El cometa y la melancolía de Friedrich
En 1811, un cometa atravesó los cielos de Europa. En medio de aquel asombro, Caspar David Friedrich pintó figuras humanas diminutas frente a horizontes infinitos.
La ciencia diría después que el polvo del cometa alteró los colores del cielo durante semanas; la historia del arte, en cambio, vería en esos tonos fríos el nacimiento del romanticismo cósmico.

El artista no describía el firmamento: lo contenía. En cada trazo de penumbra, una pregunta suspendida entre la fe y el vacío.

