efecto. Recordemos que están en cuestión el Servicio Militar, Servicio Civil y el reciente aprobado fallo que obliga pagar al Estado los bonos de la reforma agraria. Por consiguiente, el Gobierno hábilmente ha logrado colocar a tres tribunos de su preferencia de los seis elegidos, además, el cuestionado Sousa, del fujimorismo, puede ser un importante aliado a cambio de favores políticos, a pesar de que el Gobierno le haya negado a esta agrupación fujimorista la libertad de su líder, alberto Fujimori.
Con tres más uno de Sousa, el Gobierno, tendría las puertas abiertas del TC para resistir a cualquier denuncia anticonstitucional que se le interponga, y con ello realizar las reformas planeadas y otras propuestas.
En el caso de la DP, la situación también tiene un propósito político. Perú Posible está debilitado, por el caso de las compras millonarias de la suegra de Toledo, que involucra a él (Toledo) y a su partido. A pesar de ello, tiene una importante bancada (15 congresistas) que puede ser de mucha utilidad al momento de aprobar leyes impulsadas desde el Ejecutivo o cuando requieran el apoyo para no censurar a un ministro o alto funcionario estatal.
Finalmente, la intervención del Presidente ha desatado más polémica que la misma elección. Si su deseo era mantener saludable el clima congresal, entonces debió intervenir antes que se consume la vergüenza nacional. Sin embargo, muchos pueden decir que el Presidente no opinó sobre el particular para no interferir con las votaciones; si esa afirmación es correcta, entonces tampoco debió pronunciarse después de las mismas…
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